Una duda que tuve
por años fue como “War and Remembrace”, con un elenco de lujo y un presupuesto
el triple de lo que se había invertido en su precuela, pudo tener tan bajos ratings.
Ahora, viéndola subjetivamente, con tres décadas de distancia, creo entender
las razones que la hicieron inferior— al menos en el corazón de teleaudiencia— a “The
Winds of War”.
Los mejores
Cambios: Nuevo reparto y filmación en Auschwitz
Aunque fue chocante
que “Vientos de Guerra” acabase de esa manera tan abierta, no lo fue para los
lectores de War and Remembrace, la monumental secuela publicada en 1978.
Los Niños de Verano tenían la opción de ir a comprar ese mamotreto y enterarse
de las aventuras y desventuras de Henrys y Jastrows entre 1941 y 1945,
incluyendo el saber quiénes sobrevivían al conflicto. Cuatro personajes
importantes perecen, además de Hitler quien en la secuela será interpretado por
Steven Berkoff. Primer actor judío que (antes de Taika Waititi) se atrevió a
dar vida al Fuhrer.
A pesar de que la
teleaudiencia ya conocía el desenlace de la saga de Herman Wouk, era
impresionante ver un cuento en pantalla y no se escatimaron recursos para darle
al público un gran espectáculo. Dan Curtis tenía dudas sobre esta secuela. No
creía que existiesen suficientes navíos o aviones antiguos para recrear la Batalla
de Midway. Fue su esposa quien lo empujó a aceptar el proyecto. “Enloquecerá si
otro lo hace y no tú” fueron sus palabras.
El presupuesto
fue entonces el más grande nunca empleado en una serie limitada, 140.000 millones
de dólares (unos 200.000 millones de hoy en día). Con eso se pagaron sueldos de
actores, se adquirieron implementos, se contrataron extras y se costearon
viajes de locación. La filmación tuvo lugar nuevamente en los países anteriores
a los que se agregó Francia y la ciudad suiza de Berna. Se llegó a filmar en Pearl
Harbor y otros sitios de Hawái, y en las afueras de Montreal se recreó el
invierno moscovita.
El mayor logró fílmico
fue el rodaje en Polonia, siendo “Recuerdos de Guerra” el primer dramatizado en
ser filmado en el campo de Auschwitz. Branko Lustig, sobreviviente del lager
y quien ya había fungido de productor, volvería a hacerlo. Docenas de
sobrevivientes del Holocausto solicitaron trabajo como extras en las escenas de
Auschwitz. Tal vez como catarsis, tal vez como una forma de presentar
testimonio. El gobierno polaco dio los permisos necesarios para la filmación
exigiendo a cambio que en el libreto no se hiciese mención del antisemitismo
polaco.
Una de las
grandes sorpresa de esta prolongación de La Saga Henry fueron los cambios de
reparto. Curtis debe haberse sentido
aliviado cuando Jan Michael Vincent anunció que estaba ocupado con su serie “Airwolf”
y que no iba a arrastrar sus botellita al set de “War and Remembrace”. Lo reemplazó
Hart Bochner. Todos los hijos de Pug fueron reemplazados, hasta Janice a quien
ahora le daría vida una desconocida llamada Sharon Stone.
John Houseman estaba
muy delicado de salud y fue reemplazado por el más que apto Sir John Gielgud, y
Robert Morley se convirtió en “Talkey” Tudbury.
El cambio más espectacular fue el de la protagonista. Ya ni Curtis podía
rebatir que una semi cincuentona como Ali McGraw no podía hacer creíble a la
esplendorosa Natalie Jastrow-Henry. Se trajo a la esplendorosa Jane Seymour que con este papel volvía a coronarse como reina
de las miniseries.
Se mantuvo a lo
mejor del reparto. Un poco más viejos retornaron Polly Bergen, Peter Graves, la
exquisita Victoria Tennant y Topol cuyo personaje de Berel Jastrow adquiere
importancia en la serie gracias a que es capturado como soldado ruso por los
alemanes. Es llevado a un campo de prisioneros rusos y polacos que Berel
reconoce como el pueblo de su infancia, Oswiecim, ahora llamado Auschwitz.
A pesar de una
conspiración demente para reemplazarlo por James Coburn, Robert Mitchum
permaneció al timón de la Northampton y de La Familia Henry. Realmente no me
imagino a otro en ese papel. por la misma razón por la que si realmente van a
refritear este espinoso (en estos tiempo) material quisiera solo a Brad o a
Clooney en ese rol.
Los Errores:
Desde los horarios hasta “La pornografía del Holocausto”
Aunque se
esperaba que el estreno fuese en 1989, se la adelantó un año antes. Había conciencia de que quienes habían amado
la serie ya habían esperado demasiado (¿Oíste Ser George R.R. Martin?). El
hecho es que el primer episodio, de casi tres horas de duración, no tuvo la sintonía
esperada. Histéricos, los productores se pusieron a tijeretear el producto con
el resultado de que algunos capítulos quedaron más largos que los otros.
Para colmo después
del primer episodio, la cadena ABC se tomó libre el lunes 14, reanudando la
serie el martes15 y continuando hasta el jueves. Luego de una inexplicable
puente que cubrió el viernes y el sábado, volvió la serie el domingo 20. Se saltaron
el lunes, regresó martes y miércoles. De ahí vino un hiatos hasta mayo del ‘89.
Es un milagro que algunos espectadores la hayamos visto completa
Aunque este
desorden cronológico afectó el sentido de continuidad de todo amante de
miniseries (algo desconocido hoy en el universo del binging), no fue la
única razón para que los espectadores se alejasen de tan cara y prometedora historia.
Muchos, como mi madre le tiraron la cadena en el segundo episodio. Las razones
tienen que ver con contenido más que con detalles técnicos, y eso que también había
problemas de audio. Muchos episodios no fueron grabados en sonido estéreo.
Herman Wouk se encargó
de escribir un libreto para las escenas tipo documental y para las reuniones de
alto mando. Dan Curtis, con la ayuda de Earl Wallace, se dedicó a la ficción, a
lo dramático, a lo romántico. Todos exageraron la nota.
En el primer
episodio, donde si cortamos los comerciales igual tenemos un espectador pegado
casi dos horas a la pantalla, dedican media hora a una batalla en las costas
filipinas, y otra media hora en reuniones de Hitler y sus generales. Media hora
para ver a los machos Henry reunirse en Pearl Harbor y luego cada uno partir a
pelear su guerra.
Pug recibe una
carta de su esposa. Alterada por la noticia del bombardeo japones, Rhoda le
suplica que olvide y perdone su infidelidad. El bobo de Pug le escribe una
carta de despedida a Pamela que por suerte nunca llega a su destino.
Entremedio, Berel es capturado y llevado a Auschwitz. Araron y Natalie, a
quienes dejamos en un buque en Nápoles, están en espera a que zarpe rumbo a Palestina.
Aparece de la
nada, Werner Beck, un ex alumno del Profesor Jastrow que les ofrece que retornen
bajo su protección a Siena a la espera de una repatriación con otros
estadounidenses. Aaron, que no tiene ni pizca de deseo de ir a Palestina, cae
bajo el hechizo del adulador Beck y parte para Toscana. En otra de sus malas
decisiones, Natalie lo acompaña, a pesar de las suplicas de sus compañeros de
viajes y de Avram Rabinovitz (Sami Frey) el agente de la Aliyah (inmigración
ilegal a Palestina) con quien ha hecho amistad.
El segundo capítulo
es aún más rocambolesco. La primera hora es ocupada por un excelente filme de
espionaje en Berna donde Leslie Slote se convierte en el protagonista de su
propio cuento, y la segunda por una muy descriptiva visita de Himmler a
Auschwitz en la cual Rudolf Hoess (Gunther Maria Helmer) debe probar la eficacia de su campo con la
ejecución de un tren cargado de prisioneros holandeses.
Mi madre estaba casi roncando, aburrida de las estrategias de Hoess para quedar bien con su superior, pero cuando los perros nazis comenzaron a ladrarle a una niñita holandesa que se pone a aullar se tuvo que despertar. Lo próximo es que vemos a las mujeres, entre ellas a la niñita, correr desnudas y en pleno día por un prado ante los ojos de Himmler y s SS, rumbo a “las duchas”. Lo último es tener que ver como retiran los cadáveres y los arrojan (todavía no había crematorio) a unas zanjas.
En ese entonces
(y hoy) la televisión abierta estadounidense no mostraba gente sin ropa. Ver
desnudos frontales, pilas de cadáveres— entre ellos varones— fue muy chocante para mí.
Mas para mi madre que dijo “hasta aquí llegue”. No fue la única, a la mañana
siguiente, Sir Elie Wiesel escribió un airado editorial en The New York Times
denunciando lo que calificó como “La Pornografía del Holocausto”.
Aunque concuerdo
con su shock, a más de 30 años de distancia y tras conocer la evolución del
cine del Holocausto desde entonces, encuentro el episodio audaz y efectivo. Sabe
manejar lo visual sin caer en dramatismos innecesarios y sin restar el pathos
de la escena que incluso en un momento incomoda a Hoess quien al notar la fría
mirada de Himmler se compone.
El haber creado
la escena desde la perspectiva de los verdugos aumenta la sensación de crueldad
de parte de estos. Ayuda también la estética. Todo ocurre en un día primaveral,
los prisioneros llegan a un espacio verde, soleado, con árboles cargados de
flores. Es comprensible que los holandeses no sospechen lo que les espera y
obedezcan las ordenes tanto de los amables guardias nazis como la de otros
prisioneros que por una vez andan en uniformes limpios y no en andrajos.
El problema es
que estos episodio van seguidos, en la serie, por alguna reunión en la Casa
Blanca o una batalla naval en el Pacifico obligando al espectador a cambiar su
perspectiva y dejar atrás temas que merecen su reflexión.” War and Remembrace”
nunca supo si quería ser lección de historia, documental didáctico o saga
familiar y eso incomodó a más un televidente, que, como mi madre, apagó el
televisor.
Oda la
Infidelidad Femenina
Incluso los que habían
invertido emocionalmente en la historia de los Henry, su dinámica familiar y sus
romances, sufrieron una desilusión. Entre el libro y el guion pasaron a ser una
familia disfuncional mantenida a flote por falsas expectativas. Yo lo resumo
con un “la serie se convierte en una oda a la infidelidad femenina”.
Como dije ante, Víctor
después de Pearl Harbor decide romper con Pamela y perdonar a su esposa adúltera.
Pamela no recibe la carta y comienza un largo peregrinaje por el sur de Asia
que espera la lleve a Hawái y a su Capitán Henry. En New York vemos a Rhoda
celebrar las fiestas decembrinas en compañía de Palmer que continúa siendo su amante.
Victor en babia.
En su obsesión de
tener ojos en todos los escenarios del conflicto, Wouk convierte a Pamela en
testigo de la caída de Singapur. Con eso le hace un flaco favor a Pam, no añade
nada al libreto y realmente no debieron incluir este episodio en una serie que pide
recortes a gritos.
En The Winds
of War, el autor nos contó que ante de conocer a Víctor, Pam había tenido
un largo y tormentoso affaire con un periodista ingles llamado Philip Rule.
Comunista, infiel, bisexual y golpeador, Rule había abandonado a Pam por una bailarina
soviética. Eso explica que ella se enamore de Víctor porque es lo opuesto a Rule.
Interpretado por
Ian Shane, Rule aparece en la serie en Singapur. Los no-Lectores no están ya
advertidos de sus grandes defectos. Mas encima, Pam hace creer que lo que la
alejó de su amante fue la bisexualidad de este, no sus palizas. Rule incluso
adquiere una dimensión heroica al ser uno de los pocos ingleses conscientes de
que esa fortaleza inexpugnable está a punto de caer y por culpa de las torpezas
del alto mando.
Talky parte a Australia
dejando a su hija en la isla bajo bombas japonesas. Asustada y atrapada, Pamela
se dedica a cuidar de Rule que ha sido mordido por un escorpión. En la noche de
Año Nuevo, más por miedo y depresión que lujuria, Pam se mete en la cama con su
ex. Un momento sin importancia que sin embargo la disminuye sin necesidad. Es parte del leitmotiv de que la guerra crea
tal caos mental que afecta las relaciones sentimentales. Pero aquí se llega al
acabose.
Rhoda se entera
que Pug y Pam están enamorados, termina con Palmer y exige que Pam no vuelva a
ver a su marido. Acto seguido se enreda con un tal Coronel Harrison (Mike Connors).
Pug y Pam saben que Rhoda sigue con sus escapadas. Pam se harta y se compromete
con un tal Lord Berne-Wilkes. Pug le suplica que no se case, que algún día Rhoda le
dará el divorcio y así se la llevan de Pearl Harbor a Moscú, de Hollywood a Londres.
Sin embargo, las únicas fanfiction que he encontrado de esta serie son sobre Pam
y Pug. Supongo que por ser la gran historia de amor creada por Wouk.
La situación llega
a tener ribetes de farsa como cuando Rhoda borracha confiesa sus cuitas de amor
al pobre y aburrido Pug. O cuando este debe compartir un coche dormitorio en un
viaje en tren con el Coronel Harrison que no lo deja dormir, también lamentándose
de no poder confiar en el amor de Rhoda
Es que el autor
intenta abarcar todas las experiencias humanas que se viven durante un
conflicto de esa magnitud. En el caso de Rhoda, el de las esposas frustradas,
que no pueden estar sin un hombre. En el caso de su hija Madeleine, las
jovencitas que amparadas por la falsa libertad que ofrece una guerra meten la
pata y luego no saben cómo explicarle su error al verdadero amor de sus vidas.
El caso de Janice
Henry es el de muchas esposas jóvenes que pierden al marido y se encuentran
viudas y madres solteras antes de tiempo. Janice comete el error de involucrare
sexualmente con el mayor rufián de la marina estadounidense “Lady” Aster (Barry
Bostwick), el comandante del submarino de Byron. Un par de capítulos más
adelante, Lady se da cuenta de que Janice está enamorada de su cuñado. Byron,
por soledad y frustración, le planta un par de besos a la viuda de su hermano.
Por suerte, Janice reacciona y se aleja de estos hombres tóxicos.
Los Jastrow en
Theresienstad
Es muy difícil saltar de estos problemas domésticos— y hasta cierto punto románticos— a las espeluznantes escenas de campos de concentración, o la existencia llena de horror y zozobra que llevarán Aaron y Natalie en el “ghetto modelo” de Theresienstad. Otra grandeza de ‘War and Remembrance” es que es el único dramatizado que retrata la existencia en este lugar tan singularmente diabólico. Es en Theresienstad donde hay una reunión familiar de los Jastrow con Berel (ahora parte de la resistencia checa), es donde Natalie se separa de su hijo, donde Aaron encuentra una nueva identidad en la religión de su infancia mientras que su sobrina la haya en el sionismo.
Ver la serie de nuevo
me hizo darme cuenta de las razones por las cuales se casó Natalie con Byron y por
qué ese matrimonio no está construido sobre una base sólida. Byron es el único
personaje que no evoluciona. A lo más, se vuelve moralista, criticando el
comportamiento de su cuñada y de Pug (cuando finalmente se divorcia).
En su breve
interludio marsellés sigue exigiendo de su esposa que sea la mujer audaz y despreocupada
que fue antes de casarse. Llorando, Natalie le responde “pero entonces no
teníamos a Louis”. Byron no nota que Natalie ha evolucionado, sobrevivido
traumas que han modificado sus prioridades. Por eso el final abierto que les da
el autor, adquiere otra connotación en la serie. No sabemos si Natalie quiere
seguir siendo Mrs. Byron Henry o irse a Israel con Avram Rabinovitz.
En “The Winds of War”,
Rabinovitz fue interpretado por el actor italiano Leonardo Brucetto, que lo
representó como un judío bajito, canoso, mal trajeado. Fue con motivos
ulteriores que lo reemplazaron por Samy Frey, ex galán del cine francés (y uno
de la famosa lista de amantes de Brigitte Bardot).
Ayer volví a ver
el final de la serie y me di cuenta en que difiere del libro. En el libro es un
final abierto, al menos en lo que se refiere a Byron y Natalie. Por largo
tiempo Wouk no supo qué hacer con la chica Jastrow. Cuando, todavía sin
terminar War and Remembrace, alguien le pregunto: “¿qué va a pasar con
Natalie?”, Wouk respondió “recen por ella”.
Wouk planeaba
matar al personaje tal como lo había hecho con Aaron. Ambos eran culpables por
sus malas decisiones, por su falta de visión, pero por sobre todo por su
arrogancia de judíos seglares de ufanarse de estar por encima de su condición
racial, cultural y religiosa. El autor solo pudo redimir al Profesor Jastrow
enviándolo a la cámara de gas. ¿Como podía redimir a Natalie? Solo haciéndola sionista, solo empacándola a
Israel. La pregunta es quién sería su compañero en ese futuro.
Entre Byron y
Rabinovitz
La novela
comienza con los Jastrow a bordo de un navío que pretende romper el bloqueo
británico y llevar su cargo de refugiados a Palestina. Es 1942 y la primera aliyah
ilegal está en auge, pero también en su etapa más peligrosa. Los hombres
que la manejan deben ser mitad agente secreto, mitad marineros, mitad contrabandistas.
Los lectores del Exodus
de Leon Uris recordarán esta etapa en la vida de su protagonista Ari Ben Canaán.
Avram Rabinovitz es su equivalente, aunque más simpático. En los día que faltan
para que el barco zarpe de la bahía de Nápoles, Natalie y Rabinovitz llegan a
un punto de amistad que les permite intercambiar confidencias.
Natalie admite su
incomodidad ante el tener que ir a Palestina. Abandonó toda vida religiosa los
12 años, no tiene ningún interés en la creación de un estado judío. Reconoce
que no le atrajeron nunca los pretendientes judíos que tuvo, abogados y médicos
que la aburrían con sus vidas grises. No eran “hombres de acción” como Byron.
Ahí nos damos
cuenta del motivo que empujó a Natalie a los brazos de Byron. Toda su vida adulta
ha sido una búsqueda de aventura y de lo exótico, y a la vez una necesidad de
vivir respetablemente sin estigmas que la separen del resto de la población. El
matrimonio con Slote ofrecía eso, pero en su momento de mayor necesidad, el diplomático
se acobardó y Byron dio la talla. Eso bastó para hacerle a Byron atractivo.
Natalie no ha reparado en que Byron es inmaduro, muy diferente a ella y que la
amable Familia Henry la ha recibido con menos alegría que los Windsor
recibieron a Meghan Markle.
Avram le muestra
a Natalie una fotografía de su esposa que fue asesinada por los árabes. Le dice
que si lleva a Louis a Palestina “tu hijo será un hombre de acción”. Lo que
nota Mrs. Henry es que Rabinovitz es un hombre de acción. No solo arriesga su
vida en una empresa peligrosa también es el único que sabe acabar con las
convulsiones de un afiebrado Louis. Avram Rabinovitz es lo que en ese momento
necesita Natalie.
Aun así, cuando
Aaron petulantemente anuncia que se acogerá al amparo del nazi Beck, Natalie lo
sigue como borrego. A punto de subirse al automóvil de Beck, Natalie le
pregunta a Avram “¿Hago lo correcto?”. “Ya está hecho” le responde él y ella se
despide besándolo en los labios.
Unas semanas más
adelante, Beck revela sus oscuras intenciones, quiere que Jastrow haga una
emisión radial tipo Ezra Pound en beneficio de los alemanes. Natalie se pone de
acuerdo con los Castelnuovo, la familia del pediatra de Louis, para abandonar Italia.
Mandan aviso a Avram quien ya ha regresado de dejar su nave y su cargo en
Tierra Santa.
Así se organiza
una huida que lleva a los Jastrow de Italia a Elba, y de ahí a Córcega. En el viaje,
la belleza de Natalie atrae a un joven pescador que es hijo de los Gaffori la
familia con la cual se hospedan. Llega Rabinovitz y toda su visita está repleta
de detalles decidores sobre el cambio de la relación de Natalie con el
rescatista, desde que se niegue a que la vea en fachas toda mojada por estar bañando
a Louis hasta que le muestre que su bebé ya puede caminar y que Louis salude al
judío con un “Daddyyy”.
El punto
culminante es cuando, con la excusa de mostrarle el paisaje, Natalie se lleva a
Avram a un paseo solitario. Con mucha coquetería le cuenta de los acosos del
joven pescador. “Temo una noche encontrármelo en mi cuarto” dice haciendo
ojitos. Para Rabinovitz esto es un contratiempo. Los Gaffori son fundamentales
en su red de rescate, no puede pelear con ellos.
Desaprensiva como
siempre, Nathalie sigue suplicando y lanzándole miradas incendiarias que el judío
reprocha. “Pero es que no temo encontrarte a ti en mi cuarto una noche”
contesta la audaz señora Henry. Es en estas escenas donde más nos alegramos de
que Ali haya sido reemplazada por una Jane Seymour que pone belleza y sensualidad
al servicio de su personaje (sin mencionar que es mejor actriz que su
predecesora).
Rabinovitz
encuentra una solución y se lleva a Los Jastrow a Marsella donde los hospedan
los Mendelson. Es en ese entono judío que Natalie recuerda que habla yiddish,
cocina patillos tradicionales y enciende las velas del Shabbath. Parte de ese encuentro
con sus orígenes es una alteración en su amistad con Avram.
En el libro, Wouk
—que es un tremendo puritano— se apresura a decirnos que, aunque
Rabinovitz gusta de la americana no tiene designios oscuros respecto de ella.
Natalie también en miradas retrospectivas se hace la inocente, pero cuando le
pide que busquen un sitio para estar a solas, se dice a si misma que no sabe por
qué lo hizo. La serie no hace caso de remilgos y para cuando Rabinovitz y
Natalie deciden encontrarse a solas en el cuarto que él renta, tenemos claro
qué tipo de cita va a ser esa
Entonces, Wouk
provoca el twist argumental más inconcebible posible. ¡Hace que aparezca Byron!
¿O sea, como se explica que Byron que está peleando en el Pacifico cruce
océanos y continentes para aparecerse en Marsella como mensajero trayéndole
unos documentos al cónsul estadounidense? A Natalie no le importa, se lanza a
los brazos de su marido y a Rabinovitz que lo parta un rayo.
Byron, el “hombre
de acción”, quiere llevarse a Natalie y al niño. El cónsul estadunidense le
recuerda que los Jastrow no tienen documentos, si los detienen los alemanes
será su fin. Natalie antepone su amor de madre a la loca idea del marido. Byron
está decepcionado. esta no es la mujer que se casó con él.
El cónsul intenta
tranquilizarlos con el viejo cuento que venimos oyendo desde “Winds of War”: “esto
se arreglará en unos días”. Efectivamente, Byron se marcha, los Aliados
desembarcan en Casablanca y los alemanes invaden la Francia de Vichy. Los
Jastrow quedan atrapados y comienzan a dar tumbos por Europa lo que los lleva
primero a Theresienstad y luego a Auschwitz.
En 1945, los
soldados de Patton encuentran a Natalie calva, andrajosa y desnutrida bajo un
vagón de tren en la estación de Buchenwald. Será Avram Rabinovitz quien les confirmará
las autoridades que se trata efectivamente de Natalie Henry, neoyorquina,
esposa de un oficial de la marina de los Estados Unidos. Y cuando Byron
consigue regresar a Europa, es Rabinovitz quien le relata la ordalía de la
mujer y las intenciones de Natalie de irse a Palestina.
Cuanto más
recuerdo el texto y veo la serie, más me queda la impresión de que Byron no entiende
ni lo vivido por su mujer ni la transformación que ella ha sufrido. Lo único
que él ha sacado en claro de la guerra, es que no le gusta ser oficial. En sus
encuentros con Natalie no hablan de lo vivido por ella (el libro es más grafico
sobre sus sufrimientos incluyendo torturas que sufrió en Auschwitz). Natalie
habla de otros haciendo hincapié en lo religioso que se puso Aaron antes de ser
ejecutado, o del cambio increíble experimentado por Leslie Slote. Es como si
hablase con un extraño no con un amigo o esposo.
Por supuesto,
Byron se anota un gol al encontrar a Louis. La escena final del libro tiene ese
encuentro entre madre e hijo en presencia de Byron y Rabinovitz. El libro nos
cuenta que el catatónico Louis despierta de su mutismo reconoce a su madre y
junto a ella entona la nana “Pasas con almendras” En ese momento, describe el
autor una luz que ciega a los hombres presentes. Se ha reconocido esa luz como
una metáfora para el poder del amor maternal. Pero para mí lo interesante es que
Wouk deja el final abierto. ¿A quién escoge Natalie? ¿Qué camino tomarán ella y su hijo?
Dan Curtis, en la
serie, nos da un final diferente. Byron se sienta al lado de su esposa e hijo y
Natalie lo besa en los labios ante la mirada de Avram Rabinovitz. Sin
embargo, yo no apostaría mucho a esa reconciliación.
Los Verdaderos
Héroes de War and Remembrance
Quiero acabar
hablando del tema del heroísmo. No hay narrativa bélica que no tenga
inesperados héroes y actos de heroísmo y “War and Remembrance”no es excepción.
Tenemos ejemplos del sacrificio máximo con la muerte del aviador Warren y del
capitán de submarinos “Lady” Áster. Byron se desempeña bien en su guerra del
Pacifico, pero Victor está apagado. No es el mismo hombre que sobrevoló Berlín
en un bombardero, ni el que recorrió un frente ruso con pamela al costado y tanques
alemanes en frente, ni el que envió al mismísimo Mariscal Göring a meterse su
soborno en el trasero.
Aunque veamos a
Victor ascender hasta almirante, perder otro navío en servicio activo y seguir
gravitando hacia frentes de guerra, su heroicidad desaparece. Tal vez sus dramas
domésticos lo han convertido en un personaje de farsa, tal vez su incapacidad
de tomar decisiones sobre su vida romántica y dejar que sean sus mujeres las
que lo hagan, le den una dimensión bufonesca. O tal vez es que Pug no llega
nunca al espacio donde realmente se forjan los héroes de esta miniserie: la
guerra en contra de los judíos que nos proporciona tres grandes héroes.
Aunque admiramos a Aaron Jastrow quien al final de sus días recobra dignidad y coraje gracias a su fe o a Sammy Mutterperl John (Rhys-Davies) quien harto de ver nazis matando judíos, agarra una metralleta y mata cinco SS antes de ser ultimado, el verdadero heroísmo es el que abarca a otros seres humanos, el que nace del rescate, de la defensa de los más débiles.
Uno de ellos es Berel Jastrow. Vemos
al humilde panadero construir crematorios, decir un kaddish por Mutterperl,
huir de los campos, unirse a los partisanos, contrabandear filmes de
atrocidades y hasta contrabandear a Louis fuera del ghetto-modelo. La muerte de
Berel protegiendo a Louis de las balas alemanas es un acto insuperable de
heroísmo.
Sin tener que
morir en el ejercicio de su heroicidad, Avram Rabinovitz representa otro
aspecto del coraje desempeñado en el Holocausto. Los contrabandistas de
refugiados debían tener nervios de acero, reflejos rápidos y mucha astucia para
lidiar con el bloqueo inglés, con los nazi, con las autoridades de países
neutrales y con mares turbulentos y navíos que se caían a pedazos.
Como nos muestra
la serie, Rabinovitz debe saber recolectar colaboradores, judíos y gentiles,
crear redes para contrabandear su preciosa carga, y lidiar con los caprichos y
miedos de esta. Sus vidas estaban en constante peligro y sin embargo sabemos
tan poco sobre ellos. Es un mérito de la novela y serie que nos hagan conocer
este capítulo olvidado del heroísmo judío.
El ultimo
personaje ni siquiera es judío, pero da su vida por ellos. Al comienzo de “The Winds
of War”, Leslie Slote es un personaje irritante, un ejemplo del entitlement.
Diplomático de carrera, graduado de la Ivy League, hijo de familia prominente,
ama a Natalie, pero no lo suficiente para arriesgar su futuro cargando con una
esposa judía. Slote representa el antisemitismo solapado de la clase alta
estadounidense de fines de los 30.
En la Campaña de Polonia pierde toda esa seguridad condescendiente con la que busca apabullar a Byron, cuando pierde el coraje bajo las bombas alemanas. Aunque se redime en el episodio de las salida de diplomáticos de la Varsovia, Slote ha perdido atractivo para Natalie. No es el “hombre de acción” que ella busca.
Al final de “The Winds
of War”, Slote está en Moscú y recibe la visita de Berel Jastrow quien le
proporciona fotografías de las atrocidades nazis. El Departamento de Estado
estadounidense no se interesa por las fotos. Slote toma una decisión audaz y envía
el material al New York Times. El periódico lo publica en algún lugar
perdido de su inmenso caudal de páginas.
Quienes si lo
leen son los superiores de Leslie Slote quien es degradado y enviado a un
oscuro puesto en el consulado de Berna. Es en Suiza donde Slote comienza a
vivir su propio cuento al ser contactado por el millonario judío Samuel Ascher,
su enigmática hija Selma y su invitado el Padre Martin, un sacerdote germano,
miembro de la resistencia alemana.
Es el Padre
Martin quien proporciona al diplomático documentos sobre la Conferencia de Wansee
y la Solución Final. Los jefes de Slote no creen en ellos y exigen mayores
pruebas. En camino a dárselas a Slote, el sacerdote es asesinado. Los Ascher
deciden abandonar Europa y refugiarse en USA.
Entretanto, Slote
ha seguido entrevistándose con Selma. Al comienzo, se acerca ella porque le
recuerda a Natalie, pero pronto se da cuenta que son muy diferentes. Intercambian
besos, parecen estar enamorados, pero Selma le explica que va camino a Nueva York
a casarse. Siguiendo las antiguas tradiciones ha permitido que su padre le arregle
un matrimonio con un joven ortodoxo. No es lo que su corazón le dicta, pero si
su conciencia. Es lo que debe hacer una buena judía en ese momento.
Será la
influencia de estas dos mujeres las que establezcan el camino de Leslie Slote
en el futuro. Es convocado por Washington para colaborar con un “departamento”
que supuestamente se ocupará de la ‘cuestión judía”. Slote se da cuenta que se
trata de una operación decorativa y los que están a cargo son tan antisemitas
como los nazis. Renuncia a su empleo y se enrola en la OSS (Oficina de
Servicios Estratégicos) donde es entrenado para operaciones de comandos. Es
lanzado en paracaídas sobre Bretaña en 1944 y muere en una escaramuza en contra
de los alemanes.
En mi repaso por
“Recuerdos de guerra” encuentro que son los arcos de estos héroes los que más
hacen atractiva la serie. A diferencia de lo que me ocurrió con mi vistazo
“moderno” de “Vientos de Guerra”, no me enganchan ni los romances ni los
relaciones personales. En su afán de ganar una guerra y recorrer el mundo para
lograrlo, los personajes se han vuelto acartonados e incomprensibles como en el
caso de Rhoda.
Obvio que esto no
se aplica a la saga/ordalía de los Jastrow, pero reitero su historia no sería
tan pasmosa si no se entrecruzara con la de Berel, Rabinovitz y hasta con la de
Slote. Mi conclusión es que tal vez la trama funcionaria mejor si solo se
enfocara en los aspectos europeos. Aun así, para quien no la haya visto, es un
espectáculo fascinante y para los lectores de la obra de Wouk es un homenaje al
texto en su recreación total, lo que paradójicamente es la gran falla de la
serie y también su mayor mérito.
La pregunta del
millón sigue siendo cómo se la puede refritear. ¿Qué solución ofrecen ustedes y
que actores les gustaría que interpretaran a los protagonistas de esta obra?
Desde FB de Pablo Muñoz Alcayaga
ResponderEliminarNo quiero ser simplista, pero creo que el cambio de elenco le afecto demasiado, no fue un personaje, fueron demasiados
Pablo Muñoz Alcayaga Estaba yo tan feliz con el cambio que nunca pensé ese fuese un motivo para su inpopularidad. Pero lcaro, entre el tiempo pasado, los cambios de caras de los personajes y el horario erratico resultó muy confusa para el público.
EliminarDesde FB de Pablo Muñoz Alcayaga
EliminarMaría Elena Venant lo novedoso ver una joven Sharon Stone actuando
Pablo Muñoz Alcayaga Qué bonita era! Ahora nadie se acuerda de ella.
ResponderEliminarDesde FB de Rafael Ochoteco
ResponderEliminar¿Se podrá refritear?!?!?! Me imagino que sí, pero, ¿quién se anima a hacerla con esos presupuestos millonarios?!?!??! ¿$200 millones USD?!?!?!? Eso es muchísimo. A todo esto mi pregunta es... ¿fueron ambas series tan exitosas como para tener ganancia comercial??? ¿Ganaron más que lo que costaron? Y más que nada esta, la 2da, que dices que fue un fiasco. ¡Besotes!
Rafael Ochoteco La primera si compensó los 140.000. La segunda no para nada y con eso se acabó la costumbre de las cadenas comerciales de hacer miniseries epicas. A ver . The Pacific una serie limitada de HBO, costó arriba de 200 millones y eso en el 2010. The Crown lleva mas de 500 millones. Stranger Things costó 300 millones. El problema no es el dinero es si va a gustar y, mas importante, si va a estar a la altura de los canones actuales en términos de diversidad.
EliminarDesde FB de George Llerena Torrico
ResponderEliminarPor supuesto que tendría que ser para cable o streaming, imposible que las cadenas normales tengan ese presupuesto y, más importante, se atrevan a invertirlo en una serie que lidia con un tema tan espinoso. HBO parece la mejor candidata (The Pacific, Chernovil, Band of brothers) además podrían retratar las escenas gráficas sin problema. Podrían hacer 6 episodios de hora y media con una reescritura de libreto que corrija los errores
George Eduardo Llerena Torrico Gracias por pasar, Sir George. HBO es la mejor candidata. Después de GOT tiene el monopolio de escenas fuertes. 6 episodios? Si la original fueron 38 horas! Yo creo que tendrían que hacer tres temporadas.
EliminarNo creo que el tema sea espinoso. En la BBC lo cubrieron en ‘World on Fire” el 2019. El problema es que se pusieron a decir mentiras (Tropas inglesas en Polonia) o a hacer lo inconcebible contar el primer año de la Segunda Guerra Mundial, en todos los frentes, sin tocar el tema judío. Lo espinoso es satisfacer a la Vigilancia de la Diversidad. Porque WOF creyó sacársela de encima con un personaje importante gay que tiene un amante negro. Pero ahora en la crítica de The Nevers han salido que otro pecado de Josh Whedon es que sus personajes de color son siempre secundarios. Así que quieren afroamericanos o asiáticos como protas.
Yo tengo una solución, pero no sé si será satisfactoria para las exigencias de hoy. Que el equipo sea diverso que las cámaras, la producción, la edición, los detalles técnicos estén en manos de mujeres, de gays, de no binarios y que posiblemente no sean caucásicos. El problema son los principales. A mi me da risa que Brideshead Revisited, una serie “blanca” fuese diversa porque su protagonista era mitad hindú.
Debido a que un gran problema fue la mala elección de actriz para Natalie en la original, yo querría alguien que se viese judía alguien como Mila Kunis, Lizzy Caplan o Emmy Rossum, pero con este cuento de la diversidad… Pensé en Sibel Kekelli que es turca y ya hizo de judía en “El último tren de Berlín”, pero Shae tiene 40 años y los representa. No sé, a lo mejor si lo hiciera una latina. Se me metió en la cabeza, no sé porque, Eiza González.
·
Desde FB de George Llerena Torrico
EliminarMila Kunis y Lizzy Caplan tienen harta experiencia con protagónicos, a Shae no la veo llenando el papel, no porque no pueda sino por la edad (cuando la vimos como la amada de Tyrion tenía 6 años menos). Por algún motivo pensé que eran menos horas; entonces si son 38, correspondería hacer, al menos, una serie extendida de 3 temporadas, de 30 episodios a más, pero con un libreto tan bien adaptado y estructurado que cada capítulo deje en vilo al espectador (una habilidad que pocos escritores tienen) y con un cast tan estelar y redondo que enganche a la gente (así la cadena la renueva). Yo me conformaría con que tenga buenos escritores que sepan adaptar la historia.
El problema con estos estándares que exige el público PC es que la diversidad en pantalla por cumplir se ve y se siente forzada, es más notoria que incluir mensajes feministas (que es algo con menos visibilidad para la audiencia generalista, muchos de ellos ni siquiera notan cuando los ponen así estén fuera de contexto). Les comparto un breve ejemplo para ilustrar este último punto: hace poco Netflix colocó en su catálogo un drama histórico realizado en mi país, el primero en exportarse mundialmente a través de esta plataforma: El último bastión, producido antes de la pandemia, sobre la independencia del Perú. La serie fue creada y escrita por Eduardo Adrianzén y realizada por el mismo equipo que nos regaló Eva del Edén, pero con un factor de diferencia: una mayor preponderancia del rol de la mujer y diálogos feministas acordes con lo que el público actual exige. Más allá de las obvias limitaciones de presupuesto (fue hecha por la TV pública a diferencia de Eva que la hizo un canal comercial), la serie gozó de buena acogida de público y crítica, hasta le dieron un premio los del INC y el comercio (y vamos, no los voy a contradecir porque argumentalmente es muy buena),. Sólo que a mi siempre me chirrió, aparte del pobre soundtrack y el cast de actores en su mayoría desconocidos (puntos que le jugaron en contra comparada con su predecesora), escuchar a mujeres de principios del XIX hablar a los hombres de emancipación femenina con tanta grandilocuencia. No niego que hubo mujeres importantes involucradas en el proceso (las hubo y aparecen) pero escuchar esos diálogos me sacaba un poco de contexto, y me extraña sobre todo porque Eva (que en mi opinión es superior a esta en todo sentido, hay que decirlo) nunca necesitó decir tales cosas para contar una gran historia o mostrar el valor y tribulaciones de su protagonista. ¿Será porque la hicieron hace 15 años y el público que ve el Bastión, The Nevers o los fanfictions faux-feministas de Starz es otro? ¿Será porque me estoy volviendo viejo y me gustan mis series con mujeres fuertes sin que me lo repitan en el libreto cada 5 minutos? ¿Fue un requisito que le hicieron a Adrianzén? Tengo que preguntarle si me lo vuelvo a encontrar.
Voy a anotar el libro para leerlo después, recuerdo que hace unos años hablamos sobre Recuerdos de guerra pero nunca lo llegué a conseguir. Besos
·
George Eduardo Llerena Torrico Hay gente que se pone a la defensiva apenas uno hace criticas al tokenismo, a la diversidad forzada o al color blindness, pero es que realmente si una historia engancha es porque es buena, esta bien escrita, tiene buenos personajes y buenos actores. Lo demas no va a sobresalir, me refiero a mensajes politicos, si el publico no le interesa verla. El problema es que el p'ublico hace rato que no importa. Estoy viendo una serie francesa maravillosa, Speakerine, sobre la tv en la Francia de 1962 y ahi el director de un canal dice "el p'ublico es tonto" . Y no me sorprende porque hace rato que se manipula al público. Un ejemplo en una critica de "Mare of Easttown", la nueva serie de Kate Winslet, dice que "debemos" sentir l'astima por una victima. O sea, ahora nos dicen quien debe caernos bien o mal. me sorprende lo que me cuentas porque yo tenia esperanzas en el Perú como el ultimo bastion de conservadurismo en Latino America.
Eliminar