jueves, 4 de julio de 2024

De Entebbe a Beirut: La Edad de Oro de la Piratería Aérea en la Ficción

 


La entrada anterior fue un preámbulo para explicar el contexto de uno los secuestros aéreos más famosos de los anales de la piratería aérea y que,  a diferencia de 9/11,  tuvo un final feliz. Me refiero al secuestro de un avión de Air France en mayo de1976 y su desvío a Uganda donde fue rescatado por comandos israelíes. Este famoso “Rescate de Entebbe” ha propiciado una media docena de filmes y documentales creando una imagen de la piratería aérea en la cultura popular.

Cuando Israel dijo “Basta”

Estos fueron los hechos:  en julio de 1976, un avión de Air France despegó de Tel Aviv , con una carga de 248 pasajeros y doce tripulantes, con rumbo a Paris. En una parada en Atenas abordaron el avión cuatro secuestradores: dos palestinos y una pareja de comunistas alemanes, Wilfred Bose y Brigitte Kuhlmann (apodada “Halima”). Ya despegado el avión, los terroristas exigieron al piloto cambiar la ruta y aterrizar en Libia.

En Bengasi,  el avión se aprovisionó de combustible y permitió el desembarco de Patricia Martell,  una judía inglesa que estaba embarazada. Aunque Gadafi recibió con besos y abrazos a los terroristas, temía represalias de Israel y USA así que el viaje continuó hasta un sitio donde no existían esos temores: la Uganda del sanguinario caníbal Idi Amin Dada. (Clip de Yaphet Kotto interpretando a Amin)



En el Aeropuerto de Entebbe, cuatro otros terroristas se unieron al grupo,  más un centenar de soldados ugandeses enviados por el dictador. Los secuestradores separaron a los ciudadanos israelíes de otros pasajeros quienes, junto con la tripulación,  fueron puestos en libertad. El capitán del avión se negó a abandonar a los pasajeros israelíes y su tripulación lo secundó.

Los piratas aéreos exigieron la liberación de presos palestinos y árabes,  encarcelados tanto en Israel como en otros países. A la par de las negociaciones,  que no parecían ir a ningún lado, el gobierno de Ytzhak Rabin dio luz verde al General Shomron para preparar una operación de rescate. El proyecto parecía imposible, los rescatistas deberían volar a otro continente, manejarse en un territorio desconocido en un país hostil. Sin embargo, lo lograron y con un mínimo de víctimas.



Apoyados por el gobierno keniata, una semana después del secuestro,  el grupo de comandos liderado por el Brigadier Yonatan Netanyahu (si , de-esos-Netanyahu)  cruzó la frontera entre Kenia y Uganda y llegó a Entebbe al amparo de la noche. Con la excepción de tres pasajeros que murieron durante el tiroteo,  se rescataron 102 rehenes, más los tripulantes. La víctima más triste fue Dora Bloch , una anciana que,  al atragantarse con un hueso de pollo unos días antes,  había tenido que ser llevada al hospital y fue asesinada por la policía ugandesa.



En la incursión de Entebbe murieron soldados ugandeses y terroristas incluyendo a la pareja alemana. En el otro bando solo tres rehenes (más Yoni Netanyahu) perdieron la vida. Los comandos, portando los cadáveres,  dejaron Entebbe y regresaron a Israel sanos y salvos donde fueron recibidos como héroes.

No solo en Israel. Mientras la ONU chillaba sobre la desvergüenza israelí de meterse en territorio ajeno y Kissinger mascullaba en contra de los israelíes usando armas americanas para la escaramuza, el cine y la televisión buscaba capturar la maniobra épica para mostrarla en pantallas de todos los tamaños.



Entebbe en la Pantalla

Antes de la navidad de 1976,  la ABC sacaba Victoria en Entebbe al aire y un año más tarde la NBC ofrecía Raid on Entebbe. No sé cuál era más mala, a pesar de que la última ganaría un Globo de Oro. “Victoria” está completa en inglés, y doblada al español en YT.



Aunque ambas tenían un elenco de figuras famosísimas cometieron el mismo error: se desligaron de las pautas dejadas por Aeropuerto. No se concentraron ni en los rehenes, ni en la tripulación,  ni en los terroristas, con la excepción de Wilfred Bose que fue interpretado por actores taquilleros alemanes como Helmuth Berger y Horst Bucholz .

Tampoco se preocuparon por los comandos. Al menos en la primera,  Yoni Netanyahu era interpretado por Richard Dreyfuss, entonces muy en la mira gracias a Spielberg. En “Raid” el rol recayó en Stephen Macht, tan desconocido entonces como hoy. Más les importó el General Shomron que ni fue parte de la incursión.  Ambos filmes decidieron enfocarse en lo menos importante, el aspecto político. Sir Anthony Hopkins y Sir Peter Finch dieron vida a Ytzhak Rabin.

Lo importante no era el contenido sino la galería de estrellas. En Victoria en Entebbe hasta se trajeron a Kirk Douglas y Dame Elizabeth Taylor para que interpretasen a los compungidos padres de Linda Blair, una rehén. Helen Hayes creyó que se iba a ganar otro premio así que en “Victoria” se montó al avión haciendo el papel de una rehén que murió durante el rescate. En “Raid” la gloria del viejo Hollywood, Sylvia Sidney encarnó a la mártir Dora Bloch.



¡Qué diferencia con Operación Thunderbolt que nos llevaron a ver en nuestra escuela!. Creo que nuestros maestros querían ir a ver la versión israelí de los hechos y descubrieron que les salía más barato si la convertían en excursión escolar. A pesar de llevar yo cuatro años en Nueva York, era mi segunda vez en pisar un cine y me pasé la peli babeando por Assaf Dayan que interpretaba a Muki Betser  (no sé porque le pusieron Shucki en el filme) , mano derecha de Netanyahu. El papel de Yoni lo hizo el célebre musico sefardita Yehoram Gaón. Operation Thnderbolt con subtítulos en inglés está en YT.


 No sé si será necrofilia o nostalgia...
pero como pude olvidarme....
de lo lindo que eras, Assi Dayan Alav-ha-shalom


El valor del filme de Golam-Globus es que se enfoca en dos tramas, una que muestra el entrenamiento del comando y la relación entre los soldados,  y la otra que se dedica exclusivamente a los rehenes. Una vez que ocurre la batida, sabemos exactamente quienes mueren y quienes viven. Conocemos a Dora Bloch,  al viejito de bigote que sobrevivió Auschwitz, a los estudiantes,  y a la directora de cine Nurit Aviv (Gila Almagor).

Interesante el intercambio entre Nurit y su compañero de asiento, un médico alemán, al que ella trata con desprecio. La relación cambia cuando el medico es llamado para atender a Patricia Martell que finge estar a punto de sufrir un aborto espontaneo. El médico sabe que finge, pero igual insiste en la liberación de la mujer que oculta su ciudadanía israelí con un pasaporte británico. (Este incidente trató de ser copiado en Vuelo 601 con nefastos resultados).


              

   El cuento de la embarazada en Vuelo 601

“¿No les hemos hecho [los alemanes] ya bastante daño a esta gente?”, le pregunta el doctor a la temible Halima (Sybil Danning) . Aunque el líder de la operación es Bose (Klaus Kinski) se hace hincapié en la crueldad de “Halima” y su antisemitismo. Cuando ve el numero tatuado en el brazo del sobreviviente de Auschwitz, se dirige a él en el alemán y a gritos,  ( “Schnell! Schnell!”) recordándole lo que quiere olvidar.



La brutalidad de Halima es algo que todos los sobrevivientes corroboraron. Era tal su antisemitismo que, aunque los piratas habían prometido liberar a todo el que no fuese israelí, ella obligó a quedarse a unos judíos ortodoxos canadienses ya que los oyó rezar en hebreo.

Esta imagen de Brigitte Kuhlmann se convirtió en casi un lugar común para describir a las guerrilleras palestinas. Era casi como una visión kiplingnesca de la mujer islámica como más cruel que el hombre. Así retrata Rosamund Pike a Halima en la última e innecesaria versión del Rescate de Entebbe en este siglo.

7 días en Entebbe fue dirigida por el brasileño José Padilla (director de Narcos) y es casi un panegírico de Wilfred Bose (Daniel Bruhl). Brigitte es la gruñona, la cruel, la que toma barbitúricos. Bose es el idealista, el humanista, el que se horroriza ante la segregación de los israelíes de otros pasajeros comparándolos con métodos nazis. Al final se rehúsa a matar a los rehenes y cae heroicamente bajo las balas de los comandos israelíes.



Si bien es cierto que, de acuerdo a los sobrevivientes, Bose era el más amigable de los secuestradores, la película no nos cuenta que en la vida real era un comunista fanático que ya había puesto bombas matando gente inocente. Para colmo,  le inventan que rescata a una anciana sobreviviente de Auschwitz y la envía con los pasajeros “arios” que han sido liberados. Tal personaje nunca abordó el avión.

Para aumentar lo ridículo del filme,  a Padilla se le ocurrió incluir escenas de bailes y música a cargo de la reconocida compañía de ballet de “Bathsheva”. Esto le dio un toque Bollywood, totalmente incongruente, a una película cuya única aportación al género es intentar blanquear al secuestrador. Hasta hoy era el único caso en que se espera sintamos lástima por los piratas aéreos. Ahora se le agrega Vuelo 601.


El Coraje de Una Sobrecargo

En la producción de Netflix,  además de intentar hacer un panegírico de los piratas aéreos, se ha buscado dar rol de heroína a una azafata que poco se parece a la verdadera y que al final,  es un caos hecha mujer dentro de un filme ya caótico. Si se quiere convertir a una sobrecargo en la Juana de Arco de los secuestros aéreos, ahí está Uli Derickson cuya odisea fue retratada por Lindsay Wagner en un telefilme llamado The Taking of Flight 847: The Uli Derickson Story (1987).

Como la película se apega bastante a los hechos reales, este es un recuento de lo sucedido dentro y fuera de pantalla. Ulrike “Uli” Patzelt nació en una familia de Sudeten en la antigua Checoeslovaquia. Acabada la guerra, como le ocurrió a muchos volkdeutsche, Los Patzelt fueron expulsados de su tierra debiendo instalarse en la Alemania del Este. Tal vez estos sucesos traumáticos ayudaron a templar el carácter de la futura aeromoza.

Eventualmente,  Uli viajó a Occidente, se instaló en Usa, entró a trabajar a la TWA y se casó con un piloto . El filme comienza en 1985,  con Uli   que se prepara para un viaje . Su marido le regala un collar, pero está preocupado porque el vuelo cubre muchas ciudades europeas vulnerables a secuestros. A diferencia de Edi en Vuelo 601, Uli parece tener una vida familiar perfecta, con marido, hijo y gato. Su esposo la apoya y su madre se hace cargo de su hijo mientras trabaja.

                                   La verdadera Uli Derickson

El vuelo fatídico era entre el El Cairo y San Diego, con paradas en varias capitales europeas. Tal como ocurrió con el secuestro de Entebbe, los terroristas subieron en Atenas,  aprovechándose de la falta de chequeos de seguridad de la capital griega.  La auxiliar de vuelo descubrió que eran víctimas de un secuestro cuando un terrorista llamado Saiid le dio una patada en el pecho,  estando ya el avión en el aire.

Los secuestradores estaban tan desbordados y confundidos como los del Vuelo 601. El mayor problema era el idioma. Un compañero que era angloparlante se retrasó, perdió el vuelo y fue arrestado por la policía griega. Por suerte, “Castro” el otro secuestrador (más tarde se descubriría que él y Said eran chiitas y miembros de Hezbolla) hablaba alemán. Eso convertiría a Uli, la otra germanoparlante en el vuelo, en el principal vinculo de comunicación con los terroristas.

Estábamos en la época de la Primera Guerra del Líbano, y el mayor odio de los piratas aéreos iba dirigido los aliados de las falanges cristianas libanesas, o sea los estadounidenses (Marines) y los israelíes. El avión fue desviado a Beirut, donde hicieron sus demandas, la liberación de presos de Kuwait que habían volado la embajada estadounidense en ese país, más de 70 chiitas en cárceles israelíes, el retiro de tropas extranjeras del Líbano y condena internacional a Israel.



Fue Uli quien convenció a Castro de dejar libres a las mujeres y los niños en Beirut argumentando que así el avión estaría más liviano. Las autoridades libanesas exigieron que el avión con los demás rehenes se marchase. Fueron a Argelia donde cargaron más gasolina. Los argelinos aprovechadores exigieron pago, los secuestradores no tenían dinero y fue Uli quien prestó su tarjeta de crédito para costear el combustible.

Tanto telefilme como declaraciones de la vida real coinciden en que los aeropiratas estaban desorientados e históricos y eso los hacia más violentos. Golpeaban sin piedad a pasajeros y miembros de la tripulación, solo mostraban cierto respeto por Uli. En el filme Saidi es una especie de Hulk, pero Castro está notoriamente traumatizado por lo ocurrido en el Líbano. Su única compasión la reserva para una pasajera embarazada.

Su mayor odio es por los americanos, sobre todo cuando descubre que varios pasajeros son empleados del gobierno estadounidense. A quien peor tratan es a Robert Stethem, un joven buzo de la marina useña. En su retorno de Argelia a Beirut, Castro lo golpea bárbaramente, y lo mata de un tiro,  lanzándolo por la escotilla.  Aunque anteriormente en otro secuestro, un piloto fue baleado al creer el pirata aéreo que pretendía escapar, esta fue la primera vez que se ejecutaba un prisionero (Vuelo 601 parodia este suceso).  El hecho añadió más terror al viaje e hizo más importante la labor de Uli.



En Beirut se unieron más terroristas al grupo, por lo que hubo un amago de organización. Los israelíes iban a ceder en las propuestas así que se liberaron a casi todos los rehenes incluyendo a la valiente Uli. Solo quedaron en cárceles chiitas, 49 secuestrados con apellidos judíos (Uli había tomado la precaución de esconder los pasaportes para que no se supiera quienes eran israelíes) que serían liberados en conjunción con los chiitas que liberaría Israel, unas semanas más tarde.

La importancia de este filme fue recalcar el rol de la aeromoza en una situación límite como lo es un secuestro. Es algo que se quiso hacer en Vuelo 601 una intención que fracasó totalmente y que acabó ofendiendo a las verdadera “cabineras” de ese vuelo.

Otro detalle que, si hermana los secuestros de Uli Derickson y el colombiano es mostrar a una pareja de secuestradores confundidos, al borde de la histeria,  y como esto los hace peligrosos. En el caso del vuelo de la TWA, el que Ali perdiese el vuelo privando a sus compañeros de un intérprete y el que no les permitiesen desembarcar en el Líbano descompaginó sus planes y los enloqueció.

Más o menos lo mismo que ocurre con los futbolistas paraguayos en la producción de Netflix que se hacen pasar por revolucionarios, pero en realidad son vulgares delincuentes que comienzan a perder el Norte cuando ven que no les van a dar el dinero que desean y que ningún país quiere darles asilo. De eso hablaremos la próxima semana.

El Glamur de Ser Aeromoza

Antes quería comentar el rol de la sobrecargo en esta ficción. Contrasta la diferencia entre valientes aeromozas ficticias como Jacqueline Bisset en Aeropuerto y reales como Uli Derickson,  con las bufonescas y patéticas “cabineras” de Vuelo 601.  El contraste es más fuerte puesto que en la vida real se ha hablado de la presencia de ánimo y coraje—fundamentales para el bienestar de los pasajeros secuestrados— de Edilma y Maria Eugenia.

En cambio, la miniserie nos las muestra como un par de histéricas (violenta en el caso de Edi) que motivadas por su propia baja autoestima se vuelven cómplices de los secuestradores quienes no hacen más que maltratarlas física y verbalmente. Una explicación es que ambas están descontentas con su trabajo y con sus jefes.

Hace unos días comentaba con alguien en YT que Vuelo 601 perdió la oportunidad de enseñarnos como era la vida de una auxiliar de vuelo en esa época. En su reemplazo nos brindan un retrato tan incoherente y contradictorio como todo en ese libreto de pacotilla.

Por un lado, nos muestran que una línea aérea local tiene exigencias a nivel de gran aerolínea. Vemos como la supervisora Manchola humilla a las aeromozas que no cumplen con el peso indicado y las llama “gordas”. Con Barbara es peor:  “esa cara de india no se la quita nadie”. No contratan casadas ni con hijos. Sin embargo, aun sabiendo que Edi es madre de familia, Manchola no la despide sino cuando su subalterna le rebasa la paciencia con su irresponsabilidad y excusas inexcusables.



Todo da la impresión de que es un empleo con muchas exigencias por lo que debe ser muy exclusivo. Barbara se lo resume a la “nuevona” contándole que Julio Iglesias le hizo requiebros amorosos “pero yo este uniforme no me lo quito por cualquiera”. Y agrega que ese uniforme da poder,  que pone a los hombres de rodillas. Pero al rato vemos a Bárbara mendigándole amor a un piloto casado (Cameo de Rafael Novoa). Es una relación degradante que carece del glamour y romanticismo del romance Dean Martin-Jacqueline Bisett en Aeropuerto.





Esa es la contradicción, el que la serie pretenda desenmascarar la profesión de azafata. Ulises le dice a Barbara que no es más que “una chacha” (una sirvienta); una azafata se lamenta con Pirateque de que “nos pagan una miseria”. Y hay mucha queja de que tienen que aguantar abusos de sus pasajeros y siempre con una sonrisa.

Hay muchos empleos importantes y bien pagados (el mío de bibliotecaria de referencia, por ejemplo) que exigen eterna sonrisa y calma en medio de las peores crisis. Cuando Trippe creó las reglas para ser la aeromoza perfecta de Panam, se incluyeron esas cláusulas: serenidad y sonrisa eterna. La serie colombiana ha tratado de copiar el modelo de las empleadas de Juan Trippe (hasta el caminar con la manito en el aire) sin reparar en dos cosas .




Trabajar para Panam,  Lufthansa o Air France era un trabajo distinguido, abierto para “niñas bien” que no querían ir a la universidad.  Aparte de ofrecer glamur y aventuras, el empleo exigía que las chicas no solo fuesen guapas y distinguidas sino también expertas en una cantidad de artes desde primeros auxilios hasta la coctelería, desde la diplomacia (la eterna sonrisa) hasta el dominio de varios idiomas. Para ser auxiliar de vuelo había que ir a escuelas especiales que ni Bárbara ni Edi han pisado en su vida, ni parecen ellas poseer las virtudes de una verdadera sobrecargo de entonces o de hoy. Obviamente, porque en una aerolínea local las exigencias eran mucho menores.

En entrevistas posteriores al secuestro, la misma Edi ha agradecido a SAM que la empleó,  aun a sabiendas que era madre soltera de cinco críos. Es que Edilma Pérez, quien se había casado a los catorce años, era divorciada y carecía de estudios superiores. Una ironía es que el pirata Eusebio Borja había cursado estudios de medicina, por lo que era más preparado que ella.

Nuevamente Netflix mete la pezuña en la realidad,  para crear una sarta de falsedades que insulta a las mujeres que vivieron el verdadero secuestro y a la profesión de azafata. Vamos a ver que otras torpezas, mentiras y desvergüenzas nos ofrece esta serie anárquica, patrañera y vejatoria.

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