Truman Capote fue un gran narrador de cuentos ,
pero cometió un error: pobló sus relatos con personas cercanas y al hacerlo
reveló sus confidencias. ¿Hasta dónde puede llegar un escritor para plasmar en
su obra las vivencias y secretos de otros? ¿Cuánto pueden los amigos de un
escritor esperar de su discreción? ¿Por qué los amigos del chisme nos sentimos
inmunes a caer en la trampa del chismoso? Todos estos temas son genialmente explorados
por Ryan Murphy en la segunda entrega de su celebre antología Feud.
El Wunderkind se
convierte en Gran Bufón
A pesar de lo que
diga el personaje de Tom Hollander en la serie, Truman Capote no era un genio
literario. Era un buen cuentista , no al nivel de un Chejov o de un Borges,
pero si el segundo mejor cuentista de los Estados Unidos, solo por debajo del gran
O’Henry. Debido a una infancia disfuncional (su apellido García Capote era el
de su padrastro, un coronel
español) y su homosexualidad, siempre se consideró un paria. Eso lo
convirtió en un neurótico tóxico y alimentó un rencor social que se manifiesta
en su celebre duelo con “The Swans”.
Antes de los 40 años, Capote ya era un literato reconocido, había publicado colecciones de cuentos y una novela, ganado algunos premios importantes, y hasta puesto una obra en Broadway. Haber escrito un par de libretos de cine lo hizo codearse con personalidades de Hollywood que lo llevaron al círculo del magnate mediático Bill Paley (el Rupert Murdoch de su tiempo) y de ahí a la alta sociedad neoyorquina. Esta recibió encantada a este “niño maravilla” que amenizaba sus reuniones con comidillas muy bien cocinadas.
A pesar del
rencor social que anidaba en su subconsciente, Truman era un tremendo esnob que
se visualizaba como un mimado de una elite,
como ocurría con homosexuales ingleses tales como Sir Cecil Beaton y Sir
Noel Coward. Eso lo empujó a cultivar amistades de la “realeza” estadounidense
como Gloria Vanderbilt y Las Hermanas Bouvier (Jackie Kennedy Onassis y la
Princesa Lee Radziwill) aunque su favorita era Barbara “Babe” Cushing, la
segunda esposa de Bill Paley.
Alrededor de Truman
Capote se congregó una coterie de mujeres. Todas ricas, famosas y
ansiosas de contar con la amistad de un individuo tan entretenido. El las llamó
The Swans (los cisnes) . El error de Las Cisnes fue no notar que si Truman
Capote era el alma de las fiestas de Long Island y Palm Beach era por describir
intrigas y secretos de otras personas de su mismo círculo. En algunos casos los
rumores se tornaban peligrosos como lo fue crearle un aura de autoviuda a Ann Woodward.
Capote era muy
mentiroso. Entre sus grandes mentiras estaba el conocer a Greta Garbo y haber tenido amores con Errol Flynn. En
otras ocasiones embellecía con detalles hablillas que habría escuchado en
alguna parte o magnificaba murmuraciones. Nunca sabremos si Ann Woodward le
contó que había matado a su marido o fue que en
“La Alta” de Long Island se susurraba que la muerte accidental había
sido un crimen pasional que la suegra tapó con sus millones.
De todos modos,
Las Swans podían burlarse de la tragedia de Ann en un alarde de
schadefreunde ya que era una plebeya forastera. Pero nunca debieron considerarse
inmunes al humor vitriólico del Gran Bufón. Quizás pecaron de arrogantes o
quizá realmente creyeron en la leal amistad de quien era su protegido, paño de
lágrimas y hasta fixer.
Los Peligros
de Ser Escritor-Testigo
Desde Los 60, que
Capote había dado pistas de una novela en la que trabajaba que sería su opus
magna , que seguiría los pasos de Proust al retratar a esta alta sociedad que
le había dado cobijo. Nadie le prestó atención hasta que un capítulo llegó al
Esquire en 1975. Ahí la sociedad neoyorquina lanzó un coro de alaridos,
porque el Jet Set podría ahora incluir californianas como Lady Keith y judíos
como Bill Paley, pero sus reglas de discreción y lealtad eran tan cerradas como
en The Gilded Age, la real y la de Julián Fellowes.
¿Se
acuerdan de cuando Armstrong, doncella de Agnes van Rhijn, advierte a su ama
del peligro de meter en casa a una escritora/periodista como Peggy Scott? Es
que Peggy va a ser testigo de secretos familiares que luego puede ventilar como
lo hizo Truman Capote.
Armstrong advierte el peligro de tener a una periodista metida en casa
El cuento del
Esquire titulado “La Cote Basque 1965” narra una cita entre Jonesy (el
alter-ego de Capote) y Lady Ina, en la que todos reconocieron a Slim Keith ,entonces casada con un noble inglés, para cenar en el
famoso restaurante. Ahí se reúnen con Gloria Vanderbilt y Carole Mathau, la
actriz, esposa de Walter Mathau, y que se cree fue una inspiración para Holly
Golighty. Ambas están chismeando sobre la Princesa Margarita. Cercanas a las
mesas están sentadas Las Hermanas Bouvier.
Para animar el
almuerzo, Lady Ina cuenta un mega chisme sobre Sídney Dillon, el magnate de
farmacéuticos casado con Cleo, “la esposa perfecta”. Aparentemente el hombre
tuvo un affaire con la esposa del gobernador de Nueva York en la cama del Matrimonio
Dillon. La amante dejó una mancha de sangre menstrual (del “tamaño de Brasil”)
en las sábanas para avergonzar a Cleo. Pero el momento culminante de la comida
es la presencia de Anne Harding, de quien se dice asesinó a su esposo para
luego fingir que lo había confundido con un ladrón. Fue fácil para los Paley
reconocerse en Los Dillon y todos supieron que Anne Harding era la infamosa
Ann Woodward.
Marella Agnelli,
la swan italiana, se había alejado de Capote hacia un tiempo
precisamente porque había leído el cuento antes de su publicación. En esa
ocasión le había preguntado al cuentista si no le temía a la reacción de sus
amigos cuando leyesen el libro—que Capote ya había vendido a Random-House— y se reconociesen
en esos personajes tan viles. En típico humor displicente, Capote había dicho
algo como que sus Cisnes eran demasiado tontas para darse cuenta.
No eran tontas,
se reconocieron y su reacción fue horrible. No es que se haya cancelado al
autor como se haría hoy. Nadie hizo como Ronan Farrow con su padrastro,
chantajear a las editoriales para que no lo publicaran. Nadie demandó a Capote
por difamación. Las Cisnes se limitaron a cerrar filas, no le volvieron a
dirigir la palabra al escritor y, lo que más le dolió a Capote, no lo volvieron
a invitar a sus antros de ricos y famosos.
La Gran
Traición
Capote era
incapaz de pedir disculpas. Primero lo tomó a broma. Le envió una tarjeta a
Slim con este mensaje “Big Mama (su apodo para Lady Keith), ya te perdoné”.
Como no obtuvo respuesta, llamó a Bill Paley, este le respondió de manera
distante, le dijo que no había querido leer el cuento y le reveló que Babe
estaba muriendo de cáncer. La serie miente al decir que Slim iba a demandar a Capote
o que Bill lo insultó por teléfono.
Este fue un duro
golpe para Truman porque Babe había sido su mecenas, protectora, amiga del alma. Sin embargo, él nunca entendió
la humillación que la hizo pasar justo cuando la vida de su Cisne se apagaba. (La
reconciliación enfrente de Sack’s que muestra la serie también es falsa, pero
qué bonita les quedó).
Para colmo, Anne
Woodward se suicidó tras leer el cuento (sus hijos también se quitarían la
vida). Como dijo su suegra “ella mató a mi hijo, pero Capote la asesinó”. Truman
Capote fue incapaz de asumir su responsabilidad. Tal como en la serie, se amparó en la excusa de “es solo ficción”.
Imposible puesto que hasta conservó los nombres de sus Cisnes como fue el caso
de Gloria Vanderbilt a la que dejó como tarada (no reconoce a su ex marido que está
en el mismo restaurante). “La próxima vez que lo vea (a Capote), dijo la
diseñadora “lo escupiré en la cara”. Años
más tarde, Anderson Cooper diría “Capote le hizo mucho daño a mi madre”.
Hora es de pasar
a la serie en sí. Se han escrito muchas biografías y hecho muchos filmes sobre Truman
Capote, no todos cubren estos veinte últimos años, los peores en términos de
salud y laborales del escritor . La serie da crédito al libro de Lawrence Leamer,
Capote’s Women, pero se trata de
un texto de historia que cubre las vidas de los involucrados sin diálogos ni
escenas puntuales que puedan llevarse a la pantalla.
Le quedó a Ryan
Murphy y al ganador del Pulitzer Jon Robin Baitz, convertir esos datos
históricos en un libreto. El primer episodio mantiene un juego cronológico que
no corresponde a la realidad indicándonos que nos hallamos ante una
interpretación que, tal como el
protagonista, puede tomarse licencias y
meter fantasía propia. Comenzamos en 1984, un poco antes de la muerte de Truman
Capote (Tom Hollander). Lo vemos observando cisnes en una laguna.
Retrocedamos en
el tiempo a 1965. Truman ha sido convocado
urgente al pent-house de Los Paley en el St. Regis . Ha surgido una crisis. Lo
vemos en sus funciones de fixer dando órdenes a criados a los que llama por su
nombre. Lo vemos darle dinero a la cocinera para que se lleve a los pequeños
Paley al cine y a tomar helados en Serendipity.
El escritor
encuentra a la Señora Paley (Naomi Watts)hecha un mar de lágrimas. Su marido (Treat
Williams) ha reanudado su relación adúltera con Mary “Happy” Rockefeller,
esposa del Gobernador de Nueva York. La humillación es que la ha traído a su
casa familiar y han tenido sexo en la cama matrimonial donde Happy se ha
vengado manchando sabanas y suelo con sangre menstrual. “Y ella sabe que tu
entraste en la menopausia” le dice Capote con voz consternada. Ahí nos damos
cuenta de lo toxico que puede ser, revolviendo el cuchillo en la herida.
Aun así, su
consejo es pragmático. Babe Paley tiene derecho a patalear, pero no a
divorciarse. Como pago de esa humillación debe exigir un van Gogh al que le ha
echado el ojo. Le recuerda que no ama a Bill, es su orgullo herido el que la
hace llorar. Medio dormida por el Valium, Babe admite que la peor traición
seria la recibida por alguien que quiere como Truman.
De Jamaica a
La Cote Basque
Otro retroceso a
1955. Tras escribir dos guiones (Beat the Devil e Indiscreción de una
Esposa Americana), Capote entró en la órbita de Hollywood siendo amigo de
la protagonista de ambos filmes, Jennifer Jones, y de su esposo, el poderoso David O. Selznick.
Es David quien convence a Bill de llevar a “Truman “ a su mansión en Jamaica.
El pobre Paley cree que se trata del “Presidente Truman”. Es un alivio saber
que es un escritor.
Capote deleita a Los
Paley y a sus invitados contándoles el chisme de la auto viuda Ann Woodward.
Mas tarde tiene un encuentro a solas con su anfitriona y le confirma que vio a
su marido con otra mujer. “Soy un poco brujo” dice Truman, pero añade que Babe “es
un hada” que hasta su manera de caminar es musical. En este trocito que
editaron de la versión de FX (la encontré en el “Director’s Cut”), Babe le
revela su primer secreto. Hace coser campanitas al borde de sus vestidos de
noche, para que hasta su andar tenga un sonido cristalino.
De 1955 avanzamos
veinte años. En 1975, Truman Capote está
pasando una mala racha. Hace casi un década que no publica nada importante. Las
drogas y el alcohol están bloqueado su imaginación. Random House quiere demandarlo
por incumplimiento de contrato, y Jack
Dunphy (Joe Mantello), que ha sido el compañero de su vida adulta, está harto de verlo autodestruirse.
Capote va a un
sauna donde tiene sexo con un individuo muy peculiar. John O’ Shea (Russell Tovey)
lleva una doble vida. Es un alto ejecutivo de un banco de Long Island, casado y
con hijos, pero gusta buscar aventurillas en los baños trucos. No se define ni
como homosexual ni como bisexual. Según su psiquiatra es un psicópata sexual.
Fascinado, Truman
hará a O’ Shea parte de su vida le encargará su finanzas y hasta lo presenta
con sus Cisnes. Durante un almuerzo en La Cote Basque, O ’Shea se revela como
un alcohólico, pedante y aburrido, lo que es un crimen para la alta sociedad.
Aprovechando que ha ido al baño, Las Cisnes (Babe, Slim y C.Z. Guest) le dicen
a su protegido que se acueste con quien quiera, pero que no le de poder sobre
su dinero. Petulante, el escritor, les recuerda la infidelidades de sus maridos.
En eso, nota que
Anne Woodward está en una mesa cercana. Ann se acerca y lo acusa de
calumniarla públicamente. Truman la acusa de haberlo llamado “fag”(marica).
La mujer lo corrige, “te llamé un mariconcito venenoso” y le avienta una copa
de vino a la cara. Las Cisnes los separan, Capote se ríe. El y John se marchan
totalmente borrachos. En el metro, O’ Shea le aconseja escribir sobre estas
mujeres.
Una mañana, las horrorizadas
Cisnes ven sus secretos plasmados en las páginas del Esquire. Bill
intenta convencer a su esposa que ningún lector los va a reconocer. La débil
excusa provoca un aluvión de reproches por parte de Babe que revela (esto solo
aparece en el Director’s Cut) que sufre de cáncer terminal.
El Castigo de
Las Swans
Sinceramente, sería
una ofensa a nuestra inteligencia creer que Las Cisnes no iban a actuar como
cualquier plebeya con un mal amigo, que no iban a dejar de verlo y de invitarlo
a sus fiestas. Aun así, la serie nos hace sentir que Slim es cruel y vengativa,
que domina a Babe quien quiere
reconciliarse con el autor y que al final lo hace en un encuentro imposible en
la Quinta Avenida.
Algunas Cisnes lo
siguen apoyando como C.Z. Guest (porque no aparece en el cuento) y La Princesa Radziwill
porque Capote habla bien de ella en “La Cote Basque”. Aunque el autor se burló
de Joanne Carson en ese capítulo, ella era un alma de D-s, y su cariño por
Truman superó sus pullas por la cornamenta que Johnny Carson le ponía.
Sin embargo,
llegado el Dia de Acción de Gracias, C.Z. desinvita a Truman Capote . Se siente
que ha sido presión de Slim, pero el sentido común dicta que si quiero pasar un
día especial con una amiga moribunda no le voy a traer gente que le haya hecho
daño. Indignado y desolado, Truman parte, cargando con John O ‘Shea, a la casa
de Joanne en Los Angeles.
donde acabó. Phyllis Diller en la mesa ya quita toda aura de refinamiento
Se trata de una fiesta con motivos mexicanos y New Age. Acostumbrado a espacios más refinados, Truman bebe y comienza a decir pesadeces. John , que quería pasar la fiesta con su familia, bebe de más y ataca el pavo. Cuando Truman comienza a burlarse de la familia de su amante, este le da una paliza delante de los invitados.
Truman desafía a O'Shea hasta que este lo golpeaEsa en suma será
la vida de Truman Capote desde entonces. Hay cosas que la serie captura
magistralmente. La relación masoquista con John O ’Shea. La lealtad de Jack Dunphy
y Joanne Carson. Efectivamente, Truman Capote intentó rehabilitarse sin éxito.
Las drogas le comieron las neuronas y el alcohol el hígado. Se pasó los últimos
años dando entrevistas y hablando de un libro que nunca llegó a materializarse.
Otras cosas son
falsas. Slim no fue amante de Bill Paley; Babe y Truman no se dieron el beso de
la paz en la calle; Anne Woodward nunca fue una Cisne y la traición de Truman
Capote no se debió a un deseo de vengar a su madre, pero de eso hablaré en otra
entrega. Ahora quiero hablar de los logros técnicos de la serie.
Lo Bueno y Lo
Bello de Capote vs The Swans
Este ha sido el
más bello—desde un punto de vista estético— trabajo de Ryan Murphy. Los interiores,
la recreación de la Manhattan de Los 70, la iluminación, el vestuario, etc.
Todo es exquisito, como lo es el tercer capítulo dedicado al “Black and White
Ball”, famoso baile de máscaras que fue
el pináculo de la carrera de Truman Capote en la alta sociedad neoyorquina.
Hasta la música
les ha quedado de premio. El uso en la banda sonora de temas de moda que se
vuelven conmovedores como el “It’s Imposible” de Perry Como (gracias, Gato Rafa,
por recordarnos que es la versión en inglés
del “Somos Novios” de Manzanero) que es el último baile que comparten Los Paley
hasta las versiones Big Band que toca la orquesta en el Black and White Ball. Mención especial a la maravillosa música incidental
de Julia Newman con sus venias al impresionismo francés de Debussy y Ravel con
el toque reaccionario de Saint-Saens, lo que ya le da un aire proustiano al
relato.
Hemos visto
tantos Capotes en los últimos veinte años, pero Tom Hollander le ha dado una dimensión
que supera la parodia. Siempre he sentido debilidad por Hollander, un actor que
se ha encasillado en roles de homosexual pero que transmite una calidez que
atrapa aun en sus pocos roles de hetero como en Gosford Park, Taboo y en su protagonismo del Dr. Thorne. Aquí
hay dejos de ternura aun en las inflexiones que agrega a la famosa voz chillona
de su personaje.
Me ha sorprendido
Diane Lane tan alejada de sus días del Brat Pack de la mano de Coppola. Tan
alejada de la etapa Streets of Fire o Under the Sun of Tuscany.
Aquí se ve implacable, fiera, de facciones
leoninas que recuerdan a Lauren Bacall que inició una carrera interpretando
precisamente a Slim (más de eso cuando hable de las verdaderas Cisnes). Una
delicia ver a la reina del Brat Pack ochentero, Molly Ringwald como la amiga
fiel, Joanne Carson.
Joanne Carson y Molly Ringwald
Aunque Demi Moore
no se parece a Ann Woodward—ni se parece a Demi en esta actuación—logra
un retrato conmovedor de una mujer que, a lo mejor, fue víctima de rumores, y calumnias nacidas
del Schadenfreude de los ricos y envidiosos. Sin embargo, no me ha gustado
Callista Flockhard, no ha sabido capturar la esencia de Lee Radziwill. La
“no-Jackie” era una presencia semanal en mi casa en 1975. Me asaltaba desde las
páginas de Vanidades, Cosmopolitan y Buenhogar. No se parecía en nada
a esta maqueta que ha construido Mrs. Harrison Ford.
Callista no se parece a La Princesa Radziwill
He dejado para el
final a los mejores actores. Esa escena del tercer episodio con Los Paley
bailando será más falsa que la BBC, pero me conmovió hasta las lágrimas porque Treat
Williams falleció en un trágico accidente de motocicleta, un poco después de
acabada la filmación. No lo había visto hacia años. Se veía tan viejito aquí.
No que yo lo quisiese eternamente joven y sexy como cuando nos deslumbrara en Prince
of the City o en el noir Smooth Talk donde se veía tan exquisito que
me costó aceptar que era el villano.
Creo que Gato
Rafael ha visto esta serie de FX porque admira/adora a Naomi Watts y quedó un
poco en shock al ver su transformación física. En vano yo trataba de explicarle
que Babe Paley fue considerada la mujer más bella de su generación y que a
pesar del cambio de look , Naomi (bellísima también) no se le parece. Lo que la
australiana ha logrado es capturar la elegancia, la armonía, la perfección
física de Mrs. Paley, lo que Capote llamaría “su único defecto”. Incluso Naomi
logra domina el modo refinado de hablar de la clase alta que no consiguió
Natalie Portman en Jackie.
Prefiero dejar
para otra nota la verdadera historia de Babe y su círculo. Entretanto, espero
haberles abierto el apetito para ver esta excepcional serie que supera incluso a
la primera temporada de Feud. Para los habitantes de la Unión Americana Capote
vs The Swans está disponible en Hulu y en FX on Demand. Los españoles
pueden verla por HBO/Max y a América Latina se la tiene prometida Star+, pero
no sé para cuándo.
Contenido Violento o Gory: Las palizas de Thanksgiving que John le atiza a Capote. Lo más Gory es la exagerada hemorragia de Happy Rockefeller. Oh, y el pobre cisne sacrificado.
Cuando Thanksgiving se tornó violento
Contenido Sexual
y Desnudos: Increíble
como Ryan Murphy puede cambiar de la obscena sordidez de su trabajo de Netflix
y hacer una obra tan sobria donde se habla de sexo, pero no se ve. Lo más
fuerte es el primer encuentro de Capote y John en un baño turco.
Factor
Feminista: Interesante
como Jon y Ryan han convertido lo que debió ser un cuento de hadas en fábula
feminista con moralejas que advierte lo que no debe hacer una mujer que busca
ser empoderada, desde casarse con un
millonario hasta confiar en un volátil BGF. De paso habla de los peligros y la
soledad de ser esposas trofeos.
Factor Diversidad: Es cierto que el mundo de Las Swans era
blanco, privilegiado, clasista y un cachito homófobo (para nuestros estándares
contemporáneos). Aparte del mundo bohemio, toda la sociedad estadounidense era
homófoba y racista (aun en reversa). Entonces es como redundante que el capítulo
5—el más discordante de la serie— saque a relucir estas ‘”verdades”. Que sea
James Baldwin (Chris Chalk de Perry Mason) quien enfrente a Truman con esa realidad es un poco absurdo. No
eran amigos, de hecho, Capote lo consideraba aburrido. Algo que debemos decir
es que Truman Capote nunca militó en ninguna de las causas de su tiempo: ni los
derechos gay, ni el feminismo, ni los derechos civiles ni fue radical chic.
Mas absurdo es
tener al gran Baldwin como un Magic Negro diciéndole a Trumancito que viene a
consolarlo porque es hora de que los gays creen sus propios grupos de apoyo.
Recordemos que Capote no tenía amigos negros, ni gays tampoco. Detestaba a Gore
Vidal; a Tennessee Williams lo despedaza en un capítulo de Plegarias
atendidas, y apenas toleraba a Andy Warhol. Para los que vieron Capote recordaran como el difunto Philip Seymour Hoffman se burla de la novela de Baldwin:
De pronto nos
damos cuenta de que hay un propósito más oscuro para que Baldwin se vuelva babysitter
del alcohólico toxico. En la mesa de La Cote Basque, en MOMA, y en el piso de
Capote—entre beso y beso— le da una lección sobre la fragilidad blanca,
sobre como todos los blancos son racistas y como Capote es también cómplice de
este racismo/clasismo. Su única solución es hacer como Montalvo, matar a esta casta
privilegiada con su pluma. Capote debe ser el pelotón de fusilamiento que acabó
con los Romanov; la guillotina que decapitó a María Antonieta, la bomba de
Oppenheimer (que esa bomba no haya matado blancos sino japoneses parece que no
importa)
Aunque este
preámbulo haya ido un sueño, Capote se levanta dispuesto a destruir a sus
viejas amigas y por empezar se devora un pobre cine. Es todo tan ridículo, tan
forzado. Casi tanto como oír a Slim decir que no quiere invitar a Bianca Jagger
a sus fiestas porque es de piel oscura. ¿En serio? ¿No les gustaban los
latinos? ¿Y Porfirio Rubirosa? ¿Y cómo
la Swan más querida por Capote, después de Babe, era la celebradísima
tapatía Gloria Guinness?
Me resulta muy
desagradable esta exposición del racismo de las Swans cuando no se ha
mencionado en la serie un factor importantísimo en la historia de Los Paley, y
una de las razones para Bill casarse con la WASP Barbara Cushing. No se ha
hablado de como las puertas se le cerraron a Babe cuando se casó con un judío y
como eso llevó a Los Paley a crear una micro sociedad menos inclusiva que la
que los repudiaba.
En la próxima
entrada intentaré contar la verdadera historia de Truman Capote y sus Cisnes.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
Graham, Sheila, How to Marry a Millionaire
Keith, Slim: Slim: Memoirs of a Rich and Imperfect Life
Leamer, Laurence: Capote’s Women
Montillo, Roseanne. Deliberate Cruelty
Desde FB de Rafael Ochoteco
ResponderEliminar¡Excelente!!! Yo solo he sabido de Capote por el film "Capote" (2005) del maravilloso y fallecido gran actor Philip Seymour Hoffman (QEPD), y luego vi "Infamous" (2006) con Toby Jones, ambas muy buenas. El ver un nuevo Capote, no un escritor famoso que "resuelve" casos crimimales, en esta serie lo vemos como un bochinchero tercermundista, un ser abominable, desleal y sumamente arrogante y odidoso. Obviamente, el trabajo de Hollander es excelente: un Capote que es insoportable. ÉL no interpreta a Capote. Él es Capote. Naommi Watts me encanta desde que la vi en "The Ring" (2002), "21 Grams" (2003) y luego en "The Impossible" (2012), preciosa y talentosa como siempre, hace poco la vi en "The Watcher" (serie de Netflix). En "Feud" se lució muchísimo, muchas veces me costaba creer que fuera ella. Hermosamente elegante, pausada, con un excelente libreto (diálogos) que la elevan muy alto. Ella fungió como productora ejectiva de esta serie también. Todo estuvo excelente. Lo único que se te olvidó mencionar fue la entrada. Muy pocas veces veo las entradas una vez que las he visto, con esta serie no se puede. La entrada es excelente, bien lograda, es como un pequeño resumen de toda la serie. Se me hizo muy bien lograda. Aunque no me la esperaba así, me gustó mucho. Supe de la primera temporada de esta serie, pero NO me llamó la atención. ¡Besos y abrazos!!!
Para Rafael Ochoteco Gracias por comentar y verla conmigo. Quise dejarte lo de la entrada. Es que me han salido tres notas, mas una sobre Gloria Guinness. El tema da para mucho. Ayer viéndola de nuevo me fije que la entrada tiene esa música de Noir, medio de suspenso, con caricatura de Capote dándole miguitas a los cisnes, pero al final Julia Newman cae en su estilo elegiaco y ahí te das cuenta de que no es una crónica de chismes, sino de una tragedia para todos los involucrados.
EliminarJeje, Ryan Murphy no te convenció de tenerle lástima a Capote, es que es un individuo tan errático (como lo son los adictos) hace algo bueno y lo sigue con dos cosas malas. Maravilloso actor, pero de Naomi, yo diría que es el mejor papel que ha hecho. Babe Paley (eso para el lunes, D-s mediante) no fue perita en dulce, pro Naomi nos la hace tan conmovedora.
Capote e Infamous cubren otros aspectos de la vida de Capote. En cambio, esta etapa tan importante de su vida nadie la había explorado. Aunque te sigo recomendando ver el documental “The Capote Tapes” está en Hulu, para cuando te subscribas. Ahí si te cuentan cómo fueron las cosas en los últimos 30 años de la vida de Truman.
Entre nos, esta temporada supera la anterior. Aunque bien hecha y bien actuada, el primer Feud tuvo un error, se fueron a favor de Joan Crawford, que si fue mala madre y mala persona.
Qué pena que Disney esté tan remolón y no la de todavía en América Latina. Besotes
A mi tambien me gustó mucho la entrada! Tambien el primer capítulo y por supuesto la ambientación (en cuanto a setting y moda) les quedó excelente.
EliminarEste era el post que me faltaba por leer! Muy interesante, como los otros de la serie. En privado cuéntame en que termina la temporada, porfa? Ya me intrigaste pero no lo suficiente para seguir viéndola ;)
ResponderEliminarSobre el tema de la responsabilidad del escritor y sobre que contar o como ocultar la realidad, me parece que depende de la persona. Yo creo que soy más cautelosa en disfrazar la verdad. Creo que te conté que hace unos años una amiga me contó toda la tragedia de su familia. La historia parecía ficción porque había de todo: envidias, asesinatos, infidelidades, herencias, peleas familiares, traiciones, ambición, hasta incesto! Pero no me sentí capaz de contarla y eso que mi amiga me dio luz verde, dijo que a nadie en su familia le importaría y que puedo inventarme cosas y solo cambiar los nombres, pero no fui capaz. Cada vez que me metía en la cabeza de mi amiga, o le inventaba inseguridades, me paralizaba. Me ponía a pensar que iba a pensar ella o qué si sus parientes matones se reconocían y venían a vengarse de mi? Total que nunca escribí más que unos capítulos. Aun ahora que utilizo hechos reales en la novela que acabo de terminar y me he inventado los personajes y cambiado todos los nombres de las organizaciones implicadas, me siento un poco ansiosa sobre que van a decir los verdaderos involucrados (ya el tiempo dirá). Pero al parecer a Truman esto no le importó, para él la historia era más importante. Por otro lado me pregunto si por un cuento en una revista valió la pena enemistarse con todo su círculo de amistades? Por lo menos hubiera sido una novela completa (creo que dijiste que esta era su intención inicial, no?)
Ni siquiera voy a opinar sobre la conversación inventada con Baldwin y ese racismo forzado que nunca vimos más que en la interpretación de esos personajes y en las mentes modernas de los creadores de la serie (y que muy convenientemente ignoran el antisemitismo que mencionas que realmente sucedió). Sólo diré que últimamente tengo muy poca tolerancia para este tipo de activismo forzado en series y películas históricas (y contemporáneas) y para mi fue suficiente para dejar de verla.
Amiguis, gracias por acordarte. Si, ya te cuento el final por WhatsApp.
EliminarPreciosa la serie. Una estética que se ha perdido en el streaming de otras grandes plataformas donde todo es oscuro y feo. ya viste en The New Look. Recomiendo “Palm Beach” porque es una versión saritica de este mundo, sin nombres verdaderos y con mucha luz, mucho espectáculo de opulencia, y un homenaje a la moda de fines de los 60.
Sobre Truman C. y su famosa novela inconclusa. Es cierto que cuando recién comenzó a hablar de lo que planeaba hacer lo expresó de manera grandilocuente como un “A la Recherche du Temp Perdu” del Upper East Side. Claro, quienes lo oían solo recordaban los aspectos más hermosos de la obra proustiana, ni se imaginaban que Capote iba a ofenderlos satirizándolos.
Lo que pasa es que el Capote que decide imitar a Proust, incluso el que vende la idea a Random House no es el mimo que publica “La cote Basque”. Y es que para 1975, Capote tenía tres problemas.
1. Estaba mal de la cabeza con tanta droga y licor. Le era difícil diferenciar realidad y fantasía, cualquier duda moral ya no tenía cabida en su mente. Yo creo que ya no podía escribir. Si uno mira los capítulos de Answered Prayers, son viñetas, son cuentos que no siguen un orden, su único hilo conductor es el observador social Jonesey.
2. Estaba muy necesitado de dinero. Hacienda golpeaba su puerta y Random House lo amenazaba con demanda. El creyó que sus cisnes lo entenderían si lucraba a costa de ellas.
3. Feud juega con todas las razones que pudo tener Capote para hundirse, desde su necesidad de castigar a los privilegiados hasta el odio que sentía por las cisnes porque le recordaban a su madre. se olvidaron de uno. La última y mejor novela de Capote fue “A sangre Fría”. Se la llamó la “no-novela” porque es una combinación de periodismo investigativo y ficción. Ahí se usan los nombres verdaderos. Capote creyó que podría hacer lo mismo con “Plegarias Respondidas” sin reparar en que él tenía el permiso de los protagonistas de In Cold Blood y que es muy diferente escribir sobre un asesino on Death Row que exponer los secretos de boudoir de damas de sociedad.