Por más de un
siglo, el desastre del Titanic ha coloreado nuestra imaginación popular creando
puntos de referencia para comprender y visualizar lo que fue el naufragio de un
mega barco. Pero posteriormente al hundimiento del trasatlántico, otros navíos también
se hundirían con su carga de vidas humanas en aguas heladas y tropicales. ¿Por
qué es el Titanic más importante y memorable que el Lusitania, el
Laconia o el Wilhelm Gustloff cuyas tragedias fueron mayores o
más dramáticas?
Dos años después
de la tragedia del Titanic estallaba la Gran Guerra que haría olvidar
cualquier desastre que la precediera. Durante el gran conflicto hubo muchos
naufragios y catástrofes navales, el más conocido sería el hundimiento del Lusitania
en el 2015. A pesar del barullo que causaría este hundimiento de un trasatlántico
similar al Titanic, solo se hicieron un par de documentales contemporáneos.
La posguerra
tendría muchos temas de desastres naturales, pero ninguno referente al Titanic.
En 1935, inspirado por el incendio del Morro Castle que iba en camino
entre Cuba y Nueva York, se incluyó la historia de un incendio en un barco
donde se había instalado un club flotante llamado como el filme “El Infierno de
Dante”.
Pienso que era el
temor a los efectos especiales lo que haría titubear a los productores antes de
ponerse a crear escenarios sobre desastres marítimos. Incluso durante la Segunda
Guerra Mundial, la filmación de “In Which We Serve”la epopeya del hundimiento
del Kelly que comandaba Lord Mountbatten en la Batalla de Creta costó su
dinero y mucho esfuerzo por parte de Sir Noel Coward quien la dirigió.
Fue en ese
entonces que los filmes de naufragios se centraron más en los náufragos que en
el hundimiento de sus barcos. Esto es evidente en “Llifeboat,” la obra maestra
de 1944 de Sir Alfred Hitchcock, que describe las aventuras de un extraño grupo
de personas que se ven obligados a compartir un bote salvavidas después que su
barco es hundido por submarinos alemanes. Desde entonces hasta la fiebre del Titanic
del fin de siglo XX, lo que interesaría eran los náufragos y su sobrevivencia
fuese en una isla como la parejita de “La Laguna Azul” o en un bote en compañía
de un tigre como en “Life of Pi”.
A pesar de que la
Segunda Guerra Mundial tuvo más desastres navales y naufragios que la primera
ninguno ameritó más que olvidados documentales que en épocas pre-cable no
tenían canales exclusivos que los presentasen. Había que pagar para verlos en
el cine (y teatros especializados). No muchos se animaban a hacerlo.
Irónicamente, todos estos grandes naufragios modernos serian reflotados y recordados gracias al “ "Titanic” de David Cameron. Aunque parezca increíble, los frikis del Titanic pedían a gritos cuentos de gente ahogada, de botes salvavidas volteados y de obligatorios romances que acababan con uno de los enamorados hundiéndose en el mar. Debido a ese clamor, en la primera década del Siglo XXI se hicieron filmes sobre el hundimiento del Britannic, una especie de docudrama sobre el Lusitania, un telefilme alemán sobre el Wilhelm Gustloff —el peor desastre naval de la historia— y hasta una miniserie sobre el impacto de la explosión del Mont-Blanc que casi destruyó a la ciudad canadiense de Halifax.
El broche de oro
lo pondría en el 2011, la coproducción germano-inglesa sobre el rescate de los
sobrevivientes del Laconia por la valerosa tripulación del U-Boat 156.
Todos estos esfuerzos son parte del fenómeno del Titanic y aunque todos
tienen lugar en medio de un conflicto bélico, siguen las pautas establecidas
por el arquetipo” titánico”.
Brittanic
(2000)
En el 2000,
debutaba en Fox Family” Brittanic” basada en el hundimiento de la nave “hermana”
del Titanic. Aunque es cierto que el Britannic, un buque
hospital, se hundió en las costas griegas en 1916, las teorías sobre las causas
del naufragio son varias. El telefilme se inventó sabotaje efectuado por un
espía alemán a bordo. El Mayor Tilbach del ejercito germano, tras matar a un
inocente pastor, adopta su identidad y se infiltra en el baro. Ahí se prepara,
con ayuda de marineros irlandeses, a volar el barco em altamar. La razón es que
creen que el Britannic porta armas. Entremedio, el clérigo seduce a una
institutriz (Amanda Ryan) que es una sobreviviente del Titanic donde
perdió a su marido.
Sucede que Vera
es también una agente del servicio secreto británico que se las arregla para
impedir todos los intentos de sabotaje de su amante hasta que descubre que el
pastorcillo es un agente enemigo. Finalmente, Tillbach logra hacer estallar
unos explosivos que hunden el baro. Tenemos las escenas típicas, botes que no funcionan,
estampida de pasajeros, niños perdidos etc. heroicamente Tillbach rescata a Vera,
pero cae al mar. La química de la pareja era tan poco poderosa que me quedé dormida
viendo este olvidable telefilme.
Shattered City
(2003)
Casi tan
olvidable es “Shattered City: The Explosión of Halifax” que debutó en la
televisión canadiense en el 2003. El hecho que motivó el filme fue una de las
explosiones más grandes de la historia ocurrida en la bahía de Halifax, Nueva
Escocia en el invierno del 1916. El barco francés Mont-Blanc chocó con
el noruego Imo. Debido a que el Motn-Blanc iba cargado de municiones,
se armó un incendio que devino en una mega explosión que derribó árboles y
edificios, destruyó líneas férreas y provocó un mini tsunami. Todo el barrio de
Richmond de Halifax quedó destruido. Debido a las fuertes ventiscas casi fue
imposible recibir auxilio por un par de días.
Toda la tragedia esta
pesimamente relatada en una miniserie “mal narrada y mal actuada” como la
describió Russell Smith en el Globe and Mail. Será por eso que lo único
que recuerdo de ella fue un niñito al que el impacto de la explosión hizo que
un trozo de madera se le clavase en el pecho y anduvo así por días, como un
vampirito atravesado por una estaca.
Ahora me he enterado
de que la serie está llena de mentiras y omisiones. Le echan la culpa al
capitán que para mayor ignominia convierten en un súbdito británico (era canadiense).
Para quedar bien con los vecinos muestran que el primer auxilio vino de los Estados
Unidos opacando la ayuda que mandó el gobierno canadiense. y ninguna palabra
sobre el tsunami. Tal vez porque los más afectados fueron una comunidad centenaria
de nativos.
Sinking of the Lusitania : Terror at Sea (2007)
Casi tan poco
memorable cuatro y años más tarde vino el único dramatizado sobre el
hundimiento del Lusitania. Antes que todo pasemos a contar que fue lo
que aconteció porque en mi día el hundimiento del Lusitania era parte de
la clase de historia del doceavo grado. Hoy, ya ni se enseña historia.
Construido bajo
la egida de Bruce Ismay, el Lusitania era un trasatlántico de las mismas
dimensiones del Titanic. Para 1915, ya había efectuado más de doscientos
viajes a través del Atlántico y aun en tiempos de guerra. Sin embargo, el Mar
del Norte, zona navegada por el navío, era considerada territorio en guerra y
los periódicos alemanes advertían que el Lusitania estaba en la mira de
sus submarinos. A pesar de esas advertencias, fue una total sorpresa cuando en
mayo del 1915, el trasatlántico fue alcanzado por un solo miserable torpedo y
en media hora era parte del mar.
Aunque ocurrió en
la tarde, estaban cerca de la costa y vinieron al rescate inmediatamente, de
las casi dos mil personas a bordo solo sobrevivieron 764, tres de las cuales fallecerían
después de su rescate debido a sus heridas. Por décadas se discutieron las
razones para el hundimiento tan rápido y con tantas perdidas y hay varias
teorías de conspiración. La más famosa es que el gobierno ingles deliberadamente
expuso al navío, su tripulación y pasajeros a un ataque ya que esperaban (debido
a que la mayoría de los últimos eran americanos) que un desastre de esa magnitud
obligase al gobierno americano a declarle la guerra a Alemania.
El telefilme es tan poco emocionante que
parece docudrama sin serlo. A pesar de que nos presentan victimas reales como
el junior millonario Alfred Gwynn Vanderbilt y ficticias como la actriz Dorothy
Taylor, los muestran tan de carrera y en sus facetas más “privilegiadas” que no
alcanzan a interesarnos. A pesar de que Vanderbilt intenta redimirse ayudando a
los menos privilegiados a encaramarse en los botes no nos interesa su destino.
En cuanto a Dorothy, solo sirve para protagonizar una macabra escena en que,
debido al corte de electricidad, queda atrapada en un elevador muriendo ahogada
como un animal enjaulado.
El lado fuerte
del argumento es la amistad de cubierta que se desarrolla entre el novelista
escoses (y narrador del filme) Ian Holbourne y la niña Avis Dolphin de 12 años.
Esta relación, que hoy se vería con malos ojos, sucedió realmente y es la razón
por la que Avis, quien viajaba acompañada de dos criadas, (ambas se ahogaron)
logró sobrevivir.
Tras poner a Avis
en un bote, Ian se preparó para ahogarse con dignidad. Afortunadamente logró
ser “pescado” de las aguas. Durante su estadía en el hospital Ian fue visitado por
Avis, su amistad se afianzó y la chica pasó largas temporadas en casa de los Holbournes
en Escocia. fue ahí donde conocería a su futuro esposo.
El problema del no-docudrama es que en vez de esforzarse por crear personajes redondos se la pasa brincando del trasatlántico a las oficinas del almirantazgo en Londres, donde un asistente intenta convencer por días al Capitán Hobbs, director de inteligencia naval, del peligro que corre el Lusitania. Hobbs por descuido irresponsable no le hace caso.
Ocurrido el desastre,
Hobbs corre a ver al Primer Lord para contarle que están en un lio gordo. Churchill,
al que solo le falta una manzana en el hocico para parecer un cerdo, deja claro
que el Almirantazgo no puede ser enlodado que hay que lanzarse en picada en contra
el capitán del barco que milagrosamente ha sido salvado de las aguas.
Hay una especie
de investigación /juicio. El Capitán Turner todavía traumatizado no sabe que
decir. Hobbs, muy reptil él, intenta convencer/sobornar/amenazar a Lord Mersey
que preside la investigación. Mersey asqueado, dictamina que ni el Almirantazgo
ni Turner estuvieron en falta. La culpa está en el mentiroso reporte del
submarino U-20 que insiste en que le bastó solo un torpedo para derrotar al
barco.
En Berlín donde
estaban un poco avergonzados por haber provocado tanta perdida humana, insistieron
en que era solo un torpedo y que la razón por la cual el Lusitania hizo
agua fue porque cargaba municiones y armamento no siendo así un barco neutral
de pasajeros por lo que su hundimiento fue un legítimo acto de guerra. En 1982,
el gobierno británico finalmente admitió que el Lusitania cargaba explosivos, ¿pero
fue esa la causa de su precipitado hundimiento? ¿Como se explica que ningún barco de la marina
inglesa haya participado en las labores de rescate? Como USA no declaró la guerra a Alemania hasta
dos años más tarde, la teoría de empujar a los americanos a entrar en el conflicto
está obsoleta. Así que mientras no hagan algo serio sobre el Lusitania,
su naufragio seguirá siendo un misterio.
El Peor
Naufragio de la Historia
La televisión alemana,
animada por esta coproducción decidió al año siguiente hacer una miniserie
sobre el más grande desastre marítimo de la historia, el hundimiento del
“Wilhelm Gustloff” en enero de 1945. Poca gente sabe de esta desgracia. El Gustloff
que lleva el nombre de un “mártir” del movimiento nazi fue bautizado con champaña
en 1937. Antes de la guerra, fue un buque crucero usado solo para viajes
recreacionales. En 1939 trajo a la Legión Condor que peleó en la Guerra Civil
española de regreso a Alemania.
A comienzos de la
guerra fue usado como barco hospital, pero finalmente se le dejó anclado en
Gdynia por cinco años. Se le volvió a poner en servicio a fines del ‘44 para
ser parte del convoy conocido como Operación Aníbal que pretendía evacuar
personal militar, heridos y civiles de las zonas del Báltico que estaban siendo
invadidas por el Ejército Soviético. Además de haber estado fuera de servicio
por casi cinco años, el Gustloff solo podía cargar seis mil pasajeros.
Cuando zarpó del puerto de Gosthafen (hoy Gdynia) llevaba más de 10.000, la
mayoría civiles.
Unas horas más
tarde, un enjambre de submarinos atacó el convoy. El Steuben con seis
mil pasajeros se hundió con más de cinco mil a bordo. Del Goya solo
sobrevivieron menos de doscientos, pero el mayor conteo de cadáveres lo tuvo el
Gustloff. Solo se salvaron un poco más de dos mil. Casi cinco mil niños murieron
ahogados o congelados en el gélido Báltico cuya temperatura estaba bajo cero
gracias a nevadas y vientos huracanados que acompañaron el naufragio.
Tres torpedos
alcanzaron el costado del navío. Uno destrozó las cabinas de los tripulantes,
otro abrió un boquete en el medio llevándose de paso la mitad de la cubierta y
quien estuviese en ella. También inundó la piscina donde estaban instaladas las
auxiliares de la Kriegsmarine, el ultimo torpedo alcanzó la sala de máquinas.
En menos de una hora el Gustloff se dio vuelta en campana. Quienes
estaban adentro quedaron atrapados, porque los ventanales eran de vidrio a
prueba de bala. Solo se pudo bajar un par de botes salvavidas y debido al calor
de dentro del crucero, muchos náufragos se habían quitado los chalecos
salvavidas. El espectáculo debe haber sido infernal, peor que en el Titanic.
Por mucho tiempo,
se habló de un crimen de guerra puesto que la mayoría de las víctimas fueron
civiles y que el barco en teoría era un Lazarett (buque hospital). Pero
aun antes que Gunter Grass en su A paso de Cangrejo aniquilara estos mitos,
se sabía que el buque no tenía señales que lo identificase como hospital, y
llevaba entre sus pasajeros a soldados, marinos, toda una clase recién graduada
de una escuela de submarinos, agentes de la Gestapo, jefes de partido nazi
locales y 300 “ratonas grises” de la Kriegsmarine.
Nacht fiel
uber Gotenhafen (1960)
Aun así, la pérdida
humana es sobrecogedora y se esperaría que se hiciesen algunos dramatizados
sobre el hecho. Tristemente los dos que se han hecho en Alemania son de una
pobreza artística patética. Recientemente encontré el filme de 1960 “La noche
cae sobre Gotenhafen”. Bajo el título en castellano de “Noche de angustia” y
doblada al español-ibero está en YT. Me había prometido no hacer anuncios
públicos de los hallazgos que encuentre en ese sitio, pero por vieja y mala no
creo que esta peli corra el peligro de ser borrada.
Comienza la
historia en un crucero de antes de la guerra. La locutora Maria, a pesar de
estar comprometida con Kurt, coquetea con Hans contramaestre el barco. Kurt y Maria
se casan, estalla la guerra, él parte al frente, ella se aburre en Berlín. En
el Año Nuevo del 44, Maria se reencuentra con Hans y bajos las bombas aliadas
le escriben a la cigüeña.
Maria va a
ocultar su vergüenza en las propiedades del Báltico de su amiga Edith. Ahí
conoce a la Generala von Reuss, interpretada por la estrella del Tercer Reich Brigitte
Horney, quien la ayuda en el parto. Llegan los rusos, matan a Edith. Maria
arrastrando a su crio, a la Generala y a su esposo mal herido, llega a
Gotenhafen. Allí con ayuda de Hans, suben a bordo. Todo bien hasta que les
llegan los torpedos. Ahí tenemos el cuento del Titanic, hombres que
atropellan a las mujeres, hombres que se disfrazan de mujer para subirse a los
escasos botes, etc.. Conteo de cadáveres, todos se ahogan, menos la Generala y él
bebé de Maria.
El problema del
filme— aparte de la poca seriedad y exceso de dramatismo que se alternan en la
narrativa— es que su valor histórico es cero. Hay una victimización de los habitantes
del Tercer Reich total. Los rusos son malos, matan mujeres, ahogan bebés, los
Aliados tiran bombas. No se ve un militar en el barco. Todos son inocentes
palomos. Solo al final, la rescatada Generala se manda un monologo sobre la
complicidad de la mujer en la guerra ya que no detienen al hombre cuando quiere
jugar a ser soldado. WTF?
Die Gustloff
(2008)
Ese mismo
espíritu reinó en la próxima aproximación a la tragedia del Gustloff,
hecha casi medio siglo después de la primera trastada y les quedó tan mala o
peor. Los disaster films tienen solo dos cosas en que apoyarse: efectos
especiales y personajes tan interesantes y/o queribles que a uno le interese si
se salvan o no. En ambos aspectos “die Gustloff” fracasa estrepitosamente.
Su única excusa
es que sabiendo tan poco del naufragio, se debe apoyar en conjeturas y teorías
de conspiración. Se sabe que el barco contaba con cuatro capitanes (¿por qué
tantos?) dos de la marina mercante, el Capitán Zahn a cargo de los cadetes de
submarino, y el Capitán Jorgensen quien normalmente comandaba el ex crucero. Jorgensen
desoyó el consejo de Zahn y se internó en agua profunda dando la oportunidad al
submarino, que navegaba cercano a la costa, de atacar el navío por la
retaguardia.
En medio de la travesía, les llegó un mensaje enigmático alertándonos sobre una posible colisión con un dragaminas. Jorgensen ordenó entonces (todo ocurrió de noche) que encendieran las luces del barco lo que lo hizo visible al atacante. El mensaje ha dado pie a una teoría de que fue enviado por un marinero del Gustloff que era un agente soviético. El telefilme se adhiere esta teoría, pero la maneja tan mal que resulta incomprensible tanto el sabotaje como los motivos tras de él.
Han disminuido la
cantidad de capitanes. Tenemos a un Jorgensen tan lacónico que no sabemos si es
sonámbulo o está borracho. Tenemos al figurón Capitán de Corbeta Petrie, un
nazi oportunista interpretado con exageración histérica por un Karl Markovics
(Lida Baarova, Babylon Berlin) que parece que se olvidó de lo bien que trabajó
en “Los Falsificadores” el año anterior. Por último, tenemos al “Héroe” Helmuth
Kehding que está siendo sobrepasado por problemas personales y laborales. Está
enamorado de Ericka una auxiliar de la Kriegsmarine. Helmuth quiere rescatarla
y llevársela a Hamburgo, pero Ericka está bajo las órdenes de Bertha Burkat una
especie de Cruella Deville que le ha tomado fastidio a su subalterna.
Mas encima
aparece en el barco, Harald Kehding, la oveja negra de la familia, un oficial
de la SS que trabaja para la Gestapo local. No se sabe por qué motivo, pero los
Hermanos Kehding se han distanciados. En un momento se dice que Harald perdió a
su mujer e hijas en un bombardeo en Hamburgo. Este es un leitmotiv de
este cine victimizado del Tercer Reich, aparece en “Madres del Tercer Reich” y
“Das Boot”. Pareciera que todo lo que hicieron los Aliados fue bombardear
inocentes civiles.
La guinda del
pastel es Heinz Schon, primo y única familia de Ericka. Resulta que es el radio
operador del Gustloff y no quiere que su prima ‘deserte” para irse con
el capitán del barco. Helmuth huele algo podrido en el Báltico, espía a Heinz y
ve que anda en cosas raras. Se lo cuenta al hermano que decide que Heinz
trabaja para los rusos, pero que Ericka es su cómplice.
Como si no estuviera
ya en un gran lio, Ericka se convierte en el hada madrina de los Siemanti, una
familia de refugiados compuesta por Lilli que carga a su hija muerta y
congelada; su hijo Kalli de 13 años al que quiere la Wehrmacht para que vaya a
pelear contra los rusos; y la preñada Marianne. Con ayuda de Helmuth, Los
Siemanti abordan el Gustloff. El capitán le da una “carta de compromiso”
a Erika. Solo necesita la firma de Bertha para que pueda ausentarse con la
excusa de que va a casarse.
La vivaracha Bertha
hace arrestar a Ericka y ella finge ser la ‘novia” de la carta y así puede huir
en el Gustloff. Con ayuda de Lily, Erika escapa de su celda y aborda el barco,
pero es avistada por Bertha quien ha hecho amistad con el jefe del Partido Nazi
local. Ahora ellos, más Harald, buscan a Ericka quien se la pasa corriendo y
siendo correteada como en las caricaturas. Ericka se oculta en una ambulancia,
en el baño, en la sala de las turbinas. Lo que debería ser dramático es una
farsa.
Heinz, que realmente
es un saboteador, manda el falso telegrama de alerta. Petrie, apoyado por
Jorgensen, ordena encender las luces del barco. “Ahora nos verán hasta
Leningrado” dice Helmuth desolado. Ocurre el ataque y los nazis oportunistas
son los primeros en abordar los pocos botes salvavidas. Antes de subirse a un
bote, Petrie mata a su perro Hasso y lo arroja por la borda. Ericka y Lilli se
suben a un bote y se encuentran con el capitán Jorgensen muy cómodo. Otro que
se salva es el nazi que insiste en rescatar un retrato del Fuhrer.
La bruja Bertha
se ahoga cuando el segundo torpedo despedaza la piscina que las Ratonas Grises
han convertido en su dormitorio. Es una de las pocas escenas buenas de este
mediocre telefilme, pero esta copiada de la del filme de los 60. La única
diferencia es que las chicas ahora están de uniforme. Las escenas del naufragio
son bien toscas. “Gente manoteando en el agua” dijo un crítico.
Otro que se ahoga
es un personaje secundario, pero uno de los pocos simpáticos y útiles. interpretado
por el siempre competente Tom “Jaqen” Wlaschiha. El marinero Sertup es el único
que ayuda a Erika, que impide que los hombres quiten el puesto a las mujeres.
Es el quien consigue que Kalli, envuelto de la cabeza los pies en un chal sea
confundido con una chica y permitido en un bote
El Kehding bueno y el único marinero bueno
Los Kehding se
han quedado a bordo y se empeñan en romper a hachazos las claraboyas. El malo
se ahoga, Helmuth es rescatado por el bote donde van Kalli y Marianne que se
pone a parir. Ella muere, su hijo vive. Lilli también muere y a Kalli se lo
lleva la Wehrmacht, a pesar de la patética pataleta de Helmuth. Él bebe acaba
en brazos de una enfermera y a pesar de que Helmuth corretea a Petrie y
Jorgensen en una escena que parece sacada de los Tres Chiflados, nadie es
castigado.
El público alemán
no respondió bien a tanto disparate, los ratings fueron bajísimos y en Stern el crítico Bernd
Gaebler dijo que “Die Gustloff” había hundido el género convirtiendo el drama histórico
en kitsch. En la misma revista, Stephan Maus se quejó de la falta de contrición
o al menos la mención de los crímenes del nazismo. Yo creo que retratar a los
nazis como payasos oportunistas e incompetentes ya era algo. Agreguémosle que
lo más que hacen los nazis en el filme es contra su propia gente. Al comienzo
vemos a Harald presidiendo la ejecución de un par de aterrorizados alemanes
acusados de sabotaje y un régimen que secuestra niños de brazos de sus madres
para mandarlos al frente no puede ser muy admirable.
Pero la mayor
critica es que los personajes no son lo suficientemente desarrollados para
hacérnoslos interesantes. Estoy segura de que hay historias reales de
sobrevivientes que merecen ser contadas. Es cierto que no hubo ni investigación
ni castigo, pero también es cierto que la única persona real del filme es el capitán
Jorgensen que no pudo ser juzgado porque la guerra acabó antes y los Aliados no
estaban interesados en la muerte de 9.000 alemanes. Eso hizo posible que por
décadas en Alemania existiese la idea de que el hundimiento del Gustloff
fuera un crimen de guerra soviético.
Los créditos
finales provocan ira y risa. Dicen que Helmuth y Erika, La Pareja que Nunca Existió,
se casaron y adoptaron al hijo de
Marianne. Kalli sobrevivió la Batalla de Stettin. Petrie fue interrogado (¿por
la muerte del perro?) ¿Como así, si estos personajes fueron inventados por los
libretistas? Como broche de oro, tras
tanta paparrucha indecente sale un cartelito “todos los personajes son
ficticios, pero están basados en gente real”. WTF? ¿Qué gente real si todo este proyecto es
una ofensa a las verdaderas víctimas del Gustloff?
Bernd Graebel habló
del hundimiento del género, pero todavía les quedaban cartuchos para una última
metralleta, la mejor. La historia del hundimiento y rescate del Laconia
es un secreto muy guardado porque representa un bochorno para los Aliados. Para
mi representa la decencia alemana que afloró a pesar de a adoctrinación y el Kool
Aid nazi. Como el filme es muy apegado a
los hechos, voy a delinear la trama, intercalando explicaciones sobre cualquier
licencia que se hayan tomado.
The Sinking of the Laconia (2011)
Se trata de una
coproducción anglo-germana del 2011 que narra el viaje del Laconia un
barco ingles que ha salido de Ciudad del Cabo rumbo a Southampton con 2,600
personas a bordo compuestas por tripulación, pasajeros civiles y 1,809
prisioneros italianos custodiados por guardias polacos.. Simultáneamente, la
miniserie nos muestra a la tripulación del submarino U-156 y a su capitán Werner
Hartestein (Ken Duken).
Hartentein parece
un individuo simpático y decente, tiene buena relación con el Almirante Donitz
(el omnipresente Thomas Kretschmann), con su jefe de máquinas (Mathias
Koeberlin de “Charite”) y su tripulación. En este viaje se une a la tripulación
un nuevo radio operador llamado Fiedler (Frederick Lau) que es convertido en
objeto de bromas pesadas y otras formas de bullying por parte de sus
compañeros. Cuando Fiedler intenta defenderse, el Capitán le da un sermón
recordándole que la salvación de la tripulación reside en su unidad como
equipo.
A bordo del Laconia
los pasajeros actúan como si estuvieran en un crucero, animados por el Capitán Sharp
(Brian Cox), quien ya sobrevivió un naufragio, y ahora solo quiere irse de
excursión. Las charadas, concursos y otros eventos de la travesía son dirigidos
por Elizabeth Fullwood (Lindsay Duncan) una viuda de guerra frívola y esnob. A
pesar de haber dejado esposa e hijas en Londres, el Primer Oficial Mortimer
(Andrew Buchan) se siente atraído por la enigmática Hilda Smith (Franka
Potente) que viaja en compañía de su bebé Ella.
Elizabeth
desconfía de Hilda que dice ser de Oxfordshire, pero tiene un acento raro. Solo
que la Señora Fullwood está más ocupada seduciendo otros pasajeros. Su hija,
tan ligera de cascos como la madre, seduce al jefe de camareros, un irlandés
llamado Dechlan (Ciaran McEnamim) furibundo anti-Aliado y el personaje más antipático
de la serie.
En las entrañas
del navío las cosas no son tan alegres. Los prisioneros italianos están
encarcelados en malas condiciones y sujetos al sadismo de los guardias polacos.
Mortimer recibe un telegrama de Londres informándole que su familia ha perecido
en un bombardeo. Va a buscar consuelo con Hilda y descubre entre sus papeles
que Mrs. Smith es en realidad una alemana llamada Hildegarde Schmitz. La cree espía,
pero aun así la escolta a un bote. Al saltar en él, Hilda pierde a la bebé en
el mar. Ese es un momento horroroso, casi tanto como ver a los pobres italianos
atrapados en sus celdas o pasados por bayoneta por sus captores polacos.
En la vida real
fue peor. Efectivamente, los polacos no tenían municiones así que acuchillaron
a los italianos. Los prisioneros que lograron llegar a cubierta se arrojaron al
mar tratando de alcanzar el bote. Ahí los recibieron literalmente a hachazos.
La sangre de los amputados atrajo a los tiburones. Se le agradece al filme que
nos evite este truculento episodio.
Hartenstein y sus
oficiales observan el hundimiento del navío hasta que oyen los gritos de
mujeres y niños. Horrorizado, Hartenstein se da cuenta de que no se trataba de
un navío militar. Inmediatamente ordena una operación de salvamento. Alcanzan a
rescatar 193 personas aparte de remocar los botes salvavidas con más gente.
Hartenstein
comienza a mandar telegrama. El primero es a la Kriegsmarine en Berlin. El
segundo es a navíos amigos cercanos para que ayuden a salvar náufragos. El
tercero es en inglés, un dialogo con el enemigo, pide que no impidan el rescate
y promete no atacar a ninguna nave o avión que se acerque. Además, hace pintar
la bandera de la Cruz Roja en la cubierta. Aun así, Hartenstein ordena que el
submarino se sumerja. Con más de 200 personas a bordo, el U-156 casi se queda
en el fondo del mar. Hartenstein se da cuenta que debe mantenerse en la
superficie.
En Berlín, Donitz enfrenta un dilema. Aunque el rescate es un magnifico medio de publicidad positiva para el Tercer Reich, el Fuhrer no lo aprobará. Efectivamente, Hitler colérico ordena interrumpir la operación de rescate. Será el Almirante Raeder el que apruebe la continuación del rescate. Como es un filme de ficción, estos tejes y manejes son obviados para dar paso a escenas del interior del submarino y la interacción de rescatados y rescatistas.
Aparecen otros
submarinos (dos alemanes y uno italiano) a ayudar en el rescate. Alcanzan a salvarse
casi la mitad de los pasajeros. Y entonces llegan los americanos…. En el
segundo día, la operación se va a pique gracias a un bombardeo americano que
hunde, un bote salvavidas, deja malheridos a los náufragos y dañado el
submarino. Hartenstein se da cuenta que para salvar a su tripulación y a su
nave debe deshacerse de su carga humana. Les da botes a los náufragos, agua,
comida, y por radio hace un convenio con barcos franceses para que los recojan
en un punto convenido.
Mas de 13 botes
fueron rescatados por el Gloire y el Dumont D’Urville. Otros náufragos
fueron recogidos por el submarino Capellini que todavía andaba por la
zona. Un par de botes rebeldes intentaron llegar a la costa de África. Algo que
consiguieron 27 días más tarde. Ahí viajaba Hilda en la serie y el personaje
que la inspiró, la enfermera misionera Doris Hawkins.
Tanto Doris como
la humilde Mrs. Gladys Foster, esposa de
un capellán militar, son glamurizadas en el libreto convirtiendo a una en una
alemana clandestina y a la otra en una casquivana viuda de guerra. En general,
el telefilme o miniserie fue muy apegado a la verdad, incluyendo las medallas
que recibió Hartenstein, su muerte un año más tarde con toda su tripulación de
rescatistas y la siniestra “Orden Laconia” proclamada por Donitz en la que se
prohibía terminantemente a los submarinos rescatar náufragos incluso darles
agua. Como se descubrió durante el juicio de Donitz en Nuremberg, los
americanos tenían las mismas órdenes. Eso hace más meritoria la maniobra del Capitán
Hartenstein.
“The Sinking of
the Laconia “acabó con los relatos de naufragios, aunque no con cuentos de
submarinos. Sin el Laconia no existiría “Das Boot”. A pesar de que tanto
el U-612 y su tripulación sean una antítesis de la camaradería existente en el
U-56, si podemos decir que von Reinhartz en la segunda parte (y sus leales
marineros) son un eco de Hartenstein y los suyos.
Los Naufragios
Cuyos Cuentos Todavía No se Han Contado
¿Por qué es más
fácil hacer un filme sobre barcos hundidos en guerras que los accidentados? Después de todo, el Titanic chocó con un
iceberg. No se ha hecho nada sobre el Andrea Doria, aunque si dos sobre
el Achille Lauro. Tal vez es muy temprano para hacer ficción sobre el Costa
Concordia, pero del Rainbow Warrior se han hecho dos muy olvidables
miniseries australianas.
Aun incluso de
naufragios de guerra hay mucho que no se ha filmado y solo los conocemos por
oscuros documentales. Cuando nos condolemos del Gustloff también debemos
recordar al Armenia el buque hospital soviético hundido por los alemanes
en 1941, o los 77 niños evacuados que se ahogaron en 1940 cuando la Luftwaffe
hundió el Ciudad de Benarés.
Los historiadores
y la opinión pública son rápidos en juzgar y calificar como crímenes de guerra
al submarino soviético que hundió al Gustloff o a la RAF por el incendio
del Cap Arcona, el crucero donde se filmó el Titanic nazi. Yo, como Gunter
Grass en A Paso de Cangrejo culpo a la guerra y a quienes la iniciaron.
En el caso del Struma donde tripulación y pasajeros se ahogaron en el Bósforo
sobreviviendo solo una persona, culpo a la maldad de los ingleses que
impidieron a los pasajeros judíos refugiarse en lo que es hoy Israel, a la cobardía
de los turcos que no les permitieron desembarcar en Estambul y al antisemitismo
del gobierno rumano que empujó a los pasajeros del Struma a huir del
país.
Por eso entiendo
que los amigos de este tipo de entretenimiento o prefieran los efectos especiales
que acompañan los hundimiento, o favorezcan al relato de quienes sobrevivieron.
Debido a eso, si tuviese que escoger un naufragio que merece ser filmado, ese sería
el del Cap Arcona.
Me gustaría algún
libreto que dramatizase la historia del navío desde sus días de barco de lujo
que atravesaba el Atlántico desde Hamburgo hasta Rio y Buenos Aires. Su
participación en el cine dando vida al Titanic y su último viaje como
campo de concentración acuático, tumba de 5.000 prisioneros y señuelo que
atrajo las bombas de la Lutwaffe un día antes de la rendición de Alemania.
Pero reitero que
el hincapié sea no en los muertos sino en los sobrevivientes como Henry Bawdik
un tintorero de Buffalo en el estado de Nueva York, que nació judío polaco y a
los quince años huyó de las llamas del Cap Arcona. Sin saber nadar, se arrojó
al mar y logró ser rescatado para cuando llegó a la playa, el puerto de Lubeck
estaba en manos inglesas.
El mérito de este
relato es su diversidad en términos de la historia del holocausto. No todos los
“pasajeros” eran judíos. Había soldados canadienses y norteamericanos, obreros
esclavos secuestrados de la Europa Oriental y de Los Países Bajos, resistentes
de todas partes de Europa. Incluso había un español, mejor aún, un afro-español.
José Epita Mbomo, nacido en la Guinea española, había emigrado a la península
donde se convirtió en mecánico de aviones y formó una familia con una
cartagenera blanca.
Tras la derrota
del bando republicano donde peleó, Epita se llevó a su familia a Francia. Alla
se unió a la resistencia y fue arrestado en 1944. Llevado al campo de
concentración de Neuengamme cerca de Hamburgo, el electricista tuvo la dudosa
suerte de atraer la atención de los guardias que viéndolo como un individuo “exótico”
lo pusieron a trabajar de camarero en la cantina de la SS. Así Epita consiguió
mejor comida que compartió con sus compañeros. Llevado con estos a embarcarse
en el Cap Arcona a fines de abril sobrevivió al incendio, a las bombas
inglesas, tiros de la SS y pudo llegar a la playa. Eventualmente se reunió con
su familia en Francia donde murió de cáncer en 1969. ¿No merece su historia ser
contada?
Medallas y carné de deportado y de resistente de José Epita
La pregunta
persiste ¿por que las historias de estos barcos son menos memorables que las
del Titanic? ¿Acaso el Lusitania
no fue menos glamoroso y sus pasajeros menos importantes? ¿Acaso no murió más
gente en el Wilhelm Gustloff? ¿O acaso el que los muertos sean
enfermeras rusas o refugiados judíos los hace menos dignos de ser recordados
que Los Strauss o Los Astor?
¿Qué es lo que
crees que hace tan fascinantes estas historias? ¿Ver un barco gigante hundirse,
las historias de los pasajeros antes del naufragio o la supervivencia de los
náufragos? ¿Hay algún naufragio que yo
haya olvidado o que merezca que su historia se convierta en un libreto de cine
o televisión?
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