miércoles, 14 de agosto de 2024

Adiós al Hotel Andersen: Gran Final de Badehotellet.

 


El final de Badehotellet me ha dejado con sentimientos encontrados. Después de diez temporadas, da tristeza decir adiós a las playas danesas y a sus veraneante a los que seguimos desde 1928 a 1947, pero también me ha dejado un poco de frustración. Aunque todo quedó en su lugar, se pudo hacer más con estos nueve episodios que cerraron la serie más vista de la televisión danesa.

No voy a gastar tiempo contando la génesis de la serie. Ya lo he hecho en otras entradas, solo explicar que desde el 2013, hemos visto la evolución de un grupo de daneses de clase alta que se reúnen todos los años a veranear en el Hotel Andersen en la Península de Jutlandia. A la par de los personajes, conocemos al personal del hotel,  cocineros y camareras. Las relaciones entre el mundo de Arriba y Abajo,  y entre los huéspedes,  proveen la trama.

A partir de la sexta temporada, la historia europea y el mundo real irrumpieron en la tranquilidad playera y pusieron tanto al Andersen como a sus huéspedes en situaciones limites antes, durante,  y después de la Ocupación Alemana de Dinamarca. Se esperaba que la serie , cuyas últimas temporadas fueron filmadas durante la pandemia, acabase en una novena temporada. Solo que había cabos sueltos y,  para darle un final digno,  se creó esta décima temporada que paso a reseñar.

Como son muchos personajes, voy a ir de arco en arco. Mi comentario general es que se vuelve interesante cuando tocamos el tema de la historia inmediata con el Juicio de Nuremberg, la terrible situación de la Alemania de la posguerra y la situación de los alemanes refugiados en Dinamarca.

Lo peor es cuando se retrocede,  la evolución de los personajes desaparece y volvemos a foja cero con las egolatrías de Edward Weyse, la decidía egoísta de Hjalmar Aurland ante el amor que le brinda una mujer más joven, las dudas de Ditmar sobre vivir abiertamente su homosexualidad, etc.. Incluso el tema central (y el más soso)las marrullerías de Georg Madsen y la preocupación de que el Hotel Andersen caiga en manos peligrosas,  ya han sido archi vistas en temporada pasadas.



La serie acaba en el verano de 1947 y es un final muy excéntrico. Se supone que, bajo la nueva administración, Lidya Fjeldso celebrará sus 75 años de vida. Para eso ha invitado a personajes de otras temporadas, ¡pero nunca llegamos a ver la fiesta ni a los invitados! Hubiese sido estupendo volver a ver a todos los que nos dejaron como Vera, Ane, los Mellizos Frigh. En cambio, vimos a…

Amanda

La gran razón por la cual se filmó esta última temporada fue para clausurar de manera digna y sensata la historia de Amanda , la heroína de facto de la serie. De la adolescente mimada, hija de un rico mercader,  de la primera temporada, Amanda ha comenzado un viaje de madurez que la lleva a ser asistente de director de cine, publicista y dueña del Hotel Andersen.



La mayor evolución es en el plano romántico. A sus diecinueve años Amanda pierde su virginidad borracha con el pescador Morten, se casa obligada con el Conde Ditmar, comete adulterio, se divorcia, se casa por su amante quien la abandona por una secretaria a la que ha embarazado. Un segundo divorcio empuja a Amanda, de más de 30 años, a madurar, a olvidarse de los hombres y a administrar el hotel en un momento de crisis para Dinamarca.

En 1940 vimos a Amanda a luchar contra las exigencias de los alemanes comandados por el joven teniente Uwe Kiesling que inmediatamente demostró un interés—no reciproco— por la dueña del hotel. Un año más tarde, Amanda ya no pudo resistirse y tuvo un breve interludio antes de que Uwe se marchase a Rusia. Uwe se perdió en el Frente Oriental y Amanda tuvo que ver su hotel requisado por los nazis y ella se ocultó por un par de años.

A su regreso, en 1945, el hotel la está esperando a ella y a la pequeña Frida. Aunque Madsen ha creado un ficticio padre ausente y sueco para su nieta, el público sabe que es hija de Uwe de quien Amanda no ha tenido noticias en cuatro años. Finalmente, Amanda descubre cartas perdidas de su amante. Mientras convalecía de sus heridas,  Uwe se unió a la Resistencia Alemana. Desde el atentado contra Hitler se oculta en las Montañas de Harz.



Al final de la temporada pasada, Uwe había intentado llegar donde Amanda en Dinamarca y había acabado preso en un campo de refugiados alemanes dirigido por un Morten que ahora es oficial de las Fuerzas Danesas Libres. Un año más tarde, Amanda tiene prohibido ver y escribirle al ex teniente, pero se las arregla para encontrarse con él y presentarle a su hija. A Frida le cuesta poco contarle a Otilia (que ahora es su institutriz) que conoció a su padre y mostrarle una foto.




Otilia reconoce al alemán. Como buena patriota enfrenta a su jefa y Amanda la convence de que Uwe nunca ha sido nazi. Otilia lo entiende, pero ninguna se da cuenta de que el teléfono esta descolgado. Alguien escucha la conversación y pronto todo el hotel se entera que su dueña fue “colaboradora horizontal”. La Brigada de la Cocina es la primera (a pesar de los gruñidos de Edith) en aceptar el romance de Amanda.

Mas difícil es convencer a los huéspedes que se queden en la casa de quien es vista como traidora y ramera. Hasta Weyse se permite unos chistecitos ordinarios. Finalmente, el cariño que le tienen a Amanda, a quien conocen desde niña,  los hacen recapacitar, entenderla y perdonarla.




No ocurre lo mismo con el pueblo que se convierte en un hervidero de chismes y nadie quiere venderle productos a “la puta de los alemanes”.  En medio de tanto clamor, Uwe recibe la oportunidad de regresar a Alemania a testificar en el Juicio de Nuremberg. Él solicita que lo acompañe su familia danesa. Amanda y su teniente se casan apurados (con Morten oficiando la ceremonia).



Antes de viajar a Alemania, Amanda debe vender el hotel. Ahí se arma una añeja trama que recuerda a las primeras temporada con los peores compradores a punto de apoderarse del Andersen y como este negocio altera a los huéspedes. Tristemente,  Amanda desaparece de la trama central en el cuarto episodio.

 Solo hace apariciones fugaces desde Alemania donde reconcilia a Uwe y con su padre y se instala en el palacete Kiessling, mientras su esposo trabaja en la alcaldía en la reconstrucción de Hamburgo. En el episodio final, un año más tarde, Teresa menciona que le ha nacido otro nieto en Hamburgo. Me pareció un mal final para la protagonista de la serie.



Los Madsen

Desde la primera temporada, que Georg Madsen ha sido el cuasi villano de la serie con sus tortuosos negocios y su egoísmo con su familia. Recordemos que fue quien acusó a Morten de asesinato, quien vendió a su hija al Conde Ditmar y quien caminó en la cuerda floja en sus aventuras financieras con los nazis durante la Ocupación. Pues en su última temporada sigue en sus enredos financieros, dedicando su verano a perseguir nuevas ambiciones, impidiendo a su sufrida esposa, Therese, a gozar de su estadía en el Andersen.

En 1946, Madsen está descontento porque en la economía de posguerra no tiene muchas oportunidades de construir. Conoce a un restaurant a John Henry Seerup, un danés que ha hecho fortuna en America y lo convence de venir al Andersen. El plan de Madsen, que Therese no comparte, es convencer a Seerup de llevárselo a Estados Unidos y hacer negocios allá.




Ya conocemos el modus operandi del mercader/constructor, combinar servilismo extremo con grandes gastos. Seerup queda encantado con el Andersen, con el servicio, con los huéspedes y con la zona. Se convierte en un candidato para comprarlo cuando Amanda lo pone en venta.  Su mujer, una estadounidense altiva que deprecia todo lo danés,  planea transformar y expandir el hotel.



Sus planes asustan, enojan y preocupan a los huéspedes,  acostumbrados a sus reuniones anuales en un lugar que consideran como propio. De eso se trata casi toda la serie. Realmente yo esperaba más de los Madsen, más de Amanda y en algún momento esperaba volver a ver a Vera, su hermana de la que nadie habla. Al final dicen que Vera, Robert, su esposo judío, y sus hijos vendrán a la celebración del cumpleaños de Lydia Fjeldso, pero nunca aparecen ya que nunca llegamos a ver esa fiesta.



Los Weyse

En el final de la Temporada 9 dejamos al ególatra actor muy conmovido contemplando la posibilidad de contarle a Sarah Fjeldso que era su verdadero padre. Nos imaginamos que de eso se trataría esta última temporada. ¡Para nada! Edward Weyse sigue siendo tan narcisista y desligado de la realidad como siempre. Solo una vez se mencionó el nombre de Sarah y nunca supimos si ya sabía quién era su padre biológico.

Weyse,  en esta temporada,  es una repetición de sus primeros años en la serie. Tan acartonada es su interpretación que hasta afecta su música. No es accidental puesto que Mrs. Seerup le dice al marido que apenas compren el hotel contratarán a otro pianista.

Como siempre,  los problemas de los Weyse giran en torno a la obsesión de Edward con su carrera. El actor ha decidido probar un nuevo rumbo y dirigir su primera obra teatral en la cual también funge como actor. La obra escogida es la última pieza de Ibsen Cuando despertamos los muertos.  ¡Yo no sabía que tenía tan mala prensa! A mí me encanta. Weyse viene a darse cuenta de lo difícil, confusa y densa que es la obra bastante después de haber aceptado el desafío de ponerla en escena. Como siempre, no la ha leído,  esperando que sea su sufrida esposa la que lo haga por él.





Helene se niega a seguir siendo asistente sin paga y acepta su propio desafío. Ser consejera sentimental para una revista femenina. A pesar de las burlas de Weyse, pronto Helene se ve inundada por cartas de mujeres que buscan su consejo. Recluta para que la ayuden a sus compinches de siempre : Therese Madsen y Alice Frigh.



La presencia de esta última dama es otra desilusión, tal vez porque nunca haya sido interesante como personaje. Yo esperaba de su presencia noticias (y alguna aparición)  de sus hijos. ¿Se casó Bertha con su colega de la resistencia, el seudo arqueólogo Klaus Villumsen? Yo también quería ver a Leslie,  a Nana y sus hijos, pero aparte de mencionar su invitación al cumpleaños (que nunca se materializa)  de Fru Fjeldso no sabemos más de ellos.

Toda esta temporada tiene a Alice embrollada en un dilema sentimental. Está manteniendo un romance clandestino con Bent Andersen, abogado de Madsen. Andersen , un reconocido mujeriego, aduce que su esposa y él mantienen matrimonio abierto, pero cuando su mujer le escribe a Helene pidiendo consejo, Alice se da cuenta que su amante es un mentiroso. Más grave es que también es un chismoso puesto que fue quien delató a Amanda, pero como Alice tampoco es un ejemplo de discreción, eso no le importa.



La Brigada de La Cocina

Como ven la situación arriba de las escaleras no es muy fascinante. Tampoco la de abajo. Han contratado a dos camareritas nuevas, una de ellas, Trine, es gay, algo que solo descubren su compañerita que mucho se escandaliza y el gay en residencia,  Philippe Dupont, pero todavía no quiero hablar de él. Sigamos en la cocina que Dupont abandonó para irse a vivir con su amante, el Conde Ditmar.



En su reemplazo, se han traído a Martha que no ha bajado de peso, está incólume y solo sirve de raisonneur y para quejarse de que nadie sigue las obligaciones del racionamiento. Hubiese preferido que hubiese vuelto Ane (dicen que viene para el cumpleaños de Lidia Fjeldso, pero…ya saben…)



La verdadera razón por la cual ha vuelto Martha confirma mi teoría de que se quiere regresar al esquema original,  al inicio con los huéspedes ocupados en sus empresas mezquinas y con unidad en la cocina para recibir de regreso a Fie.  Después de cuatro temporadas de ausencia Rosalinde Mynster retorna, pero no a la cocina de un hotel que ya no le pertenece. Fue bonito ver a Fie reunida en la casa que un día fue de Morten, con su suegra y sus ex colegas y amigas.



Fie ha vuelto a Dinamarca a buscar a Morten que se rehúsa a abandonar el ejército y regresar a Inglaterra a su familia y su negocio. Fie descubre la razón. Durante la guerra los submarinos alemanes hundieron varios barcos de Morten y con ellos a jóvenes conocidos y amigos del matrimonio. Morten se siente culpable y carga contra su sufrida esposa. Solo después de un infarto que casi se lleva a Molly (y que sirve para que por primera vez Morten la llame “mama”),  el ex pescador toma la decisión más juiciosa:  trasladar su empresa y a su familia a suelo danés.



Otilia y el Consejero Aurland

Desde que Hjalmar Aurland convenciese a Otilia que optase por ser camarera solo en el verano y que el resto del año se dedicase a la docencia, que vi posibilidades de romance para ese par. Aunque Otilia evidentemente se ha enamorado del anciano subsecretario de no se sabe qué ministerio, Aurland vive en su nube depresiva sufriendo por el mal estado del mundo y haciendo de Casandra con sus profecías lúgubres.



Toda La Brigada de la Cocina sabe de los sentimientos de la camarera-maestra, pero el recato le impide a Otilia dar un primer paso. En 1946, Otilia ha retornado al Hotel Andersen como institutriz de Frida, pero se encuentra con un Hjalmar más apático y ensimismado en abstractos que nunca. Lo único bueno que hace Aurland esta temporada es convencer a Weyse (el hombre que le robó a su esposa) de trasladar la obra de Ibsen a un escenario contemporáneo, en un país devastado por la guerra.



La situación de Otilia ha cambiado. Ha hecho amistad con Gabriel, el vicario de su villa y padre de un par de alumnos. Este verano recibe una propuesta de matrimonio por correo. Gabriel es no solo un hombre joven, medianamente atractivo, además es un pilar de la sociedad que permitiría a Otilia subir de rango a la vez que le permita cumplir con su destino de mujer.



Al ver a su amiga debatirse entre dudas , Edith decide por una vez poner a buen uso su chismosa lengua. Sin embargo, al saber que su amiga puede casarse con otro solo consigue que Hjalmar le recuerde a Otilia que si se casa ya no podrá enseñar. La exasperada maestra se marcha. Edith, igualmente exasperada, le dice a Hjalmar que Otilia lo ama.

Lo normal sería que el viejito corriese en busca de la maestra, pero Aurland típicamente se espera al verano siguiente para hacer algo respecto al romance. Para entonces Otilia ya está rete-casada y no planea volver al Andersen. Por defraudada que me sentí, me di cuenta de que Hjalmar no ha evolucionado. Él siempre ha sido un hombre bueno, justo, dispuesto a ayudar al prójimo, pero es pésimo como marido. Por eso perdió a Helene y por eso probablemente hubiese hecho infeliz a Otilia.

No se crean que la razón por la cual no hubo amores entre el consejero y la ex camarera fue miedo a las diferencias de edades . El Andersen siempre ha amprado intrigas románticas y la última es precisamente un amor mayo-diciembre en la que diciembre es August Molin.



El Retorno de Kitty Hansen

El Señor Molin es un personaje solapado, siniestro , que aparece siempre con aviesas intenciones para arrastrar a Madsen a negocios sucios. En la Temporada 9 intentó denunciar al mercader metiéndole en su cuenta dinero mal habido. No lo logró, en cambio perdió toda la fortuna que había hecho colaborando con los nazis.

Madsen recibe agriamente la presencia de su ex socio en el Andersen. No sabe que, al perder su fortuna, Moulin lo perdió todo, incluyendo a su esposa, Alma, la actriz sueca. Ahora vive en un barrio pobre de Copenhague,  dedicado a pequeños trabajos de contaduría. Su presencia obedece a un chantaje de su ex jefe,  el Coronel Fuchs.



Como mucho nazis,  Fuchs se ha refugiado en Suiza, no puede viajar, pero necesita un puñado de diamantes que su asistente ocultó en alguna parte del Hotel Andersen. Si Moulin no los encuentra y se los hace llegar, Fuchs lo delatará las a autoridades danesas. En el Andersen,  Moulin encuentra una cómplice en su búsqueda : Kitty Hansen. Si la misma loquilla que en su adolescencia sedujo a Weyse y al difunto Herr Frigh.



Acabada de salir de una institución mental,  y se la han impuesto a Weyse como su Irene en la pieza que va a dirigir y protagonizar. El ególatra actor exige que Kitty venga a pasar el verano en Jutlandia para asegurarse que hará un buen papel y no lo pondrá en vergüenza. Pésima idea. Kitty no entiende el personaje, ni Weyse lo entiende. Más encima a la actriz le bajan unos súbitos remordimientos. Le pide disculpas a Alice Frigh por haberle quitado el marido. La Señora Frigh tiene otros problemas sentimentales. Luego Kitty le revela a Helene que fue amante de su marido. Helene se enfurece, pero le dura poco ya que recapacita en que en ese entonces ella también estaba casada.




La próxima maniobra de Kitty es más interesante. Llena de compasión por Molin, al que reconoce como un colega neurótico, se vuelve su confidente y será ella quien encuentre los diamantes. Molin los lleva a Copenhague a tasar, pero vuelve muy alterado. Por el corte se reconoce que los diamantes pertenecieron a una importante familia de joyeros de Amberes. Todos han muertos en el Holocausto.



Molin está en un dilema, no quiere quedarse con los diamante, pero le teme a Fuchs. Kitty encuentra la solución que los libra de culpa, de Fuchs y de los diamantes. La última escena muestra a la pareja en la cama felices de su nueva libertad y su nuevo amor. Un año más tarde, se chismea en el hotel que Kitty ha tenido éxito en las tablas, que es ahora “la Señora Molin” y que hasta tiene un bebé.




¿Quién me hubiera dicho que esta sería la historia que más me interesó este año?  Fue mi pareja más shipeada y que creo que tuvo el mejor final En cambio, para mí la peor subtrama y peor pareja la conformaron mis favoritos Ditmar-Dupont.

Ditmar-Dupont

Recordemos que Ditmar se pasó dos años en Dachau, una horrible experiencia que la serie ha pasado por alto. Retornado a Dinamarca sufrió dos fuertes sacudidas emocionales, atreverse a salir del closet ante sus amigos del Hotel Andersen y descubrir que quien lo entregó a los nazis fue su padrastro. Como si no fuese suficiente desdicha llegan noticias de Alemania donde han permanecido Mitzi, la prima-esposa del Conde, y su hijo Wilhem. A sus doce años,  y como miembro de la juventudes Hitlerianas, Wilhelm fue obligado a participar en La Batalla de Berlín donde pereció.



Este golpe sería suficiente para destruir a cualquier padre, más a uno que ya viene traumatizado por experiencias espeluznantes de las que jamás habla. Lo normal en estos casos es que un padre se sienta culpable, aunque no lo sea,  de la muerte de su único hijo. Ditmar comete el error de expresar sus remordimientos delante de Philip que ya está harto de vivir en un castillo lúgubre con una pareja que lo aburre con sus traumas y una suegra que le pone cara de fuchi cada vez que lo ve. El ex cocinero se marcha sin dejar dirección donde localizarlo.

El pobre Ditmar mueve mar y cielo para encontrarlo sin saber que está escondido en su antiguo chalet de verano. Amanda lo sabe, pero no puede traicionar la confianza de Philip quien se convierte en consejero de mujeres confundidas como Kitty Hansen y la camarera Trine. Cuando Ditmar lo encuentra, su pareja le echa en cara ser un cobarde que nunca ha asumido su orientación sexual, etc.. Etc.. (¿WTF? ) ¿Se olvida de que Ditmar perdió dos años de su vida en uno de los peores campos de concentración? ¿Que si fue para allá fue por enfrentarse a su padrastro nazi sin temor a las represalias? ¿Qué entre los muchos traumas que carga (sin ayuda para superarlos) está la muerte de su único hijo?



Sin embargo, Ditmar asume todas las culpas en el deterioro de su relación. Vende su castillo ancestral, compra viñedos en Francia y se marcha allá con Philip (de paso se llevan a Trine). Para mi ese no fue un final feliz, ni siquiera un buen final porque Philip no parece una pareja ni muy comprensiva ni muy dada a apoyar.




Cuando comencé a ver El Hotel del balneario, la encontré simpática y llamativa visualmente, pero no soportaba a los huéspedes que eran narcisistas, solapados y muy abusadores con sus parejas y con el servicio. Si me quedé fue por Molly Andersen y su Brigada de la Cocina. Fue la Temporada 6,  donde al entrar elemento foráneo de la situación política europea en ese valle de paz, que los personajes comenzaron a evolucionar e interesarme y reitero,  las siguientes temporadas la convirtieron en mi serie favorita. Es una lástima que al final hayan retrocedido a la fórmula inicial.

Badehotellet, Seaside Hotel o El Hotel del Balneario (en Valencia y Cataluña la pasaron como Hotel Voramar) puede verse en USA por PBS Amazon (previa suscripción a Amazon) o Thirteenth Passport (por solo $50 anuales la suscripción y sin necesidad de pegar peaje en Amazon)  En España se puede encontrar en Filmin y en América Latina, pues en los sitios de donde se baja lo que el streaming oficial no nos manda.

3 comentarios:

  1. That is mucho years to be on air! I have just read somewhere that The Simpsons are in its 37th season or something, like who da coons tail watches that one still? Imagine watching the same series in which the characters never change for your whole life! PS I am preparing a little post of Nautilus, that one is coming in October to Prime, so we will have at least that this Autumn, but it does look like some BBC cheap ass fantasy series from the 80s. I would publish it today but I am waiting for Rigns of POwer trailer today to publish a post on that, so I will leave Nautilus for tomorrow morning probably.

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    1. I remember when The Simpsons began in 1989. It’s almost 35 years, and as you point out, no evolution. I guess you can say the same of Donald Duck and his nephews who remained ducklings forever.
      13 years is not much when you compare it to American soaps (some began in the radio) like Days of our Lives or General Hospital that have been around for half a century. The difference is that like in Badehotellet, children grow up and have their ow storylines.
      Ohhh Thanks for the news. I had nothing to put for October in my Autumn review. Yeah, guess it will be cheap special effects, and probably a diatribe against the British Raj, but the brits were not nice to Indians, so they deserve it. Is AMC, right?

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    2. I have scheduled it for tomorrow morning, have the trailer too, on Prime in Europe, AMC in USA and it already aired in France and Scandinavia.

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