Mi difunto padre decía
que los españoles nunca iban a poder hacer nada sobre su Guerra Civil que no
fuese subjetivo y panfletario. Pues esta adaptación de la novela de Almudena
Grandes pretender ser objetiva. Tarea imposible, porque la autora era rojísima,
y , porque digo, es RTVE con Netflix. Sin embargo, la serie no es tan horrible
como esperaba.
El Madrid de
Milicianos…
He leído un poco
de la novela. El estilo es como si fuese un texto/documento, difícil de traducir a la pantalla, así que la
serie se toma sus necesarias libertades y le baja el tono al rojerío. Guillermo
García Medina (Javier Rey) es un médico atrapado en Madrid en noviembre de
1936. Su amor a su profesión lo lleva a atender a quien lo necesita, sin mediar
en ello ideologías políticas.
Lo vemos
demostrar coraje atendiendo heridos en el frente y en un hospital de la
capital. Ahí lo vemos emocionarse al resucitar con una transfusión de plasma a
Pepe Moya (Raúl Jiménez) , un agradecido miliciano. La especialidad del Dr. García
son las transfusiones de sangre, en las
que copia el método de Norman Bethune, el medico canadiense que sirvió en las Brigadas
Internacionales. Eso lo hace muy popular con colegas y autoridades médicas que
le nombran jefe de una sección especial dedicada a las transfusiones.
Un día, García es llamado por Experta (Pepa Pedroche)
, la criada del piso vecino. Ha ocurrido una tragedia, el general Don Fermín Vázquez
ha fallecido y no hay como enterrarlo. Don Fermín, en vida, compartió el
tablero de ajedrez y una amistad entrañable—a pesar de sus diferencias
políticas—con el abuelo del facultativo.
En el piso
vecino, García se reencuentra con Amparo (Verónica Echegui) , su amiga de la
infancia, y nieta del difunto. Estamos a fines del ‘36, Madrid se ha vuelto un
hervidero de ajustes de cuentas. Las “sacas” y “paseos” se han convertido en
pan de cada día. Una familia conservadora y adinerada como la de Amparo está en
la mira. No pueden arriesgarse a un entierro formal. Con ayuda de su jefe, el
noble Dr. Quintanillas, Guillermo consigue una ambulancia para trasladar al
cadáver al cementerio civil donde está enterrado su abuelo y ahí, sin servicio
religioso, entierran a Don Fermín.
Las cosas no acaban
ahí. Amparo está histérica, teme que vengan a matarla los rojos, o que vengan
los fachas a robarle una fortuna en lingotes de oro que le legó el abuelo. El
Dr. García acepta esconder el oro en su caja fuerte, pero, a pesar de sus esfuerzos, no puede evitar que Amparo
se instale en su casa, su cocina y su cama.
El primer capítulo
es un poco denso y me resultó largo. Quizas porque los personajes (con
excepción del Dr. Quintanilla), me cayeron de la patada. Solo al final entra un
elemento de suspenso. Pepe Moya, el miliciano al que García resucitó con su
propia sangre, está una noche de guardia en El Pardo cuando de un automóvil ve
que arrojan un cuerpo en la acera.
Dentro de las
ropas del herido, Pepe encuentra
documentos que lo acreditan como el diplomático Rafael Cuesta. Cuando llama al ministerio,
el miliciano recibe ordenes de ocultar
al atentado, esconder al herido y si muere, enterrarlo en una tumba anónima. Superado, Pepe
llama al Dr. García quien no solo atiende al herido, además le oculta en su
piso con gran indignación de Amparo que al oír al diplomático delirando en
alemán, lo cree un espía nazi parte de
la Quinta Columna que ya operaba en Madrid.
Al final los
temores de Amparo—tan cobarde que se orina en un armario cuando cree
que los milicianos vienen por ella— son infundados. El herido es de los
buenos, se trata del diplomático Manuel Arroyo (Tamar Novas) ahora metido a
agente secreto que cambia nombres como de calzoncillos. Ahora, Guillermo le
proporciona la identidad de un muerto, Felipe Ballesteros. Si yo quisiera condesar
este cuento diría que se trata de gente que vive cambiando de nombre, de
domicilio y que lleva una vida clandestina. Por algo la nueva edición del libro
lleva el subtítulo: Una historia de
tres impostores. En ese sentido la trama funciona. Donde reprueba es en historia.
El Trio de Impostores
Una Cronología
Endiablada
La serie tiene
buena atmósfera de época en términos de vestuario, musicalización y hasta en
alusiones culturales: “Te crees Celia Gámez” le espeta Guillermo a Amparo. El
problema es que nunca sabemos en qué fecha estamos. Veamos, la Guerra Civil Española duró desde julio de
1936 a abril de 1939. La novela comienza en noviembre del ‘36 con el entierro
de Don Fermín y subsecuente mudanza de Amparo a casa de García.
A partir de la trasfusión
de sangre, se vuelven amantes, y ella se
instala definitivamente, a pesar de que él le ofrece otras alternativas de
domicilio. El Dr. García practica una transfusión de su propia sangre a Pepe
Moya en enero del 37 y es en noviembre de ese año que Guillermo lleva a Manuel
a vivir con él.
El problema es
que en la serie han contraído todos estos sucesos haciéndolos pasar como que
ocurren en un solo mes: noviembre del ‘36. Lo grotesco es que en durante ese
mes se habla de sucesos futuros como el Bombardeo de Guernica (abril del 37)
arresto de Manuel Hedilla y otros falangistas, y luchas con los anarquistas de
Barcelona que tuvieron lugar más adelante.
Podríamos pensar
que es que ha pasado el tiempo y no nos lo han dicho, pero hay maneras de
hacerlo notar: mencionar el Año Nuevo, un aniversario del inicio de la guerra,
ver caer nieve, hasta que Amparo cambie de vestuario. Pero no, todo indica que
la serie, en total irrespeto hacia la
historia y hacia la novela puesto que Almudena Grandes es muy detallista con
las fechas, ha acumulado lo histórico y lo ficticio en los meses finales de 1936.
Me toca hablar de
los personajes, donde también existen
pifias. Almudena Grande—tal como Julia Navarro y otras escritoras bestseller
españolas— no es muy ducha en crear personajes ni entrañables ni memorables. No como
lo hace un Pérez Reverte, ni menos un Pérez Galdós, que fue la gran inspiración de la escritora.
Al menos en la serie
le han bajado lo antipático al protagonista. Ni es tan rojo ni es tan
anticlerical como lo creara Doña Almudena, pero lo que nos queda del Dr. García
tampoco es para enamorar a nadie. Pusilánime, soso, su única emoción es la
calentura que le provoca Amparo una mujer a la que parece despreciar, pero que lo tiene enganchado a su vagina.
Amparo es , como lo han notado en Formula TV , “una marioneta infantil” o sea, una caricatura.
Si la interpretase una actriz de mayor alcance sería un buen relleno cómico..
La Culpa Era
de Los Anarquistas
Ya para el
segundo capítulo trascendemos un poco lo sexual y lo banal, y nos ponemos más interesantes. Por flashbacks
descubrimos que Rafael-Manuel-Felipe fue enviado desde Londres a Valencia. Tras
una entrevista con el Dr. Negrín, entonces
presidente del gobierno republicano, se marcha a Madrid a investigar el control
que están tomando los soviéticos de España. Se encuentra con el Comisario
Basilio que le cuenta que se unió al partido en el 1936 “porque me gusta pasear,
pero no ser paseado”. En realidad, no le gustan ni los comunistas ni los rusos.
Manuel y el Comisario Basilio
También Manuel
conoce a Romero, un alto oficial del ejército
de Miaja que se ríe de la Quinta Columna, trabaja codo a codo con los rusos y
come a cuatro carrillos, mientras el
pueblo madrileño pasa hambre. Basilio le comenta a Manuel que la Quinta Columna
opera desde la Central de Trabajadores (La CNT), que los anarcosindicalistas
están amparando fascistas. Tiene razón, resulta que Romero es el más facha de los
fachas y es quien manda matar a Felipe.
Debido a que se
menciona mucho la desaparición de Andrés Nin, podemos especular que Manuel ha llegado a Madrid
en el verano de 1937 y que lo han herido en noviembre de ese año, pero eso solo
lo sabrán los que tienen conocimiento de la cronología de la Guerra Civil,
porque la serie te explica muy poco.
Para complicar
las cosas, saltamos de Madrid a Burgos. No me quejo, puesto que hay tan pocas
visiones de cómo se vivía la guerra en el otro bando. Tenemos a Clara Stauffer
saludando, brazo en alto, a los aviadores de la Legión Condor; a Clara regañando a Geni León (Itziar Medina) por
tener romance adultero con falangista díscolo;
y conocemos a Adrián Gallardo (Jon
Olivares). Personaje importante de la novela, Adrián es un chico campesino
ingenuo que se va a pelear por Franco. El abuelo, al despedirlo, le recuerda que lucha por la tierra española,
le pone un escapulario al cuello y le advierte que “nadie diga que has hecho
algo malo”.
Clara y Geni
Adrián y su abuelo
Adrián parece que es Requeté porque dice que va a pelear por “D-s, la Patria y el Rey”. Pronto acaba como parte de un pelotón de fusilamiento. Se niega a disparar porque entre los fusilados hay un cura que muere gritando “¡Gora Euskadi!” Aunque el capitán le da un castigo leve, se da cuenta que Adrián es un buen chico, pero con puños de hierro. Es así como Adrián se convierte en campeón de box y leyenda tras derrotar al campeón de la Falange. Solo Adrián, su superior Ochoa y el contrincante, saben que fue un golpe bajo lo que originó la victoria.
Increíblemente en
una novela que cubre cinco décadas de la historia de España y que lleva a los
protagonistas a Londres, Rusia, Alemania y Argentina, se despilfarran cuatro episodios en describir
una guerra civil que es solo una antesala de los hechos. Es por eso por lo que se
siente lenta y claustrofóbica ya que la mayor parte de la trama tiene lugar en
el piso de Guillermo.
Incluso la
relación del médico y Amparo es aburrida, a pesar de las muchas y repetitivas escenas
de sexo, a pesar de que se casan en el
tercer episodio y tienen un hijo en el cuarto. Digamos que he quedado tan
saturada con cuatro episodios que me costaba adentrarme en los próximos que son
los más interesantes. Al final el único personaje que me ha caído en gracia es
el pobre Adrián.
Guillermo en
Los Años del Miedo
El cuarto
episodio es apoteósico. Comenzamos en 1939 y acabamos en 1941, de manera tan veloz
que si no nos ponen un cartel contándonos la fecha ni nos enteramos. Comienza
el capítulo con Amparo pariendo y Guillermo haciéndola callar “¿Qué quieres que
nos paseen a todos?” ¿No que ya no había paseos en Madrid? Pues casi
inmediatamente entran los Nacionales en la capital y comienzan a golpear y
matar gente. Guillermo va a casa y ve que su mujer y su hijo huyen. No se sabe cómo,
no se sabe por qué. Lo sigue una serie de escenas del Dr. García vagando por su
piso llorando por su hijo. ¿De cuándo le
bajaron tales ínfulas paternales si hace un capítulo quería que Amparo lo
abortara ?
En fin, han
pasado tres años. A Adrián no se le da la vida civil, quiere ser boxeador, pero
no tiene instintos asesinos. Acaba enrolándose en la División Azul. Amparo está
integrada a La Falange, vive bien (gracias a los lingotes de oro) y anda muy de
compinche de Clara Stauffer. Lo curioso es que todos la saben madre soltera y
nadie parece escandalizase.
Guillermo está
bien gracias a la documentación falsa y dinero que le proporcionó Manuel.
Experta lo ayuda a encontrar un cuartito en una pensión y gracias a que habla
idiomas consigue un empleo en una importadora. Pasa tres años de vida gris,
pero a salvo. En cambio, el pobre Adrián se ha unido a la Wehrmacht donde hace
una amistad con un jovencito alemán. En Estonia, al final de la guerra, ambos son incorporados a la SS y deben
ejecutar a judíos sacados de un campo. El amigo de Adrián se niega y recibe un tiro
en la cabeza de parte de Kleiber , su comandante. Tratando de salvar su vida, Adrián
por fin encuentra “su instinto asesino”.
Mientras Adrián
las pasa horrible, Guillermo sigue a salvo hasta que un día se le aparece Moya.
Ahora Guillermo/Rafael comienza a ser interesante. Se involucra en la
resistencia comunista y atiende gratis a heridos y enfermos rojos que no pueden
ir a médicos comunes. Moya solicita más y Guillermo que siente que le sube la
autoestima esta lucha, colabora con él. Esta
actividad lo lleva a conocer a Eugenia “Geni” León, mujer de sociedad que nunca
ha perdonado a Franco la muerte de Fernando, su amante falangista.
Guillermo pasa a
ser amante de Geni y a ayudar a los maquis del Valle de Aran, pero acaba la
guerra, la Guardia Civil aplasta al maquis. De nuevo Guillermo se siente en
foja cero. La alegría le retorna cuando vuelve a toparse con Manolo que ha sido
enviado por el gobierno de los Estados Unidos a investigar las ratlines,
la vías de escape de los criminales nazis. Esto lleva a Guillermo a reencontrarse
con Geni que lo pone en contacto con Clara Stauffer y con el mismísimo Otto Skorzeny.
También Guillermo vuelve a ver a Amparo y a José Antonio, su hijo.
Skorzeny
Adrián, La
Verdadera Victima
Manolo, que sigue siendo ”cuate” de Meg en cama y en
espionaje, debe infiltrarse en los círculos nazis , ¿y qué mejor idea que
hacerse pasar por un criminal de guerra que necesita socorro? Solo que se les
ocurre robarse la identidad de …¡Adrián Gallardo!
Esto es
totalmente inverosímil (no se parecen, Manuel no es boxeador, Clara Stauffer conoce
al verdadero, etc.) pero lo consiguen. No solo Manuel va a vivir una vida de
lujos en Buenos Aires, pero Guillermo comienza a ganar dinero arreglando
transportes de obras de arte robadas. Por supuesto que ambos siguen empeñados a
derrocar a Franco, pero nunca me les creo el cuento del espionaje. Nunca los
sentimos en peligro, nunca hay mucho suspenso, nunca los vemos sufriendo, en contraste con Adrián.
El pobre, tras languidecer
en una prisión rusa, es sacado de ahí
gracias a la caridad de una funcionaria de la Cruz Roja. Vaga, piojento y muerto de hambre y frio, por las calles de Berlín hasta ser repatriado
a España donde descubre que lo han usurpado. En realidad, la verdadera víctima
de este cuento es Adrián. Y decir que porque alguien es débil mental y deja que
la vida lo empuje, se merezca su
calvario es muy injusto.
En general, no me
ha gustado esta serie, aunque se me hizo menos pesada que Dime quien soy. Voy a concordar con amigos que ya están
hartos de la Guerra Civil en ficción. Si no saben hacerla más interesante ni
gasten en eso.
Por otro lado, y
por disparatada que fuese, me creo más Jaguar que el relato de las rat lines de Almudena
Grandes. Allá si sentíamos el peligro, sentíamos emoción, queríamos a los personajes.
Mas importante, sabíamos lo que habían
hecho los que pretendían huir gracias a “la línea de ratas”. Aquí hasta hay un
intento de blanquear a Skorzeny. Meg dice que “no es un sádico ni un asesino” por
eso Los Aliados lo dejaron libre. Supongo que entonces no se sabía el tremendo
rol que Don Otto tendría en la manufactura y mantenimiento del Cuarto Reich.
Manuel se queja de
que ahora a los norteamericanos les interesa derrocar a Franco porque este ampara
a quienes mataban judíos. Me parece mezquina esa queja y hasta me alegro de que
no encuentren pruebas que liguen a El Caudillo con las ratlines. Hasta
ahora nadie ha probado ese vínculo. Por eso es que ni Manuel ni su Meg, ni
Guillermo me importan un rábano. Solo me arrancan bostezos. En cambio, Adrián
pasando penurias solo porque no encontró espacio en el mundo que le tocó vivir,
me arranca un lagrimón.
Contenido
Violento y Gory: Poco,
nada muy gráfico. Netflix ha blanqueado a Madrid de todo los horrores vividos
en su sitio que duró más de tres años. Romero dice en un momento que las
desapariciones “ya no pasan en Madrid”. Esto en el verano del ’37. En una tesis
infantil, la serie culpa a los anarquistas y a los soviéticos de todo lo malo
que ocurrió en la Zona Roja. Los malos son fachas disfrazados de
anarcosindicalistas o militares como Romero. La misma Clara Stauffer dice que
hay que exagerar los crímenes rojos. Hasta la masacre cometida con Andreu Nin
es explicada de manera ambigua. Netflix, como ocurriese con el final de Las Chicas del Cable, no sabe qué hacer con la Guerra Civil
por lo que termina haciendo nada.
Contenido Sexual
y Desnudos: Mínimo dos
escenas de cama por capitulo. Ninguna muy sexy, todas repetitivas y semi
sórdidas. Una excepción es las que comparten Guillermo y Geni León. Aunque
incluyen los jadeos y encueramientos obligatorios, hay dejos de ternura que se
notan hasta en la música de trasfondo
Factor
Feminista: Una ironía de
este relato es que la única mujer fuerte que está en igualdad con los hombres
es Clara Stauffer. Como es un personaje real sabemos que efectivamente fue como
la describe Meg “una mujer que ha sabido hacerse imprescindible en un mundo de hombres”.
Un premio a Eva Llorach (la mami vende-drogas de Rebeka en Elite) que
logra hacer interesante a una gran villana, y también tener el mejor vestuario
de la serie.
Factor
Diversidad: Aparte de Meg
que es bisexual y medio mexicana, la historia es básicamente españoles contra
españoles, españoles contra alemanes, y españoles en la Argentina.
I did not even bother with this one, I really dislike the lead actress, she is the type of a Latino actress I cannot stand. I think I will start Domina this week as I have finished Sisi last Friday. Need to start something tonight as well and next week too as I also finished Sanditon,what a stupid series that was.
ResponderEliminarsorry, I have nothing to reccomend. I'm even watching docudramas in Netflix trying to find something decent there. The lead actress is not an epitome of latino a) because she is female and b) because she is Spaniard, therefore she is European. The girl that plays Meg is Latina, she's Peruvian. On that note, she's not a good actress, has no charisma, isn't pretty, and not even have a great body. One cannot understand what the hero sees in her.
EliminarI meant the one that is not attractive is Veronica Echegui, not Peruvian Stephanie Cayo
EliminarYea, I meant Echegui, she looks like Penelope Kruz from Ali Express and even Penelope ain't nothing special LOL
EliminarPe is overated, but she's still notches above Veronica who brings nothing appealing to her character
EliminarDe Afonso Velasco Senda desde FB
ResponderEliminarPasaba algo parecido en Belle Epoque de Trueba, que se vendió la República Española como una Arcadia Feliz, bucólica en la que no se muestra la enorme conflictividad social que había. Un amigo mío, y yo la vimos sólo para ver como los protagonistas masculinos se liaban con los femeninos.
Para Alfonso Velasco Sendra Bueno, aquí no se da una imagen feliz de la Republica, pero si de un Madrid en guerra donde no pasan cosas malas (en el lado republicano) y donde si pasan es por culpa de anarquistas y de fachas disfrazados de militares.
EliminarDe Alfonso Velasco Senda desde FB
EliminarDíselo a la gente que acabó en manos de las Chekas, y los que cayeron bajo las brigadas del Amanecer de Agapito García Atadell. Por no hablar de que estaban sitiados por el bando Nacional. No me hubiera gustado vivir en Madrid en aquella época.
Para Alfonso Velasco Sendra A nadie le hubiese gustado viir allá. No había nadie exento de peligro. Hasta republicanos como el Dr. Marañon al que una vez llevaron a una Cheka y aunque lo soltaron, lo pasó tan mal que se exilió enseguida. Muchos escritores que no fuesen muy de izquierda se fueron antes de que triunfase Franco.
EliminarDe Ana Estelwen desde FB
ResponderEliminarNo sé los demás espectadores españoles, pero yo estoy hasta el toto de la temática "guerra civil" en series, películas y novelas (que además en el 99% de los casos son pura propaganda con republicanos buenos buenísimos y fachas malos malísimos). Han exprimido tanto el tema que basta con que una historia tenga esa temática para que mi interés por ella caiga bajo cero.
Para Ana Estelwen Por eso no te etiqueté y era en ti que pensaba cuando dije que tenían amigos que preferirían que no se hiciesen más sobre el tema. La fórmula ya se agotó y no da para más, porque es falsa. A mi me engaño el cuento de que iba a ser objetiva. Aparte de que son diez capitulos y solo cuatro son durante la guerra, pero el resto es más inconcebible aun. Mi sorpresa es con Netflix que gasta dinero en series como esta y "Trasatlantic"para contar frivolamente episodios históricos que son serios.
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