jueves, 15 de febrero de 2018

En San Valentín, los Momentos más Románticos del Drama de Epoca del 2017



Aunque este San Valentín me encontró de vuelta de los asuntos del corazón (Malena no tiene Amo. ¡Malena es un Elfo Libre!), eso no quiere decir que sea insensible al romanticismo en la ficción sobre todo en la histórica donde las emociones se viven más divinamente. Estos fueron los momentos más apasionados que presencié en las pantallas de mi LD y de mi laptop.

Despedida de Ecbert y Judith (Vikings)


“Vikingos” es la serie menos romántica de la ficción histórica. Le ganó hasta a “Los Tudors” en cinismo sentimental. Los hijos de Ragnar cambian de mujeres a cada rato, Lagertha es una mantis que mata a quien comparta su cama (ahora mató a la embarazada Astrid) y el único romance de la historia, el de Helga y Floki, acabó con un pisotón de elefante de Michael Hirst.

Resalta entonces la evidencia de que la única que ha conocido amor en este cuento, es la sajona Judith. Primero con el monje Athelstane, padre de su hijo, luego con su suegro Ecbert. Judith perdió una oreja al ser juzgada por su puritana sociedad. Sin embargo, todos sus hombres están muertos y ella sigue bien viva y poderosa. Yo creo que, a su manera, Judith amó a su marido, adoró a Athelstane, y quiso sinceramente a Ecbert, por eso la despedida de ella y su suegro rezumó romanticismo.

Ecbert seria chueco, pero era muy valiente. Decidió sacrificarse en un último encuentro con los hijos de Ragnar, pero antes puso a salvo a su familia. Una movida que incluyó a su nuera Judith. Ambos comparten un último, aunque público, momento en el patio del castillo. Antes de subir al carromato, Judith besa a su suegro y le agradece haberla amado. Fue un instante muy bonito y muy red hot.

El beso final (My Mother and Other Strangers)

La BBC también es capaz de cometer errores. Cortó de un tajo la excelente “Home Fires” para reemplazarla con otra historia de Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial y metió la pata hasta el ombligo. My Mother and Other Stranger,” nunca tuvo rating, nunca tuvo fans, nunca tuvo mucha lógica. Aparte de ofender a los irlandeses, esta historia de una base de aviadores estadounidenses en Irlanda del Norte tuvo una heroína payasa y tonta.

Sin embargo, Rose Coyne demostró tener un poco de cerebro y buen gusto al enamorarse del honorable Mayor Ronald Dreyfuss, aunque esto afectase su matrimonio. A pesar de llevar mas de quince años de matrimonio y residencia en Irlanda, Rose todavía actuaba como la inglesa que era, mirando a los aldeanos de arriba para abajo. Por eso fue muy agradable saberla confundida y avergonzada.


Desde ese primer encuentro en el lago en que Ron le recita La Dama de Shallot de Tennyson, que Rose cae redonda y todo lo que hace después para bien o para mal, será en torno al oficial. Sus celos de Tilly, la necesidad de separar a Ron de su propia hermana, y sobre todo la ceguera y sordera de Rose a los problemas de su marido y al mucho amor que este le tiene, nacen de una sola razón, su lucha interna. Ya en el penúltimo capítulo, después de cometer cien pavadas, Rose desesperada besa al oficial en su cocina y descubre que él también la quiere.


 Sin embargo, Tilly que sabe que Ron tiene una esposa escondida en un manicomio, intenta separarlos. Mala idea. Cuando Ron vuelve de los Estados Unidos, donde su loca del ático ha sobrevido a un último intento de suicidio, Rose se le declara de palabra. Por una vez conmueve. “Solo me preguntaba por qué ya no me quiere si yo tanto lo amo”.  Prima el sentido común. Rose se marcha a su casa y el caballeroso Dreyfuss se guarda sus sentimientos en el bolsillo.

Ya en casa, Rose se enfrenta a una cantidad de problemas y mini tragedias que por una vez la tienen sin cuidado. Todo es irreal. Como dice su hija “¡esto parece una farsa francesa con personas que salen de los armarios!” Rose decide salir de su armario. En medio de la lluvia, y en las tinieblas nocturnas,  se pega una carrera a lo Forrest Gump que solo acaba cuando se encuentra con el jeep de Dreyfuss.



A pesar de que hay un ultimo intento de ambos de portarse con honor, se dan cuenta que meter honor en lo que ellos sienten es morbo total. Se funden en un mega beso que recuerda a las películas de los 40s y nos recuerda en los días de desnudos gratuitos y parejas sudadas y bufantes, lo sexy que puede ser un beso.

Espérame en el cielo (Reign)

Yo creo que todos los fans de “Reign” vivimos desde el primer episodio con ese miedo del final del cuento y con la esperanza que una serie que jugaba de manera tan estrafalaria con la historia también hiciese malabares con la suerte de Maria Estuardo.

Sin embargo, la temporada final nos mostró que la historia real siempre prevalece. Pudimos ver a Maria en amores con Lord Gideon, pero al final el diplomático gravitó hacia la corte isabelina dejándole el camino libre a Henry Darnley quien en la vida real y en la pantalla, desposaría a la Reina de los Escoceses. 

Para la boda, Maria estaba clarísima respecto a las intenciones mercenarias de su marido y de que el primo era un vil gusano traidor. Pero, como dicen los mexicanos, por haberse comido la torta antes del recreo, la reina tuvo que casarse antes que se le notara el embarazo.

La serie tomó un derrotero histórico, y (por ende) trágico, con Mary enamorada de Lord Bothwell y éste teniendo que desembarazarla del marido vía el asesinato. Se esperaban al menos tres o cuatro episodios más antes de la muerte de la reina. Ahí habría tiempo de desarrollar la relación Bothwell-Maria, pero esa costumbre lapidaria de las productoras de quitar fondos obligó a la serie a cerrar puertas antes de tiempo. De pronto se saltaron casi tres décadas y nos encontramos en vísperas de la ejecución.

Fueron tristísimos esos últimos momentos, en los que Maria pone sus esperanzas en la intervención de su hijo Jacobo. Pero el Rey de Escocia sucumbe a la ambición de reinar sobre una Gran Bretaña unida, ambición que antepone a la vida de su madre. Vemos a Mary con rostro desolado, con el cabello semi canoso sujeto en severo chongo, y vestida de negro (en la vida real la Reina de los Escoceses se vistió de rojo, el color de los mártires). La reina se hinca en el cadalso, se persigna y pone su cabeza en la piedra, el verdugo levanta el hacha y…

¡Mary despierta en el cielo! Nada de cabezas chorreando sangre, ni de pelucas, ni de perritos escondidos bajo el vestido. Mary despierta desnuda en una cama (Ohhh como quiero ir a ese cielo) y a su lado…Francisco.

Y ahí me doy cuenta de que, aunque no sea histórico, ese sería el final canónico de una serie que siempre dejó claro que el gran amor de la reina fue su primer marido, el Rey de Francia. Mary pestañea asombrada y luego se da cuenta que ya no habrá más sufrimientos ni separaciones. Final perfecto y super romántico.

El desfile privado (The Collection)

“La Colección” fue un drama oscuro, poblado por personajes enmascarados de secretos, demasiado complejos para calificar como románticos. Solo una persona, la semi protagonista, Nina era lo suficientemente joven para enamorarse o provocar sentimientos que podrían calificarse como sentimentales. Algo evidente en esta escena que para mi tuvo todas las connotaciones que debe tener un romance.


Nina es una adolescente que trabaja en el taller de Maison Sabine. Paul Sabine decide convertirla en modelo. Pero Nina, la colegiala inexperta, tiene que superar su miedo a los zapatos de tacón alto. Sin tacones, Nina no puede desfilar. Le toca a Claude Sabine enseñarle a caminar como maniquí. La escena tiene lugar en la buhardilla donde vive Claude.

 Como el personaje de Tom Riley va cambiando de ropa, suponemos que tiene lugar a lo largo de varios días. Todo el proceso va acompañado de una apropiada banda sonora que abarca valses de Strauss, la Habanera de Carmen y temas de los cantautores del momento como Jean Sablón y Charles Trenet. Es una apropiada combinación de lo clásico y lo moderno que refleja el espíritu del New Look.

Durante las lecciones Nina luce diversos modelos de Maison Sabine, desde el mas sencillo (su bata de costurera) hasta un vestido de baile. Primero camina sola, con Claude guiándola desde lo alto de las escaleras. Luego desfilan ambos portando pesos sobre la cabeza para afirmar la figura. Después es Nina la que está en lo alto, como demostrando la evolución de su relación que culmina en un vals compartido. Las connotaciones eróticas de sus movimientos son innegables, pero como todo en la serie está llevado a confundir al público.

A esas alturas tenemos cierta información sobre Claude y Nina. Sabemos que Claude es el verdadero diseñador de Maison Sabine, no su hermano Paul. Sabemos que es homosexual. Lo sabe Nina. A pesar de verse inocente, sabemos que ella tiene un hijo al que se ha visto obligada a dar en adopción. Es solo capítulos mas adelante donde esta escena se nos aclara cuando la misma Nina confesará a su madre el secreto que ella y Claude comparten. Es ahí donde deseamos retroceder y revisar esta escena para notar todas las claves escondidas en cada gesto.

Ese viaje a Kenia (The Crown)

Si algo se puede decir de “The Crown” es que ha sido la tumba de la reputación de mi pobrecito Duque de Edimburgo. Con tanta infame calumnia, Peter Morgan se ha encargado de denigrarlo sin llegar ni a entenderlo ni a entender los logros ni la verdadera tragedia de Philip Mountbatten. Es por eso por lo que valoro tanto el episodio titulado “Hyde Park Corner” donde por última vez se pintó al Príncipe Consorte de manera positiva. Se lo mostró tal cual es: un gran metepatas; un poco iconoclasta en su rechazo a correcciones políticas del ayer y del hoy; pero un individuo simpático, alegre y muy enamorado de la mujer.

Desde el comienzo que hemos visto que muchos (y eso que la serie se guardó las verdaderas conspiraciones palaciegas capitaneadas por mi adorable Sir Alan Lascelles) se opusieron, y por diversas y peregrinas razones, al matrimonio de la princesa Isabel. Aun así, hemos visto a Isabel ser tremendamente feliz junto a su marido. Pasamos al galope esa maravillosa estadía en Malta que fue una prolongación de su luna de miel, y seguimos a los Esposos Mountbatten a ese mágico viaje a Kenia, que ninguno sabe, será la ultima vez (al menos en esa sombría visión Morgan del matrimonio real) en que podrán vivir feliz y despreocupadamente su amor.

Tenemos a una Claire Foy espectacular, bellísima en preciosos trajes incluso en pantalones (nunca más la veremos usarlos) junto a un Matt Smith que por última vez sonríe y se ve sexy y simpático incluso cuando ofende a reyes masái o mete las manos en la comida. Se ven como lo que eran, jóvenes y enamorados, y los nativos que los sirven también caen bajo el embrujo del amor de una pareja tan carismática.


Lo fantástico del viaje es que Morgan erotiza de manera romántica sin caer en vulgaridades a Los Mountbatten. No solo volvemos a verle la cola al príncipe sino también esta esa imagen de Isabel vestida con la camisa del marido (y obvio que no tiene calzones puestos) sacándole fotos a las nalgas de Felipe. Esa estadía en el Treetop Hotel (hotel que literalmente queda en la copa de un árbol) esta teñida con la palabra ‘Sexo”.

Aun así, se nota que la relación trasciende lo sexual y cae en lo romántico como esa escena fantástica en que Felipe enfrenta a un embravecido elefante para proteger a su esposa-futura reina. Ósea ahí tenemos al Matarreyes en el Foso del Oso. Ni hablar de Felipe consolando a la reina por la muerte del padre.

Incluso es romántica esa ultima conversación, en el avión que los lleva de regreso a Londres. Es de madrugada. Isabel y su marido están ahí en piyama, acurrucados, cuchicheando sobre el futuro que los aguarda. No se esperaban que la corona les llegara tan rápido, temen a los cambios que afectarán su relación. El primero es que ya no contarán con Martin Charteris. Ahora les toca apoyarse en Tommy Lascelles a quien Felipe describe como un hombre que” se quedó pegado en La Tierra que el Tiempo Olvidó”.


Efectivamente, la entrada de Sir Alan cargando las ropas de luto de su soberana es el parteaguas que (según la serie) destruye el romance idílico entre Isabel y su consorte. Es Tommy quien ataja a Felipe antes de bajar del avión. Que no se le ocurra adelantarse o caminar a la par de la esposa. “La Corona tiene precedencia”.  Isabel vuelve su cara asustada a mirar al marido. Ese es el fin de su luna de miel. Y ese es el fin de lo romántico, lo sentimental y lo tierno en “The Crown”.

Y Colorín Colorado. A ver si este año nos trae tantas escenas románticas en una época en que lo romántico va perdiendo piso.



4 comentarios:

  1. Hola Malena. El día de San Valentín no me ha despertado nunca ningún interés especial ni nunca lo he celebrado. Por fin he visto la segunda temporada de The Crown y bueno, me he revisado todos tus blogs porque me encanta verte disertar sobre los Windsor, felicitarte sobre todo por el de las novias reales y el detallismo que le dedicas a los trajes de las royals, se nota que te apasiona y es un gusto leerte. ¿Defiendes a Felipe de Edimburgo?. A mi me parece un Urdangarín de la vida, un vividor, aunque no niego que no quiera y admire a la reina por otra parte.

    ¿Fue cierto eso de Jacqueline Kennedy malmetiendo de Isabel II y la zafia disculpa que le puso por su comportamiento cuando se disculpó con ella en Windsor?
    Sabía que John consumía drogas por los problemas de espalda crónicos que tenía, pero desconocía que lo hiciera Jackie. Echaré mucho de menos a Claire Foy como la reina.
    He estado viendo algunas películas que más pegan en la cartelera durante esta temporada que se supone que son las mejores del año pero ninguna me ha entusiasmado. Ni Three Billboards Outside Ebbing que pasada la primera media hora más entretenida me aburrió, ni The Post y el empoderamiento femenino de la pija que interpreta Meryl Streep ni el rollo ese de la prensa libre. La que más me decepcionó fue The Darkest Hour (esa escena demagogica en el vagón de metro fue intragable bfffff). The disaster artist una tontería como una casa pero es la única sin complejos en la era Trump, estamos ante una especie de código Hays no escrito en cuanto a ingienería social en el cine, series y prensa. Me queda ver Phantom Thread y La forma del agua que miedo me dan, más por la segunda ya que voy con las expectativas muy altas después de tanta mediocridad. ¿La has visto ya?. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Gatita Elle, Uff que de cosas para hablar. San Valentín ha sido importante para mi cuando estoy en pareja. Sino es solo para enfrentarme a malos recuerdos y ahora que van a cambiar el día de la Amistad a otra fecha, ya Valentín va a ser solo para celebrar a los chongos, esos que nunca te defraudan
      Como estamos de luto no vamos al cine desde el verano y esto dura hasta octubre. Pero tampoco siento que me haya perdido mucho, solo la de Churchill (Noo, no me digas que es mala), la de Del Toro, y la de Daniel Day. Estoy esperando tenerla en mi servicio ON Demand. Mi hermano me dice “pero 3 Billboards debe ser buena. Es de los Coen” Pero hasta los Coen meten las patas.
      Yo nunca había sentido que había vivido demasiado tiempo en este mundo, hasta el día en que comencé a despreciar a M. Streep. ¡Mi ídolo! Para mi la mejor actriz desde Sarah Bernhard, pero es ese empoderamiento que el MeToo les ha dado a cuatro gatas vociferantes que hoy maúllan como descosidas, cuando por anos se hicieron de la vista gorda me la ha derribado del pedestal. Lo mismo con Natalie P. ¿De que vale ser talentosas e inteligentes, si se prestan agendas que falsamente pretenden representar a la mujer?
      De The Crown, Felipe y los Windsor, te hablo en un ratito más

      Eliminar
    2. Yo vi la segunda temporada de The Crown (y necesito verla de nuevo) entre diciembre y enero, pero preferí no cubrirla sino hasta este mes para darle la oportunidad a mas gente de verla y poder opinar. Quería dedicarlas primeras seis semanas del 2018 a un repaso de todo lo que tuve la oportunidad de ver en este año en que me la pasé viendo tele. Pero desde la semana pasada que he comenzado a trabajar en al menos 3 notas sobre TC. Las tres sobre Felipe puesto que el es el meollo de toda la temporada, porque Morgan, quien irónicamente parece tenerle simpatía, se ha encargado de embadurnarlo de m---a. Aun así, me preguntaba si eran relevantes mis opiniones, aseveraciones y hallazgos sobre toda la basura que Morgan ha escrito y que tiene muy poco de fundamento histórico. Pero dos cosas me han motivado a seguir escribiéndolas.
      La primera es un video que encontré en YT de Mohamed AlFayed, que por dos décadas ha estado agitando teorías de conspiración respecto a la muerte de su hijo, teorías tan sin fundamento como la historicidad de The Crown. En el video, el ex dueño de Harrods acusa a Felipe de mandar matar a Diana y a Dodi porque no quería que su nuera se casara con un musulmán. Entremedio de las perogrulladas del cuñado y ex socio de Kashoggi (tan traficante como él) saltó una que es la guinda del pastel. Felipe es nazi porque lo crio una tía nazi.! A Felipe no lo crio ninguna tía, y ninguna de sus tías era Nazi. Lo extraordinario es que en los comentarios veo que muchos le creen al señor payaso este.
      . El video es del 2012, que Morgan, cuatro años más tarde, corrobore esa impresión sobre el nazismo del Duque de Edimburgo solamente para conseguir mas televidentes es una irresponsabilidad, una calumnia y una cobardía, puesto que la Familia Real no puede litigar ni hacer declaraciones no puede defenderse (William y Kate si demandaron a una revista, pero lo hicieron en Francia y como los Esposos Mountbatten, no como los duques de Cambridge. Ni Felipe, ni la reina, ni Carlos pueden hacer eso).
      Y ahora me dices que tras ver The Crown, has quedado con la impresión de que el Duque es un vividor, tipo Iñaki. Noo, al Príncipe Consorte nunca lo han acusado de desviar dinero publico ni de ninguna forma de corrupción. Se ha hablado de sus metidas de pata y de sus infidelidades, pero nunca ha sido un parasito ni un criminal. Lo de AlFayed es grotesco porque el Duque no maneja ni les da orden a los del Servicio Secreto. Por eso quiero escribir sobre la verdad que es mucho más interesante y memos ponzoñosa que tanta difamación.
      Es triste que The Crown no nos muestre ninguno de sus logros ni lo mucho que trabajaba el Príncipe Felipe. Nunca se ha hablado de sus experiencias militares, de su trabajo en la marina que tanto le dolió abandonar. ni de todas las caridades que ha patrocinado como el Premio Duque de Edimburgo que les da becas a chicos de todo el mundo, o que ha sido rector de varias universidades, que fue uno de los primeros promotores del medio ambientalismo en el Reino Unido, que resucitó las carreras de carros y que practicaba ese deporte.
      El problema con The Crown es que nos muestra a todos los Windsor como haraganes, la reina madre siempre borracha viendo tele, Isabel jugando con los perros, Felipe de juerga, Margarita puteando. Hasta los ministros son de hacer la rabona e irse a Jamaica. Al final el único que parece trabajar ahí es Tommy Lascelles al que ni siquiera dejan retirarse.
      Y todavía queda explicar de dónde me vine la fascinación por la realeza

      Eliminar
    3. Sobre lo de los Kennedy también voy a escribir. Hay algo de verdad en esa visita, tal como la describe The Crown, y mucho de falso. Por ejemplo, la percepción de que los Kennedy eran drogadictos. JFK era un hombre muy enfermo, increíble porque no se le notaba y se le vendía como un dechado de salud y energía. Para mi ahora es un milagro que haya proyectado tanto carisma y personalidad, siendo como estaba en la realidad invadido por males, acrecentados por medicamentos mal administrados, mal recetados, y en la mayoría adictivos. En cuanto a Jaqueline como todas las mujeres glamorosas, trabajólicas y figuras publicas de entonces y de hoy, tomaba fármacos, somníferos, tranquilizantes y las famosas “vitaminas” de los 60s que eran drogas legales y recetadas por médicos chambones.
      Aun así, hay dos errores o falsedades (oh sorpresa) en ese episodio. Uno, JFK nunca sintió celos de su mujer, y las razones para Jackie criticar a la Corona y a la Reina fueron más mundanas que el estar drogada. El consumo de fármacos de los Kennedy nunca llegó a afectar su comportamiento público (aunque muchas malas decisiones tomadas durante la administración Kennedy se le adjudican a la adicción).
      Sobre mi afición a la raleza, esta deriva de varios factores. Me crie leyendo revistas femeninas y las familias reales del Reino Unido, de Mónaco, de España etc. se volvieron rostros comunes en mi imaginario. Siempre me fascinaron, soy monárquica y amo la historia. Para mi investigar los secretos de los Windsor se ha vuelto un ejercicio casi tan fascinante como mi investigación sobre los Tudor. Pero también la ficción histórica contemporánea esta obsesionada con la realeza. Ahora van a hacer algo sobre Catalina, la Grande con Helen Mirren. Así que es el zeitgeist y por una vez yo me adhiero a la moda.

      Eliminar