El final de Badehotellet me ha dejado con sentimientos encontrados. Después
de diez temporadas, da tristeza decir adiós a las playas danesas y a sus
veraneante a los que seguimos desde 1928 a 1947, pero también me ha dejado un
poco de frustración. Aunque todo quedó en su lugar, se pudo hacer más con estos
nueve episodios que cerraron la serie más vista de la televisión danesa.
No voy a gastar
tiempo contando la génesis de la serie. Ya lo he hecho en otras entradas, solo
explicar que desde el 2013, hemos visto la evolución de un grupo de daneses de
clase alta que se reúnen todos los años a veranear en el Hotel Andersen en la Península
de Jutlandia. A la par de los personajes, conocemos al personal del hotel, cocineros y camareras. Las relaciones entre el
mundo de Arriba y Abajo, y entre los
huéspedes, proveen la trama.
A partir de la
sexta temporada, la historia europea y el mundo real irrumpieron en la
tranquilidad playera y pusieron tanto al Andersen como a sus huéspedes en situaciones
limites antes, durante, y después de la
Ocupación Alemana de Dinamarca. Se esperaba que la serie , cuyas últimas
temporadas fueron filmadas durante la pandemia, acabase en una novena temporada.
Solo que había cabos sueltos y, para
darle un final digno, se creó esta décima
temporada que paso a reseñar.
Como son muchos
personajes, voy a ir de arco en arco. Mi comentario general es que se vuelve
interesante cuando tocamos el tema de la historia inmediata con el Juicio de
Nuremberg, la terrible situación de la Alemania de la posguerra y la situación de
los alemanes refugiados en Dinamarca.
Lo peor es cuando
se retrocede, la evolución de los
personajes desaparece y volvemos a foja cero con las egolatrías de Edward Weyse,
la decidía egoísta de Hjalmar Aurland ante el amor que le brinda una mujer más
joven, las dudas de Ditmar sobre vivir abiertamente su homosexualidad, etc..
Incluso el tema central (y el más soso)las marrullerías de Georg Madsen y la
preocupación de que el Hotel Andersen caiga en manos peligrosas, ya han sido archi vistas en temporada pasadas.
La serie acaba en
el verano de 1947 y es un final muy excéntrico. Se supone que, bajo la nueva administración,
Lidya Fjeldso celebrará sus 75 años de vida. Para eso ha invitado a personajes
de otras temporadas, ¡pero nunca llegamos a ver la fiesta ni a los invitados! Hubiese
sido estupendo volver a ver a todos los que nos dejaron como Vera, Ane, los Mellizos
Frigh. En cambio, vimos a…
Amanda
La gran razón por
la cual se filmó esta última temporada fue para clausurar de manera digna y
sensata la historia de Amanda , la heroína de facto de la serie. De la
adolescente mimada, hija de un rico mercader, de la primera temporada, Amanda ha comenzado
un viaje de madurez que la lleva a ser asistente de director de cine,
publicista y dueña del Hotel Andersen.
La mayor
evolución es en el plano romántico. A sus diecinueve años Amanda pierde su
virginidad borracha con el pescador Morten, se casa obligada con el Conde
Ditmar, comete adulterio, se divorcia, se casa por su amante quien la abandona por
una secretaria a la que ha embarazado. Un segundo divorcio empuja a Amanda, de más
de 30 años, a madurar, a olvidarse de los hombres y a administrar el hotel en
un momento de crisis para Dinamarca.
En 1940 vimos a Amanda
a luchar contra las exigencias de los alemanes comandados por el joven teniente
Uwe Kiesling que inmediatamente demostró un interés—no reciproco— por la dueña
del hotel. Un año más tarde, Amanda ya no pudo resistirse y tuvo un breve
interludio antes de que Uwe se marchase a Rusia. Uwe se perdió en el Frente
Oriental y Amanda tuvo que ver su hotel requisado por los nazis y ella se
ocultó por un par de años.
A su regreso, en
1945, el hotel la está esperando a ella y a la pequeña Frida. Aunque Madsen ha
creado un ficticio padre ausente y sueco para su nieta, el público sabe que es
hija de Uwe de quien Amanda no ha tenido noticias en cuatro años. Finalmente, Amanda
descubre cartas perdidas de su amante. Mientras convalecía de sus heridas, Uwe se unió a la Resistencia Alemana. Desde el
atentado contra Hitler se oculta en las Montañas de Harz.
Al final de la
temporada pasada, Uwe había intentado llegar donde Amanda en Dinamarca y había
acabado preso en un campo de refugiados alemanes dirigido por un Morten que
ahora es oficial de las Fuerzas Danesas Libres. Un año más tarde, Amanda tiene
prohibido ver y escribirle al ex teniente, pero se las arregla para encontrarse
con él y presentarle a su hija. A Frida le cuesta poco contarle a Otilia (que
ahora es su institutriz) que conoció a su padre y mostrarle una foto.
Otilia reconoce
al alemán. Como buena patriota enfrenta a su jefa y Amanda la convence de que Uwe
nunca ha sido nazi. Otilia lo entiende, pero ninguna se da cuenta de que el
teléfono esta descolgado. Alguien escucha la conversación y pronto todo el
hotel se entera que su dueña fue “colaboradora horizontal”. La Brigada de la
Cocina es la primera (a pesar de los gruñidos de Edith) en aceptar el romance
de Amanda.
Mas difícil es
convencer a los huéspedes que se queden en la casa de quien es vista como
traidora y ramera. Hasta Weyse se permite unos chistecitos ordinarios. Finalmente,
el cariño que le tienen a Amanda, a quien conocen desde niña, los hacen recapacitar, entenderla y
perdonarla.
No ocurre lo
mismo con el pueblo que se convierte en un hervidero de chismes y nadie quiere
venderle productos a “la puta de los alemanes”. En medio de tanto clamor, Uwe recibe la
oportunidad de regresar a Alemania a testificar en el Juicio de Nuremberg. Él
solicita que lo acompañe su familia danesa. Amanda y su teniente se casan
apurados (con Morten oficiando la ceremonia).
Antes de viajar a
Alemania, Amanda debe vender el hotel. Ahí se arma una añeja trama que recuerda
a las primeras temporada con los peores compradores a punto de apoderarse del Andersen
y como este negocio altera a los huéspedes. Tristemente, Amanda desaparece de la trama central en el cuarto
episodio.
Solo hace apariciones fugaces desde Alemania
donde reconcilia a Uwe y con su padre y se instala en el palacete Kiessling,
mientras su esposo trabaja en la alcaldía en la reconstrucción de Hamburgo. En
el episodio final, un año más tarde, Teresa menciona que le ha nacido otro
nieto en Hamburgo. Me pareció un mal final para la protagonista de la serie.
Los Madsen
Desde la primera temporada,
que Georg Madsen ha sido el cuasi villano de la serie con sus tortuosos
negocios y su egoísmo con su familia. Recordemos que fue quien acusó a Morten
de asesinato, quien vendió a su hija al Conde Ditmar y quien caminó en la
cuerda floja en sus aventuras financieras con los nazis durante la Ocupación. Pues
en su última temporada sigue en sus enredos financieros, dedicando su verano a
perseguir nuevas ambiciones, impidiendo a su sufrida esposa, Therese, a gozar
de su estadía en el Andersen.
En 1946, Madsen
está descontento porque en la economía de posguerra no tiene muchas
oportunidades de construir. Conoce a un restaurant a John Henry Seerup, un danés
que ha hecho fortuna en America y lo convence de venir al Andersen. El plan de Madsen,
que Therese no comparte, es convencer a Seerup de llevárselo a Estados Unidos y
hacer negocios allá.
Ya conocemos el modus
operandi del mercader/constructor, combinar servilismo extremo con grandes
gastos. Seerup queda encantado con el Andersen, con el servicio, con los
huéspedes y con la zona. Se convierte en un candidato para comprarlo cuando
Amanda lo pone en venta. Su mujer, una estadounidense
altiva que deprecia todo lo danés, planea transformar y expandir el hotel.
Sus planes
asustan, enojan y preocupan a los huéspedes, acostumbrados a sus reuniones anuales en un
lugar que consideran como propio. De eso se trata casi toda la serie. Realmente
yo esperaba más de los Madsen, más de Amanda y en algún momento esperaba volver
a ver a Vera, su hermana de la que nadie habla. Al final dicen que Vera,
Robert, su esposo judío, y sus hijos vendrán a la celebración del cumpleaños de
Lydia Fjeldso, pero nunca aparecen ya que nunca llegamos a ver esa fiesta.
Los Weyse
En el final de la
Temporada 9 dejamos al ególatra actor muy conmovido contemplando la posibilidad
de contarle a Sarah Fjeldso que era su verdadero padre. Nos imaginamos que de
eso se trataría esta última temporada. ¡Para nada! Edward Weyse sigue siendo
tan narcisista y desligado de la realidad como siempre. Solo una vez se
mencionó el nombre de Sarah y nunca supimos si ya sabía quién era su padre biológico.
Weyse, en esta temporada, es una repetición de sus primeros años en la
serie. Tan acartonada es su interpretación que hasta afecta su música. No es
accidental puesto que Mrs. Seerup le dice al marido que apenas compren el hotel
contratarán a otro pianista.
Como siempre, los problemas de los Weyse giran en torno a la
obsesión de Edward con su carrera. El actor ha decidido probar un nuevo rumbo y
dirigir su primera obra teatral en la cual también funge como actor. La obra
escogida es la última pieza de Ibsen Cuando despertamos los muertos. ¡Yo no sabía que tenía tan mala prensa! A mí
me encanta. Weyse viene a darse cuenta de lo difícil, confusa y densa que es la
obra bastante después de haber aceptado el desafío de ponerla en escena. Como
siempre, no la ha leído, esperando que
sea su sufrida esposa la que lo haga por él.
Helene se niega a
seguir siendo asistente sin paga y acepta su propio desafío. Ser consejera
sentimental para una revista femenina. A pesar de las burlas de Weyse, pronto Helene
se ve inundada por cartas de mujeres que buscan su consejo. Recluta para que la
ayuden a sus compinches de siempre : Therese Madsen y Alice Frigh.
La presencia de
esta última dama es otra desilusión, tal vez porque nunca haya sido interesante
como personaje. Yo esperaba de su presencia noticias (y alguna aparición) de sus hijos. ¿Se casó Bertha con su colega de
la resistencia, el seudo arqueólogo Klaus Villumsen? Yo también quería ver a Leslie,
a Nana y sus hijos, pero aparte de
mencionar su invitación al cumpleaños (que nunca se materializa) de Fru Fjeldso no sabemos más de ellos.
Toda esta temporada
tiene a Alice embrollada en un dilema sentimental. Está manteniendo un romance clandestino
con Bent Andersen, abogado de Madsen. Andersen , un reconocido mujeriego, aduce
que su esposa y él mantienen matrimonio abierto, pero cuando su mujer le
escribe a Helene pidiendo consejo, Alice se da cuenta que su amante es un mentiroso.
Más grave es que también es un chismoso puesto que fue quien delató a Amanda,
pero como Alice tampoco es un ejemplo de discreción, eso no le importa.
La Brigada
de La Cocina
Como ven la
situación arriba de las escaleras no es muy fascinante. Tampoco la de abajo.
Han contratado a dos camareritas nuevas, una de ellas, Trine, es gay, algo que
solo descubren su compañerita que mucho se escandaliza y el gay en residencia, Philippe Dupont, pero todavía no quiero hablar
de él. Sigamos en la cocina que Dupont abandonó para irse a vivir con su
amante, el Conde Ditmar.
En su reemplazo,
se han traído a Martha que no ha bajado de peso, está incólume y solo sirve de
raisonneur y para quejarse de que nadie sigue las obligaciones del
racionamiento. Hubiese preferido que hubiese vuelto Ane (dicen que viene para
el cumpleaños de Lidia Fjeldso, pero…ya saben…)
La verdadera razón
por la cual ha vuelto Martha confirma mi teoría de que se quiere regresar al
esquema original, al inicio con los
huéspedes ocupados en sus empresas mezquinas y con unidad en la cocina para
recibir de regreso a Fie. Después de
cuatro temporadas de ausencia Rosalinde Mynster retorna, pero no a la cocina de
un hotel que ya no le pertenece. Fue bonito ver a Fie reunida en la casa que un
día fue de Morten, con su suegra y sus ex colegas y amigas.
Fie ha vuelto a
Dinamarca a buscar a Morten que se rehúsa a abandonar el ejército y regresar a Inglaterra
a su familia y su negocio. Fie descubre la razón. Durante la guerra los submarinos
alemanes hundieron varios barcos de Morten y con ellos a jóvenes conocidos y
amigos del matrimonio. Morten se siente culpable y carga contra su sufrida esposa.
Solo después de un infarto que casi se lleva a Molly (y que sirve para que por
primera vez Morten la llame “mama”), el
ex pescador toma la decisión más juiciosa: trasladar su empresa y a su familia a suelo danés.
Otilia y el
Consejero Aurland
Desde que Hjalmar
Aurland convenciese a Otilia que optase por ser camarera solo en el verano y
que el resto del año se dedicase a la docencia, que vi posibilidades de romance
para ese par. Aunque Otilia evidentemente se ha enamorado del anciano
subsecretario de no se sabe qué ministerio, Aurland vive en su nube depresiva sufriendo
por el mal estado del mundo y haciendo de Casandra con sus profecías lúgubres.
Toda La Brigada
de la Cocina sabe de los sentimientos de la camarera-maestra, pero el recato le
impide a Otilia dar un primer paso. En 1946, Otilia ha retornado al Hotel
Andersen como institutriz de Frida, pero se encuentra con un Hjalmar más apático
y ensimismado en abstractos que nunca. Lo único bueno que hace Aurland esta
temporada es convencer a Weyse (el hombre que le robó a su esposa) de trasladar
la obra de Ibsen a un escenario contemporáneo, en un país devastado por la
guerra.
La situación de Otilia
ha cambiado. Ha hecho amistad con Gabriel, el vicario de su villa y padre de un
par de alumnos. Este verano recibe una propuesta de matrimonio por correo.
Gabriel es no solo un hombre joven, medianamente atractivo, además es un pilar
de la sociedad que permitiría a Otilia subir de rango a la vez que le permita
cumplir con su destino de mujer.
Al ver a su amiga debatirse entre dudas , Edith decide por una vez poner a buen uso su chismosa lengua. Sin embargo, al saber que su amiga puede casarse con otro solo consigue que Hjalmar le recuerde a Otilia que si se casa ya no podrá enseñar. La exasperada maestra se marcha. Edith, igualmente exasperada, le dice a Hjalmar que Otilia lo ama.
Lo normal sería
que el viejito corriese en busca de la maestra, pero Aurland típicamente se
espera al verano siguiente para hacer algo respecto al romance. Para entonces Otilia
ya está rete-casada y no planea volver al Andersen. Por defraudada que me sentí,
me di cuenta de que Hjalmar no ha evolucionado. Él siempre ha sido un hombre
bueno, justo, dispuesto a ayudar al prójimo, pero es pésimo como marido. Por
eso perdió a Helene y por eso probablemente hubiese hecho infeliz a Otilia.
No se crean que
la razón por la cual no hubo amores entre el consejero y la ex camarera fue
miedo a las diferencias de edades . El Andersen siempre ha amprado intrigas
románticas y la última es precisamente un amor mayo-diciembre en la que
diciembre es August Molin.
El Retorno
de Kitty Hansen
El Señor Molin
es un personaje solapado, siniestro , que aparece siempre con aviesas
intenciones para arrastrar a Madsen a negocios sucios. En la Temporada 9
intentó denunciar al mercader metiéndole en su cuenta dinero mal habido. No lo
logró, en cambio perdió toda la fortuna que había hecho colaborando con los
nazis.
Madsen recibe
agriamente la presencia de su ex socio en el Andersen. No sabe que, al perder su
fortuna, Moulin lo perdió todo, incluyendo a su esposa, Alma, la actriz sueca. Ahora
vive en un barrio pobre de Copenhague, dedicado a pequeños trabajos de contaduría. Su
presencia obedece a un chantaje de su ex jefe, el Coronel Fuchs.
Como mucho nazis,
Fuchs se ha refugiado en Suiza, no puede
viajar, pero necesita un puñado de diamantes que su asistente ocultó en alguna
parte del Hotel Andersen. Si Moulin no los encuentra y se los hace llegar, Fuchs
lo delatará las a autoridades danesas. En el Andersen, Moulin encuentra una cómplice en su búsqueda :
Kitty Hansen. Si la misma loquilla que en su adolescencia sedujo a Weyse y al difunto
Herr Frigh.
Acabada de salir
de una institución mental, y se la han
impuesto a Weyse como su Irene en la pieza que va a dirigir y protagonizar. El
ególatra actor exige que Kitty venga a pasar el verano en Jutlandia para
asegurarse que hará un buen papel y no lo pondrá en vergüenza. Pésima idea. Kitty
no entiende el personaje, ni Weyse lo entiende. Más encima a la actriz le bajan
unos súbitos remordimientos. Le pide disculpas a Alice Frigh por haberle
quitado el marido. La Señora Frigh tiene otros problemas sentimentales. Luego
Kitty le revela a Helene que fue amante de su marido. Helene se enfurece, pero
le dura poco ya que recapacita en que en ese entonces ella también estaba
casada.
La próxima
maniobra de Kitty es más interesante. Llena de compasión por Molin, al que
reconoce como un colega neurótico, se vuelve su confidente y será ella quien
encuentre los diamantes. Molin los lleva a Copenhague a tasar, pero vuelve muy
alterado. Por el corte se reconoce que los diamantes pertenecieron a una
importante familia de joyeros de Amberes. Todos han muertos en el Holocausto.
Molin está en un
dilema, no quiere quedarse con los diamante, pero le teme a Fuchs. Kitty
encuentra la solución que los libra de culpa, de Fuchs y de los diamantes. La última
escena muestra a la pareja en la cama felices de su nueva libertad y su nuevo
amor. Un año más tarde, se chismea en el hotel que Kitty ha tenido éxito en las
tablas, que es ahora “la Señora Molin” y que hasta tiene un bebé.
¿Quién me hubiera
dicho que esta sería la historia que más me interesó este año? Fue mi pareja más shipeada y que creo que tuvo
el mejor final En cambio, para mí la peor subtrama y peor pareja la conformaron
mis favoritos Ditmar-Dupont.
Ditmar-Dupont
Recordemos que Ditmar
se pasó dos años en Dachau, una horrible experiencia que la serie ha pasado por
alto. Retornado a Dinamarca sufrió dos fuertes sacudidas emocionales, atreverse
a salir del closet ante sus amigos del Hotel Andersen y descubrir que quien lo entregó
a los nazis fue su padrastro. Como si no fuese suficiente desdicha llegan
noticias de Alemania donde han permanecido Mitzi, la prima-esposa del Conde, y
su hijo Wilhem. A sus doce años, y como
miembro de la juventudes Hitlerianas, Wilhelm fue obligado a participar en La
Batalla de Berlín donde pereció.
Este golpe sería
suficiente para destruir a cualquier padre, más a uno que ya viene traumatizado
por experiencias espeluznantes de las que jamás habla. Lo normal en estos casos
es que un padre se sienta culpable, aunque no lo sea, de la muerte de su único hijo. Ditmar comete
el error de expresar sus remordimientos delante de Philip que ya está harto de
vivir en un castillo lúgubre con una pareja que lo aburre con sus traumas y una
suegra que le pone cara de fuchi cada vez que lo ve. El ex cocinero se marcha
sin dejar dirección donde localizarlo.
El pobre Ditmar
mueve mar y cielo para encontrarlo sin saber que está escondido en su antiguo
chalet de verano. Amanda lo sabe, pero no puede traicionar la confianza de Philip
quien se convierte en consejero de mujeres confundidas como Kitty Hansen y la camarera
Trine. Cuando Ditmar lo encuentra, su pareja le echa en cara ser un cobarde que
nunca ha asumido su orientación sexual, etc.. Etc.. (¿WTF? ) ¿Se olvida de que Ditmar
perdió dos años de su vida en uno de los peores campos de concentración? ¿Que
si fue para allá fue por enfrentarse a su padrastro nazi sin temor a las
represalias? ¿Qué entre los muchos traumas que carga (sin ayuda para
superarlos) está la muerte de su único hijo?
Sin embargo, Ditmar
asume todas las culpas en el deterioro de su relación. Vende su castillo
ancestral, compra viñedos en Francia y se marcha allá con Philip (de paso se llevan
a Trine). Para mi ese no fue un final feliz, ni siquiera un buen final porque Philip
no parece una pareja ni muy comprensiva ni muy dada a apoyar.
Cuando comencé a
ver El Hotel del balneario, la encontré simpática y llamativa visualmente, pero
no soportaba a los huéspedes que eran narcisistas, solapados y muy abusadores
con sus parejas y con el servicio. Si me quedé fue por Molly Andersen y su Brigada
de la Cocina. Fue la Temporada 6, donde
al entrar elemento foráneo de la situación política europea en ese valle de
paz, que los personajes comenzaron a evolucionar e interesarme y reitero, las siguientes temporadas la convirtieron en
mi serie favorita. Es una lástima que al final hayan retrocedido a la fórmula
inicial.
Badehotellet,
Seaside Hotel o El Hotel del Balneario (en Valencia y Cataluña la pasaron como
Hotel Voramar) puede verse en USA por PBS Amazon (previa suscripción a Amazon)
o Thirteenth Passport (por solo $50 anuales la suscripción y sin necesidad de
pegar peaje en Amazon) En España se
puede encontrar en Filmin y en América Latina, pues en los sitios de donde se
baja lo que el streaming oficial no nos manda.
That is mucho years to be on air! I have just read somewhere that The Simpsons are in its 37th season or something, like who da coons tail watches that one still? Imagine watching the same series in which the characters never change for your whole life! PS I am preparing a little post of Nautilus, that one is coming in October to Prime, so we will have at least that this Autumn, but it does look like some BBC cheap ass fantasy series from the 80s. I would publish it today but I am waiting for Rigns of POwer trailer today to publish a post on that, so I will leave Nautilus for tomorrow morning probably.
ResponderEliminarI remember when The Simpsons began in 1989. It’s almost 35 years, and as you point out, no evolution. I guess you can say the same of Donald Duck and his nephews who remained ducklings forever.
Eliminar13 years is not much when you compare it to American soaps (some began in the radio) like Days of our Lives or General Hospital that have been around for half a century. The difference is that like in Badehotellet, children grow up and have their ow storylines.
Ohhh Thanks for the news. I had nothing to put for October in my Autumn review. Yeah, guess it will be cheap special effects, and probably a diatribe against the British Raj, but the brits were not nice to Indians, so they deserve it. Is AMC, right?
I have scheduled it for tomorrow morning, have the trailer too, on Prime in Europe, AMC in USA and it already aired in France and Scandinavia.
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