El otoño acabó
conmigo sucumbiendo a los vértigos. Una de las pocas cosas que puedo hacer sin
marearme es ver series. Ya he hecho reseñas de la mayoría, pero me han acompañado
en estos días aciagos una cantidad de programas de cuando en el Reino Unido se
producían cosas de calidad. Junto a ellas un par de obras continentales de
décadas pasadas. Ahora se las comento y recomiendo.
Como recordarán
de mi nota sobre mi entretenimiento veraniego, había divido mis días de manera
temática. Sigo este patrón, solo que cambié los tópicos y así quedó.
LUNES
Lo dejé para las
series rusas. Terminé de ver Godunov en octubre. ¡Qué mala producción!
Da vergüenza ajena compararla con otros productos de la antigua Unión Soviética.
Mal actuada, mal narrada, muchas falsedades históricas, etc..
Para sacarme el
mal sabor de boca me puse a re-ver Velikaya y compararla con Ekaterina.
Aunque Velikaya le gana a la otra visión de Catalina la Grande en elegancia, cinematografía y detalles
en vestuarios y mobiliario, es menos profunda y le falta emotividad. ¿Será que Yulia
Snigir no es tan buena actriz como Marina Alexandra? No proyecta la emociones fuertes como la
húngara, y muchas veces recita sus parlamentos como si fuese maestra dictando
clase.
Me quedó el gusto
por el siglo XVIII, por esos tricornios
de los caballeros y los panniers en las caderas de las damas. Eso no
significa que me atraiga la idea de ver Marie Antoinette que la PBS la
ha empujado hasta el 19 de marzo. En cambio, si me bajó el apetito por volver a ver las
aventuras de Nicolas Le Floch. No voy a agregar mucho más de lo que
puse en la reseña original de hace nueve años.
Se trata de una magnifica
ambientación de la Francia de un par de décadas antes de la Revolución. Nicolas
además de ser comisario de policía es también el Marqués de Ranrueil lo que le permite
fluctuar entre la Corte de Luis XV y los bajos fondos parisinos con atisbos a
burdeles, teatros y a los espacios frecuentados por la cada vez más poderosa
burguesía.
Al comenzar a ver
la serie en MHZ, me llevé una sorpresa. Yo
en Chile seguí a Nicolas entre TVCinque (la señal francesa de Ultramar) y
Europa Europa, pero en estos años en USA habían hecho dos temporadas más de la estupenda
serie. Estos episodios perdidos cubren
los primeros años del reinado de Luis XVI. Como eran dos episodios por
temporada, tengo el bono de cuatro nuevas aventuras del “Pequeño Marqués”.
Una lástima que
la serie feneció con la muerte de su autor. François Parot dejó cuatro novelas
que nunca llegaron a la pantalla. Son las más interesantes. Nicolas entra en
contacto con Maria Antonieta y alterna con figuras históricas como Cagliostro y
Ben Franklin. Parece que Parot creía en la teoría de que una catástrofe natural
(erupción de un volcán en Islandia) había sido el detonador de la Revolución Francesa
puesto que había provocado años de mal clima y malas cosechas en Francia. El
autor dedicó dos de sus últimas novelas, El año del volcán y La diosa de
hielo, a este fenómeno y sus
consecuencia.
Sin embargo, yo
entiendo que la serie no podía continuar. Su gran problema es un protagonista
un poco insensible —sobre todo en su relación con el sexo opuesto— y
cuyas ideas y acciones ya no serían tildadas de políticamente correctas en un
mundo woke y mitutero. Confieso que hasta a mí me parecía antipático. Ayuda el
hecho de que Jerome Robart no es un actor carismático, ni tan atractivo para creernos el cuento que
Nicolás es El Gran Galán de la historia
Parot muestra
sensibilidad hacia Antoinette, la madre del hijo de Nicolas. Aunque la hace
caer en la prostitución, la redime y de paso castiga al veleidoso Marques
cuando su hijo bastardo le quita el amor de Aimee, la última ilusión del
comisario. Lamentablemente, la
adaptación de Hugues Pagan no toma en cuenta estos factores.
Como buen
policía, Pagan domina la recreación de los casos investigados por Le Floch y es
sublime en detalles y ambientación histórica. Su error es combinar dos
personajes, la prostituta Satin con la desdichada Duquesa Marie de Langremont.
El resultado es una mujer antipática que no tiene química con Nicolas (que
tampoco es un dechado de simpatía). El romance decae en el episodio El Gran
Cazador de la Cuarta Temporada cuando Marie anuncia su embarazo. La falta de entusiasmo del Marqués ante la
idea de ser padre es la sentencia de muerte de esa relación.
¡Nadie se dio cuenta que cambiaron a la actriz! Asi de insignificante era La Satin
Ni Marie ni su
hijo vuelven a mencionarse. Lo triste es que nadie en el publico protestó. Creo
que yo tampoco protestaría si cambiaran al protagonista (actor y personaje).
Sin embargo, la serie es un lujo y me alegro
de esta oportunidad de verla completa.
MARTES
Series
policiacas. Fue en el otoño que vi La Garconne en The Roku Channel. Una buena continuación a Paris Police 1900 que me demostró que al menos en las series
detectivescas, el drama de época galo sobrevive.
Y me encontré con
una maravilla de la ITV que nunca pasaron en Chile. Heartbeat es una
serie de época muy original y que gustó tanto al público británico que alcanzó
las ocho temporadas. Basada en el libro Constable de Nicholas Rhea, la
serie narra las aventuras de Nick Rowan, un policía londinense que, harto del escenario urbano de Los 60, decide seguir a su esposa a Aidensfield, pueblo natal de Kate, en la frontera de Yorkshire y Escocia.
Kate, una doctora
recién graduada, planea abrir su práctica al amparo de Alec, su mentor y médico
del pueblo. Alec la desilusiona, los lugareños no gustan de extraños y menos se
dejarán atender por una doctora forastera y mujer. Prejuicios que Nick, a pesar
de usar pantalones, también encuentra en
su comisaria.
La primera
temporada nos mostraba los esfuerzos de la pareja por ganarse la confianza de la
gente del pueblo. Un proceso arduo y con tantos retrocesos, que mucha veces Los
Rowan hicieron las maletas para volver al mundanal ruido londinense. La serie
es muy sana y muy humana, muestra casos muy peculiares que solo podrían ocurrir
en un lugar y época determinados. Aunque describe lo racistas y clasistas que
pueden ser los aldeanos también nos presenta personajes pintorescos desde el
altivo Lord Ashfordly que sigue siendo tratado como un señor feudal, hasta el pillastre de Claude Greengrass que
siempre está detrás de algún robo o estafa, pero que, como las anguilas, se les escurre de las manos a la policía. Heartbeat
en inglés puede verse tanto en YouTube como en TUBI.
MIERCOLES
Como corresponde
este fue el día dedicado a las aventuras de Merlina Addams y ya que estaba en Netflix
elegí el día para mi penosa trayectoria a través de la fastidiosa 1899.
Pensar que todavía me falta un episodio para acabar con esa tortura.
JUEVES
Dedicado a las
series médicas. Algo que estas cacerías de series-tesoros me han recordado es
que yo no fui tan devota seguidora del Masterpiece Theater como creía. A
partir de la muerte del anfitrión estrella Alastair Cooke (1990) dejé de verla,
solo retomándola en mi último año en USA para seguir la magnífica versión de Las
Bucaneras. Nunca lamenté esa década perdida porque en Chile Film&Art,
Europa Europa y hasta el Hallmark Channel me llevaron a recuperar lo perdido,
pero hubo un par de Masterpiece dedicados a doctores que me perdí hasta
este año.
Uno es Bramwell,
Jemma Redgrave— sobrina de Vanessa Redgrave— da vida a la insufrible
protagonista, una doctora en la época en que las mujeres todavía no podían practicar
la medicina en el Reino Unido. A la Dra. Bramwell, por metiche y soberbia, no deberían dejarla practicar la medicina en
ninguna parte. Es solo un poco más odiosa que la Dra. Napier que se apareció en
la Tercera Temporada del Dr. Finlay, otro Masterpiece que me
perdí. Pero Napier tiene buen corazón y a veces tiene razón, aunque exprese sus
razones de mala manera. Una lástima que ya estoy acabando la cuarta y última
temporada de esta serie excelente que sigue al protagonista, creación de A.J.
Cronin, en la posguerra en un pueblecito escoses al que a veces le cuesta(tal
como a Finlay ) aceptar la modernidad.
Por último, tengo
a la fantástica The Royal que, ahora vengo a enterarme, es un spinoff de Heartbeat. La
diferencia es que el Hospital de St. Aidan queda en una zona costera de Yorkshire,
aunque alguna vez fueron llamados a atender enfermos en el pueblo de los Rowan.
The Royal tiene ocho temporadas. Comencé a verla en verano y espero me acompañe
al final del invierno. Me aterra pensar en que llegue a su final. Le he tomado
mucho cariño a los personajes aun al pesado Mr. Harper y todavía shipeo al Dr.
Ormonde con la monjita Sor Brígida.
VIERNES
Mi tema favorito,
la Segunda Guerra Mundial. Comienzo temprano viendo en línea la fabulosa
producción brasileña Passport to Freedom, que espero comentarles la
próxima semana.
A esto le agrego
una serie de ITV que nunca vi, ni siquiera recuerdo que la diesen en USA a
pesar de que sus tres temporadas cubren el espacio entre 1988-1990. Se trata de
Wish Me Luck. Producida por la gran Lavinia Warner, autora de Women
Behind Barbed Wire, y creadora de una de mis series favoritas Tenko,
no tuvo tanto relieve como esta última.
Es muy poco
pretenciosa y eso la hace más grandiosa. Leia que se inspiró en las aventuras
de la intrépida australiana Nancy Wake. Respecto a quien los alemanes apodaron
la Rata Blanca hay un documental y una miniserie en Tubi. Esta última es hecha
en Australia y tiene como protagonista a una Noni Nazlehurst joven y guapa, muy alejada de la gordita y dominante
matriarca de A Place to Call Home.
En esa miniserie,
Nancy siempre se ve sofisticada, vestida con elegancia y bebiendo champaña. Parece
una especie de James Bond femenina. Muy diferentes son las agentes que la OSS
(servicio de Operaciones Especiales) británica enviaba a Francia. En Wish Me
Luck tenemos mujeres siempre en peligro, mal vestidas y despeinadas,
agotadas, asustadas, desconfiando de todos y agobiadas por una monotonía que
podía ser interrumpida por arrestos y torturas.
Es una visión de
la resistencia casi tan gris como la que nos mostró Un VIllage Francaise. La diferencia es que aquí conocemos a
los que mueven los hilos de los agentes desde Londres y llegamos a entender sus
dilemas y luchas constantes con sus superiores y con sus conciencias, sabedores de que envían mujeres a una labor
que las puede llevar al paredón.
Interesante es
ver como este servicio de inteligencia opera bajo la mirada despectiva de un
alto mando que no los toma en serio. James “Cad” Cadogan (Julian
“Pycelles”Glover) es un coronel a cargo de este equipo tan mal mirado por militares.
Los del gobierno están horrorizados ante la perspectiva de enviar mujeres a
pelear una guerra de hombres e intentan ocultarlo de la opinión pública. Por lo que solo en este siglo se ha venido a
conocer la tremenda aportación femenina a los servicios de inteligencia
británicos fuese como decodificadoras (Las Chicas del Bletchey Park) o agentes
detrás de las líneas enemigas.
Cad tiene como
ayudante a Faith, mujer de mundo, divorciada, independiente y aparentemente
fría, pero que se siente responsable de las agentes bajo su cargo sobre todo Liz
Granger. Dama de sociedad madre de una hija pequeña y cuyo marido es parte del
alto mando británico en El Cairo, Liz se asombra al saber que esta agencia
secreta requiere de sus servicios. En muchos sentidos es idónea: criada en Francia,
habla francés como nativa, tiene amigos en la zona donde operan los agentes de Cad.
Tras muchas dudas, Liz acepta un trabajo que no solo la pondrá en peligro, pero
hará tambalear su matrimonio.
Durante las
semanas de entretenimiento, LIz conoce a Mathilde “Matty” Firman, una chica
cockney del East End. A pesar de ser muy diferentes, las dos reclutas hacen
buena amistad. Matty es hija de una judía francesa. Ambas lograron escapar de
la Francia ocupada, pero los horribles sucesos que vivieron enloquecieron a la
madre de Matty quien ahora solo tiene un propósito, vengarse de los alemanes. Cad se lo impide ya que,
aunque Matty es una excelente radio operadora, es descuidada e impulsiva.
Finalmente la falta de operadores de radio, da la oportunidad a Matty y de ser
enviada Francia en compañía de Liz.
Además de desglamurizar
la actividad de los agentes y de mostrarnos la cruda realidad de su labor, la
serie hace hincapié en la lucha de clases que siempre ha caracterizado a la
sociedad británica. Cad, Faith, y Liz representan un mundo que vive bajo reglas
clasistas que deben abandonar para poder ganar una guerra. Una vez en Francia,
Liz se encuentra bajo las órdenes de Kit, un antiguo amigo. También de clase alta,
Kit ha descubierto que debe abandonar
sus prejuicios para poder colaborar con los resistentes comunistas. Liz también
se reencuentra con Claudine de Valois, una amiga de la infancia, que representa
una clase alta gala que colabora con el invasor.
Este retrato de
como estos personajes privilegiados aprenden a conocer otro mundo y otros modos
de vivir y como gracias a ese aprendizaje, logran dar un golpe al enemigo y sobrevivir
ellos es mucho más honesto y verídico que las chambonearías del S.A. S Rogue
Heroes.
Colin, Matty y Liz parten a Francia.
SABADO
Siguiendo con la cronología
dieciochesca me transporté a la Era Napoleónica y aproveché de ver una serie
que en su momento deprecié. Me refiero a la serie de Sharpe que convertiría a Sean
Bean en estrella. En su día la ofreció el Masterpiece Theater, pero yo andaba
en otras ondas y me sonó a cuento de machos. No me equivocaba. Aunque sabía que
tenía orígenes literarios, no sabía que nació de la pluma de Bernard Cromwell,
el mismo autor de The Last Kingdom.
Cromwell fue el creador de Richard Sharpe un niño de la calle que encuentra espacio y sustento en el ejercito colonial donde conoce a muchos de los personajes, incluyendo al Duque de Wellington, con los que compartirá escenario en La Guerra Peninsular.
La adaptación
prefirió saltarse los primeros libros de la saga y comenzar en Portugal en
1808. Sharpe salva la vida de su comandante y Wellington lo nombra oficial y
pone a cargo de lo que resta de un batallón elite: “Los Elegidos”(Chosen Men). Ahí Sharpe comienza
a librar su batalla más cruenta al descubrir que ni subalternos ni superiores
tragan a un teniente que no pertenece a la clase alta.
Finalmente, Sharpe
se granjea el respeto de sus hombres incluyendo el de su sargento un valiente,
pero irreverente, irlandés llamado
Patrick Harper, que se convertirá en su mano derecha, su guardaespaldas y su
mejor amigo. No tendrá tanta suerte el Teniente Sharp con sus superiores entre
los que encontrará oportunistas, sádicos e incompetentes que le darán más
guerra que los franceses, pero el gran enemigo del oficial es el Sargento
Obadiah Hakeswill (Pete Postlethwaite) que ha venido persiguiéndolo desde la India.
La serie (filmada
en España) lleva a Sharp a liberar casi todas las grandes batallas de La Guerra
Peninsular: Talavera, Ciudad Rodrigo, Badajoz, etc. Vemos a Sharpe pelear
contra las tropas napoleónicas y el alto mando para conseguir ascensos que o le
son negados o arrebatados, siempre por las intrigas de quienes lo consideran
indigno de la casta de oficiales. Eso no impide que Wellington, y Sir Richard (Brian Cox de Sucession) su
encargado del servicio de inteligencia, no utilicen despiadadamente de los servicios
de Richard para misiones peligrosas.
Aunque la serie
descuella en cinematografía, actuaciones , y buen manejo argumental, tiene una
falla. La misma de Nicolás le Floch, el romance. Aunque han suprimido a
la primera esposa de Sharpe, aparece la segunda, Teresa, la guerrillera. Sean Bean y Asumpta Serna eran
atractivos, pero no hubo química entre
ellos, posiblemente porque la trama no se los permitió. Como La Satin en Nicolás
Le Floch, Teresa aparece y desaparece sin que se la eche de menos. A ratos
nos preguntamos si Sharpe piensa en ella cuando están separados. Es algo común
en las historias de soldados, las mujeres pasan a ser personajes dispensables
que cuando ya no sirven, mueren convenientemente.
Para equilibrar
mis sábados busqué otras series “napoleónicas’. No quise continuar con La
Guerra y la Paz. James Norton como Bolkonsky me es demasiado indigesto. Por
suerte en el archivo de RTVE en YT encontré Goya, la miniserie de los
90. Muy bien actuada con un elenco internacional que nos presenta cameos de
glorias del pasado cine ibero (Alberto Closas) y del europeo (Raf Vallone y
Antonella Lualdi) .junto a lo que entonces eran futuras estrellas como Marisa
Paredes. No conozco a los protagonistas, pero son más que competentes. Don Paco
es mi pintor favorito, ¿pero era así de arrogante y brusco en la vida real?
DOMINGOS
Los he dejado para
lo mejor del otoño: ¡Garcia! y The English. También para ver de nuevo Wednesday, que es un plato para repetirse.
¿Y qué vieron
ustedes este otoño? ¿Cuál de estas
series les gustaría ver?
I did not think Godunov was that bad, not the best of series, but not bad either, I liked his character and Russians do know their facts better than the books about him from the West which tend to be filled with lies or exaggerations.
ResponderEliminarI'm currently watching Toinette on Mondays (Papa Roi wanted to eff her in the third episode and she had to bow to DeBarry hoe), Crossfire on Tuesdays, Blood Origin on Wednesdays, The Rig on Thursdays and I will start something new on Fridays as I cannot stand Willow any longer.
Everytime I hear about that grotesque triangle I feel like so not watching MA. Do you imagine Louis XV, who could have any woman, would jeopardize his alliance with Austria by deflowering his grandson's wife? Russian critics rebuked Godunov for its lack of historicity. Precisely because I admire Russian period pieces, this one dissapointed me greatly
EliminarRussian critics and generally the people are very self-critical. Unlike the critics and audiences in the West who like to praise their own programmes, Russians and Serb usually prefer to spit on them and roast them LOL I will often find a majority of their negative comments at YouTube under their films and shows that were nice and lovely. Serbs do that to. I think it is because we are raised being criticised constantly by our parents, who are not as caring as parents in some other countries. Slavic parents think that if they are strict, harsh and criticising, they will turn you not into a spoilt brat but a strong person. Which is probably true, but it also leaves you lifelong traumas, sadly.
EliminarInteresting link between harsh critic and strict parents. But Slavs are not the only demanding parents. My parents were much more demanding of me than when it came to my brother, but I don’t think I’m a tough critic. I was trained to evaluate all sort of entertainment material, always seeking balance and I believe I exercised that view in my 14 years of professional reviewer. On that note, I remind you (this blog is proof of that) my admiration for Russian period pieces. Godunov was a disappointing surprise. Not only did it present sound problems but for the first time I noticed mediocre acting (among secondary characters) , evident historical falsehoods and a rambling script particularly after the death of the main character, when fictional characters took center stage.
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