Solo a Netflix se
le ocurre meterse con El Decamerón, una obra que ha sido un desafío para
cineastas más serios que lo de la plataforma de pacotilla. Supongo que no les
importa destruir un clásico de la literatura universal, una expresión máxima de
las letras italianas. Para ellos “Decamerón” es un nombre propio y Boccaccio
algo que seguramente se le echará al spaghetti.
La Obra de Boccaccio
Vamos a contar
primero que es Il Dcamerone. Se trata de una colección de cuentos, un
centenar como indica el título, al estilo de las Mil y una Noches y de los
Cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer. Pues ahí viene la primera
patada al clásico. En la serie de Netflix se han olvidado de los cuentos.
El segundo
atributo es el contexto histórico. Giovanni Boccaccio compone su selección de
cuentos y la publica en 1348, unos años después de terminada la etapa más
mortífera de La Peste Negra. Para quienes hemos vivido recientemente una
pandemia, no nos es difícil imaginar el desorden social y la atmosfera
angustiante de esa época. La peste bubónica duró varios años y recorrió una
senda letal por Asia y Europa haciendo desaparecer muchas comunidades.
Boccaccio elige
situar su historia en una villa en las afueras de Florencia donde un grupo de jóvenes
aristócratas (siete damas y tres caballeros) buscan refugio no solo de la
plaga, pero también de la realidad. Es interesante ver que son solteros, adinerados
, privilegiados y sin familia. Podríamos deducir que sus familias ya han muerto
víctimas de la pandemia y de ahí la necesidad de olvidar. Eso lo consiguen,
contándose cuentos cada noche (menos los domingos y un día que dedican a otras
cosa).
Cada noche se
elige un rey o reina quien escoge un tema sobre el cual se contarán historias.
A pesar de que hay anécdotas históricas y fabulas morales, el tema principal
son las relaciones románticas que dan pie para cuentos picarescos, algunos
francamente eróticos, otros sobre las traiciones del amor de las cuales son víctimas
las mujeres, pero para equilibrar también hay mucho relato sobre las marrullerías
femeninas.
Una subtema son
los pecados (sobre todo de la carne) y la corrupción del clero. Un cambio
social que trajo la pandemia fue una observación-denuncia de como la Iglesia y
sus representantes habían olvidado el mensaje cristiano. Esto llevaría al
humanismo del Renacimiento y a la Reforma Luterana. Por esa razón, la obra de Boccaccio
estuvo por siglos en el índice de los libros prohibidos por la doctrina católica.
Il Decamerone
en Pantalla: Fregonese, Pasolini y Los Taviani
Saltémonos unos
siglos y lleguemos al XX que reconoce la maestría del escritor napolitano. El
cine mudo italiano, que, hacia una docena de filmes al mes, intentó hacer una
versión hoy perdida y olvidada. El próximo intento fue hablado y a color. En
1953, el director argentino (activo en Hollywood) , Hugo Fregónese se ocupó de
filmarlo. Aunque la titula Las noches del Decameron (Decameron Nights)
es la versión menos erótica.
Giovanni Boccaccio
(Louis Jourdan), el escritor de moda, se
ha enamorado de la viuda Fiametta (Joan Fontaine) que lo desprecia por mujeriego.
Sabedor de que, para huir de la peste, Fiametta se ha recluido en una villa
florentina, en compañía de un grupo de
jovencitas, se presenta allí. Fiametta , que viste un hábito monacal y carga un
rosario, trata a las niñas como si fueran pupilas de un convento. Todas están
felices de tener un hombre guapo y famoso entre ellas principalmente la bella Pampinea
(Dame Joan Collins).
Para pagar su
estadía, Boccaccio ofrece narrar cuentos, pero irrita a Fiametta con una sarta
de relatos promoviendo el adulterio. Ella contrataca con historias sobre la
fidelidad femenina. No sé por qué, este filme tuvo mala critica. Yo la vi a los
doce años y de nuevo recientemente en Cinevault de Samsung. No parece haber
envejecido mal con hermosa escenografía (filmada en Sitges) , vestuario y actores atractivos. Lo único
es que el libreto, al hacer hincapié en el romance, se olvida del caos social que existe más allá
de la idílica villa.
Hoy en día Decamerón
Nights está casi olvidada, opacada por la rimbombante versión de Pier Paolo
Pasolini de 1971 que puede encontrarse tanto en Amazon como en Tubi. Yo detesto
a Pasolini y no puedo creer que su versión de il Decamerone haya sido
tan exitosa en Italia que superó en la taquilla a El Padrino. Hay que
ser muy nacionalistas.
Pasolini se
concentró en nueve cuentos que vincula entre sí, no mediando el tema de los jóvenes,
la villa y la pandemia. El énfasis es mucho sexo, mucha picardía, gente que
vive traicionándose en el amor y dos temas típicos de Pasolini, la escatología
y el pensamiento marxista. A pesar de haber sido filmada en Roma, Nápoles,
Paris y hasta en Yemen, visualmente es oscura, fea, casi grotesca en su retrato
de un mundo degradado por la pobreza y la corrupción.
Que diferente al Maravilloso
Boccaccio, uno de los últimos esfuerzos de Los Hermanos Taviani. Hecha en
el 2015, puede verse en Tubi. Como siempre en el trabajo de Los Taviani, es la
vista el sentido que hay que aplicar. Comenzamos con una visión macabra: un
joven macilento con las llagas propias de la peste en el cuerpo se despeña
desde lo alto de un exquisito edificio renacentista.
Estamos en la
bella Florencia, pero seguimos por sus calles desiertas a un carro lleno de cadáveres.
Contrasta la belleza de la arquitectura
con esos cuerpos semi desnudos, destrozados por un mal letal, anónimos. La
cinematografía hace buen uso del rojo carmesí que simboliza sangre, violencia,
muerte. El silencio, la ausencia de humanos, solo unos pobres cerdo que son víctimas
de este mal humano, nos recuerdan que hay un peligro acechando en cada esquina.
De ahí pasamos a
una serie de viñetas que ayudan a crear una atmosfera, de miedo y caos social. Una joven, que ha estado
atendiendo a su hermana apestada, es
rechazada por su familia temerosa del contagio. Un hombre prefiere ser enterrado
vivo antes que separarse de los cadáveres de sus hijos, y un grupo de jovencitas que cree alejar la
plaga con el aroma de ramilletes de flores es acosado, por un contagiado que
besa a una a la fuerza decidido a no morir solo.
Es en ese
ambiente, sin piedad, Infernal y
silencioso, que siete amigas deciden huir al campo. Las acompañarán los
novios de tres de ellas.. En una villa abandonada deciden instalarse hasta que
acabe la plaga o llegue hasta ellos. A diferencia de otras versiones— y del
original— no llevan criados y todas las actividades domésticas las cumplen
ellos mismos. Hay dos reglas, dejar el luto aparte , no pensar ni en la muerte ni en sus muertos, y
, para evitar envidias, hacer el romance a un lado.
Así se pasan los
días, ocupados, compartiéndolo todo en plano de igualdad. En materia de
entretenimiento, todas las noches se escogerá un tema y cada uno deberá relatar
un cuento, anécdota o noticia histórica sobre ese tema. Por el largo del filme
solo escuchamos/vemos cuatro relatos. Los Taviani han escogido cuentos que
representen los géneros principales del Decamerón:
la picaresca y el amor trágico
Lo que los une es
una ausencia de lo que abundaba en Pasolini, el humor, lo grotesco, lo sórdido.
Aun la historia de la joven novicia hallada cohabitando con un hombre en el
convento pasa a ser una fábula didáctica que expone la rigidez hipócrita de las
reglas conventuales. Mi preferido es el de Ghismunda, obligada por su esposo a
comerse el corazón del amante, quizá sea la presencia de Kasia Smutniak (Domina) y de Michele Rondiano (Joven Montalbano, Los Leones de Sicilia)la que
lo hace más conmovedor.
Todo en Maraviglioso
Boccaccio es perfecto. Hasta la música. Junto a oberturas de óperas y piezas renacentistas, se ha incluido un score de Giuliano Taviani
que recuerda, con su sonido de urgencia
dinámica, al de otra obra maestra de los
Taviani, La Notte di San Lorenzo. Sin embargo, a este filme le falta
el ánimo satírico que permea la obra de Boccaccio y eso es lo que se
esperaba del Decamerón de Netflix.
Netflix Osa Meterse
con un Clásico
Alarmante fue la
noticia de que Netflix quería meterse con Boccaccio. ¿Que planeaba hacer? ¿Exagerar
los aspectos picarescos y escatológicos que había tratado Pasolini? ¿O acaso
convertir la Peste Negra en una fábula presentista que nos recordase lo que es
vivir pandemias en el siglo XXI? Se sabe que Netflix nunca es sutil, pero no se
esperaba este caos de tan escaso valor.
Visualmente (a
pesar de haber sido grabada en hermosos parajes y una lujosa villa) es
mediocre, oscura, colores acentuados con ese barniz que los efectos especiales
contemporáneos imponen, ropa fea, actores más feos todavía y con poco talento.
Solo el primer cuarto de hora me dejó estupefacta.
Comenzamos por un callejón muy poblado de
gente que circula por un mercado. Aparentemente esto es Florencia. A comienzos
del siglo XIV ya Florencia era una ciudad grande, rica, hermosa, no este espacio estrecho y miserable..
Segundo estamos
en medio de la peste. Hagamos memoria y visualicemos nuestro primer año de Covid.
Desde mi ventana observaba circular (y vivo en una calle de mucha actividad) a
una persona pasar cada un cuarto de hora. ¿Me van a decir que en una villa
aterrorizada por el contagio con los gérmenes flotando en el aire, van a estar todos de compras, charlando con el
vecino y aglomerándose en la vida pública?
Vemos a un niño
apedreando un cuervo y luego gritar ¡Mamá cacé un pollo!”. La idea es hacernos
ver lo hambriento que eta el pueblo. ¿Entonces como están haciendo mercado? Además,
mala idea matar cuervos, son los carteros de la Antigüedad. Aparece un hombre
con el cadáver de una mujer a cuestas, lo deja caer en el suelo, suplica ayuda, todos
gritan al ver que hay una víctima de la peste entre ello. ¿Una sola victima?
Desde un
ventanal, los observa Pampinea, una Zosia Mamet que se quedó pegada en su rol
de cabeza hueca de Girls. Se supone que representa una elite
privilegiada y distanciada de la realidad. No ve la tragedia urbana a sus pies
porque está embelesada preparando su próxima boda con un hombre al que no
conoce. Le lleva la corriente su paciente criada (Monica-Saoirse Jackson de Derry
Girls) quien está empacando para su huida al campo
La idea es que Pampinea es tan egoísta que no comprende
que vive en medio de una crisis social. Toralmente absurdo. La Peste Negra mató a ricos y pobres, incluso
a gente de sangre azul. Por muy aristócrata que fuese, ninguna joven estaría
asomada a su ventana abierta—entonces no había vidrios solo postigos de madera—sin
temor al contagio.
Una Comedia
que no Hace Reír
El resto de la
serie es tan absurda como ese inicio. La gran novedad es que Netflix ha obviado
los cuentos. “¿Quién los necesita?” se dijeron. En cambio, ha creado su propia fabula de sexo (totalmente
diverso) y guerra de clases donde los criados son los avispados y los amos son
bobos a pesar de su despotismo. La venden como humor negro, y en días en que
hasta los comediantes se quejan de que el humor ha muerto, esto se traduce en
violencia acelerada y sin sentido.
Hay muertos por
doquier, muchos asesinados y de manera aparatosa y grotesca, pero que no mueven
mucho a la risa. A ratos la serie parece una parodia (adulta) de los cortos de
Los Tres Chiflados. Todo es bufo , tosco
sin sutileza como pisada de elefante: la comedia de errores, el sexo sin
erotismo, la denuncia social que no se entiende puesto que el servicio es tan
ruin como sus amos. Eso si es muy diversa con actores de origen africano y
asiático encarnando a florentinos renacentistas.
Terminada mi
diatriba, me fui a buscar la opinión ajena y me encontré con mis mismas quejas.
Me encantó ver el sarcasmo de James Delingpole masacrando una serie que masacra a los clásicos.
Como dijo, esto solo puede gustar a quien nunca haya oído hablar de Boccaccio. Yo
le agrego a esa categoría la de mentes simples como las del MarySue. En Slant, Ross McIndoe fue más lapidario llamando a este Decamerón
netflixiano una “Isla del Amor” del Siglo XIV, y que Netflix le dio a su
adaptación el toque “Bridgerton”.
En IDMB tiene un Rating
de 6,3 . Fueron generosos los espectadores, en Rotten Tomatoes solo alcanzó a 6,1,
pero eso a Netflix la tiene in cuidado, ya que todo su empeño—fiel a la agenda woke—
consiste en destruir la cultura clásica, ya que, según ellos, es producto del patriarcado blanco. Maese Boccaccio
puede descansar tranquilo en su tumba. Esta serie es olvidable y merece no ser
recordada ni recomendada.
Brave of you to even venture into that abominable filth, I refused even to mention it at my place LOL I am only happy that garbage like this and My Lady Jane gets cancelled after the first season. Did you hear that Netflix has officially cancelled Warrior yesternight? No continuation for that one....
ResponderEliminarBut did Warrior ever pretended to continue it? I thought they just wanted to show what Max had done with it. Abominable filth, indeed. Very happy to hear that Lady Jane was cancelled
EliminarDesde FB de Ana Estelwen
ResponderEliminarPor amor del Cielo, no me atrevería a ver un Decamerón hecho por Netflix ni aunque me apuntarán con un revólver. Si Bocaccio levantara la cabeza...
ParaAna Estelwen Boccaccio no sabría de que se trata, se parece tanto a su obra como una lagartija a un dragon . Lo extraordinario es que haya gente que le ha gustado, pero anda tu a preguntarles si recuerdan el morivo por el que les haya gustado. Aunque ... Ver más
EliminarDesde FB de Maggie Sendra
ResponderEliminarPobre, es que a veces, por servicios al publico, lo que tienes que tragar. Netflix podia haber aprovechado que hemos estado de pandemia y haber cogido la critica social de la epoca, tal como hizo el Decameron. Pero al parecer, la critica les salpica a ellos y siguen con sus basuras.
Para Maggie Sendra Es que Gatita Maggie, la "abominable filth" (calificativos de Gattocito Miroslav Bašić Palković) que vemos en pantalla es para Netflix "critica social". La idea es destruir clásicos con crítica woke. NO sorprende que bastiones del wokismo como NYT y The Guardian apoyen esta bazofia. Tal como sitios feminazis como el Mary Sue, o que las mejores cr'iticas vengan de periodistas hembras y etnicas.
EliminarDesde FB de Jorge Eduardo Llerena Torrico
ResponderEliminarEs que en principio eso se pensaba que iban a hacer, digo era lo más lógico con la obra de Bocaccio no había que ser un genio
Para Jorge Eduardo Llerena Torrico Lo que acabaron haciendo fue una guerra de clases. Decir que los ricos enloquecen a causa de la pandemia (al menos no los volvieron vampiros como en La Revolución) y que los criados se cobran los desplantes de los amos, pero los criados son tan despreciables como sus patrones.
Eliminar