lunes, 19 de abril de 2021

Recuerdos de Guerra: ¿Por qué fue inferior a su precuela? (Televisión del Ayer)

 


Una duda que tuve por años fue como “War and Remembrace”, con un elenco de lujo y un presupuesto el triple de lo que se había invertido en su precuela, pudo tener tan bajos ratings. Ahora, viéndola subjetivamente, con tres décadas de distancia, creo entender las razones que la hicieron inferior al menos en el corazón de teleaudiencia a “The Winds of War”.

Los mejores Cambios: Nuevo reparto y filmación en Auschwitz

Aunque fue chocante que “Vientos de Guerra” acabase de esa manera tan abierta, no lo fue para los lectores de War and Remembrace, la monumental secuela publicada en 1978. Los Niños de Verano tenían la opción de ir a comprar ese mamotreto y enterarse de las aventuras y desventuras de Henrys y Jastrows entre 1941 y 1945, incluyendo el saber quiénes sobrevivían al conflicto. Cuatro personajes importantes perecen, además de Hitler quien en la secuela será interpretado por Steven Berkoff. Primer actor judío que (antes de Taika Waititi) se atrevió a dar vida al Fuhrer.

A pesar de que la teleaudiencia ya conocía el desenlace de la saga de Herman Wouk, era impresionante ver un cuento en pantalla y no se escatimaron recursos para darle al público un gran espectáculo. Dan Curtis tenía dudas sobre esta secuela. No creía que existiesen suficientes navíos o aviones antiguos para recrear la Batalla de Midway. Fue su esposa quien lo empujó a aceptar el proyecto. “Enloquecerá si otro lo hace y no tú” fueron sus palabras.



El presupuesto fue entonces el más grande nunca empleado en una serie limitada, 140.000 millones de dólares (unos 200.000 millones de hoy en día). Con eso se pagaron sueldos de actores, se adquirieron implementos, se contrataron extras y se costearon viajes de locación. La filmación tuvo lugar nuevamente en los países anteriores a los que se agregó Francia y la ciudad suiza de Berna. Se llegó a filmar en Pearl Harbor y otros sitios de Hawái, y en las afueras de Montreal se recreó el invierno moscovita.

El mayor logró fílmico fue el rodaje en Polonia, siendo “Recuerdos de Guerra” el primer dramatizado en ser filmado en el campo de Auschwitz. Branko Lustig, sobreviviente del lager y quien ya había fungido de productor, volvería a hacerlo. Docenas de sobrevivientes del Holocausto solicitaron trabajo como extras en las escenas de Auschwitz. Tal vez como catarsis, tal vez como una forma de presentar testimonio. El gobierno polaco dio los permisos necesarios para la filmación exigiendo a cambio que en el libreto no se hiciese mención del antisemitismo polaco.

Una de las grandes sorpresa de esta prolongación de La Saga Henry fueron los cambios de reparto.  Curtis debe haberse sentido aliviado cuando Jan Michael Vincent anunció que estaba ocupado con su serie “Airwolf” y que no iba a arrastrar sus botellita al set de “War and Remembrace”. Lo reemplazó Hart Bochner. Todos los hijos de Pug fueron reemplazados, hasta Janice a quien ahora le daría vida una desconocida llamada Sharon Stone.




John Houseman estaba muy delicado de salud y fue reemplazado por el más que apto Sir John Gielgud, y Robert Morley se convirtió en “Talkey” Tudbury.  El cambio más espectacular fue el de la protagonista. Ya ni Curtis podía rebatir que una semi cincuentona como Ali McGraw no podía hacer creíble a la esplendorosa Natalie Jastrow-Henry. Se trajo a la esplendorosa Jane Seymour que con este papel volvía a coronarse como reina de las miniseries.



Se mantuvo a lo mejor del reparto. Un poco más viejos retornaron Polly Bergen, Peter Graves, la exquisita Victoria Tennant y Topol cuyo personaje de Berel Jastrow adquiere importancia en la serie gracias a que es capturado como soldado ruso por los alemanes. Es llevado a un campo de prisioneros rusos y polacos que Berel reconoce como el pueblo de su infancia, Oswiecim, ahora llamado Auschwitz.

A pesar de una conspiración demente para reemplazarlo por James Coburn, Robert Mitchum permaneció al timón de la Northampton y de La Familia Henry. Realmente no me imagino a otro en ese papel. por la misma razón por la que si realmente van a refritear este espinoso (en estos tiempo) material quisiera solo a Brad o a Clooney en ese rol.



Los Errores: Desde los horarios hasta “La pornografía del Holocausto”

Aunque se esperaba que el estreno fuese en 1989, se la adelantó un año antes.  Había conciencia de que quienes habían amado la serie ya habían esperado demasiado (¿Oíste Ser George R.R. Martin?). El hecho es que el primer episodio, de casi tres horas de duración, no tuvo la sintonía esperada. Histéricos, los productores se pusieron a tijeretear el producto con el resultado de que algunos capítulos quedaron más largos que los otros.

Para colmo después del primer episodio, la cadena ABC se tomó libre el lunes 14, reanudando la serie el martes15 y continuando hasta el jueves. Luego de una inexplicable puente que cubrió el viernes y el sábado, volvió la serie el domingo 20. Se saltaron el lunes, regresó martes y miércoles. De ahí vino un hiatos hasta mayo del ‘89. Es un milagro que algunos espectadores la hayamos visto completa

Aunque este desorden cronológico afectó el sentido de continuidad de todo amante de miniseries (algo desconocido hoy en el universo del binging), no fue la única razón para que los espectadores se alejasen de tan cara y prometedora historia. Muchos, como mi madre le tiraron la cadena en el segundo episodio. Las razones tienen que ver con contenido más que con detalles técnicos, y eso que también había problemas de audio. Muchos episodios no fueron grabados en sonido estéreo.



Herman Wouk se encargó de escribir un libreto para las escenas tipo documental y para las reuniones de alto mando. Dan Curtis, con la ayuda de Earl Wallace, se dedicó a la ficción, a lo dramático, a lo romántico. Todos exageraron la nota.

En el primer episodio, donde si cortamos los comerciales igual tenemos un espectador pegado casi dos horas a la pantalla, dedican media hora a una batalla en las costas filipinas, y otra media hora en reuniones de Hitler y sus generales. Media hora para ver a los machos Henry reunirse en Pearl Harbor y luego cada uno partir a pelear su guerra.

Pug recibe una carta de su esposa. Alterada por la noticia del bombardeo japones, Rhoda le suplica que olvide y perdone su infidelidad. El bobo de Pug le escribe una carta de despedida a Pamela que por suerte nunca llega a su destino. Entremedio, Berel es capturado y llevado a Auschwitz. Araron y Natalie, a quienes dejamos en un buque en Nápoles, están en espera a que zarpe rumbo a Palestina.



Aparece de la nada, Werner Beck, un ex alumno del Profesor Jastrow que les ofrece que retornen bajo su protección a Siena a la espera de una repatriación con otros estadounidenses. Aaron, que no tiene ni pizca de deseo de ir a Palestina, cae bajo el hechizo del adulador Beck y parte para Toscana. En otra de sus malas decisiones, Natalie lo acompaña, a pesar de las suplicas de sus compañeros de viajes y de Avram Rabinovitz (Sami Frey) el agente de la Aliyah (inmigración ilegal a Palestina) con quien ha hecho amistad.

El segundo capítulo es aún más rocambolesco. La primera hora es ocupada por un excelente filme de espionaje en Berna donde Leslie Slote se convierte en el protagonista de su propio cuento, y la segunda por una muy descriptiva visita de Himmler a Auschwitz en la cual Rudolf Hoess (Gunther Maria Helmer) debe probar la eficacia de su campo con la ejecución de un tren cargado de prisioneros holandeses.




Mi madre estaba casi roncando, aburrida de las estrategias de Hoess para quedar bien con su superior, pero cuando los perros nazis comenzaron a ladrarle a una niñita holandesa que se pone a aullar se tuvo que despertar. Lo próximo es que vemos a las mujeres, entre ellas a la niñita, correr desnudas y en pleno día por un prado ante los ojos de Himmler y s SS, rumbo a “las duchas”. Lo último es tener que ver como retiran los cadáveres y los arrojan (todavía no había crematorio) a unas zanjas.




En ese entonces (y hoy) la televisión abierta estadounidense no mostraba gente sin ropa. Ver desnudos frontales, pilas de cadáveres entre ellos varones fue muy chocante para mí. Mas para mi madre que dijo “hasta aquí llegue”. No fue la única, a la mañana siguiente, Sir Elie Wiesel escribió un airado editorial en The New York Times denunciando lo que calificó como “La Pornografía del Holocausto”.  

Aunque concuerdo con su shock, a más de 30 años de distancia y tras conocer la evolución del cine del Holocausto desde entonces, encuentro el episodio audaz y efectivo. Sabe manejar lo visual sin caer en dramatismos innecesarios y sin restar el pathos de la escena que incluso en un momento incomoda a Hoess quien al notar la fría mirada de Himmler se compone.

El haber creado la escena desde la perspectiva de los verdugos aumenta la sensación de crueldad de parte de estos. Ayuda también la estética. Todo ocurre en un día primaveral, los prisioneros llegan a un espacio verde, soleado, con árboles cargados de flores. Es comprensible que los holandeses no sospechen lo que les espera y obedezcan las ordenes tanto de los amables guardias nazis como la de otros prisioneros que por una vez andan en uniformes limpios y no en andrajos.



El problema es que estos episodio van seguidos, en la serie, por alguna reunión en la Casa Blanca o una batalla naval en el Pacifico obligando al espectador a cambiar su perspectiva y dejar atrás temas que merecen su reflexión.” War and Remembrace” nunca supo si quería ser lección de historia, documental didáctico o saga familiar y eso incomodó a más un televidente, que, como mi madre, apagó el televisor.

Oda la Infidelidad Femenina

Incluso los que habían invertido emocionalmente en la historia de los Henry, su dinámica familiar y sus romances, sufrieron una desilusión. Entre el libro y el guion pasaron a ser una familia disfuncional mantenida a flote por falsas expectativas. Yo lo resumo con un “la serie se convierte en una oda a la infidelidad femenina”.

Como dije ante, Víctor después de Pearl Harbor decide romper con Pamela y perdonar a su esposa adúltera. Pamela no recibe la carta y comienza un largo peregrinaje por el sur de Asia que espera la lleve a Hawái y a su Capitán Henry. En New York vemos a Rhoda celebrar las fiestas decembrinas en compañía de Palmer que continúa siendo su amante. Victor en babia.



En su obsesión de tener ojos en todos los escenarios del conflicto, Wouk convierte a Pamela en testigo de la caída de Singapur. Con eso le hace un flaco favor a Pam, no añade nada al libreto y realmente no debieron incluir este episodio en una serie que pide recortes a gritos.

En The Winds of War, el autor nos contó que ante de conocer a Víctor, Pam había tenido un largo y tormentoso affaire con un periodista ingles llamado Philip Rule. Comunista, infiel, bisexual y golpeador, Rule había abandonado a Pam por una bailarina soviética. Eso explica que ella se enamore de Víctor porque es lo opuesto a Rule.



Interpretado por Ian Shane, Rule aparece en la serie en Singapur. Los no-Lectores no están ya advertidos de sus grandes defectos. Mas encima, Pam hace creer que lo que la alejó de su amante fue la bisexualidad de este, no sus palizas. Rule incluso adquiere una dimensión heroica al ser uno de los pocos ingleses conscientes de que esa fortaleza inexpugnable está a punto de caer y por culpa de las torpezas del alto mando.

Talky parte a Australia dejando a su hija en la isla bajo bombas japonesas. Asustada y atrapada, Pamela se dedica a cuidar de Rule que ha sido mordido por un escorpión. En la noche de Año Nuevo, más por miedo y depresión que lujuria, Pam se mete en la cama con su ex. Un momento sin importancia que sin embargo la disminuye sin necesidad.  Es parte del leitmotiv de que la guerra crea tal caos mental que afecta las relaciones sentimentales. Pero aquí se llega al acabose.

Rhoda se entera que Pug y Pam están enamorados, termina con Palmer y exige que Pam no vuelva a ver a su marido. Acto seguido se enreda con un tal Coronel Harrison (Mike Connors). Pug y Pam saben que Rhoda sigue con sus escapadas. Pam se harta y se compromete con un tal Lord Berne-Wilkes. Pug le suplica que no se case, que algún día Rhoda le dará el divorcio y así se la llevan de Pearl Harbor a Moscú, de Hollywood a Londres. Sin embargo, las únicas fanfiction que he encontrado de esta serie son sobre Pam y Pug. Supongo que por ser la gran historia de amor creada por Wouk.



La situación llega a tener ribetes de farsa como cuando Rhoda borracha confiesa sus cuitas de amor al pobre y aburrido Pug. O cuando este debe compartir un coche dormitorio en un viaje en tren con el Coronel Harrison que no lo deja dormir, también lamentándose de no poder confiar en el amor de Rhoda

Es que el autor intenta abarcar todas las experiencias humanas que se viven durante un conflicto de esa magnitud. En el caso de Rhoda, el de las esposas frustradas, que no pueden estar sin un hombre. En el caso de su hija Madeleine, las jovencitas que amparadas por la falsa libertad que ofrece una guerra meten la pata y luego no saben cómo explicarle su error al verdadero amor de sus vidas.

El caso de Janice Henry es el de muchas esposas jóvenes que pierden al marido y se encuentran viudas y madres solteras antes de tiempo. Janice comete el error de involucrare sexualmente con el mayor rufián de la marina estadounidense “Lady” Aster (Barry Bostwick), el comandante del submarino de Byron. Un par de capítulos más adelante, Lady se da cuenta de que Janice está enamorada de su cuñado. Byron, por soledad y frustración, le planta un par de besos a la viuda de su hermano. Por suerte, Janice reacciona y se aleja de estos hombres tóxicos.



Los Jastrow en Theresienstad

Es muy difícil saltar de estos problemas domésticos y hasta cierto punto románticos a las espeluznantes escenas de campos de concentración, o la existencia llena de horror y zozobra que llevarán Aaron y Natalie en el “ghetto modelo” de Theresienstad. Otra grandeza de ‘War and Remembrance” es que es el único dramatizado que retrata la existencia en este lugar tan singularmente diabólico. Es en Theresienstad donde hay una reunión familiar de los Jastrow con Berel (ahora parte de la resistencia checa), es donde Natalie se separa de su hijo, donde Aaron encuentra una nueva identidad en la religión de su infancia mientras que su sobrina la haya en el sionismo.

Ver la serie de nuevo me hizo darme cuenta de las razones por las cuales se casó Natalie con Byron y por qué ese matrimonio no está construido sobre una base sólida. Byron es el único personaje que no evoluciona. A lo más, se vuelve moralista, criticando el comportamiento de su cuñada y de Pug (cuando finalmente se divorcia).

En su breve interludio marsellés sigue exigiendo de su esposa que sea la mujer audaz y despreocupada que fue antes de casarse. Llorando, Natalie le responde “pero entonces no teníamos a Louis”. Byron no nota que Natalie ha evolucionado, sobrevivido traumas que han modificado sus prioridades. Por eso el final abierto que les da el autor, adquiere otra connotación en la serie. No sabemos si Natalie quiere seguir siendo Mrs. Byron Henry o irse a Israel con Avram Rabinovitz.



En “The Winds of War”, Rabinovitz fue interpretado por el actor italiano Leonardo Brucetto, que lo representó como un judío bajito, canoso, mal trajeado. Fue con motivos ulteriores que lo reemplazaron por Samy Frey, ex galán del cine francés (y uno de la famosa lista de amantes de Brigitte Bardot).

Ayer volví a ver el final de la serie y me di cuenta en que difiere del libro. En el libro es un final abierto, al menos en lo que se refiere a Byron y Natalie. Por largo tiempo Wouk no supo qué hacer con la chica Jastrow. Cuando, todavía sin terminar War and Remembrace, alguien le pregunto: “¿qué va a pasar con Natalie?”, Wouk respondió “recen por ella”.



Wouk planeaba matar al personaje tal como lo había hecho con Aaron. Ambos eran culpables por sus malas decisiones, por su falta de visión, pero por sobre todo por su arrogancia de judíos seglares de ufanarse de estar por encima de su condición racial, cultural y religiosa. El autor solo pudo redimir al Profesor Jastrow enviándolo a la cámara de gas. ¿Como podía redimir a Natalie?  Solo haciéndola sionista, solo empacándola a Israel. La pregunta es quién sería su compañero en ese futuro.



Entre Byron y Rabinovitz

La novela comienza con los Jastrow a bordo de un navío que pretende romper el bloqueo británico y llevar su cargo de refugiados a Palestina. Es 1942 y la primera aliyah ilegal está en auge, pero también en su etapa más peligrosa. Los hombres que la manejan deben ser mitad agente secreto, mitad marineros, mitad contrabandistas.

Los lectores del Exodus de Leon Uris recordarán esta etapa en la vida de su protagonista Ari Ben Canaán. Avram Rabinovitz es su equivalente, aunque más simpático. En los día que faltan para que el barco zarpe de la bahía de Nápoles, Natalie y Rabinovitz llegan a un punto de amistad que les permite intercambiar confidencias.

Natalie admite su incomodidad ante el tener que ir a Palestina. Abandonó toda vida religiosa los 12 años, no tiene ningún interés en la creación de un estado judío. Reconoce que no le atrajeron nunca los pretendientes judíos que tuvo, abogados y médicos que la aburrían con sus vidas grises. No eran “hombres de acción” como Byron.



Ahí nos damos cuenta del motivo que empujó a Natalie a los brazos de Byron. Toda su vida adulta ha sido una búsqueda de aventura y de lo exótico, y a la vez una necesidad de vivir respetablemente sin estigmas que la separen del resto de la población. El matrimonio con Slote ofrecía eso, pero en su momento de mayor necesidad, el diplomático se acobardó y Byron dio la talla. Eso bastó para hacerle a Byron atractivo. Natalie no ha reparado en que Byron es inmaduro, muy diferente a ella y que la amable Familia Henry la ha recibido con menos alegría que los Windsor recibieron a Meghan Markle.



Avram le muestra a Natalie una fotografía de su esposa que fue asesinada por los árabes. Le dice que si lleva a Louis a Palestina “tu hijo será un hombre de acción”. Lo que nota Mrs. Henry es que Rabinovitz es un hombre de acción. No solo arriesga su vida en una empresa peligrosa también es el único que sabe acabar con las convulsiones de un afiebrado Louis. Avram Rabinovitz es lo que en ese momento necesita Natalie.



Aun así, cuando Aaron petulantemente anuncia que se acogerá al amparo del nazi Beck, Natalie lo sigue como borrego. A punto de subirse al automóvil de Beck, Natalie le pregunta a Avram “¿Hago lo correcto?”. “Ya está hecho” le responde él y ella se despide besándolo en los labios.




Unas semanas más adelante, Beck revela sus oscuras intenciones, quiere que Jastrow haga una emisión radial tipo Ezra Pound en beneficio de los alemanes. Natalie se pone de acuerdo con los Castelnuovo, la familia del pediatra de Louis, para abandonar Italia. Mandan aviso a Avram quien ya ha regresado de dejar su nave y su cargo en Tierra Santa.

Así se organiza una huida que lleva a los Jastrow de Italia a Elba, y de ahí a Córcega. En el viaje, la belleza de Natalie atrae a un joven pescador que es hijo de los Gaffori la familia con la cual se hospedan. Llega Rabinovitz y toda su visita está repleta de detalles decidores sobre el cambio de la relación de Natalie con el rescatista, desde que se niegue a que la vea en fachas toda mojada por estar bañando a Louis hasta que le muestre que su bebé ya puede caminar y que Louis salude al judío con un “Daddyyy”.

El punto culminante es cuando, con la excusa de mostrarle el paisaje, Natalie se lleva a Avram a un paseo solitario. Con mucha coquetería le cuenta de los acosos del joven pescador. “Temo una noche encontrármelo en mi cuarto” dice haciendo ojitos. Para Rabinovitz esto es un contratiempo. Los Gaffori son fundamentales en su red de rescate, no puede pelear con ellos.

Desaprensiva como siempre, Nathalie sigue suplicando y lanzándole miradas incendiarias que el judío reprocha. “Pero es que no temo encontrarte a ti en mi cuarto una noche” contesta la audaz señora Henry. Es en estas escenas donde más nos alegramos de que Ali haya sido reemplazada por una Jane Seymour que pone belleza y sensualidad al servicio de su personaje (sin mencionar que es mejor actriz que su predecesora).



Rabinovitz encuentra una solución y se lleva a Los Jastrow a Marsella donde los hospedan los Mendelson. Es en ese entono judío que Natalie recuerda que habla yiddish, cocina patillos tradicionales y enciende las velas del Shabbath. Parte de ese encuentro con sus orígenes es una alteración en su amistad con Avram.

En el libro, Wouk que es un tremendo puritano se apresura a decirnos que, aunque Rabinovitz gusta de la americana no tiene designios oscuros respecto de ella. Natalie también en miradas retrospectivas se hace la inocente, pero cuando le pide que busquen un sitio para estar a solas, se dice a si misma que no sabe por qué lo hizo. La serie no hace caso de remilgos y para cuando Rabinovitz y Natalie deciden encontrarse a solas en el cuarto que él renta, tenemos claro qué tipo de cita va a ser esa

Entonces, Wouk provoca el twist argumental más inconcebible posible. ¡Hace que aparezca Byron! ¿O sea, como se explica que Byron que está peleando en el Pacifico cruce océanos y continentes para aparecerse en Marsella como mensajero trayéndole unos documentos al cónsul estadounidense? A Natalie no le importa, se lanza a los brazos de su marido y a Rabinovitz que lo parta un rayo.



Byron, el “hombre de acción”, quiere llevarse a Natalie y al niño. El cónsul estadunidense le recuerda que los Jastrow no tienen documentos, si los detienen los alemanes será su fin. Natalie antepone su amor de madre a la loca idea del marido. Byron está decepcionado. esta no es la mujer que se casó con él.

El cónsul intenta tranquilizarlos con el viejo cuento que venimos oyendo desde “Winds of War”: “esto se arreglará en unos días”. Efectivamente, Byron se marcha, los Aliados desembarcan en Casablanca y los alemanes invaden la Francia de Vichy. Los Jastrow quedan atrapados y comienzan a dar tumbos por Europa lo que los lleva primero a Theresienstad y luego a Auschwitz.

En 1945, los soldados de Patton encuentran a Natalie calva, andrajosa y desnutrida bajo un vagón de tren en la estación de Buchenwald. Será Avram Rabinovitz quien les confirmará las autoridades que se trata efectivamente de Natalie Henry, neoyorquina, esposa de un oficial de la marina de los Estados Unidos. Y cuando Byron consigue regresar a Europa, es Rabinovitz quien le relata la ordalía de la mujer y las intenciones de Natalie de irse a Palestina.



Cuanto más recuerdo el texto y veo la serie, más me queda la impresión de que Byron no entiende ni lo vivido por su mujer ni la transformación que ella ha sufrido. Lo único que él ha sacado en claro de la guerra, es que no le gusta ser oficial. En sus encuentros con Natalie no hablan de lo vivido por ella (el libro es más grafico sobre sus sufrimientos incluyendo torturas que sufrió en Auschwitz). Natalie habla de otros haciendo hincapié en lo religioso que se puso Aaron antes de ser ejecutado, o del cambio increíble experimentado por Leslie Slote. Es como si hablase con un extraño no con un amigo o esposo.

Por supuesto, Byron se anota un gol al encontrar a Louis. La escena final del libro tiene ese encuentro entre madre e hijo en presencia de Byron y Rabinovitz. El libro nos cuenta que el catatónico Louis despierta de su mutismo reconoce a su madre y junto a ella entona la nana “Pasas con almendras” En ese momento, describe el autor una luz que ciega a los hombres presentes. Se ha reconocido esa luz como una metáfora para el poder del amor maternal. Pero para mí lo interesante es que Wouk deja el final abierto. ¿A quién escoge Natalie?  ¿Qué camino tomarán ella y su hijo?

Dan Curtis, en la serie, nos da un final diferente. Byron se sienta al lado de su esposa e hijo y Natalie lo besa en los labios ante la mirada de Avram Rabinovitz. Sin embargo, yo no apostaría mucho a esa reconciliación.



Los Verdaderos Héroes de War and Remembrance

Quiero acabar hablando del tema del heroísmo. No hay narrativa bélica que no tenga inesperados héroes y actos de heroísmo y “War and Remembrance”no es excepción. Tenemos ejemplos del sacrificio máximo con la muerte del aviador Warren y del capitán de submarinos “Lady” Áster. Byron se desempeña bien en su guerra del Pacifico, pero Victor está apagado. No es el mismo hombre que sobrevoló Berlín en un bombardero, ni el que recorrió un frente ruso con pamela al costado y tanques alemanes en frente, ni el que envió al mismísimo Mariscal Göring a meterse su soborno en el trasero.

Aunque veamos a Victor ascender hasta almirante, perder otro navío en servicio activo y seguir gravitando hacia frentes de guerra, su heroicidad desaparece. Tal vez sus dramas domésticos lo han convertido en un personaje de farsa, tal vez su incapacidad de tomar decisiones sobre su vida romántica y dejar que sean sus mujeres las que lo hagan, le den una dimensión bufonesca. O tal vez es que Pug no llega nunca al espacio donde realmente se forjan los héroes de esta miniserie: la guerra en contra de los judíos que nos proporciona tres grandes héroes.



Aunque admiramos a Aaron Jastrow quien al final de sus días recobra dignidad y coraje gracias a su fe o a Sammy Mutterperl John (Rhys-Davies) quien harto de ver nazis matando judíos, agarra una metralleta y mata cinco SS antes de ser ultimado, el verdadero heroísmo es el que abarca a otros seres humanos, el que nace del rescate, de la defensa de los más débiles.

 Uno de ellos es Berel Jastrow. Vemos al humilde panadero construir crematorios, decir un kaddish por Mutterperl, huir de los campos, unirse a los partisanos, contrabandear filmes de atrocidades y hasta contrabandear a Louis fuera del ghetto-modelo. La muerte de Berel protegiendo a Louis de las balas alemanas es un acto insuperable de heroísmo.




Sin tener que morir en el ejercicio de su heroicidad, Avram Rabinovitz representa otro aspecto del coraje desempeñado en el Holocausto. Los contrabandistas de refugiados debían tener nervios de acero, reflejos rápidos y mucha astucia para lidiar con el bloqueo inglés, con los nazi, con las autoridades de países neutrales y con mares turbulentos y navíos que se caían a pedazos.

Como nos muestra la serie, Rabinovitz debe saber recolectar colaboradores, judíos y gentiles, crear redes para contrabandear su preciosa carga, y lidiar con los caprichos y miedos de esta. Sus vidas estaban en constante peligro y sin embargo sabemos tan poco sobre ellos. Es un mérito de la novela y serie que nos hagan conocer este capítulo olvidado del heroísmo judío.

El ultimo personaje ni siquiera es judío, pero da su vida por ellos. Al comienzo de “The Winds of War”, Leslie Slote es un personaje irritante, un ejemplo del entitlement. Diplomático de carrera, graduado de la Ivy League, hijo de familia prominente, ama a Natalie, pero no lo suficiente para arriesgar su futuro cargando con una esposa judía. Slote representa el antisemitismo solapado de la clase alta estadounidense de fines de los 30.



En la Campaña de Polonia pierde toda esa seguridad condescendiente con la que busca apabullar a Byron, cuando pierde el coraje bajo las bombas alemanas. Aunque se redime en el episodio de las salida de diplomáticos de la Varsovia, Slote ha perdido atractivo para Natalie. No es el “hombre de acción” que ella busca.

Al final de “The Winds of War”, Slote está en Moscú y recibe la visita de Berel Jastrow quien le proporciona fotografías de las atrocidades nazis. El Departamento de Estado estadounidense no se interesa por las fotos. Slote toma una decisión audaz y envía el material al New York Times. El periódico lo publica en algún lugar perdido de su inmenso caudal de páginas.

Quienes si lo leen son los superiores de Leslie Slote quien es degradado y enviado a un oscuro puesto en el consulado de Berna. Es en Suiza donde Slote comienza a vivir su propio cuento al ser contactado por el millonario judío Samuel Ascher, su enigmática hija Selma y su invitado el Padre Martin, un sacerdote germano, miembro de la resistencia alemana.



Es el Padre Martin quien proporciona al diplomático documentos sobre la Conferencia de Wansee y la Solución Final. Los jefes de Slote no creen en ellos y exigen mayores pruebas. En camino a dárselas a Slote, el sacerdote es asesinado. Los Ascher deciden abandonar Europa y refugiarse en USA.



Entretanto, Slote ha seguido entrevistándose con Selma. Al comienzo, se acerca ella porque le recuerda a Natalie, pero pronto se da cuenta que son muy diferentes. Intercambian besos, parecen estar enamorados, pero Selma le explica que va camino a Nueva York a casarse. Siguiendo las antiguas tradiciones ha permitido que su padre le arregle un matrimonio con un joven ortodoxo. No es lo que su corazón le dicta, pero si su conciencia. Es lo que debe hacer una buena judía en ese momento.




Será la influencia de estas dos mujeres las que establezcan el camino de Leslie Slote en el futuro. Es convocado por Washington para colaborar con un “departamento” que supuestamente se ocupará de la ‘cuestión judía”. Slote se da cuenta que se trata de una operación decorativa y los que están a cargo son tan antisemitas como los nazis. Renuncia a su empleo y se enrola en la OSS (Oficina de Servicios Estratégicos) donde es entrenado para operaciones de comandos. Es lanzado en paracaídas sobre Bretaña en 1944 y muere en una escaramuza en contra de los alemanes.

En mi repaso por “Recuerdos de guerra” encuentro que son los arcos de estos héroes los que más hacen atractiva la serie. A diferencia de lo que me ocurrió con mi vistazo “moderno” de “Vientos de Guerra”, no me enganchan ni los romances ni los relaciones personales. En su afán de ganar una guerra y recorrer el mundo para lograrlo, los personajes se han vuelto acartonados e incomprensibles como en el caso de Rhoda.

Obvio que esto no se aplica a la saga/ordalía de los Jastrow, pero reitero su historia no sería tan pasmosa si no se entrecruzara con la de Berel, Rabinovitz y hasta con la de Slote. Mi conclusión es que tal vez la trama funcionaria mejor si solo se enfocara en los aspectos europeos. Aun así, para quien no la haya visto, es un espectáculo fascinante y para los lectores de la obra de Wouk es un homenaje al texto en su recreación total, lo que paradójicamente es la gran falla de la serie y también su mayor mérito.

La pregunta del millón sigue siendo cómo se la puede refritear. ¿Qué solución ofrecen ustedes y que actores les gustaría que interpretaran a los protagonistas de esta obra?

 

 

 

10 comentarios:

  1. Desde FB de Pablo Muñoz Alcayaga
    No quiero ser simplista, pero creo que el cambio de elenco le afecto demasiado, no fue un personaje, fueron demasiados

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    1. Pablo Muñoz Alcayaga Estaba yo tan feliz con el cambio que nunca pensé ese fuese un motivo para su inpopularidad. Pero lcaro, entre el tiempo pasado, los cambios de caras de los personajes y el horario erratico resultó muy confusa para el público.

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    2. Desde FB de Pablo Muñoz Alcayaga
      María Elena Venant lo novedoso ver una joven Sharon Stone actuando

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  2. Pablo Muñoz Alcayaga Qué bonita era! Ahora nadie se acuerda de ella.

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  3. Desde FB de Rafael Ochoteco
    ¿Se podrá refritear?!?!?! Me imagino que sí, pero, ¿quién se anima a hacerla con esos presupuestos millonarios?!?!??! ¿$200 millones USD?!?!?!? Eso es muchísimo. A todo esto mi pregunta es... ¿fueron ambas series tan exitosas como para tener ganancia comercial??? ¿Ganaron más que lo que costaron? Y más que nada esta, la 2da, que dices que fue un fiasco. ¡Besotes!

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    1. Rafael Ochoteco La primera si compensó los 140.000. La segunda no para nada y con eso se acabó la costumbre de las cadenas comerciales de hacer miniseries epicas. A ver . The Pacific una serie limitada de HBO, costó arriba de 200 millones y eso en el 2010. The Crown lleva mas de 500 millones. Stranger Things costó 300 millones. El problema no es el dinero es si va a gustar y, mas importante, si va a estar a la altura de los canones actuales en términos de diversidad.

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  4. Desde FB de George Llerena Torrico
    Por supuesto que tendría que ser para cable o streaming, imposible que las cadenas normales tengan ese presupuesto y, más importante, se atrevan a invertirlo en una serie que lidia con un tema tan espinoso. HBO parece la mejor candidata (The Pacific, Chernovil, Band of brothers) además podrían retratar las escenas gráficas sin problema. Podrían hacer 6 episodios de hora y media con una reescritura de libreto que corrija los errores

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    1. George Eduardo Llerena Torrico Gracias por pasar, Sir George. HBO es la mejor candidata. Después de GOT tiene el monopolio de escenas fuertes. 6 episodios? Si la original fueron 38 horas! Yo creo que tendrían que hacer tres temporadas.
      No creo que el tema sea espinoso. En la BBC lo cubrieron en ‘World on Fire” el 2019. El problema es que se pusieron a decir mentiras (Tropas inglesas en Polonia) o a hacer lo inconcebible contar el primer año de la Segunda Guerra Mundial, en todos los frentes, sin tocar el tema judío. Lo espinoso es satisfacer a la Vigilancia de la Diversidad. Porque WOF creyó sacársela de encima con un personaje importante gay que tiene un amante negro. Pero ahora en la crítica de The Nevers han salido que otro pecado de Josh Whedon es que sus personajes de color son siempre secundarios. Así que quieren afroamericanos o asiáticos como protas.
      Yo tengo una solución, pero no sé si será satisfactoria para las exigencias de hoy. Que el equipo sea diverso que las cámaras, la producción, la edición, los detalles técnicos estén en manos de mujeres, de gays, de no binarios y que posiblemente no sean caucásicos. El problema son los principales. A mi me da risa que Brideshead Revisited, una serie “blanca” fuese diversa porque su protagonista era mitad hindú.
      Debido a que un gran problema fue la mala elección de actriz para Natalie en la original, yo querría alguien que se viese judía alguien como Mila Kunis, Lizzy Caplan o Emmy Rossum, pero con este cuento de la diversidad… Pensé en Sibel Kekelli que es turca y ya hizo de judía en “El último tren de Berlín”, pero Shae tiene 40 años y los representa. No sé, a lo mejor si lo hiciera una latina. Se me metió en la cabeza, no sé porque, Eiza González.
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    2. Desde FB de George Llerena Torrico
      Mila Kunis y Lizzy Caplan tienen harta experiencia con protagónicos, a Shae no la veo llenando el papel, no porque no pueda sino por la edad (cuando la vimos como la amada de Tyrion tenía 6 años menos). Por algún motivo pensé que eran menos horas; entonces si son 38, correspondería hacer, al menos, una serie extendida de 3 temporadas, de 30 episodios a más, pero con un libreto tan bien adaptado y estructurado que cada capítulo deje en vilo al espectador (una habilidad que pocos escritores tienen) y con un cast tan estelar y redondo que enganche a la gente (así la cadena la renueva). Yo me conformaría con que tenga buenos escritores que sepan adaptar la historia.
      El problema con estos estándares que exige el público PC es que la diversidad en pantalla por cumplir se ve y se siente forzada, es más notoria que incluir mensajes feministas (que es algo con menos visibilidad para la audiencia generalista, muchos de ellos ni siquiera notan cuando los ponen así estén fuera de contexto). Les comparto un breve ejemplo para ilustrar este último punto: hace poco Netflix colocó en su catálogo un drama histórico realizado en mi país, el primero en exportarse mundialmente a través de esta plataforma: El último bastión, producido antes de la pandemia, sobre la independencia del Perú. La serie fue creada y escrita por Eduardo Adrianzén y realizada por el mismo equipo que nos regaló Eva del Edén, pero con un factor de diferencia: una mayor preponderancia del rol de la mujer y diálogos feministas acordes con lo que el público actual exige. Más allá de las obvias limitaciones de presupuesto (fue hecha por la TV pública a diferencia de Eva que la hizo un canal comercial), la serie gozó de buena acogida de público y crítica, hasta le dieron un premio los del INC y el comercio (y vamos, no los voy a contradecir porque argumentalmente es muy buena),. Sólo que a mi siempre me chirrió, aparte del pobre soundtrack y el cast de actores en su mayoría desconocidos (puntos que le jugaron en contra comparada con su predecesora), escuchar a mujeres de principios del XIX hablar a los hombres de emancipación femenina con tanta grandilocuencia. No niego que hubo mujeres importantes involucradas en el proceso (las hubo y aparecen) pero escuchar esos diálogos me sacaba un poco de contexto, y me extraña sobre todo porque Eva (que en mi opinión es superior a esta en todo sentido, hay que decirlo) nunca necesitó decir tales cosas para contar una gran historia o mostrar el valor y tribulaciones de su protagonista. ¿Será porque la hicieron hace 15 años y el público que ve el Bastión, The Nevers o los fanfictions faux-feministas de Starz es otro? ¿Será porque me estoy volviendo viejo y me gustan mis series con mujeres fuertes sin que me lo repitan en el libreto cada 5 minutos? ¿Fue un requisito que le hicieron a Adrianzén? Tengo que preguntarle si me lo vuelvo a encontrar.
      Voy a anotar el libro para leerlo después, recuerdo que hace unos años hablamos sobre Recuerdos de guerra pero nunca lo llegué a conseguir. Besos
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    3. George Eduardo Llerena Torrico Hay gente que se pone a la defensiva apenas uno hace criticas al tokenismo, a la diversidad forzada o al color blindness, pero es que realmente si una historia engancha es porque es buena, esta bien escrita, tiene buenos personajes y buenos actores. Lo demas no va a sobresalir, me refiero a mensajes politicos, si el publico no le interesa verla. El problema es que el p'ublico hace rato que no importa. Estoy viendo una serie francesa maravillosa, Speakerine, sobre la tv en la Francia de 1962 y ahi el director de un canal dice "el p'ublico es tonto" . Y no me sorprende porque hace rato que se manipula al público. Un ejemplo en una critica de "Mare of Easttown", la nueva serie de Kate Winslet, dice que "debemos" sentir l'astima por una victima. O sea, ahora nos dicen quien debe caernos bien o mal. me sorprende lo que me cuentas porque yo tenia esperanzas en el Perú como el ultimo bastion de conservadurismo en Latino America.

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