lunes, 24 de mayo de 2021

Atlantic Crossing: Las mismas fallas de The Crown y ninguno de sus méritos



 


Ayer acababa “Atlantic Crossing” su presentación al mundo estadounidense en la PBS. Qué final tan soso y falso, casi sin conexión con los datos, también insólitos, presentados en episodios anteriores. ¿Será que los noruegos no saben narrar cuentos? ¿O fue ese afán de desacreditar a la monarquía como institución que buscó enlodar a la inocente familia Real Noruega y de paso a Franklin Delano Roosevelt, uno de los cinco mejores presidentes que ha tenido los Estados Unidos?

Alexander Elk: ¿Clon de Peter Morgan?

¿Será casualidad que Atlantic Crossing” haya debutado en “Masterpiece Theater” solo un par de semanas después de la infame entrevista de Los Duques de Sussex?  Como (gracias a Thirteenth Passport), pude verla casi entera durante las semanas de luto del Duque de Edimburgo, me fue más fácil digerir y discernir que, a pesar de ser coproducción noruega, la serie sigue los pasos de Peter Morgan en “The Crown” sirviendo los intereses de un grupúsculo antimonárquico.

Se trata de una producción de una compañía independiente noruega y es escrita por un tal Alexander Elk quien ha declarado saber poco sobre el tema (y se nota). Hecha en dos idiomas, se ha filmado en Noruega y en Praga donde se han recreado Londres, Washington y Long Island. La historia gira en torno del gobierno noruego en el exilio (en Londres) y la vida de refugiada de la Princesa Heredera Martha bajo el amparo de la Casa Blanca y de Franklin Delano Roosevelt con quien se ha conjeturado que mantuvo un romance. ¿Cuán platónico? Nadie sabe.

                               Los Principes Herederos y Los Roosevelts

El señor Elk dice saber poco del tema. vamos a ver qué es lo que sabía yo y como hubiese podido asesorarlo.  Como saben mi padre era un WWII buff y yo heredé su interés por ciertos aspectos del conflicto. De pequeña yo ya sabía que el valiente Rey Haakon había eludido a los alemanes para no caer prisionero como su hermano, el Rey de Dinamarca. Que había sido recibido en Inglaterra con su familia y su gabinete y que desde allá había dirigido las actividades de Las Fuerzas Noruegas Libres.

Yo sabía a los 10 años que, si bien Estados Unidos era el Arsenal de la Democracia, Gran Bretaña, a pesar de estar bajo bombardeos y a punto de ser invadida, fue el campo de entrenamiento de todo combatiente europeo que desease continuar peleando contra los nazis. Conocidos son los casos del General de Gaulle y la Francia Libre, al igual que el del gobierno polaco en el exilio. Menos conocidas son las historias de los reyes, que, en suelo anglosajón, lideraron a sus pueblos. Esos fueron los casos del Rey Haakon de Noruega; de la Reina Guillermina de Holanda; y del joven Rey Pedro de Yugoslavia que, de hecho, se casó en Londres con la Princesa Alexandra de Grecia en 1944.

Si me detengo en este detalle es porque la serie pareciera estar molesta con el Rey y el Príncipe Olaf por no irse a Las Bahamas a jugar golf. Los culpa de que la “solitaria “Princesa Martha se enredara con el primero que la piropeaba. Mas encima desvalorizan la ayuda proporcionada por los británicos. Hasta el día de hoy, el gobierno noruego envía en diciembre un gigantesco pino de navidad a Inglaterra, como recordatorio de lo que le deben al gobierno inglés y a la monarquía. En cambio, en la serie se burlan de los reyes británicos, los describen como tontos y esnobs. Hasta Eleanor Roosevelt se ríe de cómo se esfuerzan por seguir todas las reglas de racionamiento (el agua del baño) que sigue su pueblo.

                                 Los Reyes de Gran Bretaña y Buckingham bombardeado

A diferencia de su suegro y su marido, la Princesa Martha y sus hijos lograron huir de la falsamente neutral Suecia y refugiarse en Estados Unidos donde fueron invitados especiales de Los Roosevelt. Fue en 1983, en “Winds of War” que vi como Martha cenaba a menudo en la Casa Blanca. En 1984, en un libro 1941que cubre todos los eventos importantes ocurridos en ese año, leí que los medios de comunicación especulaban sobre la intensa amistad entre el Presidente de los Estados Unidos y la futura Reina de Noruega.

Así supe que no solo Martha era comensal habitual en la Casa Blanca, sino que además acompañaba a FDR a expediciones de pesca, que discutía con él de problemas políticos y, algo que la serie no quiso mostrar, que cuando Roosevelt se reunió con Churchill para firmar la Carta del Atlántico Marta estaba presente.

                     FDR hace un discurso con Martha a su lado. Eleanor ocupa un puesto secundario.

Pasó el tiempo, solo vine a recordar a la princesa Martha cuando supe de esta miniserie que ansiaba ver, pero que me ha dejado con un pésimo sabor de boca, ya que para privilegiar agendas ya conocidas (piedras a la monarquía, piedras al patriarcado, exaltación de una protagonista victima) se ha escondido lo verdadero y valioso creándose un cuento que escasamente se acerca a la realidad. Básicamente, el Sr. Elk ha hecho lo que Peter Morgan en “The Crown “y no se entiende el motivo, puesto que en Noruega no existe un fuerte sentir antimonárquico.

Debido a eso historiadores, tanto noruegos como suecos, han expresado su desagrado con una serie que calumnia figuras reverenciadas por la historia noruega como el Rey Haakon y el Rey Olaf (considerado, en una encuesta del 2009, como el noruego más sobresaliente del Siglo XX).  El único sobreviviente (además del Rey Harald que entonces era una criatura) de la Familia Real de entonces, Erling Lorentzen, el viudo de la princesa Ranghild también ha expresado su disgusto públicamente.

Lorentzen, un adolescente que durante la guerra se unió a la Resistencia Noruega, conoció de cerca a los personajes principales de este cuento. El anciano está escandalizado con las libertades que se han tomado en un proyecto que califica de “grotesco” debido a sus representaciones tendenciosas.



Un ejemplo es que el futuro Rey Olaf era considerado por su gente y por representantes de otros gobiernos como un muy buen estratega y no como el payaso incompetente que creó Elk. En cuanto a Martha es una contradicción viviente, a ratos parece una blanquita privilegiada caprichosa, otras es la defensora de los oprimidos, pero ninguna de estas caretas dura mucho. Tal vez porque ninguna le sentaría a la verdadera princesa.

Lo Bueno de Atlantic Crossing

Para no ser injusta paso a describir lo bueno de la serie antes de detenerme en su absurdo libreto que parece nacer de las mismas agendas afiebradas de “The Crown”. Por empezar Sophie Helin. Es refrescante ver una actriz pasados los treinta con un aspecto físico real, con arrugas alrededor de los labios, celulitis en los brazos, y un cuerpo que es el que debe tener una mujer después de tres partos. Ayuda a realzar la belleza natural de la actriz sueca un muy buen vestuario en el que se privilegia el color verde.





Aunque no hay desperdicio en el reparto, el mayor elogio se lo lleva Kyle MacLahlan como FDR. Para los amigos del drama histórico, Roosevelt ha tenido el rostro de Ralph Bellamy y Edward Hartmann. En este siglo lo han interpretado grandes como Bill Murray y Sir Kenneth Branagh, pero el ex Agente Cooper es el que más cerca llega a capturar esa combinación de sofisticación y llaneza que definió a FDR como hombre y político.

He leído muchos comentarios de espectadores, que admiran la labor” rooseveltiana”, enojarse ante un retrato de un hombre que pospone affaires de estado para andar persiguiendo faldas. Aunque es sabido que el adulterio de Roosevelt con Lucy Mercer (quien estuvo con él hasta su último suspiro) casi le costó el matrimonio, menos conocidas aunque documentadas son las amistades románticas que surcaron su vida tras la poliomielitis.

Se ha debatido mucho si esas amistades fueron platónicas. Vale recordar que el presidente era minusválido antes de llegar a la Casa Blanca. Sin embargo, su hijo Elliot Roosevelt cuestionó si lo que afectaba las piernas de su padre le impedía ejercer actividad sexual. Incluso en su libro, Los Roosevelt de Hyde Park, Elliot recuerda haber sorprendido a FDR y a Missy LeHand en una actitud comprometedora.

Muchos se han quejado del retrato que se ha hecho de MIssy en “Atlantic Crossing” ninguneando su tremenda aportación a la política estadounidense y al rol femenino en ella. Por 20 años, Missy sirvió de asesora/asistente/enfermera del mandatario, llegando a ser la primera Chief of Staff a pesar de que no se le concedió ese título. Roosevelt, hablando del papel fundamental de Missy en su vida política y personal, la llamaría “mi conciencia”.

                                     Missy LeHand

Es sabido que Missy estaba enamorada de su jefe y que, de ahí, tal vez, surgiría su urgencia por servirle a ‘él y por ende a la nación. En cambio, la serie solo nos la muestra como una arpía celosa y posesiva que quiere quitar a una rival (Martha) de en medio y acaba sufriendo un infarto que la deja casi en coma. Efectivamente, en 1942, Missy sufrió un accidente vascular que la llevaría a la tumbaun año antes que su amado jefepero fue provocado por un exceso de trabajo y estrés de servir en un gobierno en estado de guerra.

A mí no me hubiese molestado si la serie hubiese insinuado que la princesa y el presidente fueron amantes, aunque no haya pruebas sobre ello (tanto Elliott Roosevelt, Roald Dahl y Gore Vidal si creyeron que hubo un romance, aunque casto). Lo que me molesta es una ambigüedad que siempre coloca a Martha en un rol de víctima de los celos infundados del marido y de las manipulaciones de FDR.  En realidad, lo que más molesta es que siempre se la retrate como damisela desvalida.

Martha, de Privilegiada a Refugiada

La serie comienza mostrándonos lo felices que son Los Príncipes Herederos. Los vemos haciendo el amor en un vagón de tren en un tur por la Unión Americana, luego como invitados de Los Roosevelt en Hyde Park y de regreso a Noruega a reunirse con sus tres hijos. Martha lleva una vida privilegiada, pero mucho más sencilla y sin el estrés que se asocia con la vida de princesas herederas británicas. Tiene una dama de honor, Ragni, que está casada con Nikolái, el ayudante de cámara del príncipe Olaf. Todos son muy felices hasta que comienzan a caer las bombas alemanas.



Martha y sus hijos deben huir al norte del país, mientras su suegro-rey decide si debe quedarse o marcharse a otro sitio desde donde poder continuar la guerra. Aunque estos sucesos están mejor narrados en la estupenda producción noruega “La decisión del rey”, aquí también vemos la urgencia, la incertidumbre, el dilema moral que afecta a toda la familia. Los niños lloran porque han dejado atrás a su perra Vimza, Ragni y Nikolái han dejado atrás a sus hijos adolescentes Ulla y Rolf.

                                      Rolf y Ulla

Martha todavía no es un personaje simpático. Es como demasiado ingenua. Todavía no se da cuenta de que está a punto de perder un país. Se empeña en mantener a sus hijos entre algodones, contándoles mentirijillas, cuando los niños noruegos están ahora expuestos a bombardeos y a fuerzas invasoras.

 Un problema de la serie es hacer hincapié en dramas ficticios de salud e inseguridades de Martha y otros más falsos todavía sobre sus conflictos maritales. Ese hincapié deja fuera la tragedia del pueblo noruego, de cómo fue compartida por sus soberanos, y como Noruega y su gente siempre estuvieron presentes en sus mentes. La serie nos muestra los Príncipes Herederos como un par de mezquinos que tratan a sus fieles criados con un egolatría que horrorizaría a Los Crawley de” Downton Abbey”.



Nunca vemos a los príncipes preocuparse porque Signe y Nikolái estén separados de sus hijos. En la serie no lo muestran, pero como miembros de la Cruz Roja Noruega, Rolf y Ulla fueron capturados por los alemanes y obligados a atender a los soldados Invasores de su país. De ahí devino toda una saga hasta que los adolescentes lograron huir de Noruega y llegar a Inglaterra. ¿No hubiera sido mejor que nos mostrasen esto en vez de esa escena extraña en que un oficial alemán mata a la perrita de los pequeños príncipes?

La serie muestra que Olaf tiene el egoísmo de obligar a Nikolái a acompañarlo en un poco aconsejable viaje impromptu a Estados Unidos a ver si su mujer le es infiel, aun a sabiendas que su ayuda de cámara está en vísperas de casar una hija. Por suerte, el Rey Haakon está a mano en Londres para ser él quien escolte a la novia al altar. Esto es verídico, lo anterior es un invento para confirmar el estatus de víctima del patriarcado de la pobre Martha.

                                Nikolai acompaña a su Príncipe

Los primeros tres capítulos, aunque lentos, son los más cercanos a la realidad. La Familia Real Noruega es separada. Mientras Haakon y Olaf optan por irse a Londres, Martha, que es miembro de la Familia Real Sueca, se refugia con sus hijos en Estocolmo. Su tío el Rey de Suecia es simpatizante de los nazis y está más que dispuesto a entregar a su sobrina y los niños a los alemanes para que los usen de rehenes.

La salvación llega por correo: una invitación de Los Roosevelt para que Martha y sus hijos vengan a America. Ahí inicia el cruce del Atlántico. Martha realmente tuvo un mega viaje por aguas finesas, mares llenos de minas alemanas y ese conmovedor encuentro con un barco pesquero cuya tripulación la reconoce. ¿Mi momento favorito? Cuando Martha alza a Harald para un saludo/despedida de su pueblo también sucedió en la vida real y   es un reflejo de quien y como era realmente la princesa.



¿Fue Martha un “Caballo de Troya”?

Elk ha dicho que Martha fue un arma secreta de los noruegos en Washington. La ha llamado “un caballo de Troya” equivocándose hasta en el uso de la metáfora porque ciertamente Martha no vino a Estados Unidos a conquistar un país sino a buscar seguridad para su familia. Cuando llegó ni siquiera estaba segura de que su marido no se reuniría con ella. Por eso es ridículo que más adelante, en su inseguridad de borracho, Olaf exija que sus hijos vayan a vivir con él en Londres. Después de todos los riesgos tomados para poner a salvo a los niños, no iba a ponerlos en peligro de nuevo.

Tampoco fue Martha enviada con “una misión”. Su cercanía a FDR fue accidental. El plan original es que llevase una vida retirada en Massachusetts. Fue FDR, en su enamoramiento de su invitada, el que insistió en que se quedase en Washington y el mismo la ayudó a rentar Pooks Hill. Aparte de pasársela en la compañía del presidente, Martha estaba muy ocupada con la crianza de sus hijos, su labor con la Cruz Roja y la instalación en su propiedad de un hogar para convalecientes de las Fuerzas Noruegas Libres.




Esto último es un detalle de la vida real que la serie ha incluido. No se sabe si Marta se inspiró en esta gran labor en un marinero sin piernas. Ciertamente no cometió el gaffe de invitarlo inesperadamente a cenar con el Presidente Roosevelt. Por eso, esa pullita patriarcal de Olaf estuvo fuera de lugar ya que nunca Martha hizo nada para provocarla. Otro detalle verídico es el discurso de la Princesa en el Madison Garden. Lo que no es cierto es que Martha sufriese de pánico escénico ni que Eleanor Roosevelt la hubiese ayudado a sobreponerse a este.

No me molestó que nos mostrasen una princesa timidísima, sujeta a ataques de ansiedad y pánico cada vez que debía hablar en público y que llegaba, en su terror, a sufrir de hemorragias nasales. Aunque nada de esto era cierto, me pareció interesante para que viésemos la evolución de la personalidad de Martha y también como evoluciona su relación con la Primera Dama. Lo que me disgustó fue que lo usasen para demostrar como el patriarcado la había despreciado. Eso quedó de manifiesto en una escena que me hizo chirrear los dientes y que nunca ocurrió.



En un coctel en la embajada noruega, el Embajador Morgenstern (a quien han puesto como enemigo de la princesa) hace un brindis honrando a quien más ha ayudado a conseguir el paso del Lend-Lease. Martha se empluma creyendo ser la causa del brindis. Cuando el embajador nombra a su marido, a Martha le da tal ataque de ira que se marcha dejando a su Olaf con la palabra en la boca

Las espectadoras mituteras aplaudirán la actuación de Martha. Toda mujer debe exigir crédito y no permitir ser ninguneada. Fue una suerte que yo viera ese episodio en la semana de luto por el Duque de Edimburgo. Fue entonces que Duchess Kate hizo pública, en su semblanza del suegro, como Felipe le había enseñado a combatir el miedo a las apariciones públicas recordándole que la realeza está al servicio de sus pueblo. Eso significa nunca sentirse el centro de la atención: “la Reina nunca mira a las cámaras”. También eso significa que no se debe esperar ni crédito ni elogios.

Aparte de las obligaciones reales de las que Martha era consciente, hay una cuestión de modales. A lo mejor una actricita de cuarta elevada a la realeza hubiese salido en estampida y bufando de una reunión social, pero Martha era princesa nata, nieta de reyes, madre de un futuro rey. Nunca hubiera cometido un faux pas tan descortés.

Los promotores de “Atlantic Crossing” insisten en que la serie busca rescatar del olvido las aportaciones de la princesa, pero hacen lo contrario. Por ejemplo, el hogar para marineros convalecientes solo aparece en un capítulo. El resto de la serie nos muestra a Martha siempre con relación a los hombres en su vida. Hubiese perdonado que se tomasen licencias con el romance Martha-FDR. En cambio, me irrita esa situación muy ambigua de una Martha indecisa y complicada por las exigencias de dos hombres que parecen amarla.



Olaf, Mal Marido y Padre Ausente

Por ejemplo, no tenemos claro por qué el amor de Martha por su marido se ha ido enfriando. El hecho es que cuando aparece en las navidades del ‘42 de sorpresa en Washington, el recibimiento de su mujer es gélido y le sale con que va camino a una fiesta navideña “con Franklin”. ¿Qué sucedió para que un gran amor se trocara en indiferencia?

                         Carta que demuestra que el Príncipe Olaf si estaba invitado y esperado en la Casa Blanca

Aparentemente, es la separación la que ha enfriado las relaciones. Martha resiente ser postergada en las prioridades de Olaf quien prefiere hacerse cargo de asuntos de estado y no estar cerca de su mujer e hijos. Que haya bobos que se traguen esa paparruchada no me sorprende. La serie fracasa en crear esa atmosfera de incertidumbre y caos que se vive durante una guerra.

Padres ausentes es lo que más abundaba en Noruega. Estaban los que, a riesgo de sus vidas, habían partido a Inglaterra a continuar la lucha contra el invasor. Padres ausentes eran la norma en las familias donde el jefe del hogar había sido ejecutado por los nazis. Entre los 723 judíos noruegos que perecieron en los campos de concentración debe haber habido padres de familia que pasaron a estar ‘ausentes” de las vidas de sus hijos. Pero como ni Martha ni la serie parecen interesados en lo que ocurre en Noruega o en la guerra en general, es fácil convertirla en una esposa frustrada que prefiere compartir cocteles con un hombre casado que ocuparse de cosas más útiles. Incluso los hijos son secundarios.

Aunque es cierto (como nos muestra la segunda temporada de “Das Boot”) que los submarinos alemanes llegaron hasta las costas de Long Island y que uno casi ancló cerca de donde veraneaba Martha, nunca hubo un intento de secuestrar a los principitos. Aun así, si seguimos la trama inventada por Elk, es inadmisible que Martha abandone a sus hijos para emprender un largo viaje a Londres donde su marido no espera verla. También resulta insólito que, si el propósito de Martha es hacer las paces con Olaf, el desastroso viaje acaba por abrir brechas más grande en el matrimonio.

En ese cliché moderno de que todos los hombres deben ser tóxicos y todas las mujeres sus víctimas, Olaf es representado como un inseguro que hasta envidia las condecoraciones que recibe su mujer. Es hora de acabar con todo este mito. Ni Olaf fue alcohólico, ni ineficiente ni padre o esposo ausente.

La Verdadera Relación de Los Príncipes Noruegos y Roosevelt

En el 2017, Tor Bomann-Larsson publicó un libro Hjemland (tierra natal) que describe las andanzas de la Familia Real Noruega en su exilio forzoso. En la serie nos muestran que apenas conoce a Martha, FDR se siente atraído por ella y que esa atracción juega parte en su invitación a que cruce el Atlántico. En cambio, el libro describe como tanto Martha como Olaf causaron muy buena impresión en el Presidente de los Estados Unidos y que antes de la invasión nazi, Olaf hizo repetidos viajes clandestinos (sin Martha) a Washington para discutir rutas de acción en caso de que los alemanes llegasen a Noruega.



La trama de “Atlantic Crossing” hace hincapié en el “egoísmo” y “tacañería” del gobierno británico que se niega a suministrarles a los noruegos hombres y armamento para efectuar un desembarco en Noruega. El cuento del Lend-Lease nos muestra cuan escasos de armamentos estaban los ingleses y mal podían planificar una invasión, si ellos estaban luchando para no ser invadidos.

Además, cualquiera que haya prestado atención en clase de historia (o haya visto “Saving Prívate Ryan”) sabe que un desembarco no era un juego. Se necesitaban años para planearlo, y aun así no se podía evitar la gigantesca pérdida de pertrechos y vidas humanas, al igual que la destrucción de poblaciones enteras. Por último, ¿por qué se iban a gastar todo esos recursos en invadir un país que no era un punto estratégico y cuya liberación no ayudaría a finalizar la guerra?

En un momento, Haakon le recuerda a su hijo lo peligrosas que han sido las ultimas misiones de sabotaje enviadas a Noruega puesto que han invitado a terribles represalias alemanas. Este comentario, dicho al pasar, encierra una información importantísima, la cantidad de misiones de comandos enviadas por los ingleses a Noruega, solo cinco en 1941 (dos en el Archipiélago de las Lofoten). Estas fuerzas combinadas de soldados británicos y de miembros de las Fuerzas Independientes Noruegas (un batallón que era parte del SOE) destruyeron fábricas de armamentos y otros sitios necesarios para mantener el esfuerzo bélico de los nazis.

En 1941, otra acción de fuerzas combinadas consiguió liberar cinco navíos noruegos que llegaron al Reino Unido a unirse a la armada británica. Y por supuesto la gran epopeya noruega, fue la batalla por el agua pesada que dilató los experimentos nucleares del Tercer Reich. Yo a los trece años sabia de esta batalla gracias al filme de Kirk Douglas “Los Héroes de Telemark”.  Pero aun durante la Segunda Guerra Mundial, el público americano estaba plenamente consciente de lo que ocurría en Noruega, algo que los protagonistas de “Atlantic Crossing” parecen ignorar.



En 1942, John Steinbeck publicó The Moon is Down, la historia de una aldea noruega bajo la ocupación alemana y el dilema de sus habitantes: colaborar con el enemigo o con la resistencia. De ese mismo tema trató The Edge of Darkness, novela debut de Albert Woods. Ambos libros fueron llevados a la pantalla en el ’43. La imaginación popular estadounidense estaba pendiente de lo que ocurría en Noruega. ¿Por qué no mostrar a la Princesa Martha como parte de ese interés?  En cambio, nos hablan de sus dilemas románticos y líos maritales.



Otra cosa falsa e irritante. Las quejas de que los noruego-americanos prefieren pelear por Estados Unidos antes que por Noruega.  Obviamente los escritores no tienen conciencia de que lo principal- eso les quedaba claro a todos los lideres aliadosera destruir a Hitler y a Alemania. Cualquier esfuerzo dirigido a ese objetivo era un paso para la liberación de países individuales. Ese es el significado de una guerra mundial.

Por otro lado, el Rey Haakon y su hijo se quejan en la serie del capricho británico de obligar a los aviadores noruegos a pelear por Inglaterra en la Real Fuerza Aérea. Eso no es cierto, tal como los aviadores franceses y polacos en el exilio, los noruegos formaron su propio escuadrón. Si hubo noruegos que pelearon directamente en escuadrones de la RAF, como un tal Roald Dahl, fue porque el escritor había nacido en Gales. Hablando del autor de Matilda y de Las Brujas, fue enviado en un cargo diplomático a la embajada noruega en Washington y tuvo oportunidad de ver a su princesa junto al presidente. Siempre deslenguado, Dahl aseguraba que era obvio que FDR se moría por acostarse con Martha (¡!!)

A través de la serie hemos oído hablar de “Little Norway”, pero nunca nos han explicado lo que es. Se trató de un terreno en Canadá que el gobierno británico cedió para que los jóvenes aviadores noruegos tuviesen un espacio para entrenar. En recordatorio de la estancia de los noruegos, hoy existe una plaza llamada Little Norway en Ontario.  Olaf practicó frecuentes visitas a Little Norway (que fue creada en noviembre de 1940) durante la guerra. En esas ocasiones Marth fue a Ontario a reunirse con su marido. Así que despidámonos del mito del esposo ausente.

                       Los Príncipes Herederos celebran con sus tropas en Little Norway

En algunos de estos viajes, Olaf hizo visitas clandestinas a la Casa Blanca como emisario personal de su reino. Si bien es posible que el futuro rey se sintiese un poco amoscado por tanto rumor respecto a su esposa y el Presidente de los Estados Unidos, nada indica que se resquebrajase la confianza existente entre FDR y la Familia Real Noruega. De hecho, la relación entre Martha y Franklin afianzó esa amistad.

 Hay evidencias públicas de las visitas de Olaf. Incluso en 1944, los Príncipes Herederos abrieron un segundo albergue para combatientes noruegos en Washington. Así que todo ese mitote de que Martha, desatendida por su marido, debió refugiarse en otro hombre es ridículo. Si fuera por eso, todas las esposas de militares en servicio activo serian infieles.



¿Rechaza el Público Series sobre la Realeza?

Lo que ocurre es que este desastre de serie trae tanta agenda oculta como “The Crown”. Su propósito se enfoca en tres objetivos:  a) denigrar a Franklin Delano Roosevelt, el presidente más importante del Siglo XX; b) denigrar a la monarquía, a lo Peter Morgan, buscando demostrar lo egoístas y distanciados del sufrimiento del pueblo que eran los miembros de la Familia Real Noruega; c) ser parte del ataque frontal que embiste en contra de la realeza británica. Como muestra, este repulsivo artículo que apareció en wgbh.org a raíz del debut de “Atlantic Crossing” en la PBS.

Lo primero que capturó mi vista fue esta frase “hasta han llegado a decir (espectadores) que ya no pueden disfrutar de period dramas o series donde aparezcan miembros de la familia real británica”. Ahí me enteré por primera vez, que parte de la agenda progresista (aunado al feminismo mitutero, el ateísmo agresivo, y la lucha de clases disfrazada de diversidad racial y de genero), es un ataque directo al sistema monárquico que es una forma de gobierno de muchos países europeos (ni hablar de Asia), curiosamente de algunos de los más tranquilos y progresistas.

Algo que lamentablemente solemos hacer los periodistas de farándula, es vincular nuestros escritos a escándalos del momento, sin reparar en las consecuencias de nuestro oportunismo.  No sorprende entonces que todo el articulo saque partido de la reciente entrevista de Los Sussex. Pero Amanda-Rae Prescott no solo se aprovecha de la prensa amarilla, ella señala un fenómeno que ocurre en el mundo angloparlante y que como dice en la introducción puede hacer que “Atlantic Crossing” sea “difícil de vender”.



JeJe, no me hagas reír que tengo los labios partidos. Después de la impresionante, positiva y devota reacción que obtuvo el sepelio del Duque de Edimburgo, tal repudio parece relegado a minorías rencorosas. Si hoy alguien recuerda a Los Sussex es para reírse de ellos o rechazarlos con ira.

Sin embargo, del momento en que los anti monarquistas se han subido al carro progre, hay que vigilarlos con recelo. Uno se pregunta si su agenda les impedirá disfrutar de todas las biopias de reinas inglesas que prepara ese bastión de la progresía llamado Starz, o no querrán ver “Domina”, lo nuevo de la BBC, que gira en torno de la primera emperatriz romana.

Ese súbito odio a la monarquía de parte de un público que hasta hace poco devoraba dramas de época (comenzando por “the Crown”) sin importarles si glorificaban una forma de gobierno censurable, nace de un vínculo entre reyes y colonialismo/racismo. Efectivamente las monarquías representan una supremacía blanca. Díganselo al Rey de Lesoto, al Sultán de Brunéi y al Emperador de Japón, jefe de una casa real más antigua que ninguna monarquía europea.

Lo del colonialismo va ilustrado en el artículo en el énfasis que su autora pone en la “preocupación” del publico de saber si este relato tiene alguna conexión con la “colonialista y racista” Familia Windsor. Efectivamente, Rae-Prescott saca del closet a Olaf exponiéndolo como ….¡Bisnieto de la Reina Vicky! NOOOO!

Me da risa. Victoria heredó un naciente imperio colonial que se expandió durante su largo reinado, pero fue una más de los monarcas colonialistas. En su época, democracias como Francia afianzaron su propio imperio colonialista, como lo haría Estados Unidos que hasta hoy tiene colonias. Menos risa y más rabia me da recordar que Victoria (y su esposo) fue una ardiente abolicionista, que apoyó al Norte en contra del esclavista Sur durante la Guerra de Secesión, y que hasta adoptó una ahijadita africana.

Pero no debería sorprenderme, cuando Ms. Prescott nos dice que veamos la serie ya que no es un panegírico de Roosevelt. No sabía que FDR estaba en la lista verde (el corrector de Word no me deja decir Lista Negra) de los BLM. Sorprendente, al tratarse del presidente cuyo gobierno se caracterizó por sus adelantos en lo que respecta a los derechos civiles de la minoría afroamericana. Para ser justos, Prescott trata de convencer a sus lectores de ver “Atlantic Crossing” por lo que procura acallar posibles reparos. Por ejemplo, nos recuerda que Haakon fue elegido “democráticamente”.



A ver, Noruega se independizó de Suecia a fines del siglo XIX. Los noruegos solicitaron de la Familia Real Danesa un rey. El rey danés le mandó a su hijo cuyo puesto fue aprobado y ratificado por el senado noruego. No es talmente una elección democrática. Haakon no hizo campaña ni fue de puerta convenciendo a sus súbditos de votar por él. Haakon tampoco era Juan Pérez sino el hijo del Rey de Dinamarca y yerno del Rey Eduardo de Inglaterra.

                            Haakon, Maud y Olaf

Es la conexión británica la que parece ofender más a potenciales televidentes, por lo que Prescott se apresura a tranquilizarlos. Los Windsor no merecen en la serie una representación positiva. Dice la critica que la serie nos muestra lo incompetente que fue George VI para convencer al gobierno de socorrer a Noruega. Primero, ya he relatado todo lo que Inglaterra hizo por Noruega, desde Little Norway hasta las muchas misiones de comandos en territorio noruego que costaron la vida de muchos soldados británicos.

Segundo ¿todavía esta gentecilla que hace artículos “históricos” no comprende que el rol de un soberano en una monarquía parlamentaria es más sociocultural que político?  ¿No han oído que los reyes modernos pueden aconsejar, pero nunca imponer sus posturas ni hacer ninguna declaración pública que suene política?

Algo que volvió a ponerse en descubierto a raíz de la muerte del Príncipe Felipe fue como la nación recuerda todavía con gratitud los servicios prestados por la Familia Real durante su hora más dura. se han escrito libros, bien documentados, sobre la valentía de los reyes sobre todo de la Queen Mum durante el conflicto negándose a esconderse en la seguridad de tierras americanas y compartiendo las privaciones de su pueblo. Pero Elk, a lo Peter Morgan, busca destruir esa imagen burlándose de la ineficiencia de un rey que no puede ni hablar bien, y mostrando a su consorte como esnob y petulante.

                                 Jorge VI nunca fue un mal rey

En resumen, “Atlantic Crossing” es mala porque miente sobre detalles históricos. De poco vale que se cuente un trozo de historia poco conocida se si falsea hechos y se difama personajes. Y si se lo hace para ofender a quienes no pueden defenderse y para avanzar una agenda estúpida (según una encuesta del 2013, el 90% de los noruegos aprueban su monarquía) entonces, en buen chileno, vale hongo.

2 comentarios:

  1. O sea, licencia histótica y poética en esta serie... De verdad no me llamó la atención verla... Como bien dices, ¿cuál será la verdadera razón de tanta desinformación en estas nuevas series monárquicas/histróricas? 😕 RAFA

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    1. Gracias por poner aqui tambien el comentario. Y no solo en este tipo de historias. Estoy viendo una serie alemana sobre el surgimiento del movimiento artistico del Bauhus y si hay tres palabras de verdad en ella, es mucho. Las agendas progres sean antireligion, anti-monarquia o mituteras echan mano de cualquier cosa que mas que revisionismo histório son plain fake news.

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