Ya saben qué hace
años que les vengo huyendo a las telenovelas turcas, pero, aunque no me crean, lo que me atrajo de Club Estambul no
fue saber que su protagonista era sefardita. Ni siquiera sabía que era judía, un
detalle que obviamente no les interesa a quienes se acercan a esta serie de
Netflix. Tampoco me atrajo el dramón maternal. Fue más la idea de una ‘”mujer
perdida” trabajando en un night-club en la Estambul de los 50. Ahora, confieso
que ver, en los primeros veinte minutos, a la protagonista celebrando el Shabbath en
una cárcel de mujeres, me enganchó. Pero The Club (Kulub en
turco)tiene otras virtudes para engancharlos a ustedes.
La historia
comienza en 1942. En una azotea de Estambul, la adolescente Matilda Aseo mata a un hombre y
es condenada a cadena perpetua. Pasan 17 años, vemos el interior de una cárcel,
un taller de costura, las presas celebran una amnistía general. Una se acerca a
Matilda (Gokce Bahadir) y le pasa unas
velas “que Allah te bendiga” le dice. Matilda le agradece, enciende las velas y recita la bendición que marca
el inicio del Shabbath.
Matilda joven
Matilda sale
libre, pero ya no queda nadie de su familia esperándola. Dirige sus pasos al barrio
judío en Galata en busca de David Pinto. En flashbacks descubrimos que Matilda
alumbró una niña en la cárcel y se la encargó a este hombre. David (o Davitko
como lo llama Matilda) vive en una
típica casa sefardita, llena de diversas generaciones de mujeres unidas por
lazos de sangre y de matrimonio. Reconocen a Matilda y la miran con
desconfianza y desprecio.
Por Davitko, Matilda se entera que Rasel se ha criado en El
Orfelinato, una casa hogar para huérfanas judías. A Matilde no le interesa su
hija, quiere que Davitko le consiga documentos para inmigrar a Israel. Davitko
quiere que, antes de hacer aliyah, Matilda
conozca a su hija. Le entrega una fotografía de Rasel que Matilda romperá sin
mirarla.
Cuando conocemos a Rasel (Asude Kalebek) , no nos sorprende que Matilda no quiera verla. Rasel es una especie de animalito que en momentos de ira da rienda suelta a su agresividad. Lo único humano que tiene son defectos. es mentirosa, ratera y traidora. Cuando su única amiga, la bailarina Tasula, le pide que lleve recado a su amante, el taxista Ismet, . Rasel lanza la carta a la basura, se emperifolla, se maquilla y seduce al taxista. Luego regresa y le anuncia a su amiga que Ismet se fue con una “rubia”.
Rasel en ánimo depredadorTasula se desespera.
Es otra mala noticia. La han despedido del Club Estambul y el manager, Celebi
(Firat Tanis) , se ha quedado con sus documentos de identidad. A Rasel se le
ocurre meterse al club y recuperar el carnet de Tasula, pero al encontrar que
en la despensa hay cigarrillos de contrabando, se pone a robar. Llega Celebi y Rasel
le da un botellazo. Acaba presa. Es ahí donde a Matilda le bajan los
sentimientos maternales.
Celebi no quiere
hacer olas. Se dispone a retirar la denuncia,
pero ve a Matilda y la reconoce. Eso lo lleva a chantajearla. Ella le pagará
una cantidad que solo él conoce, pero para asegurarse del pago, Matilda deberá
trabajar para el club. Por la libertad de su hija, Matilda sacrificará la suya.
Es un trato ingrato puesto que Celebi, por misteriosas razones, busca humillar y destruir el espíritu de su
cautiva y Rasel odia a su madre que la abandonó y se niega a explicarle sus razones
para hacerlo.
El Dramón Maternal,
la Quintaesencia del Culebrón
El drama maternal
es uno de los géneros más conocidos del melodrama. Desde que Mrs. Heny Wood
escribiese el superventas East Lynne (1863) (y aun mas cuando Bisson escribiese Madame
X para el teatro en 1908) que
tenemos esa imagen lastimosa de la mujer perdida, muchas veces ex presidiaria,
que intenta recuperar hijos que abandonó o le fueron arrebatados.
El cine de
Hollywood se hizo eco de esa moda . Roger Dooley dedica toda una sección al tema
en su From Scarface to Scarlett. En su etapa en el Cine de Oro Mexicano,
Dolores
del Rio encarnó a muchas de estas sufridas madrecitas. Lo dramas maternales
son la quintaesencia del culebrón. Amparito Rivelles hizo carrera en la
televisión mexicana perdiendo hijos que luego debía buscar. Muchas actrices la
seguirían. En este siglo, el cetro
quedaría en manos de Vicky Ruffo que de jovencita había hecho el papel de la
hija que se niega a aceptar a esta extraña del pasado que reclama su amor.
Aunque yo fui
devoradora del drama maternal telenovelero, siempre tuve problemas con la
torpeza (hay excepciones) con la que la madre se acerca a la hija para explicar
que nunca la abandonó, o que tuvo razones de peso para esa separación tan larga.
Es más difícil cuando la madre es una convicta y (¡oh horror!) cuando su víctima
ese también el padre de sus hijos.
Matilda tiene ese
doble problema, que una vez enfrentó la
legendaria Amalia Batista, pero no es excusa para que se niegue a dar explicaciones
o que las suministre con cuentagotas. A ratos entiendo que Rasel se exaspere
ante esta mujer que insiste en dominarla, pero no responde a sus preguntas y si
lo hace es con medias verdades.
En suma, Matilda
es torpe. La cárcel no le ha dado la sabiduría para sobrevivir en el mundo exterior
como ocurriera con La Dama de Rosa, ni
tiene las estrategias que la Madrastra planificó para poder recobrar a su
familia. Matilda es tonta, pretende que Rasel la acepte, quiera y obedezca
cuando son un par de extrañas. Aunque tiene respuestas enmudece cuando Rasel la
interroga, para luego volverse una bully y zarandear a la hija exigiéndole que
no vea al novio.
Ni siquiera sabe quiénes
pueden ayudarla a conquistar el corazón de su hija. Se mostró sospechosa con Mordiko
que es un Pan de D-s, y agresiva con Tasula que es otra víctima de las
marrullerías de Rasel. Celebi, que
parece ser el único listo en este cuento, nota el parecido entre las personalidades de Matilda
y de su hija, y es que en ellas la falta de tino es frecuente.
Rasel no es como las huerfanitas de Delia Fiallo e Inés Rodena que tan bien ha interpretado Maite Perroni en este siglo. Además de parecer borderline, y ser una delincuente nata, es tonta. Se lo dice Ismet en dos ocasiones. Se mete con un hombre en el que no se puede confiar y eso lo demuestra el modo en el que el taxista ha tratado a Tasula.
María Desamparada se enfrenta a la madre que la abandonó. Duelo Perroni-RuffoRasel se cree que
se las sabe todas y acaba como todas las mujeres de Ismet. Vamos, que ya sé que Baris Arduç es un galán en Turquía (a mí me recuerda
a Pedro Infante y ni canta), pero no me parece muy romántico un hombre que te
deja en descampado bajo la lluvia para correr tras una gringa millonaria, o que te planta una bofetada apenas le dices
que eres judía.
Para hacerla más
antipática, Rasel señala con el dedo a la madre al descubrir que es asesina,
cuando ella misma pudo matar a Celebi de un botellazo y antes de entregarse a
Ismet provoca un accidente que casi acaba con ambos. La Rasel me revienta casi
tanto como la madre.
Yo entiendo que
el modelo que les ha cosechado un triunfo universal a los turcos sigue las pautas
de las telenovelas más rancias, pero aun para los que nos disgusten esas fórmulas
clichés, Club Estambul tiene mucho que ofrecer. Por ejemplo, es casi seguro que quien se come
la trama es Salim Bademci en el rol del estrafalario, pero talentoso Selim
Songur.
Este cantautor, a quien sus propios padres han desheredado por
su estilo de vida “bufonesco”, va de
fracaso en fracaso, hasta que se le ocurre presentarse ante el enigmático Orhan
(dueño del club) a venderle sus sueños. El hipnotizado empresario da carta
blanca su nueva estrella, provocando una revolución en el negocio de espectáculos
nocturnos del país que siempre se ha apoyado en bailarinas y voces femeninas.
Hay algunas otras
subtramas que conciernen a personajes menores como los chicos provincianos que Celebi
trae a Estambul a trabajar en las cocinas y tramoyas del club. Una lástima que
no haya más espacio pata dedicarles a ellos y nos pasemos tanto rato viendo enfrentamientos
entre madre e hija y revolcones de Rasel e Ismet. Ese es el mayor problema con Club
Estambul, el poco equilibrado argumento que ofrece tanto potencial para un
dramatizado, pero no acaba de superar esquemas telenoveleros.
Por otro lado,
hay una cantidad de misterios que se toman su tiempo en revelarse añadiendo
suspenso a la trama. Solo en el primer capítulo nos preguntamos quien fue el
padre de Rasel y quien fue el hombre que Matilda mató. En la segunda entrega,
descubrimos que son una misma persona, Mumtaz.
Los motivos para
el crimen y la desaparición de la Familia Aseo nos serán revelados más
adelante, tal como la relación en el pasado entre Celebi y Matilda y las
razones que lo llevan a maltratarla y a protegerla. Como si no tuviéramos bastantes
secretos que desvelar, para el cuarto capitulo descubrimos que Orhan—un
personaje totalmente desperdiciado— también se trae un misterio gordísimo escondido
en el bolsillo.
Los Sefarditas
y la Xenofobia en la Turquía Moderna
Para entender
estos misterios sería necesario un poco de explicación histórica que la serie,
lamentablemente no aporta. Para Los Cincuenta, la comunidad judía turca contaba ya con cuatro siglos de existencia. En su mayoría eran sefarditas,
descendientes de los expulsados de España a los que el Imperio Otomano había dado
cobijo. A pesar de su gran población, y buena situación económica, los judíos habían
(han) experimentado brotes de antisemitismo aun en la moderna republica de
Turquía.
Las razones son
diferentes. Desde la Guerra de los 6 Días ha existido un sentimiento
anti-sionista en algunos sectores de la política turca. El reinado de Recep
Tayyip Erdogan ha coincidido (y no accidentalmente) con un auge del islamismo
fundamentalista que no permite la cohabitación con otras religiones.
Sin embargo, el impuesto
de 1942 que provocó el crimen y encarcelamiento de Matilda no ocurrió por
ninguna de esas causas. Ni siquiera se puede acusar (como con los pogromos de
1934 en Tracia) a la influencia del
nazismo, a pesar de que agentes nazis se encargaban de sembrar cizaña en la
prensa turca en contra de los judíos.
Para mí el mayor
crimen turco en contra de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial fue el
hundimiento del Struma del cual les hablé en este artículo. Ese incidente fue provocado por la presión
inglesa al gobierno tuco y buscaba impedir la entrada de más judíos al Mandato Británico
de la Palestina.
El segundo gran
crimen fue ese vergonzoso impuesto. El Varlik
Vergiz (impuesto a la riqueza) nació de un nacionalismo turco que por
décadas perseguiría a las minorías (armenios, griegos y judíos). Aprovechando
la mayoría nacionalista en el gobierno se impuso un impuesto elevadísimo —20% más
alto que el de los ciudadanos turcos islamitas— a todo el que no fuese
musulmán.
Se les dio además
un brevísimo espacio de tiempo dos semanas para recaudar el dinero que debería
ser entregado en efectivo. 14. 000 hombres, que se vieron imposibilitados de conseguir tan
fuerte suma, fueron enviados a campos de
trabajos forzados en las montañas . Las condiciones insalubres del campo, el
clima, y el trabajo de picar piedras para las carreteras, convirtieron a esos sitios en una especie de Valle
de los Caídos. En los dos años que duró esta cruel medida,25 personas (la cifra
exacta todavía no se conoce) fallecieron
en esos lugares, incluyendo el padre y hermano de Matilda.
Hoy se sabe que Ismet
Inonu, el presidente de la nación turca aceptó ese injusto impuesto con la esperanza
de ayudar a la clase mercantil alejando a su mayor competencia. Además, se esperaba
que tanto el dinero de los impuestos, como los bienes de los encarcelados (a muchos
les quitaron sus negocios como vimos sucedió con la compañía naviera del padre
de Matilda), fuesen entregados a
empresarios turcos para ayudarlos en sus empresas. Por último, se utilizó lo recaudado para el rearme del ejército,
algo necesario en evento que Turquía entrase en la Segunda Guerra Mundial
Lo importante es
recordar que no solo los judíos eran blanco de estas medidas arbitrarias. En
1955, once años después que se derogara el impuesto, volvió a surgir una ola
nacionalista cuyo mayor objetivo eran los griegos. El excelente filme “cocinero”
A Taste of Spices cubre ese periodo desde una óptica griega.
Durante el
gobierno de Celal Bayar y bajo órdenes del Primer Ministro el General Adnan
Menderes, tuvo un lugar un terrible pogromo en Estambul donde murieron docenas
de personas y cientos de hogares y propiedades fueron destruidos incluyendo dos
monasterios y 23 iglesias ortodoxas. Aunque el ataque iba dirigido en contra de
griegos, también los judíos sufrieron pérdidas materiales incluyendo el
incendio de una sinagoga.
Después de ese pogromo
hubo una estampida. Los griegos regresaron a Grecia a pesar de que muchos no habían
nacido allá. Los judíos comenzaron a emigrar a Israel, que en la serie vemos es
percibido como un gran refugio sea para las víctimas del nacionalismo, una
mujer sin hogar como Matilda, e incluso una pareja que quiere iniciar una nueva
vida.
Aun así, David
que ha sobrevivido esas olas antisemitas reconviene a Matilda cuando esta
pretende hacer aliyah: “hemos vivido 400 años en esta tierra”. Para él ,
Turquía es su hogar, como lo sigue siendo para los 15.000 judíos que siguen
viviendo en ese país a pesar del creciente fundamentalismo islámico y antisionismo
del gobierno de Erdogan.
Una Visión
Positiva de la Comunidad Judía
El diario vivir
de la comunidad sefardita es un importante tema del filme. Lo que ha asombrado
a los judíos turcos ya que, si se les suele mostrar en las series turcas es
siempre a través de estereotipos negativos (el prestamista tacaño, el mercader
tramposo, el agente de la Mossad, etc..) . Aquí tanto las protagonistas como su
comunidad y cultura son vistas con buenos ojos. Aunque nos haga parecer a los sefarditas
como que viviéramos en comilonas (efectivamente, somos patacheros). Tenemos en
la serie cenas de Shabbath, fiestas de compromiso y mi festividad judía
favorita, Purim donde se le revela a Matilda la identidad de Celebi, pero ella,
obcecada, no entiende la relevancia de
lo que un antiguo socio de su padre le cuenta.
La religión judía
también es vista de una manera positiva. Vemos un servicio de sábado en la
sinagoga al que asisten Rasel y su madre.
La serie comienza con Matilda celebrando el Shabbath en la cárcel. Ya
libre, Celebi la obliga a trabajar en sábado, pero vemos que el villano también
impide a sus empleados musulmanes guardar su viernes. Su impiedad alcanza a
todas las religiones.
Para el público
turco es toda una sorpresa descubrir esta comunidad que sigue conviviendo junto
a ellos. Para los historiadores representa una oportunidad de poder hacer
públicos aspectos de la historia reciente de Turquía que han sido olvidados o
silenciados. Algo que sorprenderá a muchos televidentes latinos es su encuentro
con el ladino, una forma de español antiguo que los sefarditas han conservado
como lengua franca en sus países de exilio junto con otras costumbres que se
trajeron de la Península Ibérica hace cinco siglos.
Una arbitrariedad
de esos gobiernos nacionalistas fue prohibir el uso de un idioma que no fuese
el turco aun dentro del hogar. Eso ha provocado un declive en el uso del ladino
que ya va camino a ser lengua muerta. En Kulub oímos a los personajes,
incluyendo a Matilda y su hija, hablar en ladino (So la tua madre es
como se le presenta a Rasel), pero también lo escuchamos en canciones como la
de la “Ninya de Kasa Alta” que parece reflejar la tragedia de Matilda.
Junto con el vestuario
y las alusiones históricas, la música es fundamental para crear atmosfera de
época. Tenemos baladas sefarditas junto a los espectaculares números musicales
de Selim Ongur (un coctel de jazz, rock a lo Buddy Holly y música turca) . En
términos de música occidental, tampoco se queda atrás. En su primera cita, Ismet y Rasel escuchan a
Frank Sinatra en la radio; cuando Selim
descubre el nombre de Matilda inmediatamente le canta el refrán del calipso de
Harry Belafonte; y cuando Rasel quiere demostrar sus celos por el músico dice
despectiva “él no es Elvis”.
El Club Rompe
Tabúes
Hablando de
Selim, hay algo que no me puedo guardar. Su comportamiento afeminado , la ausencia
de pareja, el rechazo de sus padres y la primera canción que canta em el club, que incluye la frase “algunos de nosotros
hemos nacido prohibidos”, me ha hecho
pensar…pero ¿cómo es que nadie más se ha dado cuenta? La única publicación
donde se habla de su posible “queerness” es en una página judía.
Se entiende, el tema gay es totalmente Verboten en las producciones
turcas. Hace un par de años, cancelaron una coproducción de Netflix ( If
Only) precisamente por querer incluir una pareja homosexual. ¿Será esta una
manera de la compañía de streaming de cobrarse esa cancelación? ¿O acaso Zeynep Gunay Tan, la directora, ha encontrado esa rendija para eludir el tabú?
En general, Club
Estambul es bastante atrevida. En SensaCine han hablado de una escena de cama (bien inocente)
entre Ismet y Rasel. Vemos a la susodicha, en otra escenas, lavando sus
calzones manchados de sangre después de perder su virginidad y revisando sus paños
higiénicos para ver si le ha bajado la regla.
Sin embargo, lo más
osado de The Club es la inclusión del tema judío, la sacada del closet
del pasado antisemita turco y la revelación de esta comunidad como parte de la
historia del país. La gran sorpresa es que ocurra durante este gobierno retrogrado
y anti-sionista.
La primera razón
es la pasión que han desatado las teleseries turcas en Israel. Una de las más
populares ha sido también de Zeynep Gunay Tan. Se trata de La novia de Estambul
cuyo elenco recibió una bienvenida apoteósica en su visita al país judío. Pero
no creo que Zeynep, que como productora
ya sostiene una lucha en una sociedad que bordea en las ideas fundamentalistas
musulmanas sobre roles femeninos, vaya a arriesgarse solo para que la vean en Israel.
Otra teoría, muchísimo más interesante, es que el gran
enemigo de Erdogan y del conservatismo turco que el presidente representa, es el partido AKP , el mismo de Kemal Ataturk.
Siendo que Ataturk fue el gran promotor del nacionalismo turco, una serie que muestre
las arbitrariedades y horrores que se cometieron en nombre de esas campañas de “turquificazion”
les viene como anillo al dedo a sus rivales políticos.
Sea cual sea la causa
que provocó la filmación de Club Estambul, esta serie tan singular ha
sido un parteaguas que recomiendo. Que tiene errores, los tiene. Hay un juego
cronológico que ha exasperado a los críticos pensantes. Si Rasel nació el ’43 (año
de las deportaciones causadas por el impuesto) y tiene 17 años, obvio que la
historia transcurre en 1960. ¿Entonces por qué venderla como si fuera de los
50?
Para mí, sin embargo,
el peor error ha sido cortarla en la mitad. Originalmente la producción de
Zeynep Gunay Tan abarcaba diez capítulos. No sé porque razón, Netflix solo nos dio
seis. Y tendremos que esperar hasta el 6
de enero, para ver lo que nos falta.
Netflix así entra
en la inexplicable moda de HBO de dar temporadas fragmentadas. Se entiende
cuando se trata de proyectos infumables como el Reboot de Gossip Girl o la
vergonzosa The Nevers, pero no con una serie que en su primera semana en
IMDB había superado el rating del Calamar. Si hoy a bajado e 8.2 a 7.8 es
precisamente porque el público se siente defraudado ante tan abrupto final .
Contenido de Violencia
y Gore: Casi ninguna. Lo más
violento seria la bofetada que Ismet le propina a Rasel, quien a su vez es una
criatura más violenta que un mapache hidrófobo. (Nota: en el final tendremos lo
que parecen ser escenas del pogromo de 1955).
Contenido
sexual: Ya he mencionado
el escándalo de las escenas de cama de Rasel e Ismet, vemos a Celebi teniendo
sexo con Tasula (ambos vestidos), luego
a él visitando una prostituta.
Contenido
Feminista: El drama
maternal coloca a la protagonista siempre en el sitial de víctima del
patriarcado. Sin embargo, la serie, desde nuestro punto de vista, puede parecer “anticuada”. Es que tampoco
vamos a acusar a la sociedad turca de entonces como muy adherente del Me Too.
Factor
Diversidad: Nos
enfrentamos a otro tipo de diversidad que nos recuerda que hay otras culturas
que pueden pasar por “blancas”, pero
igual enfrentan racismo y conflicto. Lo vemos en El Club donde se emplean
griegos, turcos musulmanes, judíos y armenios y como el gobierno está forzando
a Orhan a desprenderse de ellos.