Están de moda los
shows de detectives. Hay una obsesión con resolver asesinatos incluso en
escenarios de época. Y no hay nada tan fascinante como perseguir asesinos, sobre todo si son magnicidas. Eso está
aprovechando esta primavera Appletv+ con su Manhunt, la investigación y cacería
del asesino (s) del presidente Abraham Lincoln.
Una Conspiración
y un Asesinato
Manhunt está basada en Manhunt the 12-day
Chase for Lincoln’s Killer de James L. Swanson . El primer episodio nos describe
el final de La Guerra de Secesión, el asesinato del Presidente Abraham Lincoln,
perpetrado por el actor John Wilkes Booth, y otros sucesos ocurridos esa misma noche y
que forman parte de una conspiración de los Estados Confederados para apoderarse
del gobierno.
Fracasada la
conspiración y fugado el asesino, la trama se cifra en la investigación del
Ministro de Guerra Edwin Stanton (Tobías Menzies de Outlander, Juego de
Tronos etc.) por capturar a Booth y sus cómplices. Al mismo tiempo debe
batallar contra fuerzas pro-Confederadas en altos puestos gubernamentales que incluyen
hasta el nuevo presidente Andrew Johnson. Stanton debe luchar por mantener vivo
el sueño de Lincoln de liberar a los esclavos y de darles un puesto digno en la
sociedad blanca. Su salud no lo acompaña y hasta su esposa lo abandona.
Confieso no haber
visto The Conspirator, el filme de Robert Redford, y aunque cubrimos el
gobierno de Lincoln en mi penúltimo año de secundaria, yo no tenía idea de la magnitud de la
conspiración. Debido a mi ignorancia me es fácil aceptar licencias históricas
de la miniserie.
No me interesa
saber que pierna se rompió Booth al saltar al escenario, ni que oreja le voló
su balazo al presidente. Me es fácil aceptar que Edwin Stanton fuese amigo
personal de Lincoln (“has sido su esposa durante la guerra” gruñe Mary Lincoln)
y que convierta la búsqueda del asesino en algo personal. Aparentemente, Stanton
y Lincoln tuvieron muchos desencuentros durante su relación política y no eran
tan cercanos para que le llamase “Abe”. De hecho, a Lincoln no le gustaba ese
apodo.
Pero vamos, la
historia fluye mejor con esa motivación de Stanton de vengar a su mejor amigo.
Como tampoco había yo he visto daguerrotipos del caballero no me incomoda que
lo interprete Tobias Menzies, más delgado y alto que el verdadero Edwin Stanton
y sin la larga barba que caracterizaba al Secretario de Guerra.
Las mayores
quejas de los puristas han sido por el elenco, principalmente en contra de Hamish
Linklatter y su interpretación de “Honest Abe”. Aunque hemos visto a grandes
actores, desde Henry Fonda hasta Sir Daniel Day Lewis, dar vida al presidente mártir, me ha gustado del
trabajo de Linkletter, su caracterización
física y la mixtura de cansancio y entusiasmo que imprime a su personaje.
Ha habido quejas
de que lo han puesto pusilánime y perdona vidas . Todos los datos que hemos
heredado sobre Abraham Lincoln nos lo describe como compasivo, pacifico,
ansioso de acabar con la violencia fratricida y de unificar a la nación.
Por último,
debemos recordar que la serie se ha basado en un libro y en el punto de vista
de su autor. Es por eso que dos personajes ambiguos a los que la historia ha
otorgado el beneficio de la duda, Mary Surratt y el Dr. Samuel Mudd, son retratados aquí como villanos gracias a
nuevas pruebas desenterradas que los incriminan.
La historia comienza
justo después de la rendición de Los Confederados en Appomatox. Para Lincoln y
su gabinete es un triunfo mayor. Por fin el presidente decide relajarse y
llevar a su esposa al teatro a ver una comedia, Nuestro Primo Americano.
Edwin Stanton va a seguirlo cuando recibe noticias de que William H. Seward, el
Secretario de Estado, ha sido victima de
un atentado.
Cuando los
Actores se Vuelven Asesinos
Mientras Stanton
va casa del herido, vemos como John Wilkes Booth prepara su atentado con ayuda
de gente dentro del mismo teatro. Lo vemos incluso tomándose una copa en el bar
con uno de los guardaespaldas del presidente.
Booth se conoce
de memoria la pieza, ha actuado en ella. Lo vemos fuera del palco presidencial
recitando el parlamento hasta que llega al momento escogido. Irrumpe en el
palco, le dispara al presidente y salta
al escenario con su famoso grito de otro celebre magnicida (Junius Bruto) Sic
Semper Tyrannis. (¡Así mueran los tiranos!)
Se han hecho
tantas películas sobre Lincoln, pero poco o casi nada sobre su asesinato. Yo
solo me imaginaba a John Wilkes Booth como John Derek (asombroso parecido entre
ambos actores) el villano de Prínce of Players, la biopia de su hermano
Edwin Booth, el mejor actor de su época.
Siempre vi a JWB
como un actor fracasado, envidioso de su hermano, dominado por delirios de grandeza. Nunca
supuse que hubiese una nación, al menos un servicio de inteligencia , apoyándolo.
No sabía que era famosísimo, un galán, y
un shock para el público saberlo magnicida. Es como si mañana Ryan Gosling
matase a Joseph Biden (G-d forbid!)
Lo inesperado para
Booth es romperse una pierna y tener que llegar rengueando a su caballo. De ahí
la trama bifurca por dos caminos: la huida de Booth que lo lleva al Sur y la
investigación de Stanton que es conjunta (aunque a ratos no lo parezca) con la
policía de Washington y el ejército.
Lo fascinante es
que siempre se conoció la identidad del asesino. En una época con medios de
comunicación en pañales, pre radio, pre filme, pre fotografía, los retratos a mano y daguerrotipos de John
Wilkes Booth circulaban por todos lados, al igual que afiches anunciando sus
actuaciones. Era tan famoso que una de las sorpresas del cuento es como lo van reconociendo
los muchos que lo ayudarán en su huida.
Booth logró
cruzar el puente que separaba el Distrito de Columbia con Maryland porque el
guardia era fan. Por eso lo dejó pasar a pesar de que ya había superado el
horario de clausura. Swann, el guía mestizo que lleva a Booth y a su compañero David
por terreno pantanoso a Virginia admite haber visto al asesino en un escenario
en Baltimore.
Yo diría que esta
es la mejor parte del relato. Este roadtrip en el que Booth va
aumentando en arrogancia y megalomanía y va perdiendo el norte, y aun
así hay gente que lo auxilia sea por dinero como el guía, por miedo como Mary, o porque realmente creen en su causa y admiran
sus acciones.
Ni Mudd era un
Martir, Ni Johnson un Abolicionista
Hay ciertas
exageraciones como el mostrar a todos los Confederados confabulados en un
movimiento de resistencia contra la rendición de sus fuerzas y que ven en Booth
un ejemplo al que hay que proteger. Diferente es el caso del Dr. Mudd. Se ha
descubierto que había dado refugio a agentes confederados antes, por lo que no es accidental que haya atendido
al actor a quien entablilló la pierna. Fin de la imagen de Mudd, el mártir
injustamente castigado por ejercer el juramento de Hipócrates.
Mudd era entonces
un Rebelde como se les llamaba a los sureños ¿pero era tan mala persona
con sus esclavos como nos lo muestra la serie? Durante el juicio de Mudd, Mary
testificó que su amo una vez le había disparado en la pierna a su hermano.
El tema de los
esclavos emancipados es prominente en la trama y no solo por el personaje de
Mary Simms (Lovie Simone). Edwin Stanton está atrapado entre vengar la muerte
de su amigo y presidente (ni hablar de sus conflictos familiares y de salud) y respaldar
la visión de una nueva categoría de ciudadanos estadounidenses, el conglomerado
afroamericano,
Solo que tiene
poca ayuda. Muchos políticos en Washington creen que fue un error (y motivo de
su asesinato) de Lincoln darles la libertad a los esclavos. Lo cree hasta
Robert Lincoln y ciertamente lo cree el nuevo presidente Andrew Johnson. De
Johnson, que muchos piensan (en la serie) que anduvo metido en la conspiración
de Booth-Surrat, Manhunt nos da
una visión de un hombre sucio y oportunista que cambia de idea como de calzoncillos
y que se va por lo que le conviene a él, no por los ideales por los que se ha
peleado una guerra fratricida.
La visión del
Norte, al menos la de Washington y Nueva York, es la de ricachones que velan por su pecunio y
son, en el fondo, simpatizantes del Sur.
Es cierto que hubo un complot para incendiar Nueva York, ¿pero es verdad que
una de sus causas era atraer el estado a la Confederación? Nada más significativo que la escena en la cual
la policía irrumpe en Wall Street a arrestar especuladores y los encuentra
entonado “Dixie”. Ellos son quienes
quieren apoderarse del gobierno
El gran villano
del cuento es un personaje pintoresco de la historia estadounidense, George N. Sanders de Kentucky (¿pariente del Coronel Sanders creador del Kentucky
Fried Chicken?) En la vida real, Sanders había cumplido funciones consulares en
Europa donde destacó por su amistad con los revolucionarios de su tiempo, el italiano Giuseppe Mazzini y el húngaro
Lajos Kossuth. Aparte de admirar a revoltosos, Sanders, creía firmemente en la legalidad del
magnicidio de tiranos.
Durante la Guerra de Secesión, y aun residiendo en el Norte, Sanders fue abiertamente pro sureño. Según él, Abe Lincoln era un tirano que merecía ser asesinado. La investigación de Stanton vinculó a Sanders con el cadre de conspiradores, pero el ex cónsul alcanzó a huir a Europa donde continuaría apoyando revueltas.
La serie nos
retrata a Sanders como un epitome de los millonarios de su época, un Robber Baron,
que especula en Wall Street, compra periódicos con los que manipula a la
opinión pública, y cree que la justicia
es un artículo de compraventa. ¿Existió
Sanders? Si, pero no creo que fuese parecido al Hombre del Saco de la cultura
estadounidense contemporánea.
Cuando intenta
matar a Edwin Stanton, Sanders suelta un “Podría matar a un hombre a plena luz
del día en Wall Street sin que me ocurriera nada”. Ya sabemos de donde salió
esa bravata. Ese presentismo afea la serie ya que le quita credibilidad.
Espías Confederados
Otra fascinante
premisa, pero que puede ser falsa, es la
importancia del Servicio Secreto Confederado. Falso es creer que era dominado
por Judah Benjamin. Tenemos un soldado afroamericano que escupe ese nombre con
un odio que va más allá del que merecen esclavistas. Ya siento las voces de Tamika
Mallory y Shaun King usando al personaje como mono de ventrílocuo.
Como todos los servicios
de inteligencia del mundo el Confederado tenia la obligación de reportarse a solo
a tres personas, el Presidente, el Vicepresidente y el Scretario de Estado. Sucede que el gordito Benjamín
era el Secretario de los Estados Confederados. Lo que sí es verdadero es
que Montreal era un centro de espionaje Confederado y que la ciudad canadiense
estaba llena de simpatizantes de la causa sureña.
Otra cosa es
hacernos creer que eran los espías confederados a los que había que temerles más
que a su ejército. A pesar de los esfuerzos de la serie para colocarlos detrás
de la conspiración que costó la vida a Lincoln, la mayoría de los planes del
servicio de espionaje sureño fracasaron. Tal como el plan de Lincoln-Stanton
para asesinar a Jefferson Davis también fracaso. No conocía este plan para acabar con el líder Confederado, pero no
me molesta ni me hace mirar con desprecio a Honest Abe. Las guerras a
veces exigen movidas desperadas y no muy legales ni morales.
Otra falsedad de Manhunt
es mostrarnos que Samuel Cox, en su sótano, tiene instalado un sistema de telégrafo con el
que manda despachos a Richmond. También tengo mis dudas sobre lo que le cuenta
a Booth que ya todo el Sur conoce y celebra su hazaña. De hecho, Booth no piso
ni el sótano ni el salón de Cox quien no lo dejó entrar a su casa. En su diario,
Booth expresa amargura por el magro
recibimiento de quien se limita a enviarlo al bosque en busca del misterioso River
Ghost, un guía Confederado.
En mi breve
investigación he descubierto un par de factores asombrosos. Hay gente que hoy
en día todavía creen que Booth hizo bien en matar al “tirano” Lincoln y existe una
teoría que muchos abrazan que John Wilkes Booth no murió abatido por el ejército
estadounidense en el establo de los Garrett. Muchos creen que logró huir a Europa donde
formó una familia y siguió promoviendo ideas que todavía caracterizan al Sur
moderno.
En general,
recomiendo Manhunt. Tiene trama
interesante que navega una delicada línea entre la investigación policiaca y
las intrigas políticas de Washington. Logra crear una atmosfera de época sobre
todo de la tensión que se vive en una nación acabada de salir de una guerra
civil.
Ha sido un muy
logrado libreto y producción a cargo de la afro-judía Monica Beletsky quien ya
nos diese la mejor (la Tercera) temporada de Fargo. En su equipo de guionistas
ha incluido una diversidad de estilos desde Jan Oxenberg que se especializa en
temas lésbicos hasta Ben H. Winters quien fuese el autor de la parodia del género
fantástico: Sense and Sensibility and Sea Monsters.
La dirección está
mayormente en manos del excelente Carl Franklin, “culpable” de muchas obras conocidas,
pero al que siempre agradeceré su estupendo Noir, El Diablo Viste de Azul. Las
actuaciones son impecables, el vestuario adecuado, la escenografía bien
constituida. Una lástima que tenga tan poca exposición porque Appletv+ se está
convirtiendo en una biblioteca de pequeñas joyas de época.
Contenido
Violento o Gory: El
asesinato. El enfrentamiento entre soldado afroamericanos y policías blancos
enfrente de la casa de Stanton, pero nada Gory
Contenido Sexual
o Desnudos: Ninguno
Factor
Feminista: Aunque nos habíamos
acostumbrado a visualizar a Mrs. Lincoln con el rostro de Mary Tyler Moore o
Sally Field, Lilly Taylor llena muy bien los escarpines de la Primera Dama. Se
las ha arreglado para mostrarnos todos los matices de Mary Lincoln: su derroche,
sus nervios frágiles que pueden haber evidenciado problemas mentales mayores,
pero también nos la muestran conmovedora ante la tragedia. Magnifica es esa
escena en que suplica a su esposo y a Stanton que no envíe a su hijo al campo
de batalla.
Si Mary Lincoln representa
a las mujeres blancas divididas por un conflicto fratricida que no han iniciado
(Mary le recuerda a Edwin Booth que sus hermanos han servido en el Ejército Confederado),
su tocaya de Maryland representa a la afroamericana que necesita de doble
emancipación, porque es esclava del color de su piel y de su condición femenina.
En cambio, Elizabeth Keckley (Betty Gabriel) es un personaje histórico que
merece su propia serie.
Esta mujer de
raza mixta nació esclava y soportó una vida de abusos (incluso sexuales) de
parte de su familia blanca que eran sus amos. Cuando descubrieron que era una
maga de la aguja, explotaron este
talento. Aun así, la joven costurera consiguió suficiente dinero para comprar
su libertad y la de su hijo (producto de una violación).
Elizabeth no es
solo la primera costurera que la historia americana recuerda de nombre. Es la
primera diseñadora de modas tanto de Los Estado Confederados como de los Estados
Unidos. Ella vestía a las grandes señoras de Richmond, incluyendo a Varina
Davis antes de esta ser Primera Dama del Sur. Elizabeth se trasladó a
Washington donde Mary Lincoln solicitó sus servicios. Así la ex esclava se convirtió,
no solo en la modista de la Primera Dama
del Norte, sino también en su amiga, su
confidente y hasta su administradora. Merece una miniserie dedicada a su vida y
obra.
Factor Diversidad: He preferido dejar a Mary Simms para esta sección, porque no la veo como un
icono feminista, a pesar de representar las injusticias cometidas en contra de
los esclavos en los albores de la emancipación. Mary, que huyó junto a su familia de la casa del
infame D. Mudd, es secuestrada ( aun estando en territorio abolicionista) por órdenes de su amo y llevada de regreso a
la esclavitud.
Cuando la
conocemos, teóricamente es libre, pero sigue siendo criada sin sueldo. Un día
se harta, arroja el mandil a la cara de su amo y se esmera en enseñar a leer a
los niños libertos. La verdadera Mary había abandonado a Los Mudd en 1964 y
solo reaparecería para testificar en contra de su ex amo. En la serie, en
cambio, han creado un estereotipo de los esclavos recientemente liberados. Esto
sucede con casi todos los personajes de color de la serie.
Esos son los
casos de George Bell, el fiel criado del Secretario Seward que es herido en el atentado
en contra de su patrón; del soldado negro, rezumando odio por Judah Benjamin,
que irrumpe en las oficinas del vicepresidente Confederado para buscar los
códigos de espionaje; y el soldadito mártir que es asesinado por la policía de Washington.
Todos ellos no pasan de ser símbolos de una raza abusada y atropellada aun después
de su liberación.
Por eso es que
mis personajes favoritos son, no los que trascienden la barrera del color que
es algo imposible de superar, pero los que logran salir de casilleros impuestos
por los blancos. Me refiero obviamente a Elizabeth Keckley, que es una figura
histórica, y a Oswell Swann.
Aunque
efectivamente Swann guio a Booth y a David, lo han convertido en un personaje
fascinante del cual lo único verdadero es su nombre. En la serie, Swann es mitad negro y mitad nativo, se dedica
a contrabandear gente que supuestamente milita en contra de los esclavos, pero él
hace hincapié en su raza indígena y en su libre albedrio. No se siente esclavo
porque toma sus propias decisiones. Es un personaje interesante, sobre todo
porque muestra otro rostro del— para nada monolítico— conglomerado afroamericano,
y aun así la serie no lo retrata negativamente.
Recomiendo
Manhunt, un bien contado capítulo de la historia de los Estados Unidos.
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