Este fue un capítulo espectacular que no se
cifró en los protagonistas sino más en los momentos históricos y tuvimos nuevos
y excelentes personajes. Los nazis se desatan en contra de Katelbach y del periodico Tempo, conocemos a un futuro opositor, Hans Litten y vemos, por primera vz, el retrato de Adolf Hitler.
Lotte descubre
que Vera mintió en su declaración. Va al piso y encuentra a Vera jugando domino
con Toni. “Otra vez atrasada” la regaña su hermanita. Lotte le pregunta si comió,
no se molesta en escuchar respuesta, y saca a Vera al bar de la esquina donde la
interroga.
Vera confiesa que
mintió por miedo a Walter Weintraub que le ha exigido que sea su coartada
diciendo que estaban juntos cuando ocurrió el asesinato. Le cuenta a Lotte de
la desaparición del gánster el día en que salió de la cárcel. Lotte hace
cuentas y nota que la desaparición de Weintraub coincide con el horario de la
muerte de Betty Winter.
A espaldas de su
marido, Esther ha estado rescribiendo el libreto del filme para salvarlo de ser
un fracaso. Va a ver a su amante, y lo encuentra contando su dinero. Es el que había
en el saco que desenterró el día que salió de prisión. No quiere saber de los
planes de Esther puesto que El Armenio jamás permitirá que su mujer se
involucré en el filme. Weintraub intenta explicarle a Esther que El Armenio lo
hace para protegerla. Hay gánsteres que buscarán hacerle daño atacando a su
esposa. Enojada, Esther le lanza una botella por la cabeza.
Moritz encuentra
que su madre es un obstáculo para seguir entrenando con los Hitlerjugend. Helga
no desea que su hijo esté involucrado en prácticas militaristas. Moritz va en
busca de su tío. Quiere vivir con él. A Gereon le parece una buena idea. Moritz
también le ha traído una carta de su madre. En ella Helga se despide, le ruega
a su amante que no la busque más (¿y el bebé?), que ella siente que él no la
ama y que es solo una sombra del hombre del que ella se enamoró. La carta
deprime a Gereon. Si supiera que ese mismo día el médico le confirmó a Helga
que estaba embarazada.
En el Tempo,
Katelbach por fin ha conseguido las fotos que pedía su editor. Haymann se
dispone a publicar el reportaje cuando los Nazis, con El Teniente (se llama
Stennen) a la cabeza, irrumpen en las oficinas del periódico. Arman un escándalo,
lo rompen todo y exigen que se presente “el judío Katelbach”. Arriba Haymann
ordena a Katelbach que huya.
Entran los Nazis (entre
ellos están Fritz-Richard y Horst Wessel) en el despacho de Haymann. Stennen le
grita al editor que volverá encasquetarle su kipá (el gorrito tradicional de
los judíos ortodoxos). “Soy católico” le responde Haymann displicente. Se burla
de Stennen “yo era oficial cundo tu ni soñabas con ser cadete’. Stennen hace
que lo sujete y lo golpea en el rostro con la cacha de su revolver.
En la pensión de
Frau Elizabeth, Katelbach está al borde de la histeria. Quiere huir, pero no
encuentra su pasaporte. Elisabeth trata de tranquilizarlo, pero por la ventana
ven aproximarse a los nazis. A Elizabeth se le ocurre una idea. Cubre la puerta
que divide su pensión en dos con un armario con un fondo secreto, así como en
el de Anne Frank.
Los Nazis,
capitaneados por Fritz, apalean la puerta. Elisabeth les abre y les dice que Katelbach
se ha marchado. Igual registran todo. Fritz abre el armario, pero no nota la
puerta secreta. Elisabeth se queja que Katelbach era “un inquilino desordenado”.
“Ese es el orden judío” le asegura el nazi. (miro mi cuarto todo tirado. ¿Tendrá
razón?)
Tras la partida
de los Nazis, Katelbach necesita enviar el articulo a Haymann. “Dónde y cuándo?”
pregunta Elisabeth. Se pone el sombrero, coge su bolso y sale. Ve que los Nazis
se han apostado em la acera del frente. Tranquila, va a la parada y coge un
tranvía.
Fritz lo alcanza
y se sube. No hay espacio así que lo obligan a subir a la góndola. Elisabeth
aprovecha de bajarse y subirse a otro vehículo. Fritz quiere seguirla, pero le cortan
el paso. Desesperado, salta de una góndola a la otra. En vano, la valerosa mujer
consigue bajarse y treparse a otro tranvía. Así lo pierde.Elisabeth llega a un
edificio público. Ahí la espera Haymann. Tiene el rostro negro de magulladuras,
pero está lleno de rabia, recibe el articulo y las fotos que le ha enviado Katelbach.
Va a publicarlas.
Gereon hace
llamadas a los números que le consiguió Charlotte. La mayoría de los teléfonos
corresponden a gente que fue arrestada y todavía está en prisión. Algunos están
muertos. Rath le lleva la lista a Zorgiebel que reconoce los nombres de Hans
Litten, Katelbach y Horts Kessler, una estrella ascendiente en el Partido Nazi.
Recuerda que Benda le comentó que los elementos reaccionarios en la policía
política tenían una lista negra de sospechosos, pero le sorprende ver a Kessler
ahí.
Gereon y Graf revisan
el material fotografiado. Notan iniciales al lado de los nombres de Richard Techtman
y Horst Kessler. Se dan cuenta que son las iniciales de Otto y Fritz, los que empujaron
a Greta a plantar la bomba.
Gereon va al piso
de Kessler. Golpea y entra. Se encuentra con el retrato del Fuhrer y Erna
roncando en el sofá. Cuando se despierta, Gereon finge ser “Schneider del
Partido de Múnich” Erna le dice que Horst se ha ido al bosque con los Boy
Scouts y volverá el martes.
Y tenemos nuevo e
interesante personaje. Maria Luisa “Malú” Seeger (Saskia Rosendhal). 20 años,
tercer año de leyes; un novio, un tal Ozkar. Lentes y trenza de Pippi Longstockins.
Simpatiza con el comunismo, aunque todavía no es miembro del partido. Malú es
la hija del General Seeger, el que andaba preparando revoluciones para derrocar
la democracia y reponer la monarquía.
A pesar de su
postura tan retrograda en política, Seeger está orgulloso de sus hijas. Cuando
Frau Nyssen lo felicita por el talento musical de las niñas, el General
complacido da todo el crédito a su esposa. Malú y su hermana cuentan que su
padre las crió independientes de cuerpo y mente y ha estimulado su crecimiento
intelectual.
Seeger ha sido
nombrado comandante del ejército. Malú va a verlo al Ministerio de Guerra, pero
un oficial exige identificación y su firma. La rebelde hace un dibujito en el
cuaderno donde debe firmar.
Seeger quiere que
su hija toque el violín para Stressman. El Presidente del Reichstag anda
deprimido.
Malú se indigna. Desprecia a Stressmann culpándolo de la masacre del Primero de Mayo. Amenaza a su padre con irse a vivir con Ozkar. Diplomáticamente, Seeger le recuerda que solo podrá hacerlo cuando sea mayor de edad (en esa época la mayoría de edad era los 21 años). Luego le ruega que lo acompañe a una cena en casa de los Nyssen y la amenice con su música.
Malú se indigna. Desprecia a Stressmann culpándolo de la masacre del Primero de Mayo. Amenaza a su padre con irse a vivir con Ozkar. Diplomáticamente, Seeger le recuerda que solo podrá hacerlo cuando sea mayor de edad (en esa época la mayoría de edad era los 21 años). Luego le ruega que lo acompañe a una cena en casa de los Nyssen y la amenice con su música.
Malú acepta. Ella
y su hermana forman un dúo musical que es muy elogiado. Las Seeger revisan el
orden de la mesa y notan que la hermana de Malú debe sentarse al lado de Wendt.
Deciden intercambiar sitios.
Frau Nysen felicita a Seeger por sus hijas y se autocompadece por no tener un vástago presentable. Al pobre Nyssen apenas lo dejan saludar a las visitas. Luego debe marcharse a la cama sin cenar.
Frau Nysen felicita a Seeger por sus hijas y se autocompadece por no tener un vástago presentable. Al pobre Nyssen apenas lo dejan saludar a las visitas. Luego debe marcharse a la cama sin cenar.
Wendt está
silencioso durante la cena. Malú inicia la conversación. El admite no
interesarse en la música. Ella lo interroga sobre sus gustos. Ambos despliegan
sus conocimientos con arrogancia. Él le aconseja leer a Ernst Jünger. Ella lo
aconseja leer a Walter Benjamín.
Él se sorprende
al saber que ella todavía no porta tarjeta del Partido Comunista. Malú se
sorprende al saber que el Oberst no es miembro del Partido Nazi. Wendt se
incorpora y hace un brindis por el tradicionalismo y los valores conservadores.
Desilusionada, Malú decide marcharse. “Es usted tan aburrido como mi padre” le
dice a Wendt.
Después de la
cena, los “adultos” se reúnen en el saloncito. Ante conservadores que incluyen
a Seeger y a Frau Nyssen, Wendt hace un reporte sobre sus progresos con sus
esbirros nazis que lo están ayudando a destabilizar el país. Muchos de los
presentes—Seeger entre ellos—están disgustados con “esa canalla” y no quieren
verse involucrados. A Seeger no le ha gustado el escándalo cometido en el
diario Tempo. En eso llega imprevistamente el Presidente del Reich. Les
dice conocer sus planes conspirativos, les dice que no necesitan matarlo. El
los necesita, ellos lo necesitan, deben unir esfuerzos. Stressmann se marcha.
¡Finalmente
conocemos a Hans Litten! Lotte va a verlo a su humilde despacho. Ahí está
rodeado de legajos de casos pendientes y de su asistente, Malú Seeger. Se
interesa por el caso de Greta porque se han cometido fallas jurídicas y porque,
acota Malú, “fue una farsa”. A Lotte le preocupa no poder costear los gastos de
una apelación. Litten la tranquiliza, la Rote Hilfe está ahí para servir
gratis a la clase obrera, a los desempleados y desamparados, pero Lotte puede
ayudarlo como voluntaria, tal como lo hace Fraulein Seeger.
Una pequeña
semblanza de este hombre admirable (incluso su comunismo era diferente, estaba
teñido de humanismo, es una razón por la cual la izquierda lo dejó en el olvido
por décadas). En 1929, todavía no tenía la fama que adquiriría dos años después
donde tendría a Adolf Hitler en el estrado por tres horas en las cuales lo
aplastaría. Hitler nunca lo perdonó, al subir al poder hizo arrestar al abogado
y lo tuvo rebotando de campo en campo y sometido a torturas sistemáticas. En
1935, Litten no soportó más y se suicidó.
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