Como suele
ocurrir con las series de Netflix, La ley según Lidia Poet abrió con muy
buen capitulo. Interesante filmar una historia de la primera mujer abogado de Italia
y combinarla con el siempre vigente genero del whodunnit histórico. Lástima que
el wokismo la hizo aburrida y poco atractiva.
Lidia Poet es un
personaje histórico. Nació en una familia de valdenses (protestantes italianos).
Ella y su hermano eran miembros de la burguesía de la recién creada nación de
Italia . Desde joven mostró interés por el estudio, un interés superior al de
las jóvenes de su época. Conscientes de ello, sus padres la enviaron a estudiar
en una progresista escuela suiza para niñas.
¡Que se levante la verdadera Lidia Poet!
Lidia regresó a
Italia con dos títulos : maestra normalista y profesora de idiomas. En vez de
ejercer, Lidia ingresó en la facultad de medicina. Al tiempo se retiró ya que
lo suyo eran las leyes. Fue la primera mujer italiana en recibir el título en Derecho
Penal, pero nunca pudo ejercer la abogacía. Dos años después de titulada, el Colegio
de Abogados le revocó el título, considerando escandaloso que una mujer se
presentara en tribunales. En esa época, los únicos países que contaban con mujeres
abogados eran Rusia, Serbia y Estados Unidos.
La desolada Lidia
entró a trabajar en el bufete de su hermano Enrico, donde
podía asesorar, entrevistar testigos, recolectar evidencia y hacer otras tareas
que no le estaban prohibidas. También tomó parte activa en militancias como el
sufragio femenino y las reformas penitenciarias. Solo en 1919 se le restauró el
título.
La producción de
Groenlandia-Netflix ha usado estos hechos para crear un personaje que está muy
de moda en los whodunnit históricos, una Lidia Poet detective. rebelde,
independiente y sexualmente activa. Lidia
podría ser Phryne Fisher únicamente que vive en la Italia de 1880, donde
las mujeres eran ultra sumisas. Al quedarse sin título, Lidia se ve imposibilitada
de defender a un cliente llamado Pietro, un stalker acusado de asesinar a la Prima
Ballerina de la que estaba obsesionado.
Cuando ya no
puede pagar su renta, Lidia debe regresar a casa de su hermano. A pesar de que Enrico
Poet desea que Lidia se establezca sea como maestra o como esposa, acepta la defensa
de Pietro y permite que su hermana se haga cargo de la investigación preliminar.
Dotada de los últimos conocimientos de criminología, y ayudada por su concuñado,
un descarado periodista, Lidia logra dar
con el verdadero asesino.
De ahí en
adelante cada uno de los siete episodios de la serie estarán dedicados a un
caso especial que Lidia , con ayuda (a regañadientes)de Enrico, logra resolver antes de que llegue el juicio
de los presuntos culpables, puesto que la Dotorezza Poet tiene
terminantemente prohibido pisar tribunales en ninguna capacidad.
Aunque los casos
son interesantes, las subtramas son tediosas. Tenemos algunos factores
constantes: la autoridad legal empeñada en alejar a Lidia de la profesión para
la cual ha estudiado; los esfuerzos de Lidia por convencer a su hermano de
aceptar casos en los que él no ha están interesado; y un arco que involucra a
Jacopo, el concuñado de Lidia, con los anarquistas.
El anarquismo, que se estableció con fuerza en la Italia del Ottocento,
juega rol importante en la serie Los
miembros del movimiento son representados como héroes y mártires. Hoy en día, el anarquismo y su ingenua ideología son
vistos con sorna o lástima al reparar en su trágica represión en la Unión
Soviética y la Guerra Civil Española, pero es típico de Netflix endiosar algo
que no entiende y que el público comprenderá menos aún.
En general, Lidia
Poet sufre de todos los clichés que han sido asociados con la imagen de la detective
del period piece: tan sexualmente activa como Phryne Fisher, tan pisa reglas
como Miss Scarlett, tan reprimida por su familia y entorno como Enola Holmes y tan atolondrada como la Marina de Un asunto privado. Algo que hace interesante a Lidia es que , como Marina
Quiroga, siente fascinación por nuevas técnicas de criminología. Así la vemos
hablar de huellas dactilares, usar un rudimentario detector de mentiras y
teclear en una prehistórica máquina de escribir.
El problema con Lidia
es que además reúne todos los clichés woke posibles lo que la hace, como todo
en Netflix, aburrida y repetitiva. Las subtramas de como intenta alejar la calentura
sexual que le inspira Jacopo o cuando empuja a su sobrina adolescente a los
brazos del jardinero, resultan
irritantes. Ya estoy harta de ese lugar común de la niña bien con uno de abajo
donde la atracción se basa en curiosidad sexual. Es como si quisieran castigar
a un personaje solo por tener más dinero que el otro y el romance pasa a ser
una degradación, antes que algo sublime.
Ayuda a mi falta
de interés en la vida amorosa de la abogado el que a Jacopo Barberis lo
interprete Eduardo Scarpetta el actor más feo de Italia (un país donde hasta
los feos son bonitos). Yo le tomé tirria a Iacopo en su rol de Pasquale Peluso
en La Amiga Estupenda y no cambia mi opinión este papel donde
cree hacerse más atractivo con desnudos frontales.
No me interesa la
vida romántica de Lidia ni la de su sobrina. No me interesan sus emociones
porque son tan llenas de banalidades que pasa a ser una caricatura de feminista
de hoy,puesto que aparte del vestuario,
no hay nada en ella que nos haga sentir su época. Matilda de Angelis es guapa y
tiene cuerpazo que ya ha enseñado en The Undoing y en Leonardo,
pero es inexpresiva y no es muy carismática. A ratos siento que no interpreta a
una mujer que luchó contra el patriarcado, ni una enamorada de su carrera, sino
un personaje de tira cómica como la Adele Blanc-Sec .
No voy a hablar
de cinematografía, porque no es un fuerte de Netflix. Sus exteriores son muy
inferiores a los de Badehotellet, A Place to Call Home y las series rusas.
Sus interiores no pueden competir con Downton Abbey o los de series italianas
de la era de Berlusconi como Orgoglio, Elisa de Rivombrosa o incluso en series
más modernas como Il Comisario Ricciardi.
En vestuario si
le doy un 9. Me hace gracia que Lidia apoye la rebeldía de su sobrina en cuanto
a la ropa, siendo ella un maniquí que cambia de traje en cada escena. Sus
atuendos son algunos gloriosos, otros
feos, pero corresponden a la moda de 1883. Incluso trajes en distintos tonos de
rojo son apropiados. Creemos que el rojo
era considerado vulgar, pero una monografía que hice en la universidad sobre el
vestuario femenino de La Regenta me enseñó que, a fines del Siglo XIX, ese
colorestuvo muy de moda entre las clases respetables.
Donde sí hago
gesto de asco es en la música. ¿A quién se le ocurre poner música de rock para
una serie de época? Pues a Netflix que ya lo ha hecho en varios period
pieces. La razón seguramente tiene que ver que en este caso resultará más
barato que crear una banda sonora. Para emular la música de la época tendrían
que contratar músicos, instrumentos, hacer una investigación de cómo era la música
de entonces, etc..
Cuando se les ha
preguntado a los productores el motivo para este anacronismo, la repuesta es
arrogante y displicente. Lo hacen porque ningún joven vería algo que no tuviese
música que le fuese familiar. ¿Son los jóvenes el único público que todavía
sigue a Netflix? No lo creo. ¿Qué generación es esta que exige música pop en
series que ocurren en tiempos en los que obviamente no se escuchaban esas
melodías?
¿Acaso la primera
generación de adolescentes de todo el mundo hubiese disfrutado más de Lo que
el viento se llevó si la banda sonora hubiese sido compuesta por Benny
Goodman y plagada de canciones de Bing Crosby, el cantante del momento? Yo recuerdo que el renacimiento del rock and
roll y el twist de los 70 se debió a filmes como American Graffitti de
Spielberg y series como Happy Days. Podría seguir, pero creo que este sería
un buen tema para otra entrada. Mi conclusión es que son los malos temas de
fondo los que ayudan a empeorar Lidia Poet.
La serie se ha ufanado
de filmarse enteramente en Turín. El problema es que la verdadera Lidia Poet
nunca vivió en Turín. Siempre estuvo en Pinerolo, otra ciudad piamontesa. Su
hermano Enrico era solterón. Aun así,
quedan descendientes de la Familia Poet que están indignados con la serie.
“Demasiadas mentiras” fue como l describió Marilena Jahier. Valdo Poet conoció
a la abogado y la recuerda como mujer estudiosa, elegante y reservada. Eso es
lo que ambos parientes de Lidia han dicho a La Stampa.
Nos ofrece
Netflix una imagen que no corresponde a la mujer descocada y ml hablada que
interpreta De Angelis. Eso indigna a Marilena que recuerda que muchas de las
groserías que ponen en boca de Lidia no se conocían en el Siglo XIX (cazzo, por
ejemplo).
Otro motivo de
incomodidad es ocultar un factor que fue primordial en la vida de Lidia y su
familia, su protestantismo. El pertenecer a una minoría religiosa la hizo más
creyente y más combatiente. Pero en la presentación de la serie, dijeron que
prefirieron evitar el tema para “ hacer la serie más Internacional;”. Repito lo
dicho por Fredo Valla en Corriere Torino:“Ohh
Dio Santo Davvero?”
Si la serie va a
ser vendida más que nada al mundo angloparlante que es protestante, como muchos
países europeos, esa excusa no tiene sentido. Sean sinceros y confiesen que sus
producciones europeas (hablo de Netflix) se cifran en tener gente sin ropa, follando y escupiendo palabrotas . ¿Hay
público para eso? Porque en Estados Unidos, la gente está prefiriendo ver
Sucession, The Mandalorian, Ted Lasso y Yellowstone,
antes que el producto Netflix.
Contenido
Violento o Gory: Muchos
cadáveres y sangre por doquier.
Contenido
Sexual y Desnudos: A
Matilda de Angelis le cuesta tener ropa puesta. Ya en el primer episodio Iacopo
hace un desnudo frontal .
Factor
Feminista: Obviamente Lidia
Poet fue una víctima el patriarcado, pero la trama se apoya en presentismos
imposibles en el dialogo de una feminista de ese entonces. Y todavía no puedo concebir que el practicar
el amor libre (en una era pre-Píldora) te haga más feminista. En eso concuerdo
con Marilena Jahier que ha dicho que la serie debilita a alguien que tanto hizo
por la emancipación de la mujer.
Factor Diversidad: Hay un romance lésbico detrás del crimen
en el segundo episodio.
El inicio de mis
Confesiones coincidió con el Centenario de la Gran Guerra. En ese entonces me quejé de lo poco que se había hecho para conmemorar ese
evento. Casi una década después hemos visto surgir del cine y televisión
británicas mucho material sobre lo sucedido en La Guerra del 14, pero casi todo
en términos de soldados (2017 y la nueva y aplaudida versión de Sin
novedad en el frente). De las mujeres hemos visto a las que, como Lady Mary Crowley despiden a los héroes
en la estación de tren, pero muy pocas veces las hemos visto en el campo de
batalla donde sirvieron como conductoras de ambulancia (la Garconne) y enfermeras de campaña (Anzac Girls). Ahora Netflix nos trae la francesa Les
Combattants que remedia esa carencia presentándonos a cuatro mujeres en la
retaguardia del ejercito galo.
Bucher y
Netflix Unidos de Nuevo
Para quienes
tienen acceso a la programación de Walter Presents, que en USA puede verse vía PBS Masterpiece vía
Amazon Prime, les recomiendo En los Campos de Flandes, una tristísima visión de la Bélgica Ocupada.
Les Combattants o Women in War, título que le ha dado Netflix, se
diferencia en que, en vez de enfocarse
en una familia pudiente belga, gira en
torno a cuatro mujeres de diferentes clases sociales: una prostituta, la dueña
de una fábrica , una monja y una enfermera.
A pesar del
diverso cuarteto yo estaba con mis dudas sobre la serie. El que la ofreciese Netflix
y que parte del cuarteto lo integrasen el trio de actrices culpables de ese relato
bochornosamente malo, El Bazar de la Caridad, me tenían mirándola con sospecha. Lástima que no
me equivoqué
La reprensible iris
Bucher , creadora del desafortunado
Bazar, es aquí coproductora y funge como
parte del equipo de guionistas. Aunque el jefe del equipo de libretistas sea José
Caltagirone—autor de la fabulosa Speakerine— y el director es
Alexandre Laurent, reconocido por potentes dramas detectivescos como La
Mante y Falco, Bucher es quien manda. Así que si nos tropezamos con
vomitivo wokismo ya sabemos que Madame Bucher y Netflix son los culpables.
La acción tiene
lugar en Los Vosgos, el norte de Francia, en septiembre de 1914. Algo que
muchos no sabíamos o entendíamos es que la Primera Guerra Mundial comenzó con
la victoria alemana algo que perduró hasta el final y que provocó esa monótona,
pero letal, guerra de trincheras. A un mes de declarado el
conflicto, los alemanes habían dividido Bélgica
en dos y habían penetrado en territorio francés amenazando Paris.
Marguerite, la
Putain de Corazón de Oro
Lo que nos
muestra la serie es una frontera fluctuante con avances (y escaramuzas) diarios
del ejercito germano. A uno de esos pueblos—cada vez más cercano a
ser ocupado por el invasor— llega Marguerite de Lancaste. A pesar de
su auto último modelo y aristocrático nombre es simplemente una putain.
Incluso trae su carnet profesional de trabajadora sexual (En Chile en mi
infancia toda sexoservidora respetable tenía su carnet laboral que especificaba
para que establecimiento trabajaba y que estaba al día con sus revisiones médicas).
Hay un solo
burdel (y bien miserable) en Sainte Pauline. Es regentado por un par de hermanos.
Uno de ellos, Marcel, es quiencontrata a Marguerite, sorprendido de que una
cortesana parisina venga hasta este sitio. Marguerite explica que ya no hay
clientes en Paris. Todos están en el frente y ella ha venido a buscarlos. Sin embargo,
Marguerite tiene actitudes sospechosas.Carga
un mapa de la zona militar, busca, entre los veinte clientes que debe atender
diariamente, a oficiales a los que saca información y la vemos escudriñando el
campamento francés con binoculares. Todo indica que se trata de una espía.
El problema de
una serie woke, y ahí es donde vemos la
siniestra mano de Iris Bucher, es que
los hombres son muy malos y las mujeres muy tontas. Marguerite no es una
excepción. A poco de andar espiando es descubierta por los soldados. Acusada de
querer hacer negocio en el campamento es entregada al cafiche Marcel que recibe
una amonestación. La vuelven a ver cerca del frente y le cierran el local.
Marcel no es tonto.
Sabe que Marguerite no fue allá a prostituirse. Su hermana ha registrado el
equipaje de la nueva y encontrado los mapas. Marcel la acusa de espionaje.
Marguerite lo niega, pero Marcel ha encontrado una foto de un jovencito entre
las pertenencias de su prostituta estrella. Por la edad, deduce que el joven oficial es el hijo de Marguerite.
En vez de asumir una verdad que la exonera y que no es un estigma, la
prostituta pone ojos de fiera y permanece en silencio.
A mí me cae bien Marguerite,
es la casi única que me cae bien en este cuento, pero ponerla terca la coloca
en el bando de las tontas. Marcel es un archicriminal, pero muy listo. mejor
tenerlo de su parte. Para quebrar la porfía arrogante de Marguerite, se va a buscar
al oficial en el frente. Marcel, además
de proxeneta, es traficante de drogas y
se las provee a los poilou. Ahí conoce a Colin, el hijo de la putain.
Para horror de Marguerite, Marcel se lo trae de cliente.
Caroline, la
Insufrible Pasiva
Colin no es el
único secreto de Marguerite. En el primer episodio reconoce a alguien del
pasado, la elegante Madame de Witte. Caroline es un personaje insufrible,
puesto que representa tanto a la mujer adinerada como a la Scarlett que debe
defender el patrimonio familiar en tiempos de guerra. Lo triste es que Caroline
es totalmente pasiva, no sé si sea un problema del actriz o que ha construido
al personaje para que de esa impresión.
Antes de la
guerra, Caroline su esposo Víctor, y Madeleine, su malcriada y odiosa hija , vivián
en una zona ya ocupada por los alemanes, por lo que han venido a refugiarse con
Eleanore (qué vieja esta Sandrine Bonnaire) madre del ingeniero, cerca de la usina familiar. Víctor parte al
frente, decisión que molesta de sobremanera a su mujer, a su hija y a sus
obreros que no se han enlistado ya que el patrón les ha prometido excepciones
puesto que armar camiones es un trabajo primordial.
Víctor pone a Caroline
a cargo de la fábrica y nadie—menos ella—está contento. ¿A ver
qué tipo de relato feminista es este? ¿No se supone que Caroline, quien ya ha
colaborado con su marido en el negocio, estaría feliz de ocupar un puesto que
demuestre su empoderamiento? Creemos que Caroline es empoderada porque, como Marguerite,
conduce su propio auto. Eso en las
series de época woke es una forma de emancipación, junto con usar pantalones y
fumar como chimenea. Cuando la liberación femenina comienza en la cabeza no en la
actividad fisca.
Eleanore, a pedido de su hijo, acepta apoyar a la nuera
con la fábrica, pero se nota que no traga a Caroline que en realidad es
impávida y un poco perezosa, hasta manda a la hija a comprar pan. Se presenta
la policía militar y se lleva a todos los empleados de fabrica acusándolos de
deserción . Caroline está destrozada, se suponía que iban a eximirlos el
servicio.
Quien iba
solicitar esa excepción es el gran villano de este cuento, Charles de Witte,
hermano de Víctor. Un canalla elegante, vividor y drogadicto. las tiene todas
para ser expulsado de su empleo en el Ministerio de Guerra. Este despido pone a
Charles camino al frente, algo que quiere evitar a toda costa. Lo primero es
sacar a Caroline del medio y ponerse él a cargo de la usina. Si acepta la
oferta del gobierno de dedicarse a la manufactura de armamentos , Charles podrá
usar su empleo como una contribución esencial al esfuerzo bélico y no tendrá
que ir a guerrear.
Lo primero es no
solicitar excepciones para los empleados. Sin mano de obra, Caroline pierde
todo el poder. Charles llega a casa de su madre y les comunica a Eleanore y a Caroline
la oferta del gobierno. Caroline se niega a cambiar el propósito de la usina.
Llegan del banco con el cuento de que deben los de Witte unas cuentas
atrasadas. La única solución es cumplir con el pedido de camiones de una fábrica
de cerveza. Ahí habrá para pagar las deudas y a las trabajadoras, porque por
primera vez vemos a Caroline en acción. Recluta, previa promesa de pagarles el
dinero que les debe a sus maridos, a las esposas se los obreros y así termina
con el pedido.
Charles, desesperado acude a su amigo de la infancia,
el chulo Marcel. Este maleante parece tener más poder que nadie en el pueblo
porque consigue que la cervecera le retire el pedido a la Fábrica De Witte. Caroline
queda vestida y alborotada con una ristra de camiones que nadie quiere y una
fila de empleadas impagas. Hora es que se despabile y caiga en que su cuñado es
su peor enemigo y quiere destruirla. Los medios están en el pueblo y tienen que
ver con el pasado de Caroline. Antes de ser Madame De Witte, ella fue colega y
amante de Marguerita.
La cortesana es
el personaje más importante de esta historia porque tiene vínculos en todos
lados. En su camino al pueblo le dio un aventón a la pequeña Lissette, una
campesinita que va camino a convento cercano. Lisette es la protegida de la Madre
Agnes, la superiora. Agnes le ha tomado un intenso cariño a Lissette y le
suplica que se refugie en el convento puesto que la granja de su madre queda
muy cerca de las líneas enemigas.
Abortista vs
Monja
Cuando Lissette
no regresa, la monja toma una carreta y va la granja donde sus temores se han
vuelto realidad. Ha habido una incursión alemana y todas las mujeres, Lissette
incluida, han sido asesinadas. La única sobreviviente es una forastera que dice
llamarse Jeanne Charriere y ser enfermera de París. En realidad, se llama
Suzanne y es una fugitiva de la justicia. Jeanne Charriere era la mujer que la
llevaba a la frontera suiza, pero fueron perseguidas por un inspector que
parece más empecinado que Javert. Sucede
que Suzanne se dedicaba— más que a curar heridos— en su labor de
enfermera, a practicar abortos. Sucede que le practicó uno a la mujer del
inspector con tal mala fortuna que la paciente murió.
Las fugitiva
hallaron refugio en la granja donde la muerte encontró a Jeanne. Suzanne se
apodera de los papeles de la difunta y acompaña a la monja al convento. En el
camino se les presenta un extraño espectáculo: un hombre desnudo que vaga por
el bosque llorando como un niño. Agnes lo cubre con su capa y se lo lleva al
convento. El hombre sufre de trauma, no habla, solo llora. El ejército, todavía no consciente
de lo que es la fatiga de combate, exige que estos soldados que físicamente se
ven sanos, pero tienen la mente extraviada, vuelvan al frente. Hay cuatro casos en el
convento y la valiente Madre Agnes les arregla un pabellón en el altillo donde
podrá curarlos a ellos y al mudo rescatado.
Suzanne descubre
este refugio y la escandaliza que la superiora haya contravenido las órdenes
del ejército y del Doctor Duvarnet, el médico militar que maneja el hospital. Agnes le dice que es ella quien toma las
decisiones ahí. Tal como ha permitido que Suzanne se quede (y eso que nunca le
pidió permiso)también decide que los
enfermos mentales reciban atención. A Suzanne no le parece. No se entiende. En
vez de aplaudir y apoyar el libre albedrio de Agnes va a acusarla con Duvarnet
que tras administrarle una regañiza a la monja ordena que los hombres vuelvan
al frente. Con tristeza hipócrita, Suzanne presenta una débil disculpa “No sabía cómo
eran las cosas”. Por una vez, Agnes
pierde la paciencia y le espeta un “¡No te metas en mis asuntos o me meteré en
los tuyos!”
De ahí iniciará
una lucha de poder. Suzanne , como buena feminazi, solo busca controlar y sobre
todo controlar a otras mujeres. En todo momento demuestra desprecio por Agnes, por su hábito, por su estatus, la grita, la
empuja, pero hablaré más de esto cuando mencione el factor feminista de este
cuento. Por otro lado, como buena obra de Netflix, la serie tiene un sesgo anti
religión y anti-religiosos.
Aunque Agnes,
gracias a un par de llamadas a Paris, ha descubierto la verdadera identidad de
Suzanne, no la expulsa ni la delata. Eso se debe a que es consciente de que se
trata de un par de manos que son tremendamente necesarias en ese lazareto. El
problema es que Suzanne en vez de preocuparse por su situación, quiere ocupar
el lugar de la Madre Superiora y hacer las cosas a su modo.
A mí no me
convence Suzanne como una gran ayuda médica. Anda con el cabello sucio y
descubierto cuando por todos lados hay cofias que una profesional usaría para
no ser un foco de infección; recoge un
bisturí del suelo para practicarle una traqueotomía a un herido; y si se le mueren los pacientes no debe ser
muy buena practicando abortos. Además, es un personaje incongruente. Se siente obligada
a delatar a un pobre desertor alemán (le encanta acusar, es una Karen total),
pero ella misma cobardemente ayuda a un espía germano por miedo a que revele su
identidad.
La serie sigue el
feminismo mitutero creando una rivalidad entre Agnes y Suzanne y entre Carolina
y su suegra. Ambas pugnas son totalmente innecesarias en un mundo en que las mujeres
deberían aliarse como nos muestran las acciones de Marguerite. Agnes y la
ramera son los únicos personajes rescatables de este cuento. Es un poco grotesco
que sea una prostituta la que de un ejemplo de solidaridad porque su noviecita y la enfermerita son narcisistas
que hacen las cosas para gloria propia.
El problema de Marguerite
es que una no se acerca y acaricia a un hombre, que solo ella sabe es su hijo, sin
esperar que él se sienta atraído por ella. Sin embargo, la entendemos porque es
madre y muy maternal. La escena en la que atiende a un soldado agonizante que
gime por su madre es la más bonita de la serie.
En el caso de
Agnes, no entiendo que quisieron hacer. ¿Mostrarla como una hipócrita calentona
que se puso cachonda al ver al desertor encuerado y decidió pasar de la
masturbación al coito? Pues, aunque el
libreto es mediocre e inverosímil, Agnes sobresale como una mujer superada por
shocks: la muerte de una niña a la que
sentía como hija; el ocultar a un desertor y a una asesina; el descubrir que su
confesor seduce novicias; y más encima ver a su convento, un lugar de
recogimiento, invadido por hombres
despedazados. Creo que eso puede explicar su ”despertar sexual”.
Tal vez la
productora debió investigar un poco obre la vida monástica. Por empezar las
madres superioras no tienen cabelleras hasta la rodilla, pero si ni se
preocuparon por abrir un texto de historia, ¿qué podemos pedir?
La Verdadera
Historia
Lo que más ha
impactado a quienes saben un poquito de la historia de la Gran Guerra es el
poco rigor histórico de Les combattants que se manifiesta incluso en la
inverosimilitud de las escenas de batalla. Por empezar no nos dicen nada de los
causas del conflicto. La misma Madeleine pregunta si los alemanes son malos. Si, son
malos porque matan mujeres y niños y tienen un espía infiltrado, pero los
franceses también son malos porque convierten a los jóvenes en carne de cañón y
hacen sufrir a las mujeres. Sabemos que Charles es malo porque no quiere ser
soldado, pero TIll, el desertor, es bueno. ¿Cuál es la diferencia?
El pacifismo de
las protagonistas contrasta con los testimonios de la vida real. En Voices
of the Great War, Peter Vansittart recoge una carta de la madre de Thomas y
Heinrich Mann en que expresa regocijo por una guerra que por fin dará a su país el
sitial más importante de Europa. Su orgullo pangermánico (y viniendo de la
madre de los autores más humanistas de Alemania) suena casi a fanatismo.
En sus
Memorias de una joven formal (o “de una hija de familia”, depende la
traducción) Simone de Beauvoir dedica muchas páginas a esta guerra que marcaría
a su generación y que la encuentra a los seis años y que acabará cuando ya
tenga diez. Seguir la memorias de una niña nos enseña como el conflicto se
refleja en el quehacer cotidiano de las buenas familias en el relativo
resguardo de Paris.
Simone comienza
tan fanática como Frau Mann. Arroja por la ventana de su piso un muñeco hecho
en Alemania e intenta lanzar luego, no
recuerdo si platería o loza de Sajonia. Por suerte, es detenida por sus mayores. Pronto está en la
calle, recolectando dinero para los huerfanitos belgas. Nos relata que su
primer cuento es sobre una campesinita alsaciana que logra llegar a territorio
francés junto a su familia.
Si, en Alemania existía
un fervor patriótico motivado por nacionalismo, en Francia el grito de guerra
era “Vamos a recobrar Alsacia y Lorena”. La humillación de haber perdido la
Guerra Franco-Prusiana se seguía sintiendo y los nietos de los veteranos de ese
conflagración habían heredado esa necesidad de limpiar el honor de Francia. Y
si recordamos series inglesas como Upstairs, Downstairsexistía también ese fervor de participar en la
que iba a ser una guerra que acabó con casi toda una generación europea. Pero
aun en septiembre se creía que iba a terminar antes de Navidad. (acabó antes de
Navidad, pero la de 1918).
A lo que voy es
que ese estado lamentable de soldados drogadictos y desertores que presenta la
serie de Netflix es un poco apresurado. Hasta la afiebrada productora se ha
dado cuenta y ha hecho un adelanto cronológico de un factor determinante en la
baja de moral del Frente Occidental: el primer ataque de gas por parte de los
alemanes. Solo que este tuvo lugar en la Segunda Batalla de Ypres en 1915, no
en septiembre del 14.
No puedo
recomendar la serie que a lo más es lo que en La Nación han llamado “un culebrón”. Si quieren un retrato
más fidedigno de la evolución del primer año de la Gran Guerra en territorio
ocupado, vean En los campos de Flandes en PBS Masterpiece. Y si quieren
una descripción más realista del trabajo de las mujeres en hospitales de
campaña les aconsejo ver la magnífica serie australiana Anzac Girls que
puede verse en USA gratis en Tubi y en Amazon. En America Latina puede verse en
Acorn Tv y en Amazon.
Contenido
Violento y Gory: Es una serie bélica. Tenemos escenas
sangrientas de heridas. intentos de violación, muerte de una niña y otras
violencias en contra de mujeres.
Contenido
Sexual y Desnudos: Sexo y desnudos en el convento y en el burdel.
¿La peor escena? La Madre Agnes masturbándose con una esponja. Totalmente
innecesaria.
Contenido Feminista: No me hagan reír. Es una oda al faux feminismo.
Un detalle casi jocoso, Camille Lou, la actriz que interpreta Suzanne dijo en
una entrevista que el saber que su personaje practicaba abortos le había hecho
comprender que se trataba de una serie “feminista”(WTF?) ¿Ahora eso define a las feministas? ¿Ayudar
a abortar? Aun para una Pro-Choice como yo es una declaración aberrante.
Factor
Diversidad: Una prostituta
negra, Marguerite y Caroline fueron amantes y parecen querer volver a serlo.
Algo que noté en
USA—y descubrí tras mi retorno que también existía en Chile— es
que abril es un mes en que la televisión despliega filmes sobre temas
religiosos. La oferta televisiva incluye las grandes épicas bíblicas hollywoodenses,
clásicos sobe temas evangélicos , y relatos de las primeras eras del
cristianismo, inclusive peplos que poco tienen que ver con el universo judeocristiano
como Gladiador y Espartaco. Este año me puse a ver algunos
antiguos tal como la mejor versión de Los últimos días de Pompeya (1984).
Me hizo recordar que en la Era Dorada de las Miniseries (1977-1989) se hicieron
muchas historias adecuadas para este mes en que los cristianos celebran su Semana
Santa y los judíos la semana de Pesaj. Cómo eran esas series y cómo se
diferencian de las que siguen haciendo es el tema de esta entrada.
El Holocausto
en Passover
Mis primeros años
de televidente en USA fueron determinados por dos factores: el no saber bien
inglés y los gustos de mi padres. Había solo un televisor en casa y para mi
madre era más cómodo ver programas en español. Conclusión, no tenía yo mucho
conocimiento de lo que era la televisión en inglés, pero ya para 1977, podía
seguir programas en ese idioma y me daba cuenta de que los canales hispanos y
angloparlantes ofrecían una programación especial en la primavera, especialmente en abril, que combinaba programas relacionados con la
Pascua cristiana y la judía.
Por ejemplo, los
dos canales en español (cadena SIN y Telemundo) ofrecían filmes de tema
religioso como Marcelino Pan y Vino, uno dedicado a la aparición de La
Virgen de Guadalupe, y algunos peplos
traducidos y ultra editados de Los 50 como Quo Vadis, El Manto y
La Biblia de John Huston.
Las grandes
cadenas estadounidenses, ABC, CBS y NBC,
ofrecían especiales de música en vivo a
cargo de artistas de la Era del Swing como Perry Como y Lawrence Welk. También
caricaturas infantiles centradas en el Conejito de Pascua (Easter Bunny)
casi siempre interpretado por Bugs Bunny. Por supuesto había aluvión de peplos
en los espacios de sobremesa y madrugada dedicados al cine clásico.
La diferencia con
los canales hispanos era que la televisión angloparlante traía algo para recordarnos que la comunidad
judía también estaba de fiesta. Junto con las reposiciones de épicas de Cecil
B. de Mille como Los 10 mandamientos, y otros grandes filmes de tema
bíblico como Ester y el Rey y Salomón y la Reina de Saba,se presentó un nuevo tipo de entretenimiento
, la miniserie. Desde su inicio, este producto llegó encadenado al tema del Holocausto.
Dicen que la
primera miniserie estadounidense de la historia fue QBVII basada en el bestseller de León Uris. No es coincidencia
que trate el tema del Holocausto y que su debut fuese en abril de 1974. Todavía
nosotros no llegábamos a estas tierras por lo que no la vimos. En cambio,
tuvimos reposición en abril de 1976 y pudimos seguirla en la ABC.
Dos años más
tarde, QBVII tendría una rival en la extraordinaria Holocausto (NBC)que abriría las puertas a un tema hasta
entonces semi tabú en Hollywood: la
descripción de Auschwitz y otros campos de exterminio. Miniseries limitadas
sobre el tema seguirían decorando la programación primaveral, aunque fuese con
relatos de rescatistas como Wallenberg e Irena Sendler, a los que se les uniría
Varían Fry ya en este siglo. De hecho, Netflix ha hecho su versión de la saga
de Fry, llamada Trasatlántico, que se ha estrenado, como corresponde, este abril.
Aunque concuerdo
en que el Holocausto ha sido un parteaguas en la historia judía sorprende que
estos filmes no fuesen ofrecidos en febrero que es cuando recordamos a los
masacrados en la Shoah. Además, ponían una
nota triste en la primavera, una etapa
de festividades alegres (poco común entre nosotros) del calendario judío,
Se esperaría que hubiera
más programas que celebrasen el espíritu de liberación y redención de fiestas
como Purim y Pesaj. El único intento fue una combinación del Holocausto y del seder
de Pesaj. Basada en la novela de Jane Yolen, La aritmética del diablo
(Showtime, 2003) narra la historia de una rebelde nena judía (Kirnst Dunst) que
asiste a regañadientes a un seder familiar durante el cual sufre una
caída que la hace viajar en el tiempo a la Polonia invadida por los nazis.
Hay pocas series
y filmes que traten a fondo el judaísmo sino es para criticar o burlarse de mi
religión. Como me temo que esos ejemplos han sido hechos por judíos, no puedo hablar de antisemitismo. ¿Encontramos
eso en filmes sobre el cristianismo?¿Sobre
todo, en este siglo donde ya sabemos que el ateísmo y la guerra contra las
religiones monoteístas son parte de la agenda woke?
Si la respuesta
es afirmativa, mayor mérito tienen entonces estas miniseries de hace medio
siglo que no se ruborizaban al describir la inmensa fe de los primeros seguidores
de Cristo, pero a su vez creaban guiones sofisticados y fascinantes que podían
atraer a espectadores no religiosos a seguir esas historias.
El Evangelio
Según Zefirelli
Esta racha de
exitosos relatos de fe comenzó con una joya por la cual ningún crítico, por
ateo que sea, escatima elogios. Dirigida por el gran Franco Zefirelli, Jesús
de Nazareth fue un esfuerzo ítalo-estadounidense que sigue siendo tan
relevante y vistosa como siempre.
Su génesis es
impresionante y merece una nota aparte. En resumen, Sir Lew Grade, un productor
británico ya conocido por su excelente miniserie Moses: The Lawgiver con
Burt Lancaster, quería seguir coproduciendo, con elementos y dinero italianos, épicas bíblicas. Grave deseaba hacer algo
sobre los Evangelios, pero como judío se sentía limitado para tal empresa. En
su búsqueda por subvención llegó hasta el Santo Padre. El Papa Pablo VI era
amigo de Franco Zefirelli desde sus días de Arzobispo de Milán, y él le pidió
al legendario director que se acoplase a este proyecto.
La mancuerna Grade-Zefirelli
se embarcó en crear una visión, no solo fastuosa
y emotiva del Nuevo Testamento, sino también
de situarla en un marco histórico. Para eso se buscó asesoría en el Vaticano, y
se trajo del Seminario Leo Baeck de Londres al Rabino Albert Friedlander para servir
de consejero en temas judaicos. En eso difiere de las grandes épicas que en el Hollywood
del pasado habían querido cubrir la historia de Jesús. Me refiero a Rey
de Reyes (1928, 1961) y The Greatest Story Ever Told.
La teleserie
ofrece un retrato completo de la vida de Jesús, desde la Anunciación hasta la
Resurrección. A diferencia de The Greatest Story Ever Told, el peso de la
primera hora recae en el personaje de María, ofreciendo posiblemente la mejor
actuación deOlivia Hussey.En TGSET, aunque interpretada por la famosa actriz Dorothy McGuire, María
es un personaje incidental puesto que la historia comienza con la adoración de
pastores y magos y con una Virgen en pie (aunque recién parida) mostrando a Jesús
en el pesebre.
En cambio, la
producción de Zefirelli inicia con algo cotidiano, que es parte del esfuerzo de
la producción de presentar un retazo de la vida en la Galilea de entonces: el
arreglo de un compromiso entre María y José, el carpintero. Luego tenemos la Anunciación
que empuja a la jovencita a viajar (me encanta esa canasta sobre el burro donde
meten a la Virgen) a visitar a su prima Isabel. Tras la Visitacion tenemos las
dudas de José, su encuentro con el ángel, la boda y el viaje a Belén, el
refugio en el establo , el nacimiento de Jesús, la Adoración de Los Magos y La Huida
a Egipto.
Creo que es la
primera vez (sino la única) en mostrarnos a la Madonna con dolores de parto.
Hay un intento de humanizar a Maria y a la vez de elevarla por sobre sus
congéneres. Aun antes de la Anunciación, se habla de que es diferente a las demás
jóvenes de su comunidad. Los amigos de José le aconsejan paciencia, porque su
novia es un poco extraña, pero eminente.
Filmada en Túnez
y en Marruecos, el paisaje logra acercarnos a lo que eran Judea y Galilea en el
Siglo I. La boda de José y Maria fue filmada en la isla de Djerba en la costa
tunecina y los miembros de la hoy extinta comunidad judía del lugar sirvieron
de extras. Esa boda, tal como la circuncisión
de Jesús y su Bar MItzvah, fueron parte
de un esfuerzo de la serie de mostrarnos a Cristo como miembro de un grupo
étnico y practicante del judaísmo. Una anécdota es que el Rabino Friedland le
hizo ver a Zefirelli que la ceremonia de Bar Mitzvah había sido creada en el
siglo XVI, pero el director insistió en incluirla.
Otras épicas habían
tenido desfiles de rostros reconocidos en el elenco, y esta coproducción
combinó actores ingleses, estadounidenses e italianos incluyendo a símbolo
sexual Claudia Cardinale que dio vida a la mujer acusada de adulterio. Sin embargo,
para mí lo más impresionante (la vi en abril del 79 cuando yo ya tenía mi
propio televisor) fue la cantidad de galanes que daban vida a santos y
pecadores. Tuvimos a Christopher Plummer como Herodes Antipas,Sir Michael York como San Juan Bautista, James
Farentino como un gruñón y desarrapado San Pedro, y a un Ian McShane paralizantemente bello como
Judas Iscariote.
El Jesús de
Mirada Penetrante
Aunque a Jesús lo han encarnado guapérrimos desde Jeffrey Hunter hasta Jim Caviezel,
Robert Powell hizo historia como el Jesús de los ojos más impresionantes. Yo ya
lo había visto en Malher, pero nunca lo he visto tan bello. Se cuenta
que fue la esposa de Sir Lew Grade quien le aconsejó al marido contratarlo. Tras
verlo en Judas el Oscuro, Lady Grade quedó impresionada con esa mirada
penetrante y magnética. Ya habrá quien gritará que ningún evangelio habla de
que Jesús tuviese ojos azules, pero toda esta miniserie se caracterizó por actores
de ojos claros, comenzando por James
Earl Jones que dio vida al Rey Mago Baltazar.
Volviendo al
pobre Robert Powell, otro motivo de critica fue su vida privada. Desde el cine
silente que el público cristiano ha demostrado preocupación por quien va a
interpretar a Jesús. A pesar de que en el Hollywood Sesentero el Maestro fue interpretado
por un divorciado ( Jeffrey Hunter) y por Max von Sydow, actor fetiche de los
filmes de Ingmar Bergman—considerados en esa época como escandalosos— hubo
quejas de que Robert Powell “vivía en pecado” con Babs Lord.
Jeff, Max y Robert: Tres pecadores interpretando a Cristo
Robert Powell y Babs Lord cuando vivían ën pecado"
Casi medio siglo más tarde, todavía felizmente casados
Se solucionó el
asunto con Powell y Lords casándose un poco antes del abril, fecha estreno de
la serie. No he vuelto a oír críticas sobre los actores elegidos para
interpretar al Mesías cristiano, pero… ¿Será esa la razón por la cual el
argentino Juan Pablo Di Pace eligió salir del closet después de haber encarnado
a Jesús en la penosa “A.D. La historia continua”(2013)?
Lo importante es
que Robert Powell hizo historia con un Jesús bastante humano que, entre
exorcismos, resurrecciones y sermones, come granadas y sirve shish kebabs. Es incluso
capaz de sutil ironía como —una de mis escenas favoritas— cuando
lo vemos cenando en casa de Pedro (a quien le conocemos esposa e hijos).
Aparece Mateo (todavía no Evangelista),el recaudador de impuestos , a cobrarle
al pescador. Se arma una gresca entre deudor y recolector que zanja el Maestro
(en la versión en inglés siempre lo llaman “rabino”)¡“invitándose” a comer a casa de Mateo!
Zefirelli dijo en una entrevista para Modern Screen que su objetivo era
mostrar un Jesús “gentil, frágil y simple”
.Jesús de
Nazareth fue un exitazo en su debut. Se la repuso en 1979, 1980, 1984, 1987
y 1990. Recibió nominaciones a Baftas y a Emmy. Mas importante dejó la puerta
abierta para más de estas épicas primaverales.
Judas, El
Zelote
Aunque como he
dicho , las épicas cristianas alternaban (desde 1978) con crónicas del Holocausto,
hubo un cambio en abril 1981. En ese mes debutó Masada en la ABC. Por
cuatro noches, el público pudo conocer
los detalles del asedio y caída de Masada, la ciudad-fortaleza (hoy monumento
nacional en Israel) donde se efectuó la más famosa batalla de la Guerra Judeo-Romana
(66-73 DC) . La miniserie que dio a Peter O’Toole (como el comandante romano
Lucius Silva,) su primer rol televisivo, ingresaba a los zelotes a la cultura popular.
Sin embargo, uno de ellos ya había aparecido en Jesús de Nazareth.
Este movimiento político
del primer siglo de la Era Cristiana tenía fascinados a los historiadores de Los
Setenta quienes andaban hurgando en el Nuevo Testamento para encontrar una
vinculación entre zelotes y cristianos, incluso con la misma figura de Jesús Cristo.
Por largo tiempo existiría la teoría de que Judas Iscariote era un guerrillero
anti-romano. Su apellido Iscariote se creía indicaba que era un sicario o sicarii
que es como los romanos definían al brazo armado de los zelotes.
Fiel a esta
teoría, uno de los grandes cambios o licencias históricas de Jesús de
Nazaret fue convertir a Judas en un zelote y mostrarlo como dominado por
estos fanáticos. Judas se acerca a Jesús esperando que se convierta en un líder
de una gran revuelta, pero el mensaje de paz del Maestro lo exaspera hasta el
punto de traicionarlo. Aunque los zelotes han sido vistos—incluso por el Talmud— como
un grupo desaforado e inútil,las series
épicas describirán a simpatizantes o miembros de ese grupo nacionalista como
gente empujada a la violencia debido a la brutal ocupación romana.
A la Sombra
del Volcán
En 1984,
coincidiendo con la reposición de Jesús de Nazaret en la NBC ABC, nos trajo una adaptación de la novela de Lord Edward
Bulwer Lytton sobre como la erupción de un volcán afecta la vida de romanos
acaudalados . Junto con Fabiola y Quo Vadis, Los últimos días
de Pompeya habían conformado un triángulo de novelas piadosas que habían
sido mis favoritas de mi infancia.
Los últimos
días de Pompeya fue un
bestseller de la era victoriana, adaptada al teatro y. como Quo Vadis, filmada varias veces por el cine silente italiano.
Tal como la obra de Sienkiewicz,Pompeya no había tenido una adaptación
fidedigna al original. De hecho, la primera versión hablada hecha en Hollywood
en 1934 no tenía nada que ver con la novela, tal como versiones recientes, la rancia miniserie italiana y un filme (2014)
que ya solo por tener a Juan Nieve de protagonista es poco recomendable.
Tal como el Jesús
de Zefirelli, Pompeya era una coproducción con la RAI tachonada de estrellas
comenzando por Sir Laurence Olivier y abarcando a un trio de actrices que
disputaban aJane Seymour elpuesto de reina de telenovelas, la americana Linda Purl, la argentina
Olivia Hussey y la británica Lesley-Ane Down. Su otra virtud era que desde las
versiones silentes no se veía un dramatizado tan apegado a la novela de Lord
Edward.
Por si no la han
leído, les doy un resumen. En la Pompeya, circa 79 DC, vive el millonario hedonista Glauco.
De origen griego, Glauco es parrandero y mujeriego, pero anuncia a sus amigos
que ha encontrado a la mujer de su vida. La elegida es la huérfana—
también millonaria— Ione. El problema es que Ione y su hermano (en la
serie le pusieron Antonious porque en el libro tiene un nombre impronunciable)
han quedado bajo la tutela de Arbaces, el sumo sacerdote de Isis.
Este corrupto
egipcio quiere que Antonious se haga sacerdote y done parte de su fortuna al
templo. Para Ione tiene planes más nefastos, impedir que se case, quedarse on
su fortuna y también con el cuerpecito de la griega. Muchos griegos en este
cuento: Glauco es griego, Ione es griega también Nydia , una esclava ciega
viene de Tesalia.
A Arbaces le sale
cómplice, la patricia Julia que ya se creía novia de lauco. Ambos convencen a Nydia
de darle a Glauco (del que la cieguita está enamorada) una poción de amor.
Entretanto, Antonius tiene una crisis de
fe azuzada por sus charlas con el cristiano Olinto, y reniega de Isis y de
Arbaces. Viéndolo huir de él, Arbaces lo hace matar. Por efecto del filtro, Glauco
anda vagando por los bosques enloquecido como una bacante. Lo encuentran al
lado del cadáver de Antonius.
Glauco, que no
recuerda nada, es llevado a prisión. Olinto también por andar predicando
blasfemias. El destino de ambos es acabar en la arena en las fauces de los
leones, pero la tierra tiene la última palabra. El Vesubio entra en erupción.
Pompeya queda bajo lava y cenizas. Solo se salvan Glauco, Ione y Olinto, Nydia
se suicida (no en la miniserie). Tiempo más tarde nos enteramos por una carta
que Glauco e Ione, ya casados, se han vuelto cristianos.
Aprovechando el
fad de las películas de desastres y el auge de las miniseries, se creó esta
versión bastante fiel al libro, pero aprovechando la moda de las épicas
cristianas se expandió el rol de la nueva fe en la trama. Brian Blessed, que se había hecho famoso por el rol del
Emperador Augusto en Yo Claudio, daba vida a Olinto. De hecho, la serie no
comienza con Glauco que es el protagonista sino con Olinto organizando un tur clandestino
para los cristianos de Pompeya que se congregan en las afueras de la ciudad a
oír a un recién llegado de Judea que conoció a Jesús.
OLinto y Nidya
Petro, un esclavo
cristiano, convence a la prostituta Chloe de que lo acompañe a la reunión. Allá
los sorprende una patrulla de soldados que mata a algunos y encarcela a otros.
A Petro lo arrestan ya en la ciudad, pero es rescatado por Glauco que ha
intercedido gracias a las suplicas de Nydia (Linda Purl) y Chloe. Este rol de
la cortesana fue inventado para la serie y le quedó tan bien a Lesley-Anne Down
que casi eclipsó a Olivia Hussey quien daba vida a Ione.
La serie con esta
inclusión y la del tema del cristianismo toma otro cariz. Tras ser expuesto a
una orgia en la que participan los sacerdotes de Isis, Antonious reniega de esa secta y está más que
abierto a las enseñanzas de Olinto. Muchos recordarán la serie por los efectos
especiales de la erupción volcánica, pero para otros es un reflejo de la
propagación del cristianismo más allá de Roma. Esto convierte a Los últimos
días de Pompeya en un peplo cristiano y lo separa de otras sword and
sandal movies como las llaman en inglés como Espartaco y la serie
Roma.
El Ocaso de la
Obra de Sir Lew Grade
Al año siguiente,
Sir Lew Grade cerró su trilogía bíblica con un peplo épico. Anno Domini.
Comúnmente conocida como “A.D.” (no confundir con la bazofia del 2015), prometía
ser igual o más impresionante que sus predecesoras Moises y Jesús de
Nazareth. Como ellas se trataba de una coproducción con la RAI, con un elenco
de lujo (Ava Gardner como Agripina, Susan Sarandon como Livilla) que incluía
actores de Jesús de Nazareth. James Mason, quien había sido Jesús de Arimatea en esa
miniserie, ahora era un agotado y
decadente Tiberio (no tan decadente como Peter O’Toole en Calígula) e
Ian McShane era un repulsivo Sejano. Su actuación y encanto físico estaban muy alejados
de su Judas de Jesús de Nazareth y era notablemente inferior a Sir Patrick
Stewart en Yo Claudio.
El problema de
A.D. es que quería ser Yo Claudio y fracasó. Mas suerte tuvo en su
intento de convertir las Actas de los Apóstoles en soap-opera. Ahí triunfaron,
pero el desequilibrio entre ambas narrativas disminuyo la calidad de la
historia. Mas encima en ese carnaval de excesos se embutieron unos personajes
ficticios cuyas historias no interesaban a nadie.
Como testigos de
la historia sagrada y profana ( inspirada por las crónicas de Suetonio y Tácito)
tenemos a Caleb, un zelote, su hermana Sarah y los romanos que los enamoran: Valerio, un soldado de la Guardia Pretoriana, y Corinna, una patricia metida a gladiadora.
Para contar su historia, Anthony Burgess
y Vincenzo Labella echaron mano de cuanta novela hubiese sido escrita sobre ese
periodo: Ben Hur de Lew Wallace, Yo Claudio de Robert Graves, Quo
Vadis de Henryk Sienkiewicz y hasta Espartaco de Howard Fast.
La historia
comienza con Jesús apareciéndose en el camino a Emaús. Escena muy poderosa y
muy buen retrato del Nazareno por parte de Michael Wilding Jr., hijo de Dame
Liz Taylor. Luego nos van presentando a Los Apóstoles y al Rabino Saulo que
anda con su amigo Esteban tratando de librar de la cárcel romana a otro amigo, el afiebrado Caleb. Pronto Saulo lapidará a Esteban
y tendrá su visión en el camino a Damasco que lo convertirá en Pablo de Tarso.
Michael Wilding Jr.
Aunque la llegada
del Espíritu Santo en Pentecostés en casa del Virgen (interpretada por Millie
Perkins , la primera Ana Frank del cine) acaba en una danza Bollywood por las
calles de Jerusalén, son las Actas de los Apóstoles la parte más interesante de
la miniserie. Los vemos desperdigarse por el mundo para repartir la Buena Nueva
, sufrir persecución y martirio. Particularmente me impresionó ver a San Lucas
en Antioquia, atendiendo en calidad de médico (y convirtiendo) a una cortesana.
También la aparición de Simón, el Mago.
El problema es la
inserción de las dos parejas principales, pesadas y tediosas, y el ponerles de
trasfondo a una ristra de Cesares , cual peor de todos.Esta serie tiene el mismo problema de Roma
y de Espartaco, no hay romano bueno, solo Valerio que se convierte al
cristianismo rápidamente y Corinna, mujer victima que busca empoderamiento en
un trabajo de hombres, en la arena. Y esa es una rareza de una serie de 1985, intenta
abarcar una diversidad que para la época sorprende y no gratamente.
Sarah y Valerius
Al comienzo se habla
de samaritanos , zelotes, fariseos (siempre los malos del cuento) y Caleb se
refugia un tiempo con los esenios. Aunque se agradece su visión de lo diversa y
dividida que era la sociedad judía de la Primera Era, la serie es menos
ecuménica cuando llega a Roma. Sus habitantes, desde Calígula hasta el pueblo que goza viendo
como las fieras se comen a niñitos cristianos en el Coliseo, son despreciables. Cuando llegamos a los emperadores
estos no son descritos con la objetividad y compasión que les aportó Robert Graves.
Para colmo hay casos de miscasting.
¿Nerón Flaco y
Actea Negra?
Después de Brideshead
Revisited, Anthony Andrews iba camino de ser el nuevo rey de las miniseries
con roles celebres como Ivanhoe y Pimpinela Escarlata. Aquí hacía del que apodaban “Aenobarbus”(barbas de bronce). Aun
quienes no habían visto a Nerón interpretado por Sir Charles Laughton, Sir
Peter Ustinov o Dom de Louise, tenían en
su imaginación una imagen de un emperador obeso. Si se creyó que se había
puesto a Tony Andrews como un Nerón esbelto para hacerlo atractivo, pronto
demostraron su error.
Aparte de verse
feísimo con una barbota que parecía falsa, Nerón era el monstruo que la cultura
popular siempre nos ha transmitido: celebrando el incendio de Roma, masacrando cristianos
y asesinando a su embarazada emperatriz Popea propinándole puntapiés en el
vientre. Para colmo, Tony dejó atrás cualquier
talento histriónico que hubiese desplegado en el pasado y dio una
interpretación que parecía parodia de Sebastián Flyte borracho. Pero falta la
guinda del pastel.
Fernando Rey como Seneca y Anthony Andrews como Nerón
Tanto Tácito como
Suetonio nos cuentan que en su juventud, Nerón mantuvo un intenso romance con una
esclava liberta de origen sirio llamada Claudia Actea. Para los devotos de Quo
Vadis, Actea es una mujer madura, abandonada como amante, pero todavía tratada
con aprecio y respeto por el César. En la novela de Sienkiewicz, Actea se
convierte en protectora de Ligia y denota simpatía por el cristianismo.
Pues en A.D. no
solo la tenemos jovencísima al igual que Nerón, compartiendo con su amante una vida licenciosa
que incluye aplaudir el incendio de Roma, además la interpreta…¡una actriz negra!
La misma Actea que Sienkiwicz describe como griega y que los historiadores
llaman de Asia Menor, posiblemente Anatolia.
Este primer y temprano ejemplo de colour blindness acabó por hacerme despreciar
la serie.
Nerón repoza en el regazo de una Actea de ébano
Desde entonces, y
coincidiendo con el triunfo del ateísmo en nuestra sociedad, ha disminuido este
tipo de programas. Sin embargo, no ha desaparecido del todo, el problema es que
las nuevas series han perdido calidad y caído, como todo, víctimas de la wok-diversidad. Lo vemos en la
penosa miniserie Ben Hur del 2011 que pasó sin pena ni gloria; en las bochornosas producciones de la irlandesa
Roma Downey con su culto a la diversidad (¿María Magdalena negra?) ; yesas risibles pero populares, producciones brasileñas con sus decorados que
parecen hechos de cartón y ropajes hechos con toallas y sabanas viejas.
Barrabas, la
Ultima Épica Cristiana
Solo encuentro
una rescatable en todo ese lote. Me refiero a la versión de Barrabas del
2012. Producida por la RAI, tiene un
elenco totalmente italiano, con la excepción del protagonista Billy Zane que se
luce en esta segunda adaptación del bestseller de Par Lagerkvist. A mí no me
gustó la épica de Hollywood, tal vez porque Anthony Quinn me pareció un poco
viejo para interpretar al bandido indultado en cuya cruz es crucificado Jesús y
que acaba de gladiador en Roma.
Billy, más joven
y atractivo que Tony Quinn, ofrece una actuación intensa y dinámica que
contrasta con su problema existencial: ¿porque él ha sido perdonado en lugar de
un hombre bueno como El Nazareno?Lo
vemos buscar respuesta en San Pedro, Lázaro, el resucitado y hasta con la
Virgen Maria. Al no encontrarla, Barrabas comienza una relación de admiración y
rechazo con el cristianismo que le ha quitado a su mujer.
Aquí esa mujer es
llamada Esther, y no Raquel como el origina.
Interpretada por Cristiana Capotondi entonces la reina de los period drama
italianos, al hacerse seguidora de Cristo, Esther pierde
a su hijo, pierde a su pareja ya que desea dedicarse al cuidado de los pobres,
y finalmente pierde la vida cuando es lapidada por los fariseos.
Esta miniserie de
seis capítulos aporta algunas sorpresas como la idea , compartida por algunos
historiadores, de que Barrabas era un
sicario zelote. Otra novedad es la inclusión de Claudia Prócula, esposa de Pilatos.
Este personaje
apenas mencionado (y sin nombre) por San Mateo, se ha vuelto parte de la
leyenda cristiana. Aparece en evangelios apócrifos y hasta ha sido canonizada
por las iglesias Ortodoxa, Copta y Etíope.
Grandes actrices como Viveca Lindfords y Dame Angela Lansbury la han
interpretado en el cine, pero no aparece ni en Jesús de Nazareth ni en
A.D. (aunque si en la A.D. de Roma Downey donde la interpretó Joanne
Whalley).
En Barrabas
es encarnada por la ex Miss Italia Anna Valle. Para este personaje de Claudia Prócula, Hollywood ha agregado mucho
de su pecunio haciéndola , en ocasiones, hija de Tiberio y hasta medio judía.
El factor constante son sus intentos por salvar a Jesús y su acercamiento al
colectivo cristiano. Algo que reaparece en Barrabas donde la muestran
perdiendo la razón por los remordimientos de no haber podido evitar la Crucifixión.
¿Cuáles de estas
miniseries has visto? ¿En tu país también el tema religioso domina la
televisión en Semana Santa? ¿Crees que este tipo de historia debe seguirse
haciendo?