Hace cinco
semanas que estoy enganchadísima de “Patrick Melrose”, pero cada vez que
intento escribir algo sobre ella, me aqueja una parálisis. El tema es tan
fuerte y sobrecogedor, casi tanto como la actuación de Benedict Cumberbatch.
Finalmente encontré una manera de acercarme, enfocándome en su calificaciones
para ser drama de época. Lo es, puesto
que “Patrick Melrose” tiene lugar en el pasado remoto de los 60; en la
nostalgia de la Nueva York de los 80; e incluso en una visión retrospectiva de los 90, poblada de alusiones culturales de
esa época, y hasta de la presencia de un personaje histórico, la Princesa
Margarita.
La serie está
basada en el quinteto de novelas que Edward St. Aubyn publicó entre 1992 y el
2012. Yo no había oído hablar nunca ni del quinteto ni de su autor que es
considerado como un literato serio. Debo admitir que la prosa es prolija y, a ratos, lirica. El hecho de que la historia sea febrilmente
autobiográfica hace más doloroso el contenido.
Antes que todo,
aviso, no soy una Cumberbitch (así se autodenominan las fans de BC). Hasta hace
poco consideraba al pobre Benedict un poquito repelente. Aunque sigo sin verle
el sex-appeal (parece una zarigüeya sin mentón) le he tomado cariño gracias a
esta serie, como si fuera mi hermano
perdido, y creo que solo Sir Laurence
Olivier lo ha superado en el ámbito actoral.
Entonces no me
pregunten que me llevó a ver la serie de Showtime, donde cada capítulo
corresponde a una novela. Sabía muy poco de la trama. Vi el tráiler que es muy ambiguo, no da una idea
real del argumento, y leí en un pie de página
algo como “millonario autodestructivo debido al abuso paterno” y “aristócrata decadente dominado por las drogas”
. No con esas palabras exactas, pero como diría el Chapulín “ ya me entiendes ”.
Sonaba a “ Arthur” y con esa idea me tragué
el primer episodio.
Acabé mareada,
agotada y con ganas de gritarle al personaje “¡pequeña mierda engreída!” como lo hace el personaje de Alison
Williams. Desde la primera escena en que
el protagonista atacado de risa (acaba de inyectarse heroína) recibe, por llamada trasatlántica, la noticia de la muerte de su padre, hasta el
final cuando telefonea a su mejor amigo para decirle que quiere rehabilitarse, que presenciamos el torbellino de vivir dependiendo
de drogas, el horror de no poder acceder a ellas, y lo difícil que es para el
drogadicto comportarse como un ciudadano normal en un entorno normal.
El primer
episodio sigue a Patrick de 22 años, por
una Nueva York de 1982. Curiosamente, yo que me pasé ese año en Nueva York, alternando como siempre entre Manhattan y
Queens, no la vi muy reconocible. Me di cuenta
de la época por el vestido de Allison Williams, recordando que yo tuve cuatro
parecidos, en distintos tonos pastel.
También el hecho
de que nadie carga celular, ni tablet, ni BlackBerry ni laptop, ni siquiera
esos relojes que ahora tienen Whatsapp, hace sentir que estamos en eras añejas.
Lo que hoy en día se podría hacer desde la tina de baño o del restaurant de la
esquina, Patrick debe hacerlo atraves de esos teléfonos públicos de entonces
que eran como máquinas tragaperras, manejados por monedas que nunca los satisfacían,
que jamás te daban cambio, y que a cada rato escupían un mensaje robótico exigiendo,
cual Moloc, más monedas conque alimentar su insaciable
apetito.
Para Patrick
Melrose el teléfono es indispensable. Ha llegado a Manhattan al sepelio del
padre, sin drogas en la valija. Eso es una tragedia y lo vemos desesperado conducir
transacciones con traficantes de mala catadura debajo de puentes en Central
Park, en departamentuchos de la Décima Avenida, mientras se las arregla para no ser
acuchillado en un callejón del bajo Manhattan . Todo en pos de la heroína, de
la cocaína, de los Quaaludes, que yo nunca me enteré de que existían (¿que eran?
¿Píldoras, supositorios?).
Como nunca pasé de fumar un pito de yerba, y eso en mi adolescencia, nunca he sentido
mucha consideración o algo más que una lástima despectiva por el adicto. Mi
gran adicción han sido los chongos y ver como este hombre malgastaba su
fortuna, su tiempo, su juventud, en vivir una pesadilla, me pareció un desperdicio total.
1982 fue un año
especial en mi vida. Tenía 22años, me las arreglé para sacar notas
sobresalientes, para publicar un par de poemas y comenzar a planificar mi
graduación y mi futuro posgrado. Mis incesantes dietas me dejaron en 60 kilos,
me compré un vestuario espectacular, y dejé a un lado mi chongo con Emmanuel,
para enamorarme de un profesor de carne y hueso. ¿Como puedo empatizar con este
hombre que deambula por un verano candente envuelto en un abrigo londinense; que si come es a lo Gargantúa, zampándose todo
sin apreciar nada; que es mal educado,
sarcástico y despectivo cuando él es despreciable?
En medio de su frenética
búsqueda de drogas, Patrick se las arregla para asistir al velorio equivocado, para rescatar las cenizas de su
padre y cargar la urna en una bolsa de supermercado en sus subsecuentes aventuras
como una cena en un restaurante griego, con la amiga de una de las muchas
mujeres que el drogadicto ha dejado en Londres. Será ella, un ser totalmente
opuesto a Patrick, que note que él no necesita compañía. La tiene a su lado, en
la urna.
Es ahí donde notamos
la constante presencia de David Melrose. Interpretado por un Hugo Weaving, que parece realmente un elfo maligno, David es el centro de las pesadillas de su hijo. Patrick que vive en una dialogo constante consigo mismo,
no puede evitar que la voz paterna interrumpa su cháchara, aterrorizándolo.
Es ese terror el
que explica la autodestrucción de Patrick Melrose. El necesita huir de su padre
que aun muerto lo persigue. Se siente su presencia en el breve intercambio telefónico
con su madre que está cuidando huérfanos en el Sudán, completamente ajena a la
tragedia de su único hijo, y en la reunión de Patrick con Anna (Indira”Ellaria”Varna),
amiga de su madre, que sobre martinis le pide disculpas por no haberlo ayudado
en su infancia.
Donde finalmente
tenemos una clara señal de la perversión de Melrose senior es en una reunión que Patrick tiene en Manhattan con su
padrino Nicholas Pratt (Pip Torrens) quien también fue el mejor amigo del
difunto. Con cierta socarronería , Patrick evoca una anécdota que su padre una vez
contara a una concurrencia que incluía a Nicholas, sobre un episodio de la vida
militar de David Melrose en la India del Raj.
Según Melrose, la
razón que lo llevaría a estudiar medicina fue ver a un compañero sufrir de los
efectos de la hidrofobia. El meollo del cuento es que Melrose mató al afligido
porque lo tenían harto sus gritos. Aún ese cuento no logra explicarnos por que
Patrick es hostigado por reminiscencias traumáticas
que lo llevan a drogarse, a intentar
saltar por una ventana del hotel, y a
romper la cubierta de loza del inodoro en un esfuerzo por destruir la urna de
su padre.
Acabado de ver el
primer capítulo, me fui a la Wikipedia a develar el misterio. Descubrí que
tanto Patrick, como su creador Edward St.
Aubyn, fueron sexualmente abusados por sus
progenitores. Yo me creía familiarizada
con la mayoría de las formas en que el abuso y negligencia paternas se
manifiestan. Gracias al cielo, el abuso sexual no forma parte de mis recuerdos.
Precisamente por ajena, es que la
experiencia se me hace aberrante y no solo comprendo el trauma de Patrick, me
sorprende que siga vivo.
Edward St. Aubyn a los tres años, edad en que comenzó a ser abusado por su padre. |
David Nicholls, quien ha adaptado el quinteto de St. Aubyn, ha
hecho un trabajo muy diestro. Son textos difíciles llenos de personajes que
aparecen un segundo, de voces diferentes y de una cacofonía de perspectivas. Nicholls
se las ha arreglado para conservar lo primordial , a la vez que hace cambios pertinentes
y eficaces. El mayor ha sido comenzar con el segundo libro para dejar ya a un
Patrick adulto super bien presentado y reconocible a la audiencia. Solo así
puede desaparecer en el segundo episodio
y ser reemplazado por el pequeño Sebastián Maltz quien dará vida al
protagonista en su infancia.
El segundo episodio
abre con Patrick luchando por dejar las drogas. A través del capítulo veremos
su ordalía de necesidad, dolor y degradación , casi atado a una cama, siendo atendido por su fiel amigo Johnny ( Prasanna
Puwanarajah) y por Julia (Jessica Raine). Otra sagaz movida de Nicholls ha sido
convertir a Laura y Julia en un solo personaje, una especie de femme fatale omnipresente en la vida
del joven Melrose. Solo tendremos atisbos fugaces a la trágica rehabilitación
de Patrick. La acción principal tiene lugar en el verano de 1968, cuando Patrick,
de ocho años, pasa la temporada junto a sus padres en la
villa provenzal que es propiedad de su madre.
Este es el primer
detalle importante sobre el diabólico
David Melrose, un hombre que ha fracasado como militar, médico y musico y que
encuentra ahora en su rol de padre y esposo, una manera de ejercer su autoridad y desahogar
su sevicia. Un detalle que nunca olvida es que todo lo que le rodea le
pertenece a su mujer Eleanor (Jennifer Jason Leigh), una millonaria
estadounidense quien lo “compro”. A pesar de que Eleanor es guapa, refinada y más
joven que él, David no le perdona su dinero y ha buscado(y logrado) a lo largo de su matrimonio subyugar a su esposa física y emocionalmente.
Aunque hablaré más
de Eleanor en un post dedicado a las mujeres de esta serie, baste decir que vive en un estupor provocado
por alcohol y tranquilizantes. Una de las grandes dudas de las novelas es el
motivo por el que Eleanor ha permitido que su marido la destruya empujándola a
un mundo de ofuscación e inoperancia. La otra es su incapacidad para entender
que la indolencia que exhibe hacia su único hijo la hace cómplice de los delitos
de su marido.
La acción tiene
lugar en un día y una noche en que la villa se prepara para recibir invitados y
celebrar una cena formal. Los invitados son los vecinos de los Melrose, el
distinguido historiador Sir Víctor Einsen (James Fleet) y su pareja americana,
Anna. También se espera la llegada de Nicholas Pratt y su última adquisición,
una jovencísima amante llamada Bridget Watson-Scott (Holiday Grainger).
Eleanor está encargada
de ir a recoger a sus huéspedes del aeropuerto, Anna la acompaña. Patrick
también quiere ir, pero su madre lo obliga a quedarse, a portarse bien y a “ser bueno”
con el padre. Acto seguido, Eleanor arrastra a Anna hasta la taberna del pueblo
, bebe y come a destajo y luego insiste en ir a un parque de diversiones. Es
solo cuando se da cuenta del paso del tiempo, que Eleanor entra en pánico
temiendo la reacción de su marido al ver que no ha cumplido su encargo.
Mientras Eleanor
satisface apetitos básicos, David se pasea por la casa y por el día, en un pijama raído, bebiendo, tocando el piano,
espantando a la sirvienta, y renovando
fuerzas para la noche. Tras un día agitado, llega a la mesa listo para abusar de su audiencia.
Ofende a Víctor, humilla a su esposa, y agrede a Bridget metiéndole un
cuchillo bajo la falda durante la cena. Pero su mayor hazaña ese día ha
consistido en maltratar a su hijo—verbal,
física y emocionalmente— culminando en una violación de facto en la propia cama de David.
En un esfuerzo
por proteger al pequeño actor nadie del elenco ni de la producción le comunicó
nunca de que se trataba el “castigo” que se le infligía al personaje, por lo
que no hay ningún detalle gráfico que nos de pistas de lo que ocurre. Sin
embargo, para el adulto (y lo confirma el personaje de Benedict Cumberbatch en
el tercer episodio) es evidente lo ocurrido y Maltz consigue expresar tal
terror, angustia y confusión que sufrimos con él.
Es una gran ironía
que la tragedia de Patrick, la autodestrucción a la que lo lleva el trauma, y
el duro camino de la rehabilitación ocurran en un marco de lujo y privilegio.
Es casi imposible pensar que alguien tan favorecido pueda sufrir.
Los amigos del period piece sabemos que rango y
fortuna no son escudos para evitar desdichas dickensianas. En “Downton Abbey”
vimos el sufrimiento de Edith por ocultar su condición de madre soltera, pero a
la vez tratar de mantener a su hija junto a ella. Y si hablamos de abuso infantil,
hemos oído a la Reina Victoria llorar por su infancia disfuncional y vimos al Príncipe Carlos ser torturado en
Gordonstoun, en “The Crown”. Pero esto
es tan brutal, repugnante y vil que uno se pregunta qué tipo de padre puede
cometer tal acto y qué madre puede ignorarlo. Tal como St. Aubyn ha dicho de su
propia madre, es evidente que Eleanor es consciente de que el maltrato de David
hacia el niño ha sobrepasado los estándares “disciplinarios” que su marido abraza.
En el libro ,
David no solo se muestra complacido con lo hecho a Patrick. Lo ve como parte de la educación espartana con la que
quiere prepararlo para el mundo exterior. Además se siente molesto de no poder
compartir con nadie lo hecho que considera que no es mas de lo que Patrick sufrirá
en su escuela. Estas consideraciones del Dr. Melrose, dignas del Marqués de
Sade, nacen de esa tradición aristocrática inglesa que obligó por cientos
de años a los hijos varones a sufrir desinterés y abuso de parte de sus padres,
para luego refinar esos excesos “educativos”
en escuelas que parecían prisiones.
En las novelas,
Patrick menciona que su padre tuvo una
relación horrorosa con su abuelo y que sufrió abuso sexual en su escuela, ¿pero
es esa una excusa? ¿Es esa la excusa de
Eleanor que es americana? Pareciera que todos los que rodean a David, sin
admitir que se trate de un pedófilo, están de acuerdo en que aunque duro, está haciendo lo correcto al querer imprimir
en su hijo firmeza de carácter. ¿No suena parecido a las excusas que el Príncipe
Felipe esgrime para enviar a Carlos a Gordonstoun, en “The Crown”?
¿En qué momento
de la historia cambiaron los métodos de educación de las clases altas
británicas? Ahora entendemos el afán de Carlos y Diana de Gales de darle otro
tipo de crianza a sus hijos. La misma Bridget, que eventualmente se convertirá en condesa,
llegado el momento rescatará a su hija para impedirle ser parte de un mundo
caduco y dañino.
Es importante
enfatizar que la tragedia de Patrick tiene lugar en los 60s, la misma década
que vio a Carlos ser torturado en Gordonstoun. Pero fue en esa misma década en
que comenzaron a promoverse ideas nuevas
sobre la crianza infantil, las relaciones de padres e hijos, el rechazo a los
castigos corporales y la necesidad de una educación escolar mas abierta y
liberal. Por eso el abuso de Patrick es visto como un resabio de un pasado tiránico
y sombrío. El presente es representado por Anna y sus ideas modernas sobre como
criar los niños y sus intentos por liberar a Patrick y a Eleanor de David.
David Nicholls tuvo una excelente idea al
trabajar tres épocas distintas y presentarlas como parte del pasado. Por algo él ha adquirido fama
con dramas de época como Grandes
Esperanzas, Lejos del mundanal ruido
y Tess de Los D’Ubervilles. “Patrick Melrose” comienza en 1982 en un
mundo que para los Millenials y pre-Millenials es nostalgia pura. Un mundo que
no vivieron, pero que fue mejor y es representado, no por Patrick que es un personaje fuera del
tiempo que vive en una estratosfera propia de traumas y adicciones, sino por Marianne(Allison
Williams). En un rol totalmente diferente a su famoso personaje de ‘Girls”, Allison encarna todas las virtudes que en los
80s se denominaban wholesome, Ese término difícil de traducir abraza los
conceptos de espontáneo, inocente, y sano.
Los 80s fueron, al menos aquí en Nueva York, la
época en que se instauró la moda de la ‘vida sana”, el culto del ejercicio, la
manía por cultivar nuestros propios vegetales, de llevar vidas simples, de no
usar productos que se probaban en animales de laboratorio. Fue la época en
que comenzó el auge de la “Nueva Era”, del medio-ambientalismo, e incluso se abogó (debido al flagelo del SIDA
y otras enfermedades venéreas) por una vida sexual mas organizada. Como
representante de ese mundo, Marianne no bebe, no se droga y se niega a pasar la
noche con un desconocido en el que inmediatamente reconoce hábitos despreciables.
En el tercer
episodio, Patrick, de treinta años, convertido en abogado y rehabilitado de sus
adicciones, asiste a una cena en el
castillo de Sonny, Conde de Gravesend,
marido de Bridget. Es una cena que representa lo más deficiente del
conservadurismo de la era tatcheriana. Donde el pasado en sus peores aspectos sigue manifestándose en la invitada de honor.
Interpretada por Dame Harriet Walter, la Princesa
Margarita se comporta como si fuera
Enrique VIII, humillando embajadores y niñitas de siete años, esperando ser
recibida y atendida como si fuese una diosa, con gente como Nicholas Pratt rindiéndole
pleitesía .Es el sabor amargo de esa cena que Bridget ofrece para celebrar el cumpleaños
de su marido infiel, y también para homenajear a la momificada Margarita, lo
que provoca que ella abandone su castillo y que Patrick por fin se atreva a
confesar su dolorosa verdad a su amigo Johnny.
La ficción histórica
moderna, escrita y audiovisual, utiliza sin reconocerlas, estas tres etapas que van cambiando de nombre
y rubro en cada década. La primera gran ola de interés del pasado en la cultura
popular se generó en el cine de los 30s.
En plena Depresión, Hollywood volcó la mirada hacía lo que se llamaba los Gays 90s (gay=feliz, no homosexual como se usa hoy) y la Belle Epoque, o lo que también se
conoce como The Gilded Age cuando
primaban valores familiares, había dinero y empleo, menos crimen y menos
inseguridad.
Mae West en "Belle of the Nineties"(1934) |
Aun así, también el
Hollywood de entonces, se enfocó en La Gran Guerra, conflicto que había afectado a todos los
hogares estadounidenses fuese porque el espectador era un ex doughboy o su padre hubiese servido en
Francia. Cinismo, amargura y mucho pacifismo tiñeron esas cintas que eran una
visión retrospectiva y negativa de ese
pasado inmediato que no debía repetirse. Eso es lo que hoy llamamos “retro”.
Primera y más famosa versión (1930) de Sin Novedad en el Frente |
Por último, en
los 30s, hubo un interés en filmes
situados en un pasado histórico idealizado y admirado con filmes de clásicos
como Mujercitas, y visiones elegiacas
del Viejo Sur como” Jezabel” y” Lo que el viento se llevó”. Hasta los 90s, hubo
una cierta idealización del pasado remoto aun en textos críticos como la
adaptación de Scorsese de La Edad de la Inocencia
de Edith Wharton. Solo en el Siglo 21, el mundo pretérito comenzó a verse como
inhóspito, incivilizado e inhumano.
Bette Davis en "Jezebel"(1938) |
En el segundo
episodio de Patrick Melrose, tenemos este espectáculo del pasado como un
espacio donde el pater familias puede
abusar libremente de su familia y de sus huéspedes, y gozar del dinero de la esposa sin condena social
ni legal. Pero también hay cierto dejo de añoranza por una época en que se
usaban esas botas acordonadas como las de Bridget y peinados como el de Eleanor;
donde vivir en Francia era más barato y
tranquilo; y donde no había drogas tan peligrosas como las de ahora.
Lo mismo ocurre
en el primer episodio. Los 80s son peligrosos nada mas que para gente
traumatizada como Patrick que quieren vivir la vida loca, contraria a la idea eco
culturista de Anne. Y en el tercer episodio, se vuelve a un mundo más cercano cuya
moraleja es “no repetir”. El consejo es
que hay que huir de esa gente y de esos estándares
inconcebibles tal como lo hará Bridget.
Además de ser un
muestrario del uso del pasado en un period
piece, además del tour de forcé
actoral de Benedict Cumberbatch, recomiendo “Patrick Melrose” por su gran
elenco, por su virtudes estéticas y por una historia que se enmascara de
comedia negra para poder enfrentar una tragedia injustificable.
Gran reseña Malena, gracias por ese paseo a la NY de los 80. Tiempos felices dicen con nostalgia los milenials que alucinan con los Goonies, ET, Nintendo.., la otra realidad era que España estaba llena de parques infestados de jeringuillas de heroína y de "walking dead" que te abordaban para robarte la merienda o lo que llevaras aunque tuvieras cinco años. El VIH y las sobredosis hacían estragos, a dios gracias ese tipo de drogadición parece estar superado.
ResponderEliminarRememoranza que tuve cuando fui a Vancouver el año pasado, y vi a cientos de adictos vagando como muertos vivientes por las calles del centro de la ciudad. Esas deben ser las consecuencias de la política social giliprogresista del memo de Trudeau.
He devorado la serie de principio a fin en dos días. Que sepas que aún no te he perdonado que hayas llamado a Benedicto zarigüeya sin mentón. Y no me considero Cumberbitch, ni sabía del término, más bien era una sherlockian.
En la serie está tan bien reflejado el trauma infantil y sus consecuencias en la vida adulta que es imposible no hacer algún tipo de introspección. El pobre niño Patrick estaba rodeado de monstruos, tanta culpa tiene la madre como el padre de los abusos. Ella era la encubridora. Como tú doy gracias de no haber sufrido abusos tan tremendos, cada uno carga con sus demonios internos. Puedo decir que estoy plenamente reconciliada con ello, mi guía es mi marido que tuvo una infancia plena y feliz .
Es increíble como los niños ya a muy corta edad se enteran de todo y la impronta que dejan sus progenitores en sus vidas.
Añado que Patrick Melrose adolece de un gran narcisismo y no lo considero buena persona.
He visto algún capítulo más de LOM, la factura es perfecta pero es un poco anacrónico mostrar corrientes feministas (algunas de ellas actuales y metidas con calzador) en un colegio de señoritingas bien en la Sevilla de los años 20.
Te recomiendo Villette, novela escrita por Charlotte Brontë, posiblemente con referencias autobiográficas que trata sobre una muchacha inglesa que para en Bruselas (Villette) para ejercer como profesora de inglés en un colegio de señoritas. Es un novelón, de mis lecturas favoritas.
Acabo de descubrir que Blogger ya no me manda alertas a mi celular. Grr! Gatita Elle muchas gracias por venir. Creo que uno de mis grandes shocks fue descubrir que la wholesomeness de la era reaganiana no coincidía con los 80s del resto del mundo, ni con la realidad española todavía gozado de un destape del régimen franquista, ni con la chilena.
ResponderEliminarLo de Canadá es lo que los liberales de USA no ven, si, allá tienen un excelente servicio médico gratuito, ustedes también, pero se necesitan otras cosas para vivir en paz.
Ahh bravo, brave Cumberbitch(Como diría Tyrion “usa tu titulo con orgullo”) por ser la primera en venir a reclamarme. Las otras están ahí calladitas. Las conozco, cobardes. Ya te dije, el que no me parezca atractivo (ya no me repugna, lo quiero mucho) es para que se vea lo objetiva que soy al admirarlo como actor y persona, cada vez que leo alguna entrevista crece ante mis ojos como hombre inteligente y serio, no una estrellita pretenciosa.
Aunque no hayamos vivido (Hasvah-ha-lilah) los horrores que vivió Patrick, nosotros no somos ajenas a traumas y podemos identificarnos con sus rencores, miedos, pesadillas y mecanismos de sobrevivencia. Esa lagartija, por ejemplo.
Te parece Patrick adulto un narcisista? Sabes cuando lo veo como buena persona? En el tercer cap. En la cena con la princesa Margarita Voy a escribir dos notas más, una sobre las mujeres y una dedicada solo a Eleanor.
LOM es espantosamente futurista, ya parece el Ministerio del Tiempo. En 1920 no había escuela de señoritas en Sevilla. Las que querían estudiar secundaria, y recién tuvieron permiso el 1910, tenían que ir a liceos de varones. Pero espera que en esa escuela tan progre hasta las hacen tomar tests vocacionales que todavía no se habían inventado.
VIllette que esta basada en las experiencias de la BRonte en Bélgica e incluso un romance que tuvo por allá con un maestro casado. Pero me sorprende que en 1834 hubiese escuelas de señoritas si en España no las había. Ni siquiera en conventos, pero como si en El Si de las Niñas y en El Escandalo de Alarcon las heroínas son quinceañeras recién salidas de conventos. Tal vez esa educación no estaba reconocida. Tal vez el currículo eran oraciones , cocina y costura. Otro chiste de lOM es que nadie va a la iglesia, nadie va a misa. En Sevilla en 1920?
Porfa sigue viniendo que quiero conocer tu opinión, además siempre me aportas datos que no manejaba.
Muy buena reseña Malena, vemos que una atroz infancia llena de abusos e indiferencia , el producto es una adulto disfuncional lleno de traumas.
ResponderEliminarGracias por pasar. Buenísima, fuertísima, llena de megas actuaciones. Me gustó mas que los libros. Me alegro que te haya gustado.
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