martes, 7 de abril de 2020

Nazis en Acción: Babylon Berlin 3x06




 Este fue un capítulo espectacular que no se cifró en los protagonistas sino más en los momentos históricos y tuvimos nuevos y excelentes personajes. Los nazis se desatan en contra de Katelbach y del periodico Tempo, conocemos a un futuro opositor, Hans Litten y vemos, por primera vz, el retrato de Adolf Hitler.

Lotte descubre que Vera mintió en su declaración. Va al piso y encuentra a Vera jugando domino con Toni. “Otra vez atrasada” la regaña su hermanita. Lotte le pregunta si comió, no se molesta en escuchar respuesta, y saca a Vera al bar de la esquina donde la interroga.

Vera confiesa que mintió por miedo a Walter Weintraub que le ha exigido que sea su coartada diciendo que estaban juntos cuando ocurrió el asesinato. Le cuenta a Lotte de la desaparición del gánster el día en que salió de la cárcel. Lotte hace cuentas y nota que la desaparición de Weintraub coincide con el horario de la muerte de Betty Winter.

A espaldas de su marido, Esther ha estado rescribiendo el libreto del filme para salvarlo de ser un fracaso. Va a ver a su amante, y lo encuentra contando su dinero. Es el que había en el saco que desenterró el día que salió de prisión. No quiere saber de los planes de Esther puesto que El Armenio jamás permitirá que su mujer se involucré en el filme. Weintraub intenta explicarle a Esther que El Armenio lo hace para protegerla. Hay gánsteres que buscarán hacerle daño atacando a su esposa. Enojada, Esther le lanza una botella por la cabeza.

Moritz encuentra que su madre es un obstáculo para seguir entrenando con los Hitlerjugend. Helga no desea que su hijo esté involucrado en prácticas militaristas. Moritz va en busca de su tío. Quiere vivir con él. A Gereon le parece una buena idea. Moritz también le ha traído una carta de su madre. En ella Helga se despide, le ruega a su amante que no la busque más (¿y el bebé?), que ella siente que él no la ama y que es solo una sombra del hombre del que ella se enamoró. La carta deprime a Gereon. Si supiera que ese mismo día el médico le confirmó a Helga que estaba embarazada.

En el Tempo, Katelbach por fin ha conseguido las fotos que pedía su editor. Haymann se dispone a publicar el reportaje cuando los Nazis, con El Teniente (se llama Stennen) a la cabeza, irrumpen en las oficinas del periódico. Arman un escándalo, lo rompen todo y exigen que se presente “el judío Katelbach”. Arriba Haymann ordena a Katelbach que huya.

Entran los Nazis (entre ellos están Fritz-Richard y Horst Wessel) en el despacho de Haymann. Stennen le grita al editor que volverá encasquetarle su kipá (el gorrito tradicional de los judíos ortodoxos). “Soy católico” le responde Haymann displicente. Se burla de Stennen “yo era oficial cundo tu ni soñabas con ser cadete’. Stennen hace que lo sujete y lo golpea en el rostro con la cacha de su revolver.

En la pensión de Frau Elizabeth, Katelbach está al borde de la histeria. Quiere huir, pero no encuentra su pasaporte. Elisabeth trata de tranquilizarlo, pero por la ventana ven aproximarse a los nazis. A Elizabeth se le ocurre una idea. Cubre la puerta que divide su pensión en dos con un armario con un fondo secreto, así como en el de Anne Frank.


Los Nazis, capitaneados por Fritz, apalean la puerta. Elisabeth les abre y les dice que Katelbach se ha marchado. Igual registran todo. Fritz abre el armario, pero no nota la puerta secreta. Elisabeth se queja que Katelbach era “un inquilino desordenado”. “Ese es el orden judío” le asegura el nazi. (miro mi cuarto todo tirado. ¿Tendrá razón?)


Tras la partida de los Nazis, Katelbach necesita enviar el articulo a Haymann. “Dónde y cuándo?” pregunta Elisabeth. Se pone el sombrero, coge su bolso y sale. Ve que los Nazis se han apostado em la acera del frente. Tranquila, va a la parada y coge un tranvía. 

Fritz lo alcanza y se sube. No hay espacio así que lo obligan a subir a la góndola. Elisabeth aprovecha de bajarse y subirse a otro vehículo. Fritz quiere seguirla, pero le cortan el paso. Desesperado, salta de una góndola a la otra. En vano, la valerosa mujer consigue bajarse y treparse a otro tranvía. Así lo pierde.Elisabeth llega a un edificio público. Ahí la espera Haymann. Tiene el rostro negro de magulladuras, pero está lleno de rabia, recibe el articulo y las fotos que le ha enviado Katelbach. Va a publicarlas.

Gereon hace llamadas a los números que le consiguió Charlotte. La mayoría de los teléfonos corresponden a gente que fue arrestada y todavía está en prisión. Algunos están muertos. Rath le lleva la lista a Zorgiebel que reconoce los nombres de Hans Litten, Katelbach y Horts Kessler, una estrella ascendiente en el Partido Nazi. Recuerda que Benda le comentó que los elementos reaccionarios en la policía política tenían una lista negra de sospechosos, pero le sorprende ver a Kessler ahí.

Gereon y Graf revisan el material fotografiado. Notan iniciales al lado de los nombres de Richard Techtman y Horst Kessler. Se dan cuenta que son las iniciales de Otto y Fritz, los que empujaron a Greta a plantar la bomba.

Gereon va al piso de Kessler. Golpea y entra. Se encuentra con el retrato del Fuhrer y Erna roncando en el sofá. Cuando se despierta, Gereon finge ser “Schneider del Partido de Múnich” Erna le dice que Horst se ha ido al bosque con los Boy Scouts y volverá el martes.

Y tenemos nuevo e interesante personaje. Maria Luisa “Malú” Seeger (Saskia Rosendhal). 20 años, tercer año de leyes; un novio, un tal Ozkar. Lentes y trenza de Pippi Longstockins. Simpatiza con el comunismo, aunque todavía no es miembro del partido. Malú es la hija del General Seeger, el que andaba preparando revoluciones para derrocar la democracia y reponer la monarquía.

A pesar de su postura tan retrograda en política, Seeger está orgulloso de sus hijas. Cuando Frau Nyssen lo felicita por el talento musical de las niñas, el General complacido da todo el crédito a su esposa. Malú y su hermana cuentan que su padre las crió independientes de cuerpo y mente y ha estimulado su crecimiento intelectual.

Seeger ha sido nombrado comandante del ejército. Malú va a verlo al Ministerio de Guerra, pero un oficial exige identificación y su firma. La rebelde hace un dibujito en el cuaderno donde debe firmar.
Seeger quiere que su hija toque el violín para Stressman. El Presidente del Reichstag anda deprimido.

Malú se indigna. Desprecia a Stressmann culpándolo de la masacre del Primero de Mayo. Amenaza a su padre con irse a vivir con Ozkar. Diplomáticamente, Seeger le recuerda que solo podrá hacerlo cuando sea mayor de edad (en esa época la mayoría de edad era los 21 años). Luego le ruega que lo acompañe a una cena en casa de los Nyssen y la amenice con su música.

Malú acepta. Ella y su hermana forman un dúo musical que es muy elogiado. Las Seeger revisan el orden de la mesa y notan que la hermana de Malú debe sentarse al lado de Wendt. Deciden intercambiar sitios. 

Frau Nysen felicita a Seeger por sus hijas y se autocompadece por no tener un vástago presentable. Al pobre Nyssen apenas lo dejan saludar a las visitas. Luego debe marcharse a la cama sin cenar.

Wendt está silencioso durante la cena. Malú inicia la conversación. El admite no interesarse en la música. Ella lo interroga sobre sus gustos. Ambos despliegan sus conocimientos con arrogancia. Él le aconseja leer a Ernst Jünger. Ella lo aconseja leer a Walter Benjamín.

Él se sorprende al saber que ella todavía no porta tarjeta del Partido Comunista. Malú se sorprende al saber que el Oberst no es miembro del Partido Nazi. Wendt se incorpora y hace un brindis por el tradicionalismo y los valores conservadores. Desilusionada, Malú decide marcharse. “Es usted tan aburrido como mi padre” le dice a Wendt.

Después de la cena, los “adultos” se reúnen en el saloncito. Ante conservadores que incluyen a Seeger y a Frau Nyssen, Wendt hace un reporte sobre sus progresos con sus esbirros nazis que lo están ayudando a destabilizar el país. Muchos de los presentesSeeger entre ellosestán disgustados con “esa canalla” y no quieren verse involucrados. A Seeger no le ha gustado el escándalo cometido en el diario Tempo. En eso llega imprevistamente el Presidente del Reich. Les dice conocer sus planes conspirativos, les dice que no necesitan matarlo. El los necesita, ellos lo necesitan, deben unir esfuerzos. Stressmann se marcha.

¡Finalmente conocemos a Hans Litten! Lotte va a verlo a su humilde despacho. Ahí está rodeado de legajos de casos pendientes y de su asistente, Malú Seeger. Se interesa por el caso de Greta porque se han cometido fallas jurídicas y porque, acota Malú, “fue una farsa”. A Lotte le preocupa no poder costear los gastos de una apelación. Litten la tranquiliza, la Rote Hilfe está ahí para servir gratis a la clase obrera, a los desempleados y desamparados, pero Lotte puede ayudarlo como voluntaria, tal como lo hace Fraulein Seeger.


Una pequeña semblanza de este hombre admirable (incluso su comunismo era diferente, estaba teñido de humanismo, es una razón por la cual la izquierda lo dejó en el olvido por décadas). En 1929, todavía no tenía la fama que adquiriría dos años después donde tendría a Adolf Hitler en el estrado por tres horas en las cuales lo aplastaría. Hitler nunca lo perdonó, al subir al poder hizo arrestar al abogado y lo tuvo rebotando de campo en campo y sometido a torturas sistemáticas. En 1935, Litten no soportó más y se suicidó.

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