En todas las
estaciones del año, intento desligarme un poco de mi obsesión con el drama de
época y busco algo contemporáneo como los thrillers de espionaje. Este invierno
mi elección ha caído en The Agency en Paramount +. Esta adaptación del
éxito de la televisión francesa Les Bureau des Legendes, presenta los conflictos
y actividades de la oficina de la CIA en Londres y es una no muy acertada
combinación de espionaje, un romance prohibido, y el lado humano de los agentes
de la central de inteligencia más grande del mundo.
Sonaba estruendosamente
apetitosa: un elenco encabezado por Michael Fassbender y Richard Gere; un equipo
de productores que incluía a George Clooney y bajo la dirección del legendario Joe
Wright de Orgullo y prejuicio y Atonement. Sin embargo, me pasé
el primer episodio tratando de no quedarme dormida, tal como me pasé el segundo
tratando de entender quė ocurría, porque de lentitud latiguda pasamos a
una actividad tan vertiginosa que, a ratos, era confusa.
Un Marciano,
Un Coyote y Una Española
Para guiarlos por
este laberinto les aviso que hay tres historias: el reintegro de “Marciano” , nombre
código de Fassbender, a la CIA en
Londres, después de seis años en Etiopia; el ingreso a la CIA de Daniela Acosta
(interpretada por la anglo-española Saura Lighting-León); y un caos que ha
ocurrido tras el arresto de Coyote, un agente clave en Bielorrusia.
Mas allá de este
trio argumental, existe un leitmotiv, una moraleja, una verdad que Naomi
(Katherine Waterston) le expresa a
Daniela cuando ella ingresa a la agencia. Para ser una agente se debe estar
dispuesta a pagar un precio: perder su identidad real; adoptar una falsa y poco
duradera, y descubrir al final que siempre va a estar sola.
La serie inicia
en Addis Abeba, Samia (Jodie Turner-Smith, la Ana Bolena de ébano) , una catedrática
de historia de origen sudanés, llega al departamento de Paul Lewis (Fassbender),
su amante, y lo encuentra con las maletas empacadas listo para abandonarla.
Samia es maravillosa, dulce, sumisa al acatar la decisión de Paul. Se nota que
viene de otra cultura y, aun así, ha infringido la Sharía al cometer adulterio.
Conmueve su personaje sobre todo cuando al hacer el amor por última vez le
agradece al amante no haberle avisado de su partida antes puesto que le ha
evitado días de sufrimiento.
Paul retorna a la
oficina de la CIA (la “agencia”) en Londres. Debe convertirse en Brandon
Cunningham, debe reconectarse con sus colegas, con su hija, con todo lo que abandonó
hace seis años. Más fuerte aún, debe desechar
a Paul, debe desconectarse de las amistades que hizo mientras usó ese alias,
borrar sus cuentas telefónicas, sus correos electrónicos, etc. Marciano es
incapaz de cortar lazos con Samia, y la llama por última vez. Descubre que la
mujer está en Londres y se arriesga a seguir su affaire, a pesar de que lo
vigilan, de que hay micrófonos en su piso, de que lo siguen a todos lados.
Henry (Jeffrey Wright de Boardwalk Empire y Westworld), el superior inmediato de Marciano, sabe que oculta algo. Le comenta que los agentes que deben cambiar su identidad sufren de un síndrome, que algunos hasta enloquecen incapaces de separar su antiguo yo de la personalidad que han adoptado recientemente. Quiere que lo vea la nueva siquiatra de la agencia, pero quien va a necesitar de un psiquiatra es la Doctora Blake (Harriet Samson-Harris, la Eleanor Roosevelt de Atlantic Crossing) que llegada a “la agencia”, es involucrada en un caos laboral que provee la mejor―y más activa―parte de la trama.
Un Pato de
Madera
El agente Coyote
ha sido arrestado en Minsk. Se teme que su arresto esté vinculado al
descubrimiento de sus actividades de espía, lo que pondría en peligro a varias
operaciones en la zona incluyendo e Ucrania.
La razón por la cual Coyote fue arrestado es que se emborrachó. Se interroga a
su handler (Alex Jennings, el Duque de Windsor de The Crown) que
ha ocultado que Coyote es un alcohólico en rehabilitación. Esto se debe a que
el mismo Foster pertenece a Alcohólicos Anónimos.
La CIA revisa la
lista de contactos de Coyote para ver que conexiones tiene con otras
operaciones que ahora peligran en caso que el gobierno de Lukashenko haya
descubierto que hay un agente infiltrado o que dicho agente haya traicionado a
sus empleadores. Encuentran un punto débil en Alexei, un camionero, que se
aterroriza al saber que Coyote está desaparecido. Toma la peor medida, intenta
huir del país lo que es una declaración de culpabilidad. La Agencia consigue desviarlo
hacia Polonia.
Marciano y la psiquiatra
viajan a la antigua Danzig a convencer al hermano de Alexei de fingirse
enfermo, e internarse en un hospital para convencer a quienes vigilan al
camionero de que el viaje se debe a razones familiares. Todo en vano, un grupo
de encapuchados secuestra a Alexei lo encierran en un subterráneo y lo
torturan. Quieren saber si es un doble agente. El pobre camionero no sabe si es
la KGB, la CIA, u otros, quienes lo golpean e interrogan.
Todo esto es
observado por los agentes de la CIA+ la psiquiatra, desde un cómodo salón de
conferencias en Londres. Ya solo falta que coman palomitas. Le explican a la
aterrorizada Doctora Blake que quieren saber si Alexei es un “pato de madera”.
No importa cuánto lo aprieten no dirá “ ¡Quak!”. En cambio, sí parpa (en serio,
así se llama el sonido que emite el pato) todas las operaciones conectadas a Coyote
peligrarán.
Pues en un
momento el pobre camionero comienza a parpar. Se acusa de ser un doble agente y
da nombres de altos funcionarios de la KGB. Esto dura interminablemente (la
serie juega con el tiempo haciendo la trama más confusa) hasta que un
exasperado Marciano se pone un pasamontaña, irrumpe en la sala de tortura e interpela a
gritos al camionero. Este acepta (obvio que no ha leído La guerra y la paz)
que Natasha Rostova, Nikolái Bolkonski y Piotr Beshujov son miembros de su
escuadra de agentes traidores.
Marciano sale y
anuncia a la galería de espectadores que Alexei es un pato de madera, no un
traidor. La que podría ser la mejor escena de los primeros tres episodios cae
en simplezas sofomóricas al tener que informar a una audiencia a
través de la Dra. Blake contándole a Bosko
que Marciano ha usado la obra de Tolstoi para exonerar a Alexei. Este prurito
didáctico arruina el efecto de lo sucedido.
Aun así, se han
abortado todas las operaciones en la zona menos ‘Félix”. Como le explica el
Gran Jefe (Dominic West) a Bosko―con quien se comunica en secreto y por
zoom―, Félix es demasiado importante. Debido a que la narrativa es fragmentada y
nos pasamos más en charlas de agencia o con la vida personal de Marciano , solo
a veces el guion recuerda lo que ocurre en la Europa del Este. Nos toma tres
capítulos descubrir que Félix es un joven enfermero en Ucrania que al recibir
noticia de que su operación peligra se interna con tres compañeros en el
Donbast hasta tropezarse con las tropas rusas.
Todos Mienten
Para ayudar a
disminuir la confusión les cuento que Félix es el cuñado de Henry. Él es el
famoso Charlie al que aluden Henry y su mujer desde el primer episodio. El
guion intenta crear interés con secretos pueriles, dándonos información con
cuentagotas y entrecruzando tramas de manera inconexa y borrosa. Es como cuando
vemos a un sudanés espiando a Samia, creemos que se trata del marido engañado,
en realidad es un enviado del marido.
Si Samia me cayó
bien al comienzo, pronto se nos presenta como una mujer de secretos que puede
ser agresiva verbalmente. Cuando Marciano la interroga sobre sus mentiras,
Samia habla a gritos en medio de la calle, da explicaciones imposibles y se
refugia en un rol de victima mitutera, quejándose de todo lo que ha visto y
sufrido en Sudan, Darfur o la Cochinchina, acabando con un “Ya
tengo un marido celoso, ¡no necesito de otro!” Típico que crea que para “Paul”
es una amante traidora cuando en realidad el agente la ve como alguien que lo está
investigando.
No hay manera de
empatizar con Paul/Marciano. Se hace la victima con Henry, a quien miente tanto
como a Samia (que también miente) quejándose que la agencia le ha robado su
posibilidad de llevar una existencia normal. A ver si quieres una existencia
normal no te enredas con una mujer casada que proviene de una cultura donde
lapidan a las adúlteras. De todos modos, cuando el agente se encuentra
con Samia la trata como la mier…, se guarda sus cuitas de enamorado para
recitarlas ante su handler. Inconsistente el espía.
Tampoco me gusta
como trata a la hija. No se lleva a una adolescente a la que no ha visto en
seis años y se la deja sola todo el día en un piso con ordenes de no salir y
espera que se quede tranquilita durmiendo en el sofá como un gato. Poppy se
pone a registrar la casa y encuentra los documentos de la otra identidad de su
padre que Marciano debía destruir. Anuncia a su padre que, así como lo encontró
ella lo puede encontrar la KGB. Marciano se pone histérico y la agrede física y
verbalmente. Poppy se aterroriza, pero como buena Z consumista, exige que, para
perdonar al padre, este le compre una lista de cosas caras.
No entiendo y no
me agrada el personaje de Fassbender. Me quedo con lo que le dice a la
psiquiatra que todos los agentes de la CIA son desequilibrados mentales y él es
el más loco. Yo diría también el menos precavido, el más inmaduro, el más
irresponsable, etc. Samia, de quien nunca estoy muy segura, también peca de los
mismos defectos. Aunque sea una catedrática reconocida, aunque haya iniciado los
trámites de divorcio, no puede ser tan ingenua para creer que está libre de las
trampas de toda mujer musulmana aunque esté en Londres.
Osman pasa a ser
el guardaespaldas de Samia. En realidad, es su cerbero. Cuando descubre que su
presa tiene un amante, la obliga con
violencia a revelar el nombre de este. Ahora, Marciano tendrá que retomar su
identidad de Paul Lewis para proteger a Samia. Este cuento que debería
conmovernos, me deja fría. A partir del capítulo 2, la pareja se vuelve tan
antipática que no me importa si Osman los achicharra.
Agentes Inútiles
Para colmo, no nos
dejan olvidarnos de Coyote y Operación Félix, pero como se les menciona de
manera esporádica ya a uno le cuesta engancharse con sus historias . Y para el
episodio 4, reaparece Daniela a la que su handler le presta menos atención que
los vampiros de True Blood a sus progenies. Tanto que la chica es
lanzada, sin preparación, a una
peligrosa infiltración que la expone a ser descubierta o ser atacada
sexualmente.
El problema es
que Dani está muy mal preparada, desconoce técnicas de Mata Hari, ni siquiera
sabe depilarse las piernas. Hasta ponerse un vestido e ir a un baile (donde
debe presentar una ponencia sobre un tema del que sabe cero) es una catástrofe
para ella. Aun así, no atrapa mi interés ni mi compasión. eso se debe a un mal
libreto, a una inserción torpe de las subtramas que no nos hacen invertir
atención en ninguna de ellas.
Los personajes
están mal delineados y sus comportamientos no son lo que asociaríamos con
agentes de la CIA. Aquí no hay tragedias familiares como en The Good
Shepherd, o un buen vistazo a las
políticas de oficina de The Company. No tenemos el dramatismo de ver
agentes en tareas azarosas en espacios exóticos como en Homeland. Me doy cuenta que Joe Wright, tan cacareado
como director, suele hacer cosas pesadas
como Atonement o Anna Karenina que nos tienen revolviéndonos en
la butaca del cine. Solo Hannah, me resultó interesante.
A ratos, la serie se siente fragmentada, casi mal
editada. Los personajes parecen funcionar en base a información que no hemos
visto que se les proporcione, como el que Marciano insista en conservar la
identidad falsa para ayudar a Samia, a pesar de que ella aun no le haya
revelado el chantaje de Osman. Para crear una atmosfera de Film Noir, a ratos
Paul/Brandon/Marciano se vuelve un narrador en off, para luego llevarnos a un
cuarto de hospital done el agente herido confiesa todo lo que ha hecho a
espalda de sus superiores. Es un recurso
innecesario, rebuscado y mal usado.
Otros personajes
simplemente toman decisiones inexplicablemente torpes. Owen es un agente administrativo,
casi no sabe usar un arma. Lo envían a Minsk a ver qué pasó con Coyote. Allá se
encuentra que en el departamento del espía desaparecido están viviendo la
secretaria de Coyote y un gato. A Owen no se le ocurre nada mejor que acostarse
con la secretaria. Al día siguiente lo llama Bosko, le dice que es posible que esté
en peligro y que no deje entrar a nadie. Owen no le cuenta de la secretaria,
pero la encierra en un armario. Lo rescatan, pero tienen que llevársela a ella
también. Cuando vuelve a Londres, sus superiores le reprochan como si fuera un
nene de primaria que cometió una travesura.
Otro caso es Dani.
En medio de su débil campaña de seducir, sin entregar nada, a su
profesor-jefe, es secuestrada por un desconocido. Ese la mantiene por dos días
maniatada, sin comida, la veja, la golpea, la amenaza con violencia sexual. La
acusa de ser espía de Irán. La muchacha resiste todo ese calvario. Finalmente,
el interrogador revela que esto fue una prueba no anunciada, exigida por Marciano,
y que Dani ha pasado el examen. En vez de darle una pateadura, la española
busca a este mismo torturador, más tarde, y se acuesta con él (WTF?).
Definitivamente, no puedo recomendar una serie tan disparatada.
Contenido
Violento y Gory: Las
sesiones de tortura, tanto de Alexei, el camionero, como la de Dani.
Contenido
Sexual y Desnudos: Un par
de escenas de cama de Samia y Marciano, nada impresionante ni gráfico. Lo mismo
con Dani y su torturador. Un par de vistas de nalgas masculinas-un mercenario
ruso y el noviecito de la hija de Marciano.
Factor
Feminista: Sinceramente, es una desilusión el trato de los personajes
femeninos. Se supone que Samia es una mujer empoderada, que ha superado,
gracias a erudición e independencia, las barreras sexistas de su cultura, pero
en Londres es tan vulnerable como si fuese la quinta esposa de un jeque
petrolero o de un jefe tribal de Darfur.
El personaje de
Dani me es incomprensible. Actúa como si fuera una novata universitaria que
necesita pasar por hazing para ingresar en una fraternidad. No se
entiende como la CIA la coloca dentro de una importante operación si ni sabe
que debe incluir el guardarropa de una espía infiltrada, y el vello corporal se convierte en su mayor
obstáculo. Poco importa que sea una experta tiradora. Pongámoslo así, en La Era
de la Ausencia de Criterio, Dani y Owen representan espías descriteriados.
A diferencia de
las series de espionaje inglesas, la CIA parece no tener féminas en cargos
importantes, pero los ejemplos más empoderados son precisamente mujeres que
deben limpiar la basura de los agentes. Esos son los casos de Naomi y de la Dra.
Rachel Blake.
Factor
Diversidad: chinos,
eslavos, Dani la española inglesa . Samia y Osman son sudaneses y Henry es
afro-americano. No hay gays, ni minusválidos ni judíos. Al parecer la CIA no es
muy inclusiva.
Jodie Turner-Smith is one of those names that immediately prevent me from watching a show or a film. One of the worst actresses that have ever lived.
ResponderEliminarShe was lovely in the first episode, then began to add this sort of personal arrogance to the character that made it unbearable, and she is not as beautiful as Halle Barry or Sophie Okonedo when young. Not to mention Carmen Efogo, Thandie Newton, or Rosalind Eleazar nw. I'm talking Black actresses.
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